/ martes 2 de octubre de 2018

A propósito | Desilusión

Qué bonito han de haber escuchado los votantes de AMLO, el muy conocido canto de las sirenas. Ciertamente el pasado 1 de julio se desbordaron los electores sobre las urnas para llevar a la primera magistratura del país, a un hombre que es experto en el juego de espejos.

AMLO se presentó durante dieciocho años, como el salvador del país, enarbolando una serie de medidas que tomaría si él llegaba a Los Pinos. Hoy, todas esas promesas se han ido diluyendo, frente al pesar y desánimo de la gente que votó por él.

Su reiterada proclividad a decir una cosa, para luego desdecirse, y proponer otra, la cual debe expresarse, es exactamente igual a aquella que criticaba.

Se puede establecer un parangón entre lo sostenido por AMLO y la realidad que lo aplasta. Dio a muchos mexicanos un discurso falaz, un mensaje de esperanza que él sabía de antemano que no iba a cumplir.

Ese parangón es como aquel individuo que seduce a una mujer y que cuando logra su perverso cometido de hacerla suya, le revierte el comportamiento que desde el principio tenía éste. Ya logró lo que quería, hoy es la hora de la verdad, no le cumplirá a la chica todas aquellas promesas de amor.

Algo así ocurre con el Peje, quien falto de toda honestidad con sus electores, ha dado marcha atrás a muchas medidas que iba a llevar a cabo. Solo los sedujo, los enamoró y les sacó el voto que tanto anhelaba.

Pero hoy resulta que a pesar del engaño, la muchacha todavía está esperanzada por el enamoramiento que siente por el mancebo que robó su doncellez.

López Obrador, en menos de dos meses ha reculado de todas aquellas promesas hechas al electorado mexicano, y éste, como los morenistas, están locamente ilusionados con el espejismo de un país mejor, a manos del Mesías que llegó para quedarse.

No hay posibilidad de que el votante siga creyendo en un hombre que falto de oficio político hoy dice una cosa y mañana otra. No se ve en el horizonte nacional que López Obrador vaya a cumplir con sus compromisos.

De allí que ya empiecen a surgir muchas molestias y desconfianzas no sólo en el círculo que votó por él, sino también en mucha soldadesca de Morena. Y aún faltan dos meses para hacerse constitucionalmente del poder.

La desilusión y la desesperanza de los votantes de AMLO se empieza a sentir a lo largo y ancho del país, justo a dos meses que va a tomar posesión del cargo.

Sus giras de agradecimiento son solo faramallas que indican que la campaña no ha terminado, pues su discurso reiterativo y vetusto no convence a nadie. Su protagonismo mesiánico le hace no ver una realidad nacional que exige la toma de decisiones desde ahora, para aliviar los problemas que le aquejan a la sociedad mexicana.

Falta que convierta sus promesas en hechos, y dejar de hacer pirotecnia política que sólo es engañabobos.

O usted, ¿qué opina amable lector?

Qué bonito han de haber escuchado los votantes de AMLO, el muy conocido canto de las sirenas. Ciertamente el pasado 1 de julio se desbordaron los electores sobre las urnas para llevar a la primera magistratura del país, a un hombre que es experto en el juego de espejos.

AMLO se presentó durante dieciocho años, como el salvador del país, enarbolando una serie de medidas que tomaría si él llegaba a Los Pinos. Hoy, todas esas promesas se han ido diluyendo, frente al pesar y desánimo de la gente que votó por él.

Su reiterada proclividad a decir una cosa, para luego desdecirse, y proponer otra, la cual debe expresarse, es exactamente igual a aquella que criticaba.

Se puede establecer un parangón entre lo sostenido por AMLO y la realidad que lo aplasta. Dio a muchos mexicanos un discurso falaz, un mensaje de esperanza que él sabía de antemano que no iba a cumplir.

Ese parangón es como aquel individuo que seduce a una mujer y que cuando logra su perverso cometido de hacerla suya, le revierte el comportamiento que desde el principio tenía éste. Ya logró lo que quería, hoy es la hora de la verdad, no le cumplirá a la chica todas aquellas promesas de amor.

Algo así ocurre con el Peje, quien falto de toda honestidad con sus electores, ha dado marcha atrás a muchas medidas que iba a llevar a cabo. Solo los sedujo, los enamoró y les sacó el voto que tanto anhelaba.

Pero hoy resulta que a pesar del engaño, la muchacha todavía está esperanzada por el enamoramiento que siente por el mancebo que robó su doncellez.

López Obrador, en menos de dos meses ha reculado de todas aquellas promesas hechas al electorado mexicano, y éste, como los morenistas, están locamente ilusionados con el espejismo de un país mejor, a manos del Mesías que llegó para quedarse.

No hay posibilidad de que el votante siga creyendo en un hombre que falto de oficio político hoy dice una cosa y mañana otra. No se ve en el horizonte nacional que López Obrador vaya a cumplir con sus compromisos.

De allí que ya empiecen a surgir muchas molestias y desconfianzas no sólo en el círculo que votó por él, sino también en mucha soldadesca de Morena. Y aún faltan dos meses para hacerse constitucionalmente del poder.

La desilusión y la desesperanza de los votantes de AMLO se empieza a sentir a lo largo y ancho del país, justo a dos meses que va a tomar posesión del cargo.

Sus giras de agradecimiento son solo faramallas que indican que la campaña no ha terminado, pues su discurso reiterativo y vetusto no convence a nadie. Su protagonismo mesiánico le hace no ver una realidad nacional que exige la toma de decisiones desde ahora, para aliviar los problemas que le aquejan a la sociedad mexicana.

Falta que convierta sus promesas en hechos, y dejar de hacer pirotecnia política que sólo es engañabobos.

O usted, ¿qué opina amable lector?