/ viernes 1 de junio de 2018

Al bat | “El Flaco” Corella…

— Si hablamos de grandes receptores del beisbol mexicano de antaño

 

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Sin duda que debemos de mencionar a Gregorio Luque, “Pilo” Gaspar, Sergio Robles, Paquín Estrada, Rudy Sandoval, Laureano Camacho, Bernardo López, Guillermo Frayde, Beto Palafox, Alejandro Treviño, Adán Amezcua, Carlos Soto, Miguel Ojeda, Arturo Rey, Marco Antonio Guzmán, Homar Rojas, Gerónimo Gil, Adán Muñoz, Humberto Cota, Íker Franco… y así.

Por supuesto que en esa lista no puede faltar Jaime Corella, considerado en su tiempo como uno de los receptores del beisbol mexicano con los mejores recursos físicos y mentales para desempeñar con toda dignidad su posición.

Hay quienes recuerdan la forma en que trabajaba tras el plato, distinguiéndose por sus potentes e increíbles tiros a las bases para evitar que le robaran las almohadillas.

En su época, simple y sencillamente fue calificado por beisbolistas y cronistas especializados como el mejor y, por ello, hoy reitero mi felicitación hacia su persona por el reciente homenaje que le brindó en Guadalajara el Gobierno de Jalisco.

En ese acto, ante la presencia de su esposa Lupita, su nieta Cristela Corella, dio lectura a un mensaje de su abuelo, quien agradeció a las autoridades tapatías la distinción recibida expresando que el beisbol le permitió formar una familia de exitosos profesionales y universitarios que luchan día a día por tener un mejor país, afirmando estar contento con la vida y, sobre todo, haber escogido a Guadalajara como una ciudad para establecerse desde 1969.

“Recuerdo que disfruté mucho de Guadalajara. Jugué con Charros del 1970 y 1971. Años muy especiales. El año del campeonato de 1971, es inolvidable, le ganamos a Saltillo, después de perder los tres primeros juegos, ganamos cuatros seguidos. Cananea Reyes, era nuestro manager”, agregó en el mensaje.

Por su parte, el periodista Gabriel Ibarra, luego de reconocer con grandes conceptos la carrera de Jaime Corella, hizo una síntesis de su vida en el rey de los deportes, en especial sus 18 temporadas en las que participó en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), principalmente con los Sultanes de Monterrey y los Charros de Jalisco.

Orgullo de Cananea

El orgullo de Cananea, donde nació el 19 de julio de 1937, a mediados de los años 50 formó parte del equipo de México en el Panamericano celebrado en Nicaragua.

Luego, Art Lilly, entonces buscador de los Atléticos de Kansas City, lo firmó para el equipo Tijuana, donde radicaba, decidiendo enviarlo al campo de entrenamiento en La Florida.

De ahí, pasó a jugar con los Cowboys de Tucson en la Liga Arizona México.

Más tarde regresó a México para jugar con los Sultanes de Monterrey, donde vio acción durante 12 temporadas.

El 1962 y 1963 fueron sus mejores años al batear .337 y .295, respectivamente, sus máximas cifras a la ofensiva en ese circuito.

Fue campeón con los Sultanes en el 62 y con los Charros de Jalisco en la inolvidable serie del 71 cuando dirigidos por Benjamín “Cananea” Reyes “le sacaron de la bolsa” a los Saraperos de Saltillo.

También vistió las franelas de Córdoba, Tampico y Tigres de México, donde se retiró en 1976.

Participó en el circuito de verano por 18 temporadas y siete en el beisbol de invierno, cinco de ellas con Ciudad Obregón, equipo al que ayudó a ganar su primer campeonato (1965-66 dirigido por Manuel Magallón); una con Hermosillo y otra en Mazatlán.

Cumplió gloriosamente 25 campañas en el beisbol mexicano.

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Un hecho relevante que en 1991 le iba a instalar en el Salón de la Fama del Beisbol de México.

(Esta historia de Jaime continuará mañana)

— Si hablamos de grandes receptores del beisbol mexicano de antaño

 

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Sin duda que debemos de mencionar a Gregorio Luque, “Pilo” Gaspar, Sergio Robles, Paquín Estrada, Rudy Sandoval, Laureano Camacho, Bernardo López, Guillermo Frayde, Beto Palafox, Alejandro Treviño, Adán Amezcua, Carlos Soto, Miguel Ojeda, Arturo Rey, Marco Antonio Guzmán, Homar Rojas, Gerónimo Gil, Adán Muñoz, Humberto Cota, Íker Franco… y así.

Por supuesto que en esa lista no puede faltar Jaime Corella, considerado en su tiempo como uno de los receptores del beisbol mexicano con los mejores recursos físicos y mentales para desempeñar con toda dignidad su posición.

Hay quienes recuerdan la forma en que trabajaba tras el plato, distinguiéndose por sus potentes e increíbles tiros a las bases para evitar que le robaran las almohadillas.

En su época, simple y sencillamente fue calificado por beisbolistas y cronistas especializados como el mejor y, por ello, hoy reitero mi felicitación hacia su persona por el reciente homenaje que le brindó en Guadalajara el Gobierno de Jalisco.

En ese acto, ante la presencia de su esposa Lupita, su nieta Cristela Corella, dio lectura a un mensaje de su abuelo, quien agradeció a las autoridades tapatías la distinción recibida expresando que el beisbol le permitió formar una familia de exitosos profesionales y universitarios que luchan día a día por tener un mejor país, afirmando estar contento con la vida y, sobre todo, haber escogido a Guadalajara como una ciudad para establecerse desde 1969.

“Recuerdo que disfruté mucho de Guadalajara. Jugué con Charros del 1970 y 1971. Años muy especiales. El año del campeonato de 1971, es inolvidable, le ganamos a Saltillo, después de perder los tres primeros juegos, ganamos cuatros seguidos. Cananea Reyes, era nuestro manager”, agregó en el mensaje.

Por su parte, el periodista Gabriel Ibarra, luego de reconocer con grandes conceptos la carrera de Jaime Corella, hizo una síntesis de su vida en el rey de los deportes, en especial sus 18 temporadas en las que participó en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), principalmente con los Sultanes de Monterrey y los Charros de Jalisco.

Orgullo de Cananea

El orgullo de Cananea, donde nació el 19 de julio de 1937, a mediados de los años 50 formó parte del equipo de México en el Panamericano celebrado en Nicaragua.

Luego, Art Lilly, entonces buscador de los Atléticos de Kansas City, lo firmó para el equipo Tijuana, donde radicaba, decidiendo enviarlo al campo de entrenamiento en La Florida.

De ahí, pasó a jugar con los Cowboys de Tucson en la Liga Arizona México.

Más tarde regresó a México para jugar con los Sultanes de Monterrey, donde vio acción durante 12 temporadas.

El 1962 y 1963 fueron sus mejores años al batear .337 y .295, respectivamente, sus máximas cifras a la ofensiva en ese circuito.

Fue campeón con los Sultanes en el 62 y con los Charros de Jalisco en la inolvidable serie del 71 cuando dirigidos por Benjamín “Cananea” Reyes “le sacaron de la bolsa” a los Saraperos de Saltillo.

También vistió las franelas de Córdoba, Tampico y Tigres de México, donde se retiró en 1976.

Participó en el circuito de verano por 18 temporadas y siete en el beisbol de invierno, cinco de ellas con Ciudad Obregón, equipo al que ayudó a ganar su primer campeonato (1965-66 dirigido por Manuel Magallón); una con Hermosillo y otra en Mazatlán.

Cumplió gloriosamente 25 campañas en el beisbol mexicano.

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Un hecho relevante que en 1991 le iba a instalar en el Salón de la Fama del Beisbol de México.

(Esta historia de Jaime continuará mañana)