/ sábado 3 de octubre de 2020

Andanzas | Hipocresía de legisladores en Sonora

Una vez más, en el Congreso de Sonora se ha perdido la oportunidad de mostrarse, ya no digamos a la vanguardia en materia de derechos humanos, porque las medallas de los primeros lugares hace mucho otros las ganaron, sino al menos dispuestos a enmendar la plana en el tema del matrimonio igualitario.

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Cuánta hipocresía en quienes, cuando quieren congraciarse con la población hablan de inclusión, de no discriminación, de que todos son iguales ante la ley, pero cuando deben demostrarlo les sale lo más rancio de su conservadurismo y recurren a excusas ridículas, anteponiendo una visión religiosa —también rebasada—, que no es la que debe prevalecer a la hora de legislar.

Pero bien dicen, que no haya ilusos, para que luego no haya desilusionados. ¿Qué se puede esperar de la LXII Legislatura, que no ha hecho más que dar pena ajena estos dos años?

Mientras esta deuda histórica con la comunidad LGBT es parte de la agenda legislativa de Morena a nivel nacional, en Sonora creo que ni agenda tienen.

La única que trató de hacer la diferencia fue la diputada Yumiko Palomares, quien hace más de un año presentó la iniciativa para hacer válida la tesis de jurisprudencia 43/2015 de la Primera Sala de la Suprema Corte, que determinó inconstitucional toda ley de entidad federativa que considere que la finalidad del matrimonio es la procreación y/o que lo defina como el que se celebra entre hombre y mujer.

Es evidente que le faltó asesoría y habilidad para cabildear, además del respaldo de su partido. Si Morena en Sonora tuviera interés en el tema, se hubiera notado.

Los buenos, los malos y los peores

Durante la reunión de los integrantes de las comisiones para la Igualdad de Género, y de Justicia y Derechos Humanos, no se lograron los votos mínimos para aprobar el dictamen de reformas a los Códigos de Familia y de Procedimientos Civiles, a fin de establecer que el matrimonio es la unión legítima entre dos personas, eliminando la actual disposición de que sea entre hombre y mujer.

Les temblaron las corvas por la presión de grupos religiosos a Jesús Montes Piña del PES, que se mostró como el más primitivo. También a los panistas Eduardo Urbina y Alejandra López; a Armando Alcalá, del PRI; Francisco Javier Duarte, del Panal, a Carlos Navarrete del PES.

El más cobarde de todos: Raúl Castelo, ex panista incrustado en Morena que sólo apareció en pantalla al inicio de la reunión virtual y se perdió al final para no votar.

Hay que recordar en las pizcas venideras de 2021 los nombres y rostros de quienes prefirieron perpetuar leyes que permiten que siga habiendo sonorenses de primera y de segunda. Votar por ellos/as es votar por la bandera del Medioevo.

Poner como pretexto que legislar sobre matrimonio igualitario llevaría implícita la adopción y que sería atentar contra el derecho de los matrimonios a ello era como para decirles: ¿y qué tiene? ¿y si así fuera, qué? De una vez hubieran modificado el dictamen y dejarse de esa otra simulación para legislar tanto a favor de las uniones legales entre parejas del mismo sexo, como de la adopción homoparental.

Los aplausos por su valentía, porque vaya que en tratándose de estos asuntos a los que se les rehúye lo es, van para Dolores del Río, de MC; María Alicia Gaytán, Miroslava Luján y Miguel Ángel Chaira, de Morena; Magdalena Uribe, del PT y Leticia Calderón, del PES, quienes votaron a favor del dictamen.

Una vez más, en el Congreso de Sonora se ha perdido la oportunidad de mostrarse, ya no digamos a la vanguardia en materia de derechos humanos, porque las medallas de los primeros lugares hace mucho otros las ganaron, sino al menos dispuestos a enmendar la plana en el tema del matrimonio igualitario.

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Cuánta hipocresía en quienes, cuando quieren congraciarse con la población hablan de inclusión, de no discriminación, de que todos son iguales ante la ley, pero cuando deben demostrarlo les sale lo más rancio de su conservadurismo y recurren a excusas ridículas, anteponiendo una visión religiosa —también rebasada—, que no es la que debe prevalecer a la hora de legislar.

Pero bien dicen, que no haya ilusos, para que luego no haya desilusionados. ¿Qué se puede esperar de la LXII Legislatura, que no ha hecho más que dar pena ajena estos dos años?

Mientras esta deuda histórica con la comunidad LGBT es parte de la agenda legislativa de Morena a nivel nacional, en Sonora creo que ni agenda tienen.

La única que trató de hacer la diferencia fue la diputada Yumiko Palomares, quien hace más de un año presentó la iniciativa para hacer válida la tesis de jurisprudencia 43/2015 de la Primera Sala de la Suprema Corte, que determinó inconstitucional toda ley de entidad federativa que considere que la finalidad del matrimonio es la procreación y/o que lo defina como el que se celebra entre hombre y mujer.

Es evidente que le faltó asesoría y habilidad para cabildear, además del respaldo de su partido. Si Morena en Sonora tuviera interés en el tema, se hubiera notado.

Los buenos, los malos y los peores

Durante la reunión de los integrantes de las comisiones para la Igualdad de Género, y de Justicia y Derechos Humanos, no se lograron los votos mínimos para aprobar el dictamen de reformas a los Códigos de Familia y de Procedimientos Civiles, a fin de establecer que el matrimonio es la unión legítima entre dos personas, eliminando la actual disposición de que sea entre hombre y mujer.

Les temblaron las corvas por la presión de grupos religiosos a Jesús Montes Piña del PES, que se mostró como el más primitivo. También a los panistas Eduardo Urbina y Alejandra López; a Armando Alcalá, del PRI; Francisco Javier Duarte, del Panal, a Carlos Navarrete del PES.

El más cobarde de todos: Raúl Castelo, ex panista incrustado en Morena que sólo apareció en pantalla al inicio de la reunión virtual y se perdió al final para no votar.

Hay que recordar en las pizcas venideras de 2021 los nombres y rostros de quienes prefirieron perpetuar leyes que permiten que siga habiendo sonorenses de primera y de segunda. Votar por ellos/as es votar por la bandera del Medioevo.

Poner como pretexto que legislar sobre matrimonio igualitario llevaría implícita la adopción y que sería atentar contra el derecho de los matrimonios a ello era como para decirles: ¿y qué tiene? ¿y si así fuera, qué? De una vez hubieran modificado el dictamen y dejarse de esa otra simulación para legislar tanto a favor de las uniones legales entre parejas del mismo sexo, como de la adopción homoparental.

Los aplausos por su valentía, porque vaya que en tratándose de estos asuntos a los que se les rehúye lo es, van para Dolores del Río, de MC; María Alicia Gaytán, Miroslava Luján y Miguel Ángel Chaira, de Morena; Magdalena Uribe, del PT y Leticia Calderón, del PES, quienes votaron a favor del dictamen.