/ miércoles 15 de abril de 2020

Andanzas | Personal de salud: Héroes y villanos

La ignorancia tiene un alto costo y lo estamos viendo en distintas entidades, donde personal médico y de enfermería, sobre todo este último ha sido blanco de agresiones físicas y verbales por parte de quienes, en un arranque de barbarie creen que así evitarán ser contagiados y que el Covid-19 se disperse aún más.

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En otros países les han reconocido y son vistos como héroes, pero acá son los villanos. Han soportado humillaciones y discriminación, escupitajos, golpes, agua con cloro en unos casos o agua simple en otros, incluso café hirviendo, en una de las acciones más dantescas contra una enfermera.

De su bolsa han tenido que comprar parte del equipo de protección necesario para exponerse lo menos posible al coronavirus, porque en muchos hospitales no les proveyeron a tiempo de insumos como cubre bocas especiales, gorros, zapatos, guantes y batas desechables.

Cuando el Covid-19 se convirtió en una crisis de gran magnitud en otros países y que se veía inevitable llegara a México, entonces comenzó la adquisición de equipo y pasamos de simples carteles de advertencia en aeropuertos y puertos fronterizos a una mayor difusión sobre las formas de adquirir la enfermedad y luego, los filtros sanitarios.

Docentes y alumnos: la solidaridad

Mientras una parte de la clase política ha sido la ausente en esta crisis, quienes están poniendo el ejemplo son algunos docentes y estudiantes universitarios, en especial de ingenierías como Mecatrónica, al abocarse a crear mascarillas de acetato, policarbonato y otros materiales que cubren todo el rostro del personal médico, protegiéndolos más del virus al entrar en contacto con pacientes infectados.

Algunos piden sólo donación de material, otros están vendiendo sus productos, pero la mayoría lo regala al personal de salud. Los más aventados, liderados por el profesor de la Universidad de Sonora, Gustavo Ozuna se dieron a la tarea de diseñar un respirador artificial, uno de los insumos más escasos a nivel mundial y cuentan ya para ello con apoyo de empresarios.

En lugar de agredir al personal médico y de enfermería, hay quienes, como estos jóvenes están haciendo una diferencia sacrificando horas de sueño invirtiendo creatividad, dinero y tiempo para ayudarles a que estén mejor protegidos. Eso es reconocer el trabajo de quienes no gestionaron incapacidades —porque muchos se rajaron y sí lo hicieron— y están dando la batalla con largas jornadas laborales para cumplir su misión de salvar vidas.

Esperemos que estas mujeres y estos hombres de bata blanca sean respetados como se merecen por la ciudadanía y de paso reciban de sus jefes algún bono especial por sacrificarse cuando podrían estar confinados al lado de sus familias.

Desacato civil

A la fecha, muchas personas todavía creen que se exagera y salen sin tomar precauciones o permiten que sus niños anden en la calle. La conducta vergonzosa de quienes se aferraron a tratar de llegar a las playas en Semana Santa es reflejo de ignorancia y de irresponsabilidad, porque no sólo se ponen en riesgo a sí mismos, sino al resto de quienes sí han acatado las disposiciones oficiales.

Bien por el trabajo de la Federación vía la Secretaría de Bienestar con los apoyos de programas sociales, así como de la Sedena, que participa en los operativos implementados por el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Hermosillo. Se la están rifando la gobernadora Claudia Pavlovich y la alcaldesa Célida López, hay que admitirlo.

Hasta el próximo miércoles.

La ignorancia tiene un alto costo y lo estamos viendo en distintas entidades, donde personal médico y de enfermería, sobre todo este último ha sido blanco de agresiones físicas y verbales por parte de quienes, en un arranque de barbarie creen que así evitarán ser contagiados y que el Covid-19 se disperse aún más.

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En otros países les han reconocido y son vistos como héroes, pero acá son los villanos. Han soportado humillaciones y discriminación, escupitajos, golpes, agua con cloro en unos casos o agua simple en otros, incluso café hirviendo, en una de las acciones más dantescas contra una enfermera.

De su bolsa han tenido que comprar parte del equipo de protección necesario para exponerse lo menos posible al coronavirus, porque en muchos hospitales no les proveyeron a tiempo de insumos como cubre bocas especiales, gorros, zapatos, guantes y batas desechables.

Cuando el Covid-19 se convirtió en una crisis de gran magnitud en otros países y que se veía inevitable llegara a México, entonces comenzó la adquisición de equipo y pasamos de simples carteles de advertencia en aeropuertos y puertos fronterizos a una mayor difusión sobre las formas de adquirir la enfermedad y luego, los filtros sanitarios.

Docentes y alumnos: la solidaridad

Mientras una parte de la clase política ha sido la ausente en esta crisis, quienes están poniendo el ejemplo son algunos docentes y estudiantes universitarios, en especial de ingenierías como Mecatrónica, al abocarse a crear mascarillas de acetato, policarbonato y otros materiales que cubren todo el rostro del personal médico, protegiéndolos más del virus al entrar en contacto con pacientes infectados.

Algunos piden sólo donación de material, otros están vendiendo sus productos, pero la mayoría lo regala al personal de salud. Los más aventados, liderados por el profesor de la Universidad de Sonora, Gustavo Ozuna se dieron a la tarea de diseñar un respirador artificial, uno de los insumos más escasos a nivel mundial y cuentan ya para ello con apoyo de empresarios.

En lugar de agredir al personal médico y de enfermería, hay quienes, como estos jóvenes están haciendo una diferencia sacrificando horas de sueño invirtiendo creatividad, dinero y tiempo para ayudarles a que estén mejor protegidos. Eso es reconocer el trabajo de quienes no gestionaron incapacidades —porque muchos se rajaron y sí lo hicieron— y están dando la batalla con largas jornadas laborales para cumplir su misión de salvar vidas.

Esperemos que estas mujeres y estos hombres de bata blanca sean respetados como se merecen por la ciudadanía y de paso reciban de sus jefes algún bono especial por sacrificarse cuando podrían estar confinados al lado de sus familias.

Desacato civil

A la fecha, muchas personas todavía creen que se exagera y salen sin tomar precauciones o permiten que sus niños anden en la calle. La conducta vergonzosa de quienes se aferraron a tratar de llegar a las playas en Semana Santa es reflejo de ignorancia y de irresponsabilidad, porque no sólo se ponen en riesgo a sí mismos, sino al resto de quienes sí han acatado las disposiciones oficiales.

Bien por el trabajo de la Federación vía la Secretaría de Bienestar con los apoyos de programas sociales, así como de la Sedena, que participa en los operativos implementados por el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Hermosillo. Se la están rifando la gobernadora Claudia Pavlovich y la alcaldesa Célida López, hay que admitirlo.

Hasta el próximo miércoles.