/ miércoles 11 de marzo de 2020

Andanzas | ¡Se va a caer!

En todo el mundo, miles de mujeres tomaron las calles para alzar la voz en contra del sistema patriarcal, ese que desde hace siglos impuso las normas de lo socialmente correcto para los roles femenino y masculino y que es donde se origina esencialmente, la violencia de género, cuya crueldad ha escalado con los años.

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Hay mucho qué decir de la lucha de las mujeres y los recientes actos de protesta con las concentraciones pacíficas de la #CadenaFeministaMx en 27 estados, las marchas del #8M en al menos 30 entidades, unas en calma, otras con hechos vandálicos; así como el paro nacional del día 9 #UnDíaSinMujeres, pero lo más importante es traducir este hartazgo en cambios que ya son impostergables.

Hora de cambiar, no hay más

Es momento de capitalizar la fuerza y unidad mostrada por las mujeres. Los colectivos de cada entidad bien podrían organizarse para impulsar una agenda conjunta o sumarse todos en una agenda nacional y de ahí bajar a los estados y municipios, promover luego reuniones con Secretarios de Estado, con gobernadoras y gobernadores, alcaldes y alcaldesas, así como legisladores.

La demanda que unió todas las voces es la de justicia y fin a la impunidad en casos de violencia de género. ¿Cómo lograrlo? Se puede comenzar con acatar los cambios de la reforma llamada “paridad en todo”, que entró en vigor el 7 de junio de 2019.

Que se jubile a los jueces, ministerios públicos y magistrados con mayor antigüedad y esas plazas sean ocupadas por mujeres, hasta completar la paridad, tanto a nivel federal, estatal y municipal, según corresponda. Que lo mismo aplique para los cargos directivos de importancia en las secretarías de Seguridad Pública y en las fiscalías de Justicia.

Estos cambios deben ir aparejados con capacitación forzosa en perspectiva de género para todo el personal, desde los titulares de las dependencias, hasta las recepcionistas, para evitar que se siga revictimizando a las mujeres.

Que se revisen los casos de feminicidios sin resolver y se apliquen las fiscalías a trabajar en ellos y en todos los expedientes de violencia de género que duermen el sueño de los justos.

Que se reforme la Ley Federal del Trabajo y la que corresponda a las entidades gubernamentales, para que las mujeres perciban lo mismo que los hombres en los cargos de la misma responsabilidad, sea en el sector público o en la iniciativa privada. Que las mujeres puedan dar de alta a sus esposos o concubinos en la seguridad social, lo mismo para parejas del mismo sexo.

En materia educativa es necesario el diseño de una política pública con perspectiva de género. Ya es tiempo de impulsar desde preescolar un sistema educativo que instruya en la igualdad y el respeto, sin importar el género, origen étnico, edad, posición económica, religión.

Tocante a la salud, no debe postergarse más el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, si quieren o no y cuándo tener hijos. Que puedan abortar sin ser criminalizadas, dentro de las primeras 12 semanas de gestación.

El Poder Legislativo tiene en sus manos la posibilidad de hacer reformas o impulsar nuevas leyes de vanguardia, sin dejarse influenciar por las iglesias o por grupos conservadores, sean política, económica o socialmente de peso.

Si las autoridades de los tres niveles y los legisladores locales y federales no comprenden la importancia de la fuerza demostrada, estarán ante el fin de sus carreras políticas muchas y muchos de ellas/ellos.

Hasta el próximo miércoles.

En todo el mundo, miles de mujeres tomaron las calles para alzar la voz en contra del sistema patriarcal, ese que desde hace siglos impuso las normas de lo socialmente correcto para los roles femenino y masculino y que es donde se origina esencialmente, la violencia de género, cuya crueldad ha escalado con los años.

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Hay mucho qué decir de la lucha de las mujeres y los recientes actos de protesta con las concentraciones pacíficas de la #CadenaFeministaMx en 27 estados, las marchas del #8M en al menos 30 entidades, unas en calma, otras con hechos vandálicos; así como el paro nacional del día 9 #UnDíaSinMujeres, pero lo más importante es traducir este hartazgo en cambios que ya son impostergables.

Hora de cambiar, no hay más

Es momento de capitalizar la fuerza y unidad mostrada por las mujeres. Los colectivos de cada entidad bien podrían organizarse para impulsar una agenda conjunta o sumarse todos en una agenda nacional y de ahí bajar a los estados y municipios, promover luego reuniones con Secretarios de Estado, con gobernadoras y gobernadores, alcaldes y alcaldesas, así como legisladores.

La demanda que unió todas las voces es la de justicia y fin a la impunidad en casos de violencia de género. ¿Cómo lograrlo? Se puede comenzar con acatar los cambios de la reforma llamada “paridad en todo”, que entró en vigor el 7 de junio de 2019.

Que se jubile a los jueces, ministerios públicos y magistrados con mayor antigüedad y esas plazas sean ocupadas por mujeres, hasta completar la paridad, tanto a nivel federal, estatal y municipal, según corresponda. Que lo mismo aplique para los cargos directivos de importancia en las secretarías de Seguridad Pública y en las fiscalías de Justicia.

Estos cambios deben ir aparejados con capacitación forzosa en perspectiva de género para todo el personal, desde los titulares de las dependencias, hasta las recepcionistas, para evitar que se siga revictimizando a las mujeres.

Que se revisen los casos de feminicidios sin resolver y se apliquen las fiscalías a trabajar en ellos y en todos los expedientes de violencia de género que duermen el sueño de los justos.

Que se reforme la Ley Federal del Trabajo y la que corresponda a las entidades gubernamentales, para que las mujeres perciban lo mismo que los hombres en los cargos de la misma responsabilidad, sea en el sector público o en la iniciativa privada. Que las mujeres puedan dar de alta a sus esposos o concubinos en la seguridad social, lo mismo para parejas del mismo sexo.

En materia educativa es necesario el diseño de una política pública con perspectiva de género. Ya es tiempo de impulsar desde preescolar un sistema educativo que instruya en la igualdad y el respeto, sin importar el género, origen étnico, edad, posición económica, religión.

Tocante a la salud, no debe postergarse más el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, si quieren o no y cuándo tener hijos. Que puedan abortar sin ser criminalizadas, dentro de las primeras 12 semanas de gestación.

El Poder Legislativo tiene en sus manos la posibilidad de hacer reformas o impulsar nuevas leyes de vanguardia, sin dejarse influenciar por las iglesias o por grupos conservadores, sean política, económica o socialmente de peso.

Si las autoridades de los tres niveles y los legisladores locales y federales no comprenden la importancia de la fuerza demostrada, estarán ante el fin de sus carreras políticas muchas y muchos de ellas/ellos.

Hasta el próximo miércoles.