/ miércoles 9 de octubre de 2019

Andanzas || Sociedad y Gobierno, sí, o esto no cambiará

En estos tiempos, cuando para muchas personas está normalizada la violencia, sobre todo la relacionada con el crimen organizado, vemos con más frecuencia noticias que involucran a niños y jóvenes, ya sea porque son parte de alguno de esos grupos, porque fueron víctimas de algún ataque en venganza hacia familiares por líos de drogas o simplemente, por quedar en algún fuego cruzado.

Apenas hace un mes, sicarios presuntamente ligados al cártel de Jalisco prendieron fuego a una vivienda en Empalme, con dos menores junto a su madre y su tío adentro. Sobrevive la niña de 2 años, que es atendida en el hospital Shriners en Sacramento, California. El resto no superó la gravedad de las quemaduras y falleció.

En estos hechos, el padre de los menores fue privado de su libertad y hace unos días fue asesinado quien se presume fue uno de los que provocaron el incendio, de apodo “El Caballo”. Aquí podríamos estar frente a un caso de víctimas de presuntos malos pasos del papá de estos niños, pero no lo sabemos. Terrible.

Seis menores de entre 9 y 15 años, quienes se encontraban por fuera de una vivienda en Zuazua, Nuevo León, fueron blanco de un ataque armado. Cuatro de ellos están graves. ¿Las razones? Todavía se desconocen.

A finales de agosto, tres niñas de 4, 13 y 14 años fallecieron a consecuencia de un ataque armado en un rancho de Ciudad Juárez, donde también fue asesinado un joven de 23.

Por esas mismas fechas, fue abatido “Juan Pistolas” en Nuevo Laredo, Tamaulipas, un joven de 16 años, reclutado a los 13 y conocido por su crueldad. Hasta un rap tenía.

Circula desde hace días una entrevista a dos niños de Reynosa, quienes expresan su deseo de ser sicarios del cártel del Golfo y de asesinar a los enemigos. No les interesa la escuela, porque “es para niños chiquitos”.

Educación, valores y combate a la impunidad

Resulta desolador este panorama, con apenas unos cuantos ejemplos y la solución no está en culpar al de al lado o al Gobierno. Para muchos es de risa que el presidente Andrés Manuel López Obrador haga recurrentes llamados a “portarse bien”, a obedecer a las madres de familia, que, por cierto, no son las únicas responsables de la educación en casa, también lo son los padres.

¿Qué se debe hacer entonces? Simple. Cada quien cumplir con su responsabilidad y obligación en su familia, no sólo las mamás, también los papás, con educación en valores, disciplina férrea, tanto en el hogar como en las escuelas y por parte de la autoridad, un combate desde varios frentes al crimen organizado.

Se les tiene que desarticular financieramente, sin miramientos, combatirlos con la Guardia Nacional y las corporaciones locales y fortalecer el sistema judicial, erradicando prácticas corruptas que dan paso a la impunidad. Hacer una limpia de malos jueces, de malos elementos en las policías, para que quienes sean capturados paguen por los delitos cometidos.

En esto debe hacer su parte también la iniciativa privada, con protocolos para detectar casos de adicciones en sus centros de trabajo y apoyar para la rehabilitación de sus empleados, pero también para denunciar a quienes sean los proveedores de la droga dentro.

Pese a las carencias, hay hogares donde las familias son funcionales, donde no hay violencia y esos modelos se deben de seguir, para formar generaciones sanas, pero también las autoridades están obligadas a hacer lo suyo, políticas de prevención y un efectivo combate a la delincuencia o esto, simplemente, no cambiará.

Hasta el próximo miércoles.

En estos tiempos, cuando para muchas personas está normalizada la violencia, sobre todo la relacionada con el crimen organizado, vemos con más frecuencia noticias que involucran a niños y jóvenes, ya sea porque son parte de alguno de esos grupos, porque fueron víctimas de algún ataque en venganza hacia familiares por líos de drogas o simplemente, por quedar en algún fuego cruzado.

Apenas hace un mes, sicarios presuntamente ligados al cártel de Jalisco prendieron fuego a una vivienda en Empalme, con dos menores junto a su madre y su tío adentro. Sobrevive la niña de 2 años, que es atendida en el hospital Shriners en Sacramento, California. El resto no superó la gravedad de las quemaduras y falleció.

En estos hechos, el padre de los menores fue privado de su libertad y hace unos días fue asesinado quien se presume fue uno de los que provocaron el incendio, de apodo “El Caballo”. Aquí podríamos estar frente a un caso de víctimas de presuntos malos pasos del papá de estos niños, pero no lo sabemos. Terrible.

Seis menores de entre 9 y 15 años, quienes se encontraban por fuera de una vivienda en Zuazua, Nuevo León, fueron blanco de un ataque armado. Cuatro de ellos están graves. ¿Las razones? Todavía se desconocen.

A finales de agosto, tres niñas de 4, 13 y 14 años fallecieron a consecuencia de un ataque armado en un rancho de Ciudad Juárez, donde también fue asesinado un joven de 23.

Por esas mismas fechas, fue abatido “Juan Pistolas” en Nuevo Laredo, Tamaulipas, un joven de 16 años, reclutado a los 13 y conocido por su crueldad. Hasta un rap tenía.

Circula desde hace días una entrevista a dos niños de Reynosa, quienes expresan su deseo de ser sicarios del cártel del Golfo y de asesinar a los enemigos. No les interesa la escuela, porque “es para niños chiquitos”.

Educación, valores y combate a la impunidad

Resulta desolador este panorama, con apenas unos cuantos ejemplos y la solución no está en culpar al de al lado o al Gobierno. Para muchos es de risa que el presidente Andrés Manuel López Obrador haga recurrentes llamados a “portarse bien”, a obedecer a las madres de familia, que, por cierto, no son las únicas responsables de la educación en casa, también lo son los padres.

¿Qué se debe hacer entonces? Simple. Cada quien cumplir con su responsabilidad y obligación en su familia, no sólo las mamás, también los papás, con educación en valores, disciplina férrea, tanto en el hogar como en las escuelas y por parte de la autoridad, un combate desde varios frentes al crimen organizado.

Se les tiene que desarticular financieramente, sin miramientos, combatirlos con la Guardia Nacional y las corporaciones locales y fortalecer el sistema judicial, erradicando prácticas corruptas que dan paso a la impunidad. Hacer una limpia de malos jueces, de malos elementos en las policías, para que quienes sean capturados paguen por los delitos cometidos.

En esto debe hacer su parte también la iniciativa privada, con protocolos para detectar casos de adicciones en sus centros de trabajo y apoyar para la rehabilitación de sus empleados, pero también para denunciar a quienes sean los proveedores de la droga dentro.

Pese a las carencias, hay hogares donde las familias son funcionales, donde no hay violencia y esos modelos se deben de seguir, para formar generaciones sanas, pero también las autoridades están obligadas a hacer lo suyo, políticas de prevención y un efectivo combate a la delincuencia o esto, simplemente, no cambiará.

Hasta el próximo miércoles.