/ viernes 10 de julio de 2020

Andanzas | Temor, desesperación y conciencia 

En el asunto del coronavirus, hay personas que no entienden que no entienden. Por un lado, hay temor a contagiarse y a morir de esta enfermedad, que ya a muchos nos ha arrebatado seres queridos y, por otro lado, se vislumbra que el cambio de hábitos alimenticios y en la interacción con los demás pudiera incidir al menos en una parte de la población.

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Según la Vigésima segunda Encuesta Nacional de Mitofsky sobre el Coronavirus en México, el 80.9% tiene miedo de contagiarse o contagiar a su familia, en tanto que el 64.3% le teme a fallecer por esta causa. Queda la duda si el 32.2% con poco o nada de miedo es el que sigue saliendo sin precaución y con cualquier pretexto.

Un dato para las y los escépticos que insisten en evadir la realidad: al 19 de abril el 11.9% dijo saber de algún conocido que hubiera muerto de Covid y para el 5 de julio esta cifra creció a 51.4%, por lo que, a estas alturas más de la mitad de la población desafortunadamente ha experimentado la pérdida de algún ser querido.

Parece que nos tiene que constar con alguien cercano o conocido para creer en lo que las autoridades llevan meses alertándonos y bueno, ese momento es el que se vive actualmente. Esta encuesta de Mitofsky arroja que el 76.1% no conocía algún contagiado en abril y en julio ya sólo el 27.2%.

Si con eso ya hubiera más personas conscientes, otro gallo nos cantara, sin embargo, y aquí cito dato de encuesta de Parametría del mes de mayo, que muestra que en esto todavía falta mucho por avanzar a nivel de cambio de hábitos tanto alimenticios como culturales: el 48% se lavaría las manos con la misma frecuencia, ¿de verdad?

Hay otros datos que son un ápice de esperanza, como el del 52% que considera que una vez levantadas las restricciones saludará de beso con menor frecuencia o el 58% que dará abrazos también con menor frecuencia, que contrasta con el 59% que se alimentará igual y un 35% que se alimentará más sano al terminar todo esto o el 21% que hará ejercicio con mayor frecuencia.

El tema económico es algo que preocupa sobremanera, porque el desempleo ya tocó la puerta de varios millones de personas. La encuesta de Mitofsky arroja que casi 7 de cada 10 cree que ya se deben abrir las fábricas y permitir la reanudación de labores, pero el 85.4% está en contra de que reabran los bares y el 80.2% rechaza por ahora la reanudación de clases en primarias y secundarias.

La ciudadanía se juzga a sí misma, al considerar el 72.3% que reaccionaron mal para evitar más muertes y creen que apenas el 40.5% de las empresas reaccionaron bien para proteger el empleo de sus trabajadores.

Más, más allá de cuidarnos para evitar un contagio, la mayor lección será que haya un verdadero cambio en nuestros hábitos alimenticios, pero esto debe ir de la mano de reformas en los Congresos de la Unión y los locales, para que las empresas chatarreras dejen de ser nuestra prioridad.

Si se les eleva la carga impositiva o se les obliga a modificar sus fórmulas, para ofrecer productos con menos contenido de azúcar y otros ingredientes que pongan en riesgo nuestra salud, al mismo tiempo debe ir aparejado por más apoyos al campo, para que las frutas y verduras que se expenden en supermercados estén más a nuestro alcance y sean opción y no un lujo. Sería sólo un comienzo.

Hasta el próximo miércoles.

En el asunto del coronavirus, hay personas que no entienden que no entienden. Por un lado, hay temor a contagiarse y a morir de esta enfermedad, que ya a muchos nos ha arrebatado seres queridos y, por otro lado, se vislumbra que el cambio de hábitos alimenticios y en la interacción con los demás pudiera incidir al menos en una parte de la población.

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Según la Vigésima segunda Encuesta Nacional de Mitofsky sobre el Coronavirus en México, el 80.9% tiene miedo de contagiarse o contagiar a su familia, en tanto que el 64.3% le teme a fallecer por esta causa. Queda la duda si el 32.2% con poco o nada de miedo es el que sigue saliendo sin precaución y con cualquier pretexto.

Un dato para las y los escépticos que insisten en evadir la realidad: al 19 de abril el 11.9% dijo saber de algún conocido que hubiera muerto de Covid y para el 5 de julio esta cifra creció a 51.4%, por lo que, a estas alturas más de la mitad de la población desafortunadamente ha experimentado la pérdida de algún ser querido.

Parece que nos tiene que constar con alguien cercano o conocido para creer en lo que las autoridades llevan meses alertándonos y bueno, ese momento es el que se vive actualmente. Esta encuesta de Mitofsky arroja que el 76.1% no conocía algún contagiado en abril y en julio ya sólo el 27.2%.

Si con eso ya hubiera más personas conscientes, otro gallo nos cantara, sin embargo, y aquí cito dato de encuesta de Parametría del mes de mayo, que muestra que en esto todavía falta mucho por avanzar a nivel de cambio de hábitos tanto alimenticios como culturales: el 48% se lavaría las manos con la misma frecuencia, ¿de verdad?

Hay otros datos que son un ápice de esperanza, como el del 52% que considera que una vez levantadas las restricciones saludará de beso con menor frecuencia o el 58% que dará abrazos también con menor frecuencia, que contrasta con el 59% que se alimentará igual y un 35% que se alimentará más sano al terminar todo esto o el 21% que hará ejercicio con mayor frecuencia.

El tema económico es algo que preocupa sobremanera, porque el desempleo ya tocó la puerta de varios millones de personas. La encuesta de Mitofsky arroja que casi 7 de cada 10 cree que ya se deben abrir las fábricas y permitir la reanudación de labores, pero el 85.4% está en contra de que reabran los bares y el 80.2% rechaza por ahora la reanudación de clases en primarias y secundarias.

La ciudadanía se juzga a sí misma, al considerar el 72.3% que reaccionaron mal para evitar más muertes y creen que apenas el 40.5% de las empresas reaccionaron bien para proteger el empleo de sus trabajadores.

Más, más allá de cuidarnos para evitar un contagio, la mayor lección será que haya un verdadero cambio en nuestros hábitos alimenticios, pero esto debe ir de la mano de reformas en los Congresos de la Unión y los locales, para que las empresas chatarreras dejen de ser nuestra prioridad.

Si se les eleva la carga impositiva o se les obliga a modificar sus fórmulas, para ofrecer productos con menos contenido de azúcar y otros ingredientes que pongan en riesgo nuestra salud, al mismo tiempo debe ir aparejado por más apoyos al campo, para que las frutas y verduras que se expenden en supermercados estén más a nuestro alcance y sean opción y no un lujo. Sería sólo un comienzo.

Hasta el próximo miércoles.