/ viernes 28 de enero de 2022

Bio-informando | Cuestión de lenguaje

En la entrega anterior, se tocó un término que en estos tiempos se ha vuelto popular pero aun así para los que no dominan el área es motivo de terror: mutación.

Se entiende como mutación a la modificación de la información genética y para comprender a groso modo las causas, consecuencias y cómo se sabe que esta información es alterada, debemos tener en cuenta que los ácidos nucleicos (ADN y ARN) tienen su propio idioma que se sustenta en un alfabeto el cual está compuesto por lo que se conoce como bases nitrogenadas las cuales son adenina (A), guanina (G), citosina (C), timina (T) y uracilo (U); las tres primeras se encuentran presentes en ambos ácidos nucleicos, mientras que timina sólo en el ADN y uracilo sólo en el ARN.

En ambos ácidos nucleicos, estas bases nitrogenadas se organizan de diferente manera (combinándose) con el fin de construir las palabras (secuencias) que en conjunto redactarán las instrucciones específicas para el correcto funcionamiento de cada organismo.

Retomando el ejemplo que abordamos el viernes pasado de la pastelería, a pesar de que el pastelero puede ser un experto en su ramo, en ocasiones puede cometer errores al momento de elaborar sus postres. A veces dichos errores no son significativos e incluso por su experiencia, el pastelero puede percatarse de ellos e ingeniárselas para resolverlos de tal manera que los consumidores ni se percaten de ellos; sin embargo, el pastelero puede incidir en errores que no registre en el momento y que pueden influir, en función del error, en el sabor, la textura y calidad de los productos. Lo mismo ocurre con la información genética.

Las mutaciones pueden ocurrir tanto de forma natural como también de forma inducida; en el primer caso, se derivan de un error de “copiado” de la información genética al momento de que las células se dividen mientras que en el segundo caso pueden ser consecuencia de la exposición a radiaciones, sustancias químicas u otros factores presentes en el ambiente.

Cuando las mutaciones ocurren de manera natural, la maquinaria celular al igual que el pastelero, tiene las estrategias y las herramientas para detectar ese error en el “copiado” de la información genética y lo logra corregir. No obstante, a pesar de esa precisión, el proceso no es perfecto y los errores pueden persistir.

Por otro lado, dependiendo del tipo de célula en el que la mutación se lleve a cabo, el individuo será el único que afrontará su efecto (o no) o también puede ser transmitida a la descendencia. De ahí que, dependiendo de dónde sea el cambio y su magnitud, las mutaciones pueden pasar desapercibidas o ser la causa de diversas enfermedades.

La idea de profundizar un poquito más en este tema surge a raíz de que en redes sociales he notado el conflicto, el enfado y la incertidumbre que provoca la aparición de diversas variantes del SARS-CoV-2.

Como ya se mencionó el viernes pasado, todos los organismos mutamos. En el caso de los virus, hay aquellos cuya información genética está escrita en el lenguaje del ADN y otros en el del ARN. Los virus necesitan infectar a las células para poder subsistir. El ADN es más estable que el ARN. Los virus de ADN al replicarse aprovechan los recursos de las células que infectan y éstas corrigen los errores a la hora de generar copias del material genético viral mientras que los virus que son de ARN no pasan por ese chequeo y reparación por lo que son más propensos a presentar modificaciones.

La información genética del virus SARS-CoV-2 está redactada en el lenguaje del ARN de ahí que su capacidad de mutar es alta y por ende los efectos que tenga en las células huésped pueden ser diversos. Afortunadamente, la ciencia cuenta con las herramientas para detectar esas alteraciones y en función de los resultados generados se pueden desarrollar estrategias para combatirlo.

La información es poder. Démosle un buen uso para salir adelante y hacer el bien. Buen fin de semana.


En la entrega anterior, se tocó un término que en estos tiempos se ha vuelto popular pero aun así para los que no dominan el área es motivo de terror: mutación.

Se entiende como mutación a la modificación de la información genética y para comprender a groso modo las causas, consecuencias y cómo se sabe que esta información es alterada, debemos tener en cuenta que los ácidos nucleicos (ADN y ARN) tienen su propio idioma que se sustenta en un alfabeto el cual está compuesto por lo que se conoce como bases nitrogenadas las cuales son adenina (A), guanina (G), citosina (C), timina (T) y uracilo (U); las tres primeras se encuentran presentes en ambos ácidos nucleicos, mientras que timina sólo en el ADN y uracilo sólo en el ARN.

En ambos ácidos nucleicos, estas bases nitrogenadas se organizan de diferente manera (combinándose) con el fin de construir las palabras (secuencias) que en conjunto redactarán las instrucciones específicas para el correcto funcionamiento de cada organismo.

Retomando el ejemplo que abordamos el viernes pasado de la pastelería, a pesar de que el pastelero puede ser un experto en su ramo, en ocasiones puede cometer errores al momento de elaborar sus postres. A veces dichos errores no son significativos e incluso por su experiencia, el pastelero puede percatarse de ellos e ingeniárselas para resolverlos de tal manera que los consumidores ni se percaten de ellos; sin embargo, el pastelero puede incidir en errores que no registre en el momento y que pueden influir, en función del error, en el sabor, la textura y calidad de los productos. Lo mismo ocurre con la información genética.

Las mutaciones pueden ocurrir tanto de forma natural como también de forma inducida; en el primer caso, se derivan de un error de “copiado” de la información genética al momento de que las células se dividen mientras que en el segundo caso pueden ser consecuencia de la exposición a radiaciones, sustancias químicas u otros factores presentes en el ambiente.

Cuando las mutaciones ocurren de manera natural, la maquinaria celular al igual que el pastelero, tiene las estrategias y las herramientas para detectar ese error en el “copiado” de la información genética y lo logra corregir. No obstante, a pesar de esa precisión, el proceso no es perfecto y los errores pueden persistir.

Por otro lado, dependiendo del tipo de célula en el que la mutación se lleve a cabo, el individuo será el único que afrontará su efecto (o no) o también puede ser transmitida a la descendencia. De ahí que, dependiendo de dónde sea el cambio y su magnitud, las mutaciones pueden pasar desapercibidas o ser la causa de diversas enfermedades.

La idea de profundizar un poquito más en este tema surge a raíz de que en redes sociales he notado el conflicto, el enfado y la incertidumbre que provoca la aparición de diversas variantes del SARS-CoV-2.

Como ya se mencionó el viernes pasado, todos los organismos mutamos. En el caso de los virus, hay aquellos cuya información genética está escrita en el lenguaje del ADN y otros en el del ARN. Los virus necesitan infectar a las células para poder subsistir. El ADN es más estable que el ARN. Los virus de ADN al replicarse aprovechan los recursos de las células que infectan y éstas corrigen los errores a la hora de generar copias del material genético viral mientras que los virus que son de ARN no pasan por ese chequeo y reparación por lo que son más propensos a presentar modificaciones.

La información genética del virus SARS-CoV-2 está redactada en el lenguaje del ARN de ahí que su capacidad de mutar es alta y por ende los efectos que tenga en las células huésped pueden ser diversos. Afortunadamente, la ciencia cuenta con las herramientas para detectar esas alteraciones y en función de los resultados generados se pueden desarrollar estrategias para combatirlo.

La información es poder. Démosle un buen uso para salir adelante y hacer el bien. Buen fin de semana.