/ viernes 29 de abril de 2022

Bio-Informando | Hasta que baje el telón

“Sin frustración, no descubrirás que puedes hacer algo por tu cuenta. Crecemos a través del conflicto” (Bruce Lee).

Como científicos, ya he comentado anteriormente en este espacio, que experimentamos en ocasiones en nuestras investigaciones episodios de frustración debido a la complejidad que la obtención de un resultado conlleva.

A veces, no tenemos que repetir las cosas una, dos o tres veces sino más y también puede que, inclusive, estemos realizando todo bien y que además nuestros pares nos auxilien para ver si ellos pueden encontrar una solución pero sin éxito.

Claro, es importante tener un registro de los cambios y estrategias que implementamos para resolver un problema para no trabajar en “modo avión” pero pareciera que de vez en cuando las cosas se encapricharan con uno y no se dan cuando ni como las esperamos. Por otra parte, ante este escenario, en ocasiones hemos llegado inclusive el cuestionarnos si hemos tomado la decisión correcta de la investigación que nos hemos comprometido a desarrollar o nuestra misma profesión.

Es parte normal del proceso formativo que tiene cualquier carrera el experimentar este tipo de situaciones ya que nos induce a desarrollar nuestro ingenio para encontrar respuestas, forjar el carácter y tomar decisiones que nos beneficien en todos los sentidos. Si nos damos cuenta, también es algo que pasa en nuestra vida cotidiana.

Como seres humanos vivimos circunstancias que nos ponen a prueba y está en nosotros el perseverar y seguir luchando o replantearnos nuestros objetivos y cambiar de dirección. Ambas opciones son válidas dependiendo del contexto. Joseph Cambell dijo: “La vida no tiene un sentido en sí misma, sino que nosotros debemos darle sentido a nuestra vida. Es una pérdida de tiempo hacer una pregunta cuando nosotros mismos somos la respuesta”.

Cuando tenemos claras nuestras metas y objetivos podemos darle ese sentido a todo lo que hacemos en nuestra vida, mantenernos firmes y trabajar por lo que queremos; a veces también estamos tan ensimismados con lo que hacemos y sólo basta hacer una breve pausa para después retomar y hacer que todo fluya. No obstante, una vez que se probó todo o se descubrió que algo no es lo que nos apasiona o nos enamora es mejor bajarse en esa estación y reestructurar el itinerario hasta que identifiquemos aquello que nos da (y hace) sentido y así embarcarnos en esa aventura que nos llena y nos hace vibrar.

Lo que no se vale es rendirse cuando las cosas se vuelven complicadas. La vida no es lineal; tiene tramos en reparación, curvas peligrosas y pronunciadas, desviaciones y desniveles. Es por ello que es importante tener claro que queremos y hacia dónde vamos porque por más que la lluvia ruja fuerte, sabremos bailar debajo de ella y deslizarnos con seguridad al destino seguro. Si tropezamos, no hay que quedarse en el suelo, debemos sacudirnos, levantar la cabeza hacia la meta y continuar hasta que baje el telón. Mientras se tenga vida, siempre se puede volver a comenzar, se puede seguir aprendiendo, creciendo, se vuelve a intentar y se aprovechan las oportunidades que se manifiesten.

Diría Osmany Ernesto Espinosa Morales, autor de la canción “Nadie te lo quita” e interpretada por Laritza Bacallao: “No te preocupes si no se te da eso que andas buscando. No te preocupes que tarde o temprano a tu puerta termina tocando. […] Pues lo que está pa' ti, nadie te lo quita, nadie te lo quita. Lo que viene pa' ti, si viene de arribita, nadie te lo quita”. No es sencilla la espera, cuesta y puede llegar a desesperar pero que nada ni nadie cambie tu esencia ni te permitas desviarte ni que otros te quieran convencer de que no eres digno de lo que sueñas.

Si la meta la tienes clara, le da sentido a tu vida y no daña tu integridad, sigue trabajando y estate alerta ya que probablemente el triunfo puede estar a un solo paso.

Bendecido fin de semana, un abrazo.


“Sin frustración, no descubrirás que puedes hacer algo por tu cuenta. Crecemos a través del conflicto” (Bruce Lee).

Como científicos, ya he comentado anteriormente en este espacio, que experimentamos en ocasiones en nuestras investigaciones episodios de frustración debido a la complejidad que la obtención de un resultado conlleva.

A veces, no tenemos que repetir las cosas una, dos o tres veces sino más y también puede que, inclusive, estemos realizando todo bien y que además nuestros pares nos auxilien para ver si ellos pueden encontrar una solución pero sin éxito.

Claro, es importante tener un registro de los cambios y estrategias que implementamos para resolver un problema para no trabajar en “modo avión” pero pareciera que de vez en cuando las cosas se encapricharan con uno y no se dan cuando ni como las esperamos. Por otra parte, ante este escenario, en ocasiones hemos llegado inclusive el cuestionarnos si hemos tomado la decisión correcta de la investigación que nos hemos comprometido a desarrollar o nuestra misma profesión.

Es parte normal del proceso formativo que tiene cualquier carrera el experimentar este tipo de situaciones ya que nos induce a desarrollar nuestro ingenio para encontrar respuestas, forjar el carácter y tomar decisiones que nos beneficien en todos los sentidos. Si nos damos cuenta, también es algo que pasa en nuestra vida cotidiana.

Como seres humanos vivimos circunstancias que nos ponen a prueba y está en nosotros el perseverar y seguir luchando o replantearnos nuestros objetivos y cambiar de dirección. Ambas opciones son válidas dependiendo del contexto. Joseph Cambell dijo: “La vida no tiene un sentido en sí misma, sino que nosotros debemos darle sentido a nuestra vida. Es una pérdida de tiempo hacer una pregunta cuando nosotros mismos somos la respuesta”.

Cuando tenemos claras nuestras metas y objetivos podemos darle ese sentido a todo lo que hacemos en nuestra vida, mantenernos firmes y trabajar por lo que queremos; a veces también estamos tan ensimismados con lo que hacemos y sólo basta hacer una breve pausa para después retomar y hacer que todo fluya. No obstante, una vez que se probó todo o se descubrió que algo no es lo que nos apasiona o nos enamora es mejor bajarse en esa estación y reestructurar el itinerario hasta que identifiquemos aquello que nos da (y hace) sentido y así embarcarnos en esa aventura que nos llena y nos hace vibrar.

Lo que no se vale es rendirse cuando las cosas se vuelven complicadas. La vida no es lineal; tiene tramos en reparación, curvas peligrosas y pronunciadas, desviaciones y desniveles. Es por ello que es importante tener claro que queremos y hacia dónde vamos porque por más que la lluvia ruja fuerte, sabremos bailar debajo de ella y deslizarnos con seguridad al destino seguro. Si tropezamos, no hay que quedarse en el suelo, debemos sacudirnos, levantar la cabeza hacia la meta y continuar hasta que baje el telón. Mientras se tenga vida, siempre se puede volver a comenzar, se puede seguir aprendiendo, creciendo, se vuelve a intentar y se aprovechan las oportunidades que se manifiesten.

Diría Osmany Ernesto Espinosa Morales, autor de la canción “Nadie te lo quita” e interpretada por Laritza Bacallao: “No te preocupes si no se te da eso que andas buscando. No te preocupes que tarde o temprano a tu puerta termina tocando. […] Pues lo que está pa' ti, nadie te lo quita, nadie te lo quita. Lo que viene pa' ti, si viene de arribita, nadie te lo quita”. No es sencilla la espera, cuesta y puede llegar a desesperar pero que nada ni nadie cambie tu esencia ni te permitas desviarte ni que otros te quieran convencer de que no eres digno de lo que sueñas.

Si la meta la tienes clara, le da sentido a tu vida y no daña tu integridad, sigue trabajando y estate alerta ya que probablemente el triunfo puede estar a un solo paso.

Bendecido fin de semana, un abrazo.