/ viernes 13 de agosto de 2021

Bio-Informando | ¡Hola mundo! Soy biotecnólogo

Cuando era pequeño decía que de grande quería ser médico o sacerdote. Aunque no elegí ninguna de estas dos opciones, ambas convergieron en lo que hoy me dedico y espero después explicarme.

A pesar de tener una personalidad reservada en ese entonces, siempre he sido un apasionado del canto y la egiptología; encerrado en mi cuarto me imaginaba en grandes escenarios interpretando piezas magistrales o en el místico Egipto investigando zonas arqueológicas y descifrando grandes enigmas. Sin embargo, pasaron los años y ni la religión, ni la música, ni Egipto me acompañaron en mi elección de profesión; o al menos, no como en un principio los tenía contemplados.

Para el sexto semestre de preparatoria en Colegio Muñoz, me especialicé en el área de químico-biólogo ya que había decidido postularme para la carrera de Medicina en la Universidad de Sonora. Sin embargo, gracias a mi amistad con Luis Felipe Soliz Miranda, conocí el término “biotecnología”. Los términos “investigación”, “aplicaciones”, “energías renovables” y “clonación” sobresalieron en mis conversaciones con Luis, despertando en mí el interés en la investigación y me llevó a reflexionar lo que yo quería para mi vida.

He de confesar, que no teniendo muy claro el alcance de esta ciencia, decliné a la opción de Medicina y me aventuré a un cambio de carrera y de ciudad. Fui aceptado en el Instituto Tecnológico de Sonora y comencé mis estudios en el programa de Ingeniero Biotecnólogo. El primer reto al que me enfrenté fue a que el concepto de “biotecnología” me quedara claro primero a mí, ya que no sabría cuál pudiera ser mi campo de acción ni sabría explicarlo a personas ajenas a ella. De manera coloquial, pudiéramos decir que la biotecnología es una ciencia multidisciplinaria (es decir, que se vale del conocimiento de otras áreas del saber) que hace uso de los organismos (o partes de ellos) y de lo que conocemos acerca de ellos para la obtención de algún producto o servicio para beneficio del hombre.

A lo largo de mi formación académica, ha sido maravilloso darme cuenta que esta ciencia siempre ha estado ahí en nuestra vida diaria, desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días. Sin embargo, esta ciencia se ha visto inmiscuida en polémica por dos principales razones. La primera es que como investigadores no nos hemos dado a la tarea de difundir el conocimiento de una forma que esté al alcance de todos. Sí, publicamos, pero para nuestros pares en revistas científicas que en ocasiones ni nosotros mismos tenemos acceso a ellas y al ser tan vasto el mundo de la ciencia también entre nosotros no entendemos los distintos enfoques de los diferentes grupos de investigación.

Por otra parte, dentro de la comunidad científica, hay colegas de erudición selectiva que se aferran a ella, desestimando a la biotecnología e incluso algunos se suman a teorías conspirativas que buscan mermar la imagen de esta ciencia. Esto en consecuencia, lleva a la segunda razón de que esta ciencia sea controversial e incomprendida: la desidia a informarse de la sociedad y su conformidad con cadenas de WhatsApp o con noticias amarillistas y sensacionalistas. Esto conlleva a una aversión infundada a la biotecnología y a sus adeptos. De ahí que, además del interés que tengo en las líneas de investigación en las que he incursionado a lo largo de mi carrera, considero importante la difusión de la ciencia per se de tal forma que cualquiera que no sea diestro en ella, pueda tener una noción de sus avances, impacto y las posibles aplicaciones.

En retrospectiva, puedo darme cuenta que desde pequeño tenía claro qué era lo que quería ser: investigador y difundir el arte de la ciencia. Así como un egiptólogo se asombra ante sus descubrimientos y un artista despierta y transmite emociones, así pretendo yo a través de mis investigaciones entusiasmar y comprometer al lector a saber más. Espero que esta sea la primera de muchas entregas y me acompañes en este maravilloso mundo de la ciencia.

¡Excelente fin de semana!

Cuando era pequeño decía que de grande quería ser médico o sacerdote. Aunque no elegí ninguna de estas dos opciones, ambas convergieron en lo que hoy me dedico y espero después explicarme.

A pesar de tener una personalidad reservada en ese entonces, siempre he sido un apasionado del canto y la egiptología; encerrado en mi cuarto me imaginaba en grandes escenarios interpretando piezas magistrales o en el místico Egipto investigando zonas arqueológicas y descifrando grandes enigmas. Sin embargo, pasaron los años y ni la religión, ni la música, ni Egipto me acompañaron en mi elección de profesión; o al menos, no como en un principio los tenía contemplados.

Para el sexto semestre de preparatoria en Colegio Muñoz, me especialicé en el área de químico-biólogo ya que había decidido postularme para la carrera de Medicina en la Universidad de Sonora. Sin embargo, gracias a mi amistad con Luis Felipe Soliz Miranda, conocí el término “biotecnología”. Los términos “investigación”, “aplicaciones”, “energías renovables” y “clonación” sobresalieron en mis conversaciones con Luis, despertando en mí el interés en la investigación y me llevó a reflexionar lo que yo quería para mi vida.

He de confesar, que no teniendo muy claro el alcance de esta ciencia, decliné a la opción de Medicina y me aventuré a un cambio de carrera y de ciudad. Fui aceptado en el Instituto Tecnológico de Sonora y comencé mis estudios en el programa de Ingeniero Biotecnólogo. El primer reto al que me enfrenté fue a que el concepto de “biotecnología” me quedara claro primero a mí, ya que no sabría cuál pudiera ser mi campo de acción ni sabría explicarlo a personas ajenas a ella. De manera coloquial, pudiéramos decir que la biotecnología es una ciencia multidisciplinaria (es decir, que se vale del conocimiento de otras áreas del saber) que hace uso de los organismos (o partes de ellos) y de lo que conocemos acerca de ellos para la obtención de algún producto o servicio para beneficio del hombre.

A lo largo de mi formación académica, ha sido maravilloso darme cuenta que esta ciencia siempre ha estado ahí en nuestra vida diaria, desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días. Sin embargo, esta ciencia se ha visto inmiscuida en polémica por dos principales razones. La primera es que como investigadores no nos hemos dado a la tarea de difundir el conocimiento de una forma que esté al alcance de todos. Sí, publicamos, pero para nuestros pares en revistas científicas que en ocasiones ni nosotros mismos tenemos acceso a ellas y al ser tan vasto el mundo de la ciencia también entre nosotros no entendemos los distintos enfoques de los diferentes grupos de investigación.

Por otra parte, dentro de la comunidad científica, hay colegas de erudición selectiva que se aferran a ella, desestimando a la biotecnología e incluso algunos se suman a teorías conspirativas que buscan mermar la imagen de esta ciencia. Esto en consecuencia, lleva a la segunda razón de que esta ciencia sea controversial e incomprendida: la desidia a informarse de la sociedad y su conformidad con cadenas de WhatsApp o con noticias amarillistas y sensacionalistas. Esto conlleva a una aversión infundada a la biotecnología y a sus adeptos. De ahí que, además del interés que tengo en las líneas de investigación en las que he incursionado a lo largo de mi carrera, considero importante la difusión de la ciencia per se de tal forma que cualquiera que no sea diestro en ella, pueda tener una noción de sus avances, impacto y las posibles aplicaciones.

En retrospectiva, puedo darme cuenta que desde pequeño tenía claro qué era lo que quería ser: investigador y difundir el arte de la ciencia. Así como un egiptólogo se asombra ante sus descubrimientos y un artista despierta y transmite emociones, así pretendo yo a través de mis investigaciones entusiasmar y comprometer al lector a saber más. Espero que esta sea la primera de muchas entregas y me acompañes en este maravilloso mundo de la ciencia.

¡Excelente fin de semana!