/ viernes 1 de julio de 2022

Bio-Informando | Laureles o harakiri

Han sido varias ocasiones en que en este espacio he manifestado mi ocupación por poner en la mesa la importancia de la parte humana en la ciencia y la enorme área de oportunidad que los profesionales que se dedican a esta área tienen en lo que respecta a comunicación efectiva y responsable así como a la gestión de las emociones.

Independientemente de a qué nos dediquemos, todos tenemos un (o con suerte varios) mentor, asesor, profesor o guía que sin su ayuda, consejo y acompañamiento, difícilmente pudiéramos alcanzar nuestros objetivos en las diversas áreas en las que nos desempeñemos.

En estos días me he puesto a reflexionar la importancia de lo que es un mentor, un asesor y/o profesor para los aspirantes a profesionales dentro del área de la ciencia.

Sin duda alguna, para ser mentor o asesor se requiere de ‘feeling’, de vocación, paciencia y con una capacidad alta y efectiva de comunicar el conocimiento, expectativas e instrucciones a sus tutorados.

No pretendo sonar anticuado ni repetitivo pero en definitiva, a pesar de cada vez hay más apps y/u opciones con diferentes funciones con la finalidad de mantenernos lo más y mejor conectados posible con cualquier persona en cualquier parte del mundo, existe una deficiencia considerable a la hora de transmitir un mensaje de persona a persona en vivo y a todo color; lo interesante es que esto no es exclusivo de jóvenes sino también de personas con juventud acumulada.

La tecnología, como otras cosas, es buena si le damos el uso adecuado pero lo que es claro es que jamás sustituirá el valor que tiene una mirada, un gesto, una acción y una palabra dicha con la intención correcta y un mensaje claro, asertivo y sin rodeos. Ojo, ser asertivo, directo y claro no es equivalente a expresar una opinión sin filtro, sin prudencia y descortés; es detenerse un momento antes de expresar un mensaje y pensar el cómo mis palabras y mis actos impactarán en la otra persona y esto se logra siendo empático. Esto no significa que hay que dulcificar el mensaje o tratar a todo mundo con pincitas, es simplemente el ser consciente del efecto que puedo provocar en otro.

Hemos mencionado previamente en otras publicaciones que si de algo no me queda duda es de la inteligencia, pericia y capacidad de un sinnúmero de científicos en sus líneas de investigación pero el comunicarse asertiva y efectivamente así como la transmisión del conocimiento a otros les resulta una tarea titánica que si bien se puede mejorar con la práctica se requiere de bastante paciencia y de tener grabado en la mente y el corazón con tinta indeleble la importancia de la gente que se está dirigiendo y/o se tiene a cargo.

Mentor y tutorado son un mismo equipo ya que ambas partes se ayudan a crecer y se necesitan mutuamente para este fin; es por ello, que nunca debe fallar esa conciencia de unidad, respeto, comunicación y apoyo desinteresado.

Por otro lado, como equipo también mentor y tutorado deben genuinamente alegrarse por los triunfos y no azotarse con los fracasos; los desatinos son oportunidades para aprender y para actuar oportunamente para salir avantes de cada obstáculo.

Otro punto importante es que el mentor debe hacer sentir seguro a su tutorado de su capacidad y no ser su verdugo; en ocasiones pareciera que el asesor es el principal inquisidor que el resto de pares tanto suyos como de sus tutorados. Hay que motivar al alumno a desarrollar su capacidad en crear e investigar de forma independiente pero también brindarle la confianza de que puede consultarnos hasta por la pregunta más obvia, ya que en algún punto, todos hemos pasado por ahí.

Pudiera compartir más ejemplos de lo que se esperaría de la relación mentor-alumno, no obstante, lo que pretendo rescatar en esta ocasión es la prevalencia del respeto, la individualidad, la confianza, empatía y comunicación efectiva ya que de ello dependerá de si al final dicha relación se coronará con laureles o se hará harakiri.

Excelente fin de semana.


Han sido varias ocasiones en que en este espacio he manifestado mi ocupación por poner en la mesa la importancia de la parte humana en la ciencia y la enorme área de oportunidad que los profesionales que se dedican a esta área tienen en lo que respecta a comunicación efectiva y responsable así como a la gestión de las emociones.

Independientemente de a qué nos dediquemos, todos tenemos un (o con suerte varios) mentor, asesor, profesor o guía que sin su ayuda, consejo y acompañamiento, difícilmente pudiéramos alcanzar nuestros objetivos en las diversas áreas en las que nos desempeñemos.

En estos días me he puesto a reflexionar la importancia de lo que es un mentor, un asesor y/o profesor para los aspirantes a profesionales dentro del área de la ciencia.

Sin duda alguna, para ser mentor o asesor se requiere de ‘feeling’, de vocación, paciencia y con una capacidad alta y efectiva de comunicar el conocimiento, expectativas e instrucciones a sus tutorados.

No pretendo sonar anticuado ni repetitivo pero en definitiva, a pesar de cada vez hay más apps y/u opciones con diferentes funciones con la finalidad de mantenernos lo más y mejor conectados posible con cualquier persona en cualquier parte del mundo, existe una deficiencia considerable a la hora de transmitir un mensaje de persona a persona en vivo y a todo color; lo interesante es que esto no es exclusivo de jóvenes sino también de personas con juventud acumulada.

La tecnología, como otras cosas, es buena si le damos el uso adecuado pero lo que es claro es que jamás sustituirá el valor que tiene una mirada, un gesto, una acción y una palabra dicha con la intención correcta y un mensaje claro, asertivo y sin rodeos. Ojo, ser asertivo, directo y claro no es equivalente a expresar una opinión sin filtro, sin prudencia y descortés; es detenerse un momento antes de expresar un mensaje y pensar el cómo mis palabras y mis actos impactarán en la otra persona y esto se logra siendo empático. Esto no significa que hay que dulcificar el mensaje o tratar a todo mundo con pincitas, es simplemente el ser consciente del efecto que puedo provocar en otro.

Hemos mencionado previamente en otras publicaciones que si de algo no me queda duda es de la inteligencia, pericia y capacidad de un sinnúmero de científicos en sus líneas de investigación pero el comunicarse asertiva y efectivamente así como la transmisión del conocimiento a otros les resulta una tarea titánica que si bien se puede mejorar con la práctica se requiere de bastante paciencia y de tener grabado en la mente y el corazón con tinta indeleble la importancia de la gente que se está dirigiendo y/o se tiene a cargo.

Mentor y tutorado son un mismo equipo ya que ambas partes se ayudan a crecer y se necesitan mutuamente para este fin; es por ello, que nunca debe fallar esa conciencia de unidad, respeto, comunicación y apoyo desinteresado.

Por otro lado, como equipo también mentor y tutorado deben genuinamente alegrarse por los triunfos y no azotarse con los fracasos; los desatinos son oportunidades para aprender y para actuar oportunamente para salir avantes de cada obstáculo.

Otro punto importante es que el mentor debe hacer sentir seguro a su tutorado de su capacidad y no ser su verdugo; en ocasiones pareciera que el asesor es el principal inquisidor que el resto de pares tanto suyos como de sus tutorados. Hay que motivar al alumno a desarrollar su capacidad en crear e investigar de forma independiente pero también brindarle la confianza de que puede consultarnos hasta por la pregunta más obvia, ya que en algún punto, todos hemos pasado por ahí.

Pudiera compartir más ejemplos de lo que se esperaría de la relación mentor-alumno, no obstante, lo que pretendo rescatar en esta ocasión es la prevalencia del respeto, la individualidad, la confianza, empatía y comunicación efectiva ya que de ello dependerá de si al final dicha relación se coronará con laureles o se hará harakiri.

Excelente fin de semana.