/ viernes 15 de julio de 2022

Bio-Informando | Lo más vital nomás

Cada vez es más la gente tanto joven como de ‘juventud acumulada’ que se encuentra en búsqueda y ocupada en cuidar su salud tanto física, mental, emocional y hasta espiritual con el fin de, dentro de lo posible, alcanzar lo que es el equilibrio y así tener una calidad de vida mejor ya que constantemente y cada vez a más temprana edad nos vemos expuestos a niveles estratosféricos de estrés.

En términos biológicos, el estrés puede definirse como todos aquellos elementos ambientales que, dependiendo del tipo, intensidad y tiempo al que se vea expuesto un ser vivo, tienen la capacidad de provocar un desbalance en su funcionamiento, ya que toda la actividad o respuesta (o mayor parte de esta) del individuo se encontrará focalizada en atender esa problemática para con suerte lograr lo que se conoce como homeostasis (el equilibrio).

Ante el estrés pueden ocurrir dos escenarios: si el nivel de estrés no es extremo y en el mejor de los casos es temporal, el individuo puede desarrollar una cierta tolerancia y adquirir inclusive ciertas cualidades que le permiten ser más resistente; no obstante, si la capacidad de adaptación del individuo se ve abrumada o superada por la o las fuentes de estrés pueden llevarlo a perecer.

Las respuestas de cada organismo ante el estrés son diversas desde huir, esconderse, emigrar, atacar o modificar su actividad metabólica con el fin de adaptarse y/o sobrevivir.

Desde el punto de vista biotecnológico, esto es de gran interés, ya que el objetivo de esta ciencia es la obtención de productos o servicios a partir de seres vivos y/o partes de ellos mediante el conocimiento de su biología, sus procesos y las condiciones en las que es más factible que se consigan las metas planteadas.

El trabajo y la pasión de un científico es investigar, seguir aprendiendo y capacitándose así como transmitir el conocimiento y los descubrimientos que van surgiendo en virtud de que se generen acciones para brindar beneficios y calidad de vida a la sociedad.

El contar con varios grados académicos no quiere decir que nosotros como científicos sepamos todo (ni estamos obligados a ello) ni que no nos equivoquemos; lo que si tenemos es la preparación suficiente para poder abordar una investigación y hemos desarrollado (no todos, o al menos de una forma sana) un cierto grado de tolerancia a la frustración.

En las primeras publicaciones de este espacio, les compartía que nosotros como científicos nos encontramos bajo condiciones de estrés recurrentes y así como cualquier persona o ser vivo, cada uno tiene una manera diferente de gestionar o canalizar su estrés ya que no siempre la obtención de resultados es rápida y sencilla.

Es por ello que imperativamente recomiendo para cualquier persona el que tenga alguna actividad o rutina que le permita desconectarse del ajetreo diario, que cultive y cuide sus relaciones personales, que procure todo aquello que le cargue de energía y lo nutra para que pueda tener un buen desempeño laboral. El llevarse uno mismo, a otras personas u otros seres vivos a condiciones de estrés hostiles nos aleja de lo sano, de lo funcional e incluso a perecer (física, mental, emocional, espiritual y en lo que relaciones se refiere).

Cierto, el estrés no lo podemos evitar (y en ocasiones es necesario para la obtención de resultados deseados) pero si canalizar de diferentes formas positivas para que no nos consuma en todos los sentidos.

David Fischman dijo: “El estrés destruye nuestra capacidad de frenar nuestros impulsos. Nos convierte en un auto sin frenos que termina atropellando a las personas que más queremos”. Nos encontramos en periodo vacacional; si tienes la oportunidad de salir o pasar unos días de descanso en casa, disfrútalos para recargar pilas y poder ver todo con claridad. Trabajo siempre va a haber y todo funciona mejor si nos organizamos, contamos con nuestras “válvulas de escape” y damos espacio al descanso debido. “Bástale a cada día su propio afán”.

Excelente fin de semana.


Cada vez es más la gente tanto joven como de ‘juventud acumulada’ que se encuentra en búsqueda y ocupada en cuidar su salud tanto física, mental, emocional y hasta espiritual con el fin de, dentro de lo posible, alcanzar lo que es el equilibrio y así tener una calidad de vida mejor ya que constantemente y cada vez a más temprana edad nos vemos expuestos a niveles estratosféricos de estrés.

En términos biológicos, el estrés puede definirse como todos aquellos elementos ambientales que, dependiendo del tipo, intensidad y tiempo al que se vea expuesto un ser vivo, tienen la capacidad de provocar un desbalance en su funcionamiento, ya que toda la actividad o respuesta (o mayor parte de esta) del individuo se encontrará focalizada en atender esa problemática para con suerte lograr lo que se conoce como homeostasis (el equilibrio).

Ante el estrés pueden ocurrir dos escenarios: si el nivel de estrés no es extremo y en el mejor de los casos es temporal, el individuo puede desarrollar una cierta tolerancia y adquirir inclusive ciertas cualidades que le permiten ser más resistente; no obstante, si la capacidad de adaptación del individuo se ve abrumada o superada por la o las fuentes de estrés pueden llevarlo a perecer.

Las respuestas de cada organismo ante el estrés son diversas desde huir, esconderse, emigrar, atacar o modificar su actividad metabólica con el fin de adaptarse y/o sobrevivir.

Desde el punto de vista biotecnológico, esto es de gran interés, ya que el objetivo de esta ciencia es la obtención de productos o servicios a partir de seres vivos y/o partes de ellos mediante el conocimiento de su biología, sus procesos y las condiciones en las que es más factible que se consigan las metas planteadas.

El trabajo y la pasión de un científico es investigar, seguir aprendiendo y capacitándose así como transmitir el conocimiento y los descubrimientos que van surgiendo en virtud de que se generen acciones para brindar beneficios y calidad de vida a la sociedad.

El contar con varios grados académicos no quiere decir que nosotros como científicos sepamos todo (ni estamos obligados a ello) ni que no nos equivoquemos; lo que si tenemos es la preparación suficiente para poder abordar una investigación y hemos desarrollado (no todos, o al menos de una forma sana) un cierto grado de tolerancia a la frustración.

En las primeras publicaciones de este espacio, les compartía que nosotros como científicos nos encontramos bajo condiciones de estrés recurrentes y así como cualquier persona o ser vivo, cada uno tiene una manera diferente de gestionar o canalizar su estrés ya que no siempre la obtención de resultados es rápida y sencilla.

Es por ello que imperativamente recomiendo para cualquier persona el que tenga alguna actividad o rutina que le permita desconectarse del ajetreo diario, que cultive y cuide sus relaciones personales, que procure todo aquello que le cargue de energía y lo nutra para que pueda tener un buen desempeño laboral. El llevarse uno mismo, a otras personas u otros seres vivos a condiciones de estrés hostiles nos aleja de lo sano, de lo funcional e incluso a perecer (física, mental, emocional, espiritual y en lo que relaciones se refiere).

Cierto, el estrés no lo podemos evitar (y en ocasiones es necesario para la obtención de resultados deseados) pero si canalizar de diferentes formas positivas para que no nos consuma en todos los sentidos.

David Fischman dijo: “El estrés destruye nuestra capacidad de frenar nuestros impulsos. Nos convierte en un auto sin frenos que termina atropellando a las personas que más queremos”. Nos encontramos en periodo vacacional; si tienes la oportunidad de salir o pasar unos días de descanso en casa, disfrútalos para recargar pilas y poder ver todo con claridad. Trabajo siempre va a haber y todo funciona mejor si nos organizamos, contamos con nuestras “válvulas de escape” y damos espacio al descanso debido. “Bástale a cada día su propio afán”.

Excelente fin de semana.