/ viernes 8 de julio de 2022

Bio-Informando | Musicalmente inducido

A veces se pudiera pensar que se tienen ideas descabelladas pero uno no sabrá hasta que pone a prueba su poder creativo para probarlas y su habilidad para investigar para corroborar que esas ideas tienen sentido y pueden ser el inicio de un descubrimiento trascendental, de crear o contribuir en una línea de investigación apasionante.

Como ya han de conocer mi costumbre de aparentemente salirme por la tangente para después vincularlo con ciencia, en esta ocasión continúo con el tema de lo que es la epigenética.

Si me vienes siguiendo de hace poco o es la primera vez que me lees, te cuento que la epigenética es la rama de la ciencia que se encuentra interesada en descifrar el efecto que ciertas modificaciones en el ADN pueden influir en la expresión génica; cabe recordar que estas modificaciones no hacen referencia a mutaciones, es decir, no son cambios en el contenido de la información sino en cómo es leída.

Para entenderlo mejor, en este espacio hacíamos una analogía de que las modificaciones epigenéticas vendrían siendo los signos de puntuación del ADN y que estos nos darían la pauta para poder leer adecuadamente el mensaje.

Otra analogía que pudiéramos utilizar y que es la que da la luz a esta publicación, es que las modificaciones epigenéticas podemos compararlas con todos los elementos que son incorporados en las partituras de una pieza musical para indicarle al intérprete el cómo debe ejecutarla.

Dichas indicaciones son marcadas en los pentagramas y son utilizadas palabras italianas para referirse a ellas. Para iniciar con los ejemplos, debemos partir de la idea de que todas las notas que componen cada pieza musical representan la información contenida en nuestro ADN; quien sabe de música, sabe que cada nota tiene su propio tiempo y dependiendo en donde esté ubicada en el pentagrama es el nombre y tonalidad que recibe. No obstante, el ejecutar una pieza musical no es sólo conocer qué nota es y sus tiempos, ¡es mucho más complejo! De ahí que existen lo que se conocen como compases, dinámicas y estilos que le indicarán al artista cómo interpretarla para obtener el resultado esperado (las modificaciones epigenéticas).

Por ejemplo, no es lo mismo interpretar una pieza musical a un compás adagio (lento) y empleando una dinámica pianississimo (extremadamente suave en intensidad de volumen) a una interpretación vivace (rápida y animada) y dinámica fortississimo (en donde la intensidad de volumen es lo más fuerte posible); ojo, puede ser exactamente la misma pieza sin cambiar ninguna de sus notas (la información) pero si las indicaciones (modificaciones epigenéticas) de cómo debe ser ejecutada y obviamente esto mismo puede generar emociones diferentes aun siendo la misma pieza musical.

Algo así es como las alteraciones epigenéticas fungen como interruptores que van regulando cómo es que los genes se expresan y van coordinando el funcionamiento de cada ser vivo. Por otro lado, también se tiene evidencia científica de que la música tiene efecto epigenético; en un estudio realizado por Nair y colaboradores en 2021, observaron la inducción (activación) de microARNs (un tipo de ARN que regula la expresión de genes) vinculados con actividad neuronal y control de los niveles de proteínas TAU lo cual es crucial para la prevención del Alzheimer.

La música es un estímulo y como tal, su efecto también se verá reflejado en la actividad de nuestros genes y por ende en nuestro cuerpo y salud. De ahí que hay que ser selectivos con lo que escuchamos. Les comparto que para escribir me encanta escuchar piezas instrumentales en las que resalta el saxofón, en particular interpretadas por Kenny G; también entre lapsos me encantan las piezas musicales de James Horner, Hans Zimmer y los covers del grupo de canto a capella Voctave. Si tienen la oportunidad de escucharlos, se los recomiendo ampliamente.

Gracias por leerme. Que tengan excelente fin de semana.

A veces se pudiera pensar que se tienen ideas descabelladas pero uno no sabrá hasta que pone a prueba su poder creativo para probarlas y su habilidad para investigar para corroborar que esas ideas tienen sentido y pueden ser el inicio de un descubrimiento trascendental, de crear o contribuir en una línea de investigación apasionante.

Como ya han de conocer mi costumbre de aparentemente salirme por la tangente para después vincularlo con ciencia, en esta ocasión continúo con el tema de lo que es la epigenética.

Si me vienes siguiendo de hace poco o es la primera vez que me lees, te cuento que la epigenética es la rama de la ciencia que se encuentra interesada en descifrar el efecto que ciertas modificaciones en el ADN pueden influir en la expresión génica; cabe recordar que estas modificaciones no hacen referencia a mutaciones, es decir, no son cambios en el contenido de la información sino en cómo es leída.

Para entenderlo mejor, en este espacio hacíamos una analogía de que las modificaciones epigenéticas vendrían siendo los signos de puntuación del ADN y que estos nos darían la pauta para poder leer adecuadamente el mensaje.

Otra analogía que pudiéramos utilizar y que es la que da la luz a esta publicación, es que las modificaciones epigenéticas podemos compararlas con todos los elementos que son incorporados en las partituras de una pieza musical para indicarle al intérprete el cómo debe ejecutarla.

Dichas indicaciones son marcadas en los pentagramas y son utilizadas palabras italianas para referirse a ellas. Para iniciar con los ejemplos, debemos partir de la idea de que todas las notas que componen cada pieza musical representan la información contenida en nuestro ADN; quien sabe de música, sabe que cada nota tiene su propio tiempo y dependiendo en donde esté ubicada en el pentagrama es el nombre y tonalidad que recibe. No obstante, el ejecutar una pieza musical no es sólo conocer qué nota es y sus tiempos, ¡es mucho más complejo! De ahí que existen lo que se conocen como compases, dinámicas y estilos que le indicarán al artista cómo interpretarla para obtener el resultado esperado (las modificaciones epigenéticas).

Por ejemplo, no es lo mismo interpretar una pieza musical a un compás adagio (lento) y empleando una dinámica pianississimo (extremadamente suave en intensidad de volumen) a una interpretación vivace (rápida y animada) y dinámica fortississimo (en donde la intensidad de volumen es lo más fuerte posible); ojo, puede ser exactamente la misma pieza sin cambiar ninguna de sus notas (la información) pero si las indicaciones (modificaciones epigenéticas) de cómo debe ser ejecutada y obviamente esto mismo puede generar emociones diferentes aun siendo la misma pieza musical.

Algo así es como las alteraciones epigenéticas fungen como interruptores que van regulando cómo es que los genes se expresan y van coordinando el funcionamiento de cada ser vivo. Por otro lado, también se tiene evidencia científica de que la música tiene efecto epigenético; en un estudio realizado por Nair y colaboradores en 2021, observaron la inducción (activación) de microARNs (un tipo de ARN que regula la expresión de genes) vinculados con actividad neuronal y control de los niveles de proteínas TAU lo cual es crucial para la prevención del Alzheimer.

La música es un estímulo y como tal, su efecto también se verá reflejado en la actividad de nuestros genes y por ende en nuestro cuerpo y salud. De ahí que hay que ser selectivos con lo que escuchamos. Les comparto que para escribir me encanta escuchar piezas instrumentales en las que resalta el saxofón, en particular interpretadas por Kenny G; también entre lapsos me encantan las piezas musicales de James Horner, Hans Zimmer y los covers del grupo de canto a capella Voctave. Si tienen la oportunidad de escucharlos, se los recomiendo ampliamente.

Gracias por leerme. Que tengan excelente fin de semana.