/ viernes 20 de agosto de 2021

Bio-informando | Todos tenemos algo de biotecnólogo

Queridos lectores, esta semana les tengo una increíble noticia: ¡Muy probablemente tengas algo de biotecnólogo y hayas hecho ciencia sin estar consciente de ello! Déjame te explico.

Hace un par de semanas charlando con un amigo mientras tomábamos una cerveza, me cuestionaba algo curioso y expectante sobre mi profesión; quería saber exactamente (o aproximadamente) qué era lo que un científico y en específico un biotecnólogo realiza. Cuál no sería su sorpresa al enterarse de que un panadero, un agrónomo, un ganadero, un viticultor y los productores de cerveza artesanal tenían algo de biotecnólogos.

Siempre que comparto aspectos de mi profesión con personas poco familiarizadas a ella, me gusta usar un lenguaje coloquial sin tecnicismos y con ejemplos que puedan encontrar útiles y que encuentren en su vida diaria.

El concepto de la biotecnología como tal, señala que esta ciencia requiere para su desarrollo el conocimiento y herramientas de otras áreas del saber como biología, química, matemáticas, informática y hasta ética (sólo por mencionar algunas) y se centra en lo que se sabe de todos los seres vivos (o sus partes, metabolismo y procesos en los que están involucrados) para su uso eficiente y obtener productos y servicios.

El primer ejemplo que le compartí a mi amigo fue que la cerveza que estábamos tomando en ese momento era producto de la biotecnología, ya que aunque no es necesario conocer las bases biológicas ni químicas, se sabe que la obtención de esta bebida es posible por un proceso conocido como fermentación en el que la levadura bajo ciertas condiciones “convierte” los azúcares presentes en la cebada en alcohol y dióxido de carbono.

Lo mismo ocurre en el proceso de elaboración del pan en donde también utilizamos levadura o en la obtención de productos lácteos como el yogur y el queso en donde se emplean otros microorganismos que al ser expuestos a condiciones específicas nos proporcionan los productos deseados.

Todos sabemos que estos productos han existido desde siempre y su origen se remonta a las primeras civilizaciones como los egipcios y los chinos alrededor de los años 6000 a 8000 a.C. en donde evidentemente no se contaba con el conocimiento y tecnología que hay actualmente; todo surgió a través de la observación y ‘prueba y error’.

Otro ejemplo es el mejoramiento genético de variedades de distintos cultivos o de ganado en donde se buscan aquellos organismos que tengan las características deseadas (resistencia a sequía o frío en el caso de cultivos o mayor tamaño y producción de algún producto derivado del ganado) para que (con suerte) la descendencia resultante cuente y mantenga dichas características. Esto también viene desde tiempos inmemoriales y de civilizaciones como Mesopotamia y Grecia. Otra vez, todas estas prácticas han sido resultado de la observación y la experimentación.

Hoy en día, gracias a los avances científicos que han surgido a lo largo de la historia de la ciencia como la invención del microscopio, el descubrimiento de microorganismos, el desciframiento de la estructura del ADN y el desarrollo de áreas como la biología molecular e ingeniería genética han hecho que estos procesos se vuelvan más finos y precisos incrementando considerablemente la probabilidad de éxito y calidad de estos productos y servicios.

En ocasiones vemos a la biotecnología como algo complicado (incluso hasta ‘hereje’) y la asociamos principalmente con el desarrollo de medicamentos y vacunas; sin embargo podemos encontrarla en aspectos sencillos y lugares en los que convivimos a diario como las cocinas de nuestros hogares. ¿Y tú, has hecho biotecnología o has consumido algún producto derivado de ella? Muy seguro que sí. Nos vemos en la siguiente entrega.

Que tengan excelente semana.


Queridos lectores, esta semana les tengo una increíble noticia: ¡Muy probablemente tengas algo de biotecnólogo y hayas hecho ciencia sin estar consciente de ello! Déjame te explico.

Hace un par de semanas charlando con un amigo mientras tomábamos una cerveza, me cuestionaba algo curioso y expectante sobre mi profesión; quería saber exactamente (o aproximadamente) qué era lo que un científico y en específico un biotecnólogo realiza. Cuál no sería su sorpresa al enterarse de que un panadero, un agrónomo, un ganadero, un viticultor y los productores de cerveza artesanal tenían algo de biotecnólogos.

Siempre que comparto aspectos de mi profesión con personas poco familiarizadas a ella, me gusta usar un lenguaje coloquial sin tecnicismos y con ejemplos que puedan encontrar útiles y que encuentren en su vida diaria.

El concepto de la biotecnología como tal, señala que esta ciencia requiere para su desarrollo el conocimiento y herramientas de otras áreas del saber como biología, química, matemáticas, informática y hasta ética (sólo por mencionar algunas) y se centra en lo que se sabe de todos los seres vivos (o sus partes, metabolismo y procesos en los que están involucrados) para su uso eficiente y obtener productos y servicios.

El primer ejemplo que le compartí a mi amigo fue que la cerveza que estábamos tomando en ese momento era producto de la biotecnología, ya que aunque no es necesario conocer las bases biológicas ni químicas, se sabe que la obtención de esta bebida es posible por un proceso conocido como fermentación en el que la levadura bajo ciertas condiciones “convierte” los azúcares presentes en la cebada en alcohol y dióxido de carbono.

Lo mismo ocurre en el proceso de elaboración del pan en donde también utilizamos levadura o en la obtención de productos lácteos como el yogur y el queso en donde se emplean otros microorganismos que al ser expuestos a condiciones específicas nos proporcionan los productos deseados.

Todos sabemos que estos productos han existido desde siempre y su origen se remonta a las primeras civilizaciones como los egipcios y los chinos alrededor de los años 6000 a 8000 a.C. en donde evidentemente no se contaba con el conocimiento y tecnología que hay actualmente; todo surgió a través de la observación y ‘prueba y error’.

Otro ejemplo es el mejoramiento genético de variedades de distintos cultivos o de ganado en donde se buscan aquellos organismos que tengan las características deseadas (resistencia a sequía o frío en el caso de cultivos o mayor tamaño y producción de algún producto derivado del ganado) para que (con suerte) la descendencia resultante cuente y mantenga dichas características. Esto también viene desde tiempos inmemoriales y de civilizaciones como Mesopotamia y Grecia. Otra vez, todas estas prácticas han sido resultado de la observación y la experimentación.

Hoy en día, gracias a los avances científicos que han surgido a lo largo de la historia de la ciencia como la invención del microscopio, el descubrimiento de microorganismos, el desciframiento de la estructura del ADN y el desarrollo de áreas como la biología molecular e ingeniería genética han hecho que estos procesos se vuelvan más finos y precisos incrementando considerablemente la probabilidad de éxito y calidad de estos productos y servicios.

En ocasiones vemos a la biotecnología como algo complicado (incluso hasta ‘hereje’) y la asociamos principalmente con el desarrollo de medicamentos y vacunas; sin embargo podemos encontrarla en aspectos sencillos y lugares en los que convivimos a diario como las cocinas de nuestros hogares. ¿Y tú, has hecho biotecnología o has consumido algún producto derivado de ella? Muy seguro que sí. Nos vemos en la siguiente entrega.

Que tengan excelente semana.