/ viernes 8 de octubre de 2021

Bio-informando | Una elección afortunada

A lo largo de la historia han existido diferentes personajes que han destacado en distintas áreas: filosofía, ciencia, arte, ingeniería o política; en algunos casos han incursionado en más de una o en todas de forma extraordinaria. Más que ser seres humanos dotados de mentes brillantes, el común denominador y principal motor que los condujo a aportar grandes cosas a la humanidad fue la curiosidad.

Cuando escuchamos el nombre de Aristóteles, inmediatamente lo asociamos con la filosofía pero también mostró interés por la biología y cómo es que ciertas características eran transmitidas de los padres a los hijos. En aquel entonces, ni manera de pensar en la existencia del ADN como molécula responsable de almacenar la información hereditaria, mucho menos el comprender con exactitud cómo es que esta molécula puede definir aspectos importantes del funcionamiento de los seres vivos. Lo único con lo que contaba Aristóteles era su curiosidad y la observación, que si bien, no lo llevaron a conclusiones precisas, sí lo acercaron en gran medida.

Mencionamos en entregas pasadas que las primeras civilizaciones realizaban cruzas de animales o cultivos con las características deseadas esperando que con suerte éstas pudieran abundar en la descendencia; nuevamente, no se tenía idea del ADN y ya desde entonces, aunque indirectamente, ya los organismos eran manipulados a voluntad del ser humano. No fue hasta mediados del siglo XIX en los que aparece un monje austriaco de nombre Gregor Johann Mendel quien, como parte de su formación eclesiástica, se le requería enseñar ciencia en las instituciones de educación superior de su tiempo por lo que se doctoró tanto en Matemáticas como Ciencias Naturales. Al regresar al monasterio, Mendel tenía la inquietud de descifrar en plantas cómo es que las características hereditarias eran transmitidas a la descendencia como resultado de diferentes cruzas. Entre sus experimentos más destacados, resalta su estudio en plantas de chícharo común; tomó en consideración características de las plantas como su tamaño, la forma y textura de la semilla, la posición de las flores, sólo por mencionar algunas.

En primera instancia, descubrió que ciertas características prevalecen sobre otras al momento de manifestarse visualmente en la descendencia; por otro lado, aquellas que en algún momento desaparecían en las cruzas volvían a aparecer generaciones después. De ahí que en ocasiones se suele decir que los nietos “abuelean” al manifestar algunas características físicas que los padres no tienen pero los abuelos sí.

Finalmente, Mendel estableció que las distintas características que seleccionó para sus experimentos no poseen una relación directa entre ellas al momento de presentarse en la descendencia sino que se heredan de forma independiente. La elección de Mendel por la planta de chícharos fue bastante atinada, ya que es fácil de cultivar, su producción de semilla es abundante, por la forma de las flores podía tener un cierto control con el proceso de polinización y las características elegidas se encuentran bien definidas. Entusiasmado con su trabajo, Mendel presentó sus resultados a la Sociedad de Historia Nacional de Bruun (Alemania) pero no logró despertar el interés de los científicos de aquel entonces y aunado a que debía retomar su vocación religiosa, tuvo que abandonar sus experimentos. Más tarde sus trabajos serían retomados para al final ser reconocido como “El Padre de la Genética”.

Como reflexión me gustaría subrayar lo importante que es la curiosidad y seguir tu intuición en aquello que te apasiona. Segundo, me resulta curioso cómo es que un religioso manipulara intencionalmente el resultado de las cruzas del chícharo al ser un tema que actualmente continúa siendo polémico en la sociedad. Quizás es tiempo de limar asperezas entre ciencia y fe. Finalmente, el no desistir si la respuesta esperada no llega sino mantenerse alerta para actuar en el momento adecuado.

Buen fin de semana.


A lo largo de la historia han existido diferentes personajes que han destacado en distintas áreas: filosofía, ciencia, arte, ingeniería o política; en algunos casos han incursionado en más de una o en todas de forma extraordinaria. Más que ser seres humanos dotados de mentes brillantes, el común denominador y principal motor que los condujo a aportar grandes cosas a la humanidad fue la curiosidad.

Cuando escuchamos el nombre de Aristóteles, inmediatamente lo asociamos con la filosofía pero también mostró interés por la biología y cómo es que ciertas características eran transmitidas de los padres a los hijos. En aquel entonces, ni manera de pensar en la existencia del ADN como molécula responsable de almacenar la información hereditaria, mucho menos el comprender con exactitud cómo es que esta molécula puede definir aspectos importantes del funcionamiento de los seres vivos. Lo único con lo que contaba Aristóteles era su curiosidad y la observación, que si bien, no lo llevaron a conclusiones precisas, sí lo acercaron en gran medida.

Mencionamos en entregas pasadas que las primeras civilizaciones realizaban cruzas de animales o cultivos con las características deseadas esperando que con suerte éstas pudieran abundar en la descendencia; nuevamente, no se tenía idea del ADN y ya desde entonces, aunque indirectamente, ya los organismos eran manipulados a voluntad del ser humano. No fue hasta mediados del siglo XIX en los que aparece un monje austriaco de nombre Gregor Johann Mendel quien, como parte de su formación eclesiástica, se le requería enseñar ciencia en las instituciones de educación superior de su tiempo por lo que se doctoró tanto en Matemáticas como Ciencias Naturales. Al regresar al monasterio, Mendel tenía la inquietud de descifrar en plantas cómo es que las características hereditarias eran transmitidas a la descendencia como resultado de diferentes cruzas. Entre sus experimentos más destacados, resalta su estudio en plantas de chícharo común; tomó en consideración características de las plantas como su tamaño, la forma y textura de la semilla, la posición de las flores, sólo por mencionar algunas.

En primera instancia, descubrió que ciertas características prevalecen sobre otras al momento de manifestarse visualmente en la descendencia; por otro lado, aquellas que en algún momento desaparecían en las cruzas volvían a aparecer generaciones después. De ahí que en ocasiones se suele decir que los nietos “abuelean” al manifestar algunas características físicas que los padres no tienen pero los abuelos sí.

Finalmente, Mendel estableció que las distintas características que seleccionó para sus experimentos no poseen una relación directa entre ellas al momento de presentarse en la descendencia sino que se heredan de forma independiente. La elección de Mendel por la planta de chícharos fue bastante atinada, ya que es fácil de cultivar, su producción de semilla es abundante, por la forma de las flores podía tener un cierto control con el proceso de polinización y las características elegidas se encuentran bien definidas. Entusiasmado con su trabajo, Mendel presentó sus resultados a la Sociedad de Historia Nacional de Bruun (Alemania) pero no logró despertar el interés de los científicos de aquel entonces y aunado a que debía retomar su vocación religiosa, tuvo que abandonar sus experimentos. Más tarde sus trabajos serían retomados para al final ser reconocido como “El Padre de la Genética”.

Como reflexión me gustaría subrayar lo importante que es la curiosidad y seguir tu intuición en aquello que te apasiona. Segundo, me resulta curioso cómo es que un religioso manipulara intencionalmente el resultado de las cruzas del chícharo al ser un tema que actualmente continúa siendo polémico en la sociedad. Quizás es tiempo de limar asperezas entre ciencia y fe. Finalmente, el no desistir si la respuesta esperada no llega sino mantenerse alerta para actuar en el momento adecuado.

Buen fin de semana.