/ miércoles 14 de octubre de 2020

Casa de las ideas | El gran dilema social Parte 1

Basado en el contenido del documental

“El dilema de las redes sociales”

Presentado por Netflix y Argent Pictures

Fecha de estreno: 2020

Duración: 94 min.

Director: Jeff Orlowski

Elenco: Skyler Gisondo, Kara Hayward y Vincent Kartheiser

Lo que van a ver ustedes a continuación es la transcripción textual, exacta, realizada por el suscrito, de los impactantes comentarios que realizan los especialistas en materia de redes sociales que participan en el documental, y que son expertos conocedores a profundidad de las formas y las metas de las grandes empresas de tecnología, así como los puntos de vista que ofrecen los escritores, médicos y psicólogos, que participan en el estupendo documental al que hago referencia.

“Nada extraordinario llega a la vida de los mortales, que esté separado de la desgracia”: Sófocles

Las redes sociales son plataformas creadas originalmente como algo benéfico y positivo para la gente, y que muy probablemente así resultaron en el principio. Es el modo como se están utilizando lo que produce los efectos negativos que serán comentados a lo largo de esta presentación.

¿Cuál es el problema?

Son varios:

  • La relación entre la salud mental y el uso de las redes sociales.

  • La creación de adicciones a los dispositivos electrónicos.

  • El aislamiento en una burbuja creada por la tecnología.

  • Las noticias falsas abundan, aumentan y amenazan a todas las sociedades.

Existe un gran debate sobre si las redes deprimen a los niños. Podemos tomar como ejemplo la distrofia generada por Snapshot, a partir de las imágenes de selfies manipuladas y alteradas a voluntad.

¿Cómo se maneja una epidemia en el mundo ficticio creado por las noticias falsas?

Pasamos de la era de la información, a la era de la desinformación. Las democracias se encuentran bajo ataque. Las herramientas creadas por la tecnología están empezando a corroer el tejido social, y la manera como funciona la sociedad. Esto nos coloca frente a un dilema social extraordinariamente complejo de captar y entender.

La nueva tecnología tiene nuevos usos y propósitos. ¿De qué manera y en qué ha fallado la industria de la tecnología? Está generando una cacofonía de quejas y escándalos: Robo de datos, adicción a los artefactos creados por la tecnología, proliferación de noticias falsas, polarización social, hackeo en las elecciones... Problemas que suceden todos al mismo tiempo.

El problema con la tecnología no tiene un nombre específico, y tiene que ver con una fuente… miramos alrededor y parece que el mundo entero está enloqueciendo. ¿Es esto normal? ¿O todos estamos siendo hechizados de alguna manera? Con la industria de la tecnología vamos a la deriva. Nunca antes en la historia había sucedido que 50 diseñadores entre los 25 y los 35 años de edad, habían tomado decisiones que afectarían a dos mil millones de personas. Dos mil millones de personas que pensarían cosas que jamás se habían planteado, porque alguien en Google dijo: “Así son las notificaciones”.

En los primeros 50 años de Silicon Valley se crearon productos, hardware y software, y los vendían a los clientes. Un negocio relativamente sencillo. En los últimos 10 años, las empresas más grandes han estado vendiendo a sus usuarios. Como no pagamos por los productos que utilizamos, los anunciantes son los clientes, y nosotros nos convertimos en el producto vendido: “Si no pagas el producto, entonces tú eres el producto”.

Las diferentes redes: Facebook, Snapshot, Twitter, Instagram, YouTube, etcétera, están compitiendo por tu atención, así que su modelo de negocios es mantener a la gente pegada a las pantallas el mayor tiempo posible… “¿Cuándo de tu tiempo y de tu vida, podemos lograr que nos entregues?”

En Internet hay muchos servicios que equivocadamente creemos que son gratis. No lo son. Los pagan los anunciantes, y los pagan a cambio de que se nos muestren sus anuncios. Somos nosotros el producto, y nuestro tiempo y nuestra atención es lo que se les vende. La consecuencia es el cambio gradual e imperceptible que sufre la conducta y la percepción del usuario. Ese es el producto, el único producto posible. Es lo único que esas empresas tienen para ganar dinero: cambiar lo que eres, la manera como piensas, quién eres.

Dice Shoshana Zuboff (PhD, Harvard Business School): “Es un cambio gradual. Es leve. No se nota ni se siente. Es lo que las empresas de tecnología siempre han soñado: Tener la garantía de que si ponen un anuncio, será exitoso. Ese es el negocio: vender seguridad, certeza. Y para tener éxito debes tener buenas predicciones. Las buenas predicciones comienzan con un imperativo: necesitas mucha información”.

Eso ha dado lugar a lo que muchos llaman “capitalismo de vigilancia”. Este capitalismo se beneficia del rastreo infinito de los lugares a donde todos van, mediante grandes empresas de tecnología cuyos modelos de negocios es asegurar que los anunciantes tendrán el mayor éxito posible. Ahora este es un nuevo tipo de mercado. Uno que antes no existía. Un mercado que se dedica exclusivamente a vender futuros humanos. Así como hay mercados que comercializan futuros de carne de cerdo, o ‘comodities’ como minerales y petróleo, ahora tenemos mercados que negocian futuros humanos a gran escala, y esos mercados produjeron los miles de millones de dólares que han convertido a las empresas de Internet en las más ricas en la historia de la humanidad.

La gente necesita saber que todo lo que hacen en línea es registrado, rastreado, observado, medido y guardado. Cada acción que se realiza es minuciosamente monitoreada y registrada cuidadosamente: qué imagen te detienes a ver y por cuánto tiempo la miras (tiempo de visualización medido), saben lo que haces cada minuto del día, y por qué lo haces. Lo saben todo de ti: Si eres introvertido o extrovertido, qué tipo de neurosis tienes, cómo es tu personalidad. La intimidad y la privacidad no existen… tienen más información sobre nosotros de lo que nadie jamás imaginó en la historia de la humanidad. Es algo que no tiene precedentes. Toda esta información que estamos ingresando constantemente, es recogida en estos sistemas que casi no tienen supervisión humana, y que son cada vez más capaces de realizar mejores predicciones sobre lo que hacemos y quiénes somos.

Muchos piensan que nuestros datos se venden. Facebook no tiene interés económico en dar o vender esa información. ¿Qué hace entonces con ella? Construir modelos que predicen nuestras acciones. Del otro lado de la pantalla es como si tuvieran un muñeco vudú idéntico a nosotros. Todo lo que hemos hecho, todos y cada uno de los clicks que hemos dado, los videos que hemos visto, los “me gusta”, todo eso permite que se construya un modelo más preciso, y cuando se tiene ese modelo se puede predecir con exactitud lo que hará una persona, cómo reaccionará, a dónde irá, qué video verá, qué tipo de emociones y estímulos la mueven…

Muchas de esas grandes empresas tienen tres objetivos principales: Uno, la virulización, que aumente el uso, la permanencia del usuario ante la pantalla. Dos, el crecimiento, que regrese el usuario y que invite a todos sus amigos, y que ellos a su vez inviten a más gente. Y tres, los anuncios, asegurarse de que mientras todo eso pasa, se obtengan más ganancias con la publicidad. Cada objetivo está configurado con algoritmos, que trabajan para que esas métricas se cumplan a cabalidad, y aumenten.

Hemos creado un mundo en el que estar conectados se ha vuelto algo vital, sobre todo para los jóvenes. Y sin embargo, en ese mundo cada vez que dos personas se conectan la única forma de financiarlo es a través de un tercero infiltrado, que paga por manipular a esas personas. Así creamos una generación global de personas que crecen en un contexto donde el significado de la comunicación, el significado de la cultura, es la manipulación. Hemos puesto al engaño y la infiltración en la vida privada en el centro absoluto de lo que hacemos.

“Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”: Arthur C. Clarke

La tecnología como instrumento de persuasión es el modo aplicado al extremo, porque lo que se desea es modificar las conductas, que las personas actúen de determinada manera, que se mantengan haciendo “scroll” con el dedo. En psicología es lo que se conoce como “refuerzo positivo intermitente”. No sabes cuándo lo conseguirás, o si lo conseguirás. No basta que lo hagas conscientemente, quiero invadir tu tallo cerebral e implantar en él un hábito inconsciente, para que estés programado en un nivel tan profundo, que ni siquiera lo adviertas.

Existe toda una disciplina llamada “Técnicas de crecimiento acelerado”. Equipos de ingenieros que trabajan para hackear la mente de las personas y obtener más crecimiento, más usuarios, más actividad, más visualización, que inviten más y más amigos a la red. Nos están convirtiendo a todos en ratas de laboratorio, con las cuales las empresas de tecnología están experimentando constantemente. No pretenden beneficiarnos. Somos solamente zombies, y quieren que veamos más y más anuncios, para poder ellos ganar más dinero.

Facebook realizó lo que llamaron “experimentos de contagio en gran escala”... ¿Cómo utilizar señales subliminales en las páginas de Facebook para que más personas fueran a votar en las elecciones? Y descubrieron que podían lograrlo. Una de las conclusiones fue que ahora saben que pueden afectar la conducta y las emociones en el mundo real, sin despertar la conciencia de los usuarios, que se mantienen totalmente ignorantes de lo que les sucede. Apuntan esos motores de la inteligencia artificial para re-aprender lo que provoca una determinada respuesta. Se trata de averiguar cómo se puede manipular psicológicamente a las personas lo más rápido posible, y devolverles el golpe de dopamina (la dopamina es la substancia química que media el placer en el cerebro. Su secreción se da en las situaciones agradables, y estimula a la persona a buscar aquella actividad u ocupación que le resulta agradable).

Todas las redes sociales lo han hecho: explotar la psicología humana. Pasamos de un entorno tecnológico basado en herramientas, a un entorno basado en la adicción y la manipulación. Eso es lo que cambió. Las redes sociales no son una herramienta que espera ser usada. Tiene sus metas propias y sus propios medios para conseguirlas, utilizando la psicología en contra de las personas.

“Sólo hay dos industrias que llaman ‘usuarios’ a sus clientes: el narcotráfico, y la tecnología”: Edward Tufle

Las redes sociales son comparables a una droga. Tenemos un imperativo biológico básico que nos impulsa a conectarnos con otra gente, y que induce en forma directa la producción de dopamina como recompensa. Este sistema está respaldado por millones de años de evolución, que ha dado lugar a que los seres humanos se reúnan y vivan en comunidades, que encuentren pareja y perpetúen la especie. No hay duda de que un vehículo como las redes sociales, que optimiza esta conexión entre las personas, tenga el potencial de ser adictivo. Estos productos tecnológicos no fueron creados por psicólogos infantiles con la intención de proteger y cuidar a los niños. Están diseñados para que esos algoritmos sean excelentes para recomendarles videos, o hacer que se tomen fotos utilizando unos filtros. No sólo controlan dónde ponen su atención. Las redes sociales, sobre todo, empiezan a indagar profundamente en el tallo cerebral, hasta que finalmente logran conquistar y dominar el sentido de valoración e identidad de los niños.

ooOoo

La transcripción completa del apasionante material contenido en el documental de Netflix ocupó la friolera de 16 minicuartillas escritas a mano, de las cuales el día de hoy apenas les he entregado las primeras siete, por lo que resulta imposible incluir la totalidad del material transcrito en un solo espacio de video o de lectura. Por ello, y haciendo una excepción en la costumbre, me propongo presentar a ustedes la segunda parte mañana mismo, o a más tardar pasado mañana, primero Dios.

Creo que el contenido del documental de Netflix y lo que en él se maneja, es lo suficientemente importante como para darle seguimiento. Pero ver estos videos, o leer ambos escritos en su totalidad, depende única y exclusivamente de ustedes. Y, desde luego, a ustedes corresponde reaccionar y dar respuesta a los planteamientos que se hacen.

De todo corazón espero que lo hagan, después de haber dedicado el tiempo que sea necesario a reflexionar sobre estas inquietantes situaciones que, desde mi punto de vista personal, tienen la capacidad para afectar en forma definitiva y profunda nuestra vida personal, la de nuestras familias, y la de las comunidades en que vivimos.

Basado en el contenido del documental

“El dilema de las redes sociales”

Presentado por Netflix y Argent Pictures

Fecha de estreno: 2020

Duración: 94 min.

Director: Jeff Orlowski

Elenco: Skyler Gisondo, Kara Hayward y Vincent Kartheiser

Lo que van a ver ustedes a continuación es la transcripción textual, exacta, realizada por el suscrito, de los impactantes comentarios que realizan los especialistas en materia de redes sociales que participan en el documental, y que son expertos conocedores a profundidad de las formas y las metas de las grandes empresas de tecnología, así como los puntos de vista que ofrecen los escritores, médicos y psicólogos, que participan en el estupendo documental al que hago referencia.

“Nada extraordinario llega a la vida de los mortales, que esté separado de la desgracia”: Sófocles

Las redes sociales son plataformas creadas originalmente como algo benéfico y positivo para la gente, y que muy probablemente así resultaron en el principio. Es el modo como se están utilizando lo que produce los efectos negativos que serán comentados a lo largo de esta presentación.

¿Cuál es el problema?

Son varios:

  • La relación entre la salud mental y el uso de las redes sociales.

  • La creación de adicciones a los dispositivos electrónicos.

  • El aislamiento en una burbuja creada por la tecnología.

  • Las noticias falsas abundan, aumentan y amenazan a todas las sociedades.

Existe un gran debate sobre si las redes deprimen a los niños. Podemos tomar como ejemplo la distrofia generada por Snapshot, a partir de las imágenes de selfies manipuladas y alteradas a voluntad.

¿Cómo se maneja una epidemia en el mundo ficticio creado por las noticias falsas?

Pasamos de la era de la información, a la era de la desinformación. Las democracias se encuentran bajo ataque. Las herramientas creadas por la tecnología están empezando a corroer el tejido social, y la manera como funciona la sociedad. Esto nos coloca frente a un dilema social extraordinariamente complejo de captar y entender.

La nueva tecnología tiene nuevos usos y propósitos. ¿De qué manera y en qué ha fallado la industria de la tecnología? Está generando una cacofonía de quejas y escándalos: Robo de datos, adicción a los artefactos creados por la tecnología, proliferación de noticias falsas, polarización social, hackeo en las elecciones... Problemas que suceden todos al mismo tiempo.

El problema con la tecnología no tiene un nombre específico, y tiene que ver con una fuente… miramos alrededor y parece que el mundo entero está enloqueciendo. ¿Es esto normal? ¿O todos estamos siendo hechizados de alguna manera? Con la industria de la tecnología vamos a la deriva. Nunca antes en la historia había sucedido que 50 diseñadores entre los 25 y los 35 años de edad, habían tomado decisiones que afectarían a dos mil millones de personas. Dos mil millones de personas que pensarían cosas que jamás se habían planteado, porque alguien en Google dijo: “Así son las notificaciones”.

En los primeros 50 años de Silicon Valley se crearon productos, hardware y software, y los vendían a los clientes. Un negocio relativamente sencillo. En los últimos 10 años, las empresas más grandes han estado vendiendo a sus usuarios. Como no pagamos por los productos que utilizamos, los anunciantes son los clientes, y nosotros nos convertimos en el producto vendido: “Si no pagas el producto, entonces tú eres el producto”.

Las diferentes redes: Facebook, Snapshot, Twitter, Instagram, YouTube, etcétera, están compitiendo por tu atención, así que su modelo de negocios es mantener a la gente pegada a las pantallas el mayor tiempo posible… “¿Cuándo de tu tiempo y de tu vida, podemos lograr que nos entregues?”

En Internet hay muchos servicios que equivocadamente creemos que son gratis. No lo son. Los pagan los anunciantes, y los pagan a cambio de que se nos muestren sus anuncios. Somos nosotros el producto, y nuestro tiempo y nuestra atención es lo que se les vende. La consecuencia es el cambio gradual e imperceptible que sufre la conducta y la percepción del usuario. Ese es el producto, el único producto posible. Es lo único que esas empresas tienen para ganar dinero: cambiar lo que eres, la manera como piensas, quién eres.

Dice Shoshana Zuboff (PhD, Harvard Business School): “Es un cambio gradual. Es leve. No se nota ni se siente. Es lo que las empresas de tecnología siempre han soñado: Tener la garantía de que si ponen un anuncio, será exitoso. Ese es el negocio: vender seguridad, certeza. Y para tener éxito debes tener buenas predicciones. Las buenas predicciones comienzan con un imperativo: necesitas mucha información”.

Eso ha dado lugar a lo que muchos llaman “capitalismo de vigilancia”. Este capitalismo se beneficia del rastreo infinito de los lugares a donde todos van, mediante grandes empresas de tecnología cuyos modelos de negocios es asegurar que los anunciantes tendrán el mayor éxito posible. Ahora este es un nuevo tipo de mercado. Uno que antes no existía. Un mercado que se dedica exclusivamente a vender futuros humanos. Así como hay mercados que comercializan futuros de carne de cerdo, o ‘comodities’ como minerales y petróleo, ahora tenemos mercados que negocian futuros humanos a gran escala, y esos mercados produjeron los miles de millones de dólares que han convertido a las empresas de Internet en las más ricas en la historia de la humanidad.

La gente necesita saber que todo lo que hacen en línea es registrado, rastreado, observado, medido y guardado. Cada acción que se realiza es minuciosamente monitoreada y registrada cuidadosamente: qué imagen te detienes a ver y por cuánto tiempo la miras (tiempo de visualización medido), saben lo que haces cada minuto del día, y por qué lo haces. Lo saben todo de ti: Si eres introvertido o extrovertido, qué tipo de neurosis tienes, cómo es tu personalidad. La intimidad y la privacidad no existen… tienen más información sobre nosotros de lo que nadie jamás imaginó en la historia de la humanidad. Es algo que no tiene precedentes. Toda esta información que estamos ingresando constantemente, es recogida en estos sistemas que casi no tienen supervisión humana, y que son cada vez más capaces de realizar mejores predicciones sobre lo que hacemos y quiénes somos.

Muchos piensan que nuestros datos se venden. Facebook no tiene interés económico en dar o vender esa información. ¿Qué hace entonces con ella? Construir modelos que predicen nuestras acciones. Del otro lado de la pantalla es como si tuvieran un muñeco vudú idéntico a nosotros. Todo lo que hemos hecho, todos y cada uno de los clicks que hemos dado, los videos que hemos visto, los “me gusta”, todo eso permite que se construya un modelo más preciso, y cuando se tiene ese modelo se puede predecir con exactitud lo que hará una persona, cómo reaccionará, a dónde irá, qué video verá, qué tipo de emociones y estímulos la mueven…

Muchas de esas grandes empresas tienen tres objetivos principales: Uno, la virulización, que aumente el uso, la permanencia del usuario ante la pantalla. Dos, el crecimiento, que regrese el usuario y que invite a todos sus amigos, y que ellos a su vez inviten a más gente. Y tres, los anuncios, asegurarse de que mientras todo eso pasa, se obtengan más ganancias con la publicidad. Cada objetivo está configurado con algoritmos, que trabajan para que esas métricas se cumplan a cabalidad, y aumenten.

Hemos creado un mundo en el que estar conectados se ha vuelto algo vital, sobre todo para los jóvenes. Y sin embargo, en ese mundo cada vez que dos personas se conectan la única forma de financiarlo es a través de un tercero infiltrado, que paga por manipular a esas personas. Así creamos una generación global de personas que crecen en un contexto donde el significado de la comunicación, el significado de la cultura, es la manipulación. Hemos puesto al engaño y la infiltración en la vida privada en el centro absoluto de lo que hacemos.

“Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”: Arthur C. Clarke

La tecnología como instrumento de persuasión es el modo aplicado al extremo, porque lo que se desea es modificar las conductas, que las personas actúen de determinada manera, que se mantengan haciendo “scroll” con el dedo. En psicología es lo que se conoce como “refuerzo positivo intermitente”. No sabes cuándo lo conseguirás, o si lo conseguirás. No basta que lo hagas conscientemente, quiero invadir tu tallo cerebral e implantar en él un hábito inconsciente, para que estés programado en un nivel tan profundo, que ni siquiera lo adviertas.

Existe toda una disciplina llamada “Técnicas de crecimiento acelerado”. Equipos de ingenieros que trabajan para hackear la mente de las personas y obtener más crecimiento, más usuarios, más actividad, más visualización, que inviten más y más amigos a la red. Nos están convirtiendo a todos en ratas de laboratorio, con las cuales las empresas de tecnología están experimentando constantemente. No pretenden beneficiarnos. Somos solamente zombies, y quieren que veamos más y más anuncios, para poder ellos ganar más dinero.

Facebook realizó lo que llamaron “experimentos de contagio en gran escala”... ¿Cómo utilizar señales subliminales en las páginas de Facebook para que más personas fueran a votar en las elecciones? Y descubrieron que podían lograrlo. Una de las conclusiones fue que ahora saben que pueden afectar la conducta y las emociones en el mundo real, sin despertar la conciencia de los usuarios, que se mantienen totalmente ignorantes de lo que les sucede. Apuntan esos motores de la inteligencia artificial para re-aprender lo que provoca una determinada respuesta. Se trata de averiguar cómo se puede manipular psicológicamente a las personas lo más rápido posible, y devolverles el golpe de dopamina (la dopamina es la substancia química que media el placer en el cerebro. Su secreción se da en las situaciones agradables, y estimula a la persona a buscar aquella actividad u ocupación que le resulta agradable).

Todas las redes sociales lo han hecho: explotar la psicología humana. Pasamos de un entorno tecnológico basado en herramientas, a un entorno basado en la adicción y la manipulación. Eso es lo que cambió. Las redes sociales no son una herramienta que espera ser usada. Tiene sus metas propias y sus propios medios para conseguirlas, utilizando la psicología en contra de las personas.

“Sólo hay dos industrias que llaman ‘usuarios’ a sus clientes: el narcotráfico, y la tecnología”: Edward Tufle

Las redes sociales son comparables a una droga. Tenemos un imperativo biológico básico que nos impulsa a conectarnos con otra gente, y que induce en forma directa la producción de dopamina como recompensa. Este sistema está respaldado por millones de años de evolución, que ha dado lugar a que los seres humanos se reúnan y vivan en comunidades, que encuentren pareja y perpetúen la especie. No hay duda de que un vehículo como las redes sociales, que optimiza esta conexión entre las personas, tenga el potencial de ser adictivo. Estos productos tecnológicos no fueron creados por psicólogos infantiles con la intención de proteger y cuidar a los niños. Están diseñados para que esos algoritmos sean excelentes para recomendarles videos, o hacer que se tomen fotos utilizando unos filtros. No sólo controlan dónde ponen su atención. Las redes sociales, sobre todo, empiezan a indagar profundamente en el tallo cerebral, hasta que finalmente logran conquistar y dominar el sentido de valoración e identidad de los niños.

ooOoo

La transcripción completa del apasionante material contenido en el documental de Netflix ocupó la friolera de 16 minicuartillas escritas a mano, de las cuales el día de hoy apenas les he entregado las primeras siete, por lo que resulta imposible incluir la totalidad del material transcrito en un solo espacio de video o de lectura. Por ello, y haciendo una excepción en la costumbre, me propongo presentar a ustedes la segunda parte mañana mismo, o a más tardar pasado mañana, primero Dios.

Creo que el contenido del documental de Netflix y lo que en él se maneja, es lo suficientemente importante como para darle seguimiento. Pero ver estos videos, o leer ambos escritos en su totalidad, depende única y exclusivamente de ustedes. Y, desde luego, a ustedes corresponde reaccionar y dar respuesta a los planteamientos que se hacen.

De todo corazón espero que lo hagan, después de haber dedicado el tiempo que sea necesario a reflexionar sobre estas inquietantes situaciones que, desde mi punto de vista personal, tienen la capacidad para afectar en forma definitiva y profunda nuestra vida personal, la de nuestras familias, y la de las comunidades en que vivimos.