/ sábado 17 de octubre de 2020

Casa de las ideas | El gran dilema social. Parte 2

Basado en el contenido del documental

“El dilema de las redes sociales”

Presentado por Netflix y Argent Pictures

Fecha de estreno: 2020

Duración: 94 min.

Director: Jeff Orlowski

Elenco: Skyler Gisondo, Kara Hayward y Vincent Kartheiser

A continuación les ofrezco a ustedes la segunda parte, y final de la transcripción realizada por el suscrito, de los comentarios que realizan los especialistas en materia de redes sociales que participaron en el documental, y que son expertos conocedores a profundidad de las formas, los fondos y las metas de las grandes empresas de tecnología, así como también los puntos de vista ofrecidos por los diversos escritores, médicos y psicólogos que participan en el estupendo documental al que hago referencia. Iniciaré repitiendo la frase del inmortal poeta trágico ateniense Sófocles (495-406 a.C.), que resulta perfectamente aplicable al gran dilema social que enfrentamos, como seres individuales y como sociedad:

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“Nada extraordinario llega a la vida de los mortales, que esté separado de la desgracia”

Las investigaciones realizadas nos demuestran que la depresión y la ansiedad han aumentado en forma impresionante en los jóvenes adolescentes de los Estados Unidos, y que este fenómeno empezó a dispararse entre los años 2011 y 2013. Incremento acelerado en heridas autoinfligidas y suicidios, y de acuerdo con los análisis y estudios realizados, ese patrón apunta directo hacia las redes sociales.

La Generación Z, los niños nacidos después de 1996, son la primera generación en la historia que tuvo acceso a las redes sociales en las escuelas secundarias. Una generación completa, que actualmente ronda los 25 años de edad, está más ansiosa, más frágil, más deprimida, que ninguna otra anteriormente. Según estudios realizados por los especialistas, los integrantes de esa generación se sienten menos cómodos asumiendo riesgos. Este es un cambio muy real y muy perceptible que está afectando a toda una generación. Estamos entrenando y condicionando a una nueva generación para que cuando se sientan inseguros, solitarios, incómodos, tristes o temerosos, acudan a un chupón digital que atrofia la capacidad de lidiar con esas situaciones.

Lo más peligroso de todo esto es el hecho de que está impulsado por una tecnología que avanza con una rapidez increíble, y se está propagando de manera exponencial. De los años 60 a la fecha, la potencia de procesamiento de datos ha aumentado aproximadamente tres mil millones de veces. Y en cambio la fisiología de nuestro cerebro se ha mantenido prácticamente igual, estática, casi sin evolucionar. Con la ingeniería genética se podrían desarrollar nuevos tipos de seres humanos, pero siendo realistas debemos reconocer que tenemos en nuestro organismo un cerebro que tiene millones de años, y por otro lado está la pantalla, y del otro lado de la pantalla hay miles de ingenieros y super-computadoras cuyos objetivos son completamente diferentes a los nuestros… Y yo les pregunto a ustedes, amigas y amigos: ¿Quién podrá ganar en este juego que se juega con tantas ventajas para un lado, y tantas desventajas para el otro?

Cuando se reflexiona sobre la inteligencia artificial y se piensa que ésta arruinará al mundo, dejamos de considerar que, de hecho, la inteligencia artificial ya controla al mundo actual. Incluso hablar de inteligencia artificial constituye en sí misma una metáfora. En empresas gigantescas como Google, hay habitaciones enormes repletas de computadoras; miles y miles de ellas, hasta el infinito. Todas conectadas entre sí, ejecutando programas muy complejos y transmitiendo información todo el tiempo, noche y día… sin pausa ni descanso.

Algunos algoritmos podrían describirse como sencillos, otros en cambio son muy complicados y podrían ser considerados inteligencia. Los algoritmos son opiniones en código, y los algoritmos no son objetivos en sus funciones. Están optimizados exclusivamente para lograr el éxito. El algoritmo tiene una mente propia, y aunque una persona lo escriba, está escrito de tal manera que luego el algoritmo cambia y se modifica solo. Muy pocos entienden cómo funcionan estos sistemas, y ni siquiera ellos terminan de entender qué pasará con un contenido en particular. Como seres humanos, casi perdimos el control de estos sistemas, porque son ellos los que ahora controlan la información que recibimos. Ellos nos controlan más de lo que nosotros podemos controlarlos.

Muchos de los graves problemas actuales, como por ejemplo la creciente polarización política y social, existen mayormente en la TV por cable. Los medios en general y las redes en particular tienen también el mismo problema, en el cual el modelo de negocio dominante es vendernos algo. Internet es, por mucho, el medio más eficiente para ello. La gente cree que el algoritmo está diseñado para darles lo que realmente quieren, pero no es así. El algoritmo intenta encontrar unos puntos/motores que son muy poderosos, y determinar con exactitud cuál de ellos es el más cercano a los intereses particulares de cada uno de nosotros.

Los estudios realizados demuestran que en Twitter las noticias falsas se difunden 6 veces más rápido que las verdaderas... ¿Cómo será este mundo, cuando uno de los protagonistas tiene una ventaja 6 veces mayor sobre los otros? Hemos creado un sistema altamente eficiente que tiende hacia la información falsa. No porque lo queramos, sino porque (mucho ojo con esto): la difusión de información falsa hace que las empresas ganen millones de dólares. La verdad es aburrida. Es un eficiente modelo de desinformación creado con fines de lucro. Estamos siendo bombardeados incesantemente con rumores y teorías conspirativas. La gente no distingue entre lo que es verdadero y lo que es falso, y esa es una cuestión de vida o muerte. Las redes sociales amplifican de manera exponencial los chismes y los rumores, al punto de que ya no sabemos cuál es la verdad, sin importar el tema que nos interese.

Uno de los grandes problemas con Facebook es que como herramienta de persuasión puede ser lo mejor que haya sido creado jamás. Ahora bien, imaginemos lo que esa poderosa herramienta representa en manos de un dictador, un tirano, o un gobernante autoritario. Si lo que se desea es controlar a la población de un país, jamás ha habido una herramienta tan efectiva como Facebook. Algunas de las consecuencias de los gobiernos y los otros malintencionados que utilizan las redes como armas, es que han causado daños tremendos en la vida real, como sucedió por ejemplo en Birmania, no hace mucho.

Si se desea manipular una elección se puede crear en Facebook una teoría conspirativa, y encontrar 100 personas que la difundan y convenzan a otros de que es real, y entonces Facebook producirá miles de usuarios que acepten como válida la falsedad creada. Los algoritmos y los políticos manipuladores se están volviendo expertos en aprender cómo llegarnos, cómo meterse en nuestro interior hasta lo más profundo, maestros en crear noticias falsas que absorbemos como si fueran reales, y en confundirnos para que demos crédito a esas mentiras. Como si tuviéramos cada vez menos control sobre quiénes somos y en qué creemos.

Imaginemos un mundo en el cual nadie cree nada que sea verdad. Todos piensan que el Gobierno les miente y les engaña. Todo es parte de una teoría conspirativa. Nadie debe confiar en nadie. Se odia y desprecia a los del otro bando. La democracia enfrenta una terrible crisis de confianza. Lo que estamos viendo es un ataque global a la democracia. La mayoría de los países que se ubican en el centro de los ataques realizan elecciones democráticas. Está pasando en gran escala. Con gobiernos y con millonarios que dicen: “Quiero desestabilizar este país, o aquel otro… ¿cuánto me cuesta?

En la industria de la tecnología se crean las herramientas para desestabilizar y corroer el tejido de la sociedad, todos los países a la vez, en todas partes. Algunas de las naciones más desarrolladas del planeta están colapsando y colisionando entre sí, y ¿qué tienen en común? La manipulación por parte de un tercero no es un truco. Los interesados en intervenir maliciosamente lo que hacen es usar las herramientas creadas por Facebook para anunciantes y usuarios legítimos, y utilizándolas con un propósito perverso. No existe ningún recurso que sea mejor que un click para combatir la falsedad y la mentira. Si no estamos de acuerdo en lo que es verdad, o en que la verdad existe, estamos jodidos. Este es el problema detrás de los otros problemas, porque si no logramos coincidir en qué es verdad, no podremos resolver ninguno de nuestros problemas.

Mucha gente en Silicon Valley suscribe la teoría de que estamos construyendo un súper cerebro global, y que todos los usuarios somos simples neuronas intercambiables, y que ninguno es particularmente importante. Y subyuga a la gente en ese extraño papel donde somos un pequeño elemento informático programado mediante la manipulación de la conducta, puesta al servicio de este megacerebro gigantesco, y que la persona individual no importa. No se le pagará, no se le la reconocerá, no podrá tomar decisiones. Será manipulada sutilmente porque es un simple nodo informático.

¿La tecnología representa realmente una amenaza existencial? Existen numerosos pretextos para considerar que no es así. La tecnología en sí puede no representar una amenaza existencial, pero la capacidad que tiene para sacar lo peor de la sociedad constituye una amenaza existencial muy real. Y lo peor de la sociedad es en sí mismo una amenaza existencial. Si la tecnología crea un caos masivo, indignación, falta de confianza en el otro, soledad, alienación, más polarización social, más hackeo electoral, más populismo, más distracciones e incapacidad de pensar en los problemas reales… eso afecta profundamente a la sociedad. Y ahora la sociedad es incapaz de curarse, y se está enfermando cada vez más y volviéndose cada vez más caótica. Aún que no se utilicen, estas cosas se han convertido en monstruos digitales que transforman el mundo a su imagen, alterando la salud mental de los niños y los adultos, manipulando la política y el discurso político. Y entonces ¿quién el responsable? Las plataformas deberían ser ser responsables, y al tratar con los temas de campañas electorales deberían proteger las elecciones.

La carrera para mantener la atención de los usuarios no va a desaparecer. La tecnología se integrará cada vez más a nuestras vidas, no menos. La inteligencia artificial mejorará las predicciones de nuestras conductas. Esto es aterrador... ¿O acaso estamos sobrerreaccionando sobre algo que no alcanzamos a comprender? Con nuestra ignorancia colectiva, en otros 20 años probablemente habremos destruido nuestra civilización. Tal vez no podamos resolver el cambio climático, quizá degrademos las democracias del mundo y las convirtamos en una especie de autocracia disfuncional. Quizá arruinemos la economía global. Tal vez no sobrevivamos. Son situaciones que tienen características realmente existenciales. ¿Será esta la última generación de personas que sabrán cómo era la vida antes de esta ilusión? ¿Cómo despiertas de la Matrix, si no sabes que estás dentro de ella?

“Ya sea por utopía u olvido, será una carrera de relevos, hasta el último momento”

Buckminster Fuller.

Mucho de lo que estamos diciendo suena casi como una pesadilla de un solo lado: “¡Oh Dios, la tecnología destruye al mundo, a nuestros niños, a nuestra sociedades!” Y no necesariamente es así. Es confuso porque es una utopía y una distopía al mismo tiempo. El problema de fondo está en el modelo de negocios adoptado por las empresas de tecnología. Podríamos cerrar por completo los servicios y destruir lo que sea, o podemos darles unos simples retoques y ajustes, pero al final del día de lo que se trata es incrementar los ingresos y las utilidades de las empresas, mediante la venta del tiempo y la atención de los usuarios. Pero ¿acaso vamos a ceder siempre ante la gente más rica y poderosa? O vamos a decir: “¿Saben qué? A veces el interés nacional, los intereses de la gente, de los usuarios, y el bien común, son más importantes que las ganancias de alguien que ya es multimillonario”.

Estos mercados que socavan la democracia y destruyen la libertad, deberían estar prohibidos, o cuando menos severamente regulados, y no lo están. Esta no es una propuesta radical. Hay otros mercados prohibidos: el comercio con órganos humanos, la venta de seres humanos, las drogas y sustancias enervantes, etcétera, porque todos tienen efectos profundamente destructivos. Vivimos en un mundo en que un árbol tiene más valor económico muerto que vivo, y una ballena vale más muerta que viva. Mientras la economía funcione así y las corporaciones no estén reguladas, seguirán destruyendo árboles, matando ballenas y perforando la tierra para extraer minerales y petróleo, aunque sepamos que están destruyendo al planeta, y que quedará un mundo peor para las generaciones futuras. Hemos creado estas cosas, y somos responsables de cambiarlas. Las críticas generalmente impulsan las mejorías. Salvar a nuestra sociedad depende de que salgamos lo antes posible de este modelo de negocios corrosivo.

Solo la voluntad colectiva puede lograr el cambio milagroso. Podemos lograrlo, aunque tome mucho tiempo. Porque no todos reconocen que el problema existe, y que el problema es grave. Esta enorme maquinaria no cambiará hasta que se levante una gran presión pública, y lo consiga.

ooOoo

Los especialistas y los expertos que participaron en este documental de Netflix, finalizan haciendo varias recomendaciones para combatir los efectos nocivos que generan las redes sociales:

  • Desinstalar en los teléfonos celulares la mayor cantidad de aplicaciones posible

  • Desinstalar por completo las notificaciones, vehículos favoritos para los rumores y las noticias falsas

  • No aceptar ningún video recomendado por ninguna de las redes

  • Elegir en todo momento. Utilizar la capacidad de decisión. Es otra forma de pelear

  • Antes de compartir algo, verificar la fuente cuidadosamente. Utilizar el discernimiento

  • Si te parece que algo está diseñado para apelar a tus emociones, seguramente así es. Evítalo.

  • Recuerda que con cada click que haces básicamente contribuyes a ese sistema

  • Asegúrate de tener siempre información diversa y abundante respecto a cualquier tema

  • Abandona el sistema

  • Elimina la porquería

Creo que el documental de Netflix debería ser visto por la mayor cantidad de personas posible. Pero no solo se trata de verlo, sino también de reflexionar a profundidad sobre el contenido, y después actuar. Sin reflexionar y sin actuar nada cambiará, y todo seguirá empeorando. En mi opinión personal el problema es real, y sus consecuencias implican peligros reales. No podemos fingir que el problema no existe, o que se están exagerando sus efectos. Lo que finalmente está en riesgo es la estabilidad de nuestra sociedad, dentro de la cual las familias y los individuos somos las piezas claves, por desgracia, las más vulnerables.

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Basado en el contenido del documental

“El dilema de las redes sociales”

Presentado por Netflix y Argent Pictures

Fecha de estreno: 2020

Duración: 94 min.

Director: Jeff Orlowski

Elenco: Skyler Gisondo, Kara Hayward y Vincent Kartheiser

A continuación les ofrezco a ustedes la segunda parte, y final de la transcripción realizada por el suscrito, de los comentarios que realizan los especialistas en materia de redes sociales que participaron en el documental, y que son expertos conocedores a profundidad de las formas, los fondos y las metas de las grandes empresas de tecnología, así como también los puntos de vista ofrecidos por los diversos escritores, médicos y psicólogos que participan en el estupendo documental al que hago referencia. Iniciaré repitiendo la frase del inmortal poeta trágico ateniense Sófocles (495-406 a.C.), que resulta perfectamente aplicable al gran dilema social que enfrentamos, como seres individuales y como sociedad:

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“Nada extraordinario llega a la vida de los mortales, que esté separado de la desgracia”

Las investigaciones realizadas nos demuestran que la depresión y la ansiedad han aumentado en forma impresionante en los jóvenes adolescentes de los Estados Unidos, y que este fenómeno empezó a dispararse entre los años 2011 y 2013. Incremento acelerado en heridas autoinfligidas y suicidios, y de acuerdo con los análisis y estudios realizados, ese patrón apunta directo hacia las redes sociales.

La Generación Z, los niños nacidos después de 1996, son la primera generación en la historia que tuvo acceso a las redes sociales en las escuelas secundarias. Una generación completa, que actualmente ronda los 25 años de edad, está más ansiosa, más frágil, más deprimida, que ninguna otra anteriormente. Según estudios realizados por los especialistas, los integrantes de esa generación se sienten menos cómodos asumiendo riesgos. Este es un cambio muy real y muy perceptible que está afectando a toda una generación. Estamos entrenando y condicionando a una nueva generación para que cuando se sientan inseguros, solitarios, incómodos, tristes o temerosos, acudan a un chupón digital que atrofia la capacidad de lidiar con esas situaciones.

Lo más peligroso de todo esto es el hecho de que está impulsado por una tecnología que avanza con una rapidez increíble, y se está propagando de manera exponencial. De los años 60 a la fecha, la potencia de procesamiento de datos ha aumentado aproximadamente tres mil millones de veces. Y en cambio la fisiología de nuestro cerebro se ha mantenido prácticamente igual, estática, casi sin evolucionar. Con la ingeniería genética se podrían desarrollar nuevos tipos de seres humanos, pero siendo realistas debemos reconocer que tenemos en nuestro organismo un cerebro que tiene millones de años, y por otro lado está la pantalla, y del otro lado de la pantalla hay miles de ingenieros y super-computadoras cuyos objetivos son completamente diferentes a los nuestros… Y yo les pregunto a ustedes, amigas y amigos: ¿Quién podrá ganar en este juego que se juega con tantas ventajas para un lado, y tantas desventajas para el otro?

Cuando se reflexiona sobre la inteligencia artificial y se piensa que ésta arruinará al mundo, dejamos de considerar que, de hecho, la inteligencia artificial ya controla al mundo actual. Incluso hablar de inteligencia artificial constituye en sí misma una metáfora. En empresas gigantescas como Google, hay habitaciones enormes repletas de computadoras; miles y miles de ellas, hasta el infinito. Todas conectadas entre sí, ejecutando programas muy complejos y transmitiendo información todo el tiempo, noche y día… sin pausa ni descanso.

Algunos algoritmos podrían describirse como sencillos, otros en cambio son muy complicados y podrían ser considerados inteligencia. Los algoritmos son opiniones en código, y los algoritmos no son objetivos en sus funciones. Están optimizados exclusivamente para lograr el éxito. El algoritmo tiene una mente propia, y aunque una persona lo escriba, está escrito de tal manera que luego el algoritmo cambia y se modifica solo. Muy pocos entienden cómo funcionan estos sistemas, y ni siquiera ellos terminan de entender qué pasará con un contenido en particular. Como seres humanos, casi perdimos el control de estos sistemas, porque son ellos los que ahora controlan la información que recibimos. Ellos nos controlan más de lo que nosotros podemos controlarlos.

Muchos de los graves problemas actuales, como por ejemplo la creciente polarización política y social, existen mayormente en la TV por cable. Los medios en general y las redes en particular tienen también el mismo problema, en el cual el modelo de negocio dominante es vendernos algo. Internet es, por mucho, el medio más eficiente para ello. La gente cree que el algoritmo está diseñado para darles lo que realmente quieren, pero no es así. El algoritmo intenta encontrar unos puntos/motores que son muy poderosos, y determinar con exactitud cuál de ellos es el más cercano a los intereses particulares de cada uno de nosotros.

Los estudios realizados demuestran que en Twitter las noticias falsas se difunden 6 veces más rápido que las verdaderas... ¿Cómo será este mundo, cuando uno de los protagonistas tiene una ventaja 6 veces mayor sobre los otros? Hemos creado un sistema altamente eficiente que tiende hacia la información falsa. No porque lo queramos, sino porque (mucho ojo con esto): la difusión de información falsa hace que las empresas ganen millones de dólares. La verdad es aburrida. Es un eficiente modelo de desinformación creado con fines de lucro. Estamos siendo bombardeados incesantemente con rumores y teorías conspirativas. La gente no distingue entre lo que es verdadero y lo que es falso, y esa es una cuestión de vida o muerte. Las redes sociales amplifican de manera exponencial los chismes y los rumores, al punto de que ya no sabemos cuál es la verdad, sin importar el tema que nos interese.

Uno de los grandes problemas con Facebook es que como herramienta de persuasión puede ser lo mejor que haya sido creado jamás. Ahora bien, imaginemos lo que esa poderosa herramienta representa en manos de un dictador, un tirano, o un gobernante autoritario. Si lo que se desea es controlar a la población de un país, jamás ha habido una herramienta tan efectiva como Facebook. Algunas de las consecuencias de los gobiernos y los otros malintencionados que utilizan las redes como armas, es que han causado daños tremendos en la vida real, como sucedió por ejemplo en Birmania, no hace mucho.

Si se desea manipular una elección se puede crear en Facebook una teoría conspirativa, y encontrar 100 personas que la difundan y convenzan a otros de que es real, y entonces Facebook producirá miles de usuarios que acepten como válida la falsedad creada. Los algoritmos y los políticos manipuladores se están volviendo expertos en aprender cómo llegarnos, cómo meterse en nuestro interior hasta lo más profundo, maestros en crear noticias falsas que absorbemos como si fueran reales, y en confundirnos para que demos crédito a esas mentiras. Como si tuviéramos cada vez menos control sobre quiénes somos y en qué creemos.

Imaginemos un mundo en el cual nadie cree nada que sea verdad. Todos piensan que el Gobierno les miente y les engaña. Todo es parte de una teoría conspirativa. Nadie debe confiar en nadie. Se odia y desprecia a los del otro bando. La democracia enfrenta una terrible crisis de confianza. Lo que estamos viendo es un ataque global a la democracia. La mayoría de los países que se ubican en el centro de los ataques realizan elecciones democráticas. Está pasando en gran escala. Con gobiernos y con millonarios que dicen: “Quiero desestabilizar este país, o aquel otro… ¿cuánto me cuesta?

En la industria de la tecnología se crean las herramientas para desestabilizar y corroer el tejido de la sociedad, todos los países a la vez, en todas partes. Algunas de las naciones más desarrolladas del planeta están colapsando y colisionando entre sí, y ¿qué tienen en común? La manipulación por parte de un tercero no es un truco. Los interesados en intervenir maliciosamente lo que hacen es usar las herramientas creadas por Facebook para anunciantes y usuarios legítimos, y utilizándolas con un propósito perverso. No existe ningún recurso que sea mejor que un click para combatir la falsedad y la mentira. Si no estamos de acuerdo en lo que es verdad, o en que la verdad existe, estamos jodidos. Este es el problema detrás de los otros problemas, porque si no logramos coincidir en qué es verdad, no podremos resolver ninguno de nuestros problemas.

Mucha gente en Silicon Valley suscribe la teoría de que estamos construyendo un súper cerebro global, y que todos los usuarios somos simples neuronas intercambiables, y que ninguno es particularmente importante. Y subyuga a la gente en ese extraño papel donde somos un pequeño elemento informático programado mediante la manipulación de la conducta, puesta al servicio de este megacerebro gigantesco, y que la persona individual no importa. No se le pagará, no se le la reconocerá, no podrá tomar decisiones. Será manipulada sutilmente porque es un simple nodo informático.

¿La tecnología representa realmente una amenaza existencial? Existen numerosos pretextos para considerar que no es así. La tecnología en sí puede no representar una amenaza existencial, pero la capacidad que tiene para sacar lo peor de la sociedad constituye una amenaza existencial muy real. Y lo peor de la sociedad es en sí mismo una amenaza existencial. Si la tecnología crea un caos masivo, indignación, falta de confianza en el otro, soledad, alienación, más polarización social, más hackeo electoral, más populismo, más distracciones e incapacidad de pensar en los problemas reales… eso afecta profundamente a la sociedad. Y ahora la sociedad es incapaz de curarse, y se está enfermando cada vez más y volviéndose cada vez más caótica. Aún que no se utilicen, estas cosas se han convertido en monstruos digitales que transforman el mundo a su imagen, alterando la salud mental de los niños y los adultos, manipulando la política y el discurso político. Y entonces ¿quién el responsable? Las plataformas deberían ser ser responsables, y al tratar con los temas de campañas electorales deberían proteger las elecciones.

La carrera para mantener la atención de los usuarios no va a desaparecer. La tecnología se integrará cada vez más a nuestras vidas, no menos. La inteligencia artificial mejorará las predicciones de nuestras conductas. Esto es aterrador... ¿O acaso estamos sobrerreaccionando sobre algo que no alcanzamos a comprender? Con nuestra ignorancia colectiva, en otros 20 años probablemente habremos destruido nuestra civilización. Tal vez no podamos resolver el cambio climático, quizá degrademos las democracias del mundo y las convirtamos en una especie de autocracia disfuncional. Quizá arruinemos la economía global. Tal vez no sobrevivamos. Son situaciones que tienen características realmente existenciales. ¿Será esta la última generación de personas que sabrán cómo era la vida antes de esta ilusión? ¿Cómo despiertas de la Matrix, si no sabes que estás dentro de ella?

“Ya sea por utopía u olvido, será una carrera de relevos, hasta el último momento”

Buckminster Fuller.

Mucho de lo que estamos diciendo suena casi como una pesadilla de un solo lado: “¡Oh Dios, la tecnología destruye al mundo, a nuestros niños, a nuestra sociedades!” Y no necesariamente es así. Es confuso porque es una utopía y una distopía al mismo tiempo. El problema de fondo está en el modelo de negocios adoptado por las empresas de tecnología. Podríamos cerrar por completo los servicios y destruir lo que sea, o podemos darles unos simples retoques y ajustes, pero al final del día de lo que se trata es incrementar los ingresos y las utilidades de las empresas, mediante la venta del tiempo y la atención de los usuarios. Pero ¿acaso vamos a ceder siempre ante la gente más rica y poderosa? O vamos a decir: “¿Saben qué? A veces el interés nacional, los intereses de la gente, de los usuarios, y el bien común, son más importantes que las ganancias de alguien que ya es multimillonario”.

Estos mercados que socavan la democracia y destruyen la libertad, deberían estar prohibidos, o cuando menos severamente regulados, y no lo están. Esta no es una propuesta radical. Hay otros mercados prohibidos: el comercio con órganos humanos, la venta de seres humanos, las drogas y sustancias enervantes, etcétera, porque todos tienen efectos profundamente destructivos. Vivimos en un mundo en que un árbol tiene más valor económico muerto que vivo, y una ballena vale más muerta que viva. Mientras la economía funcione así y las corporaciones no estén reguladas, seguirán destruyendo árboles, matando ballenas y perforando la tierra para extraer minerales y petróleo, aunque sepamos que están destruyendo al planeta, y que quedará un mundo peor para las generaciones futuras. Hemos creado estas cosas, y somos responsables de cambiarlas. Las críticas generalmente impulsan las mejorías. Salvar a nuestra sociedad depende de que salgamos lo antes posible de este modelo de negocios corrosivo.

Solo la voluntad colectiva puede lograr el cambio milagroso. Podemos lograrlo, aunque tome mucho tiempo. Porque no todos reconocen que el problema existe, y que el problema es grave. Esta enorme maquinaria no cambiará hasta que se levante una gran presión pública, y lo consiga.

ooOoo

Los especialistas y los expertos que participaron en este documental de Netflix, finalizan haciendo varias recomendaciones para combatir los efectos nocivos que generan las redes sociales:

  • Desinstalar en los teléfonos celulares la mayor cantidad de aplicaciones posible

  • Desinstalar por completo las notificaciones, vehículos favoritos para los rumores y las noticias falsas

  • No aceptar ningún video recomendado por ninguna de las redes

  • Elegir en todo momento. Utilizar la capacidad de decisión. Es otra forma de pelear

  • Antes de compartir algo, verificar la fuente cuidadosamente. Utilizar el discernimiento

  • Si te parece que algo está diseñado para apelar a tus emociones, seguramente así es. Evítalo.

  • Recuerda que con cada click que haces básicamente contribuyes a ese sistema

  • Asegúrate de tener siempre información diversa y abundante respecto a cualquier tema

  • Abandona el sistema

  • Elimina la porquería

Creo que el documental de Netflix debería ser visto por la mayor cantidad de personas posible. Pero no solo se trata de verlo, sino también de reflexionar a profundidad sobre el contenido, y después actuar. Sin reflexionar y sin actuar nada cambiará, y todo seguirá empeorando. En mi opinión personal el problema es real, y sus consecuencias implican peligros reales. No podemos fingir que el problema no existe, o que se están exagerando sus efectos. Lo que finalmente está en riesgo es la estabilidad de nuestra sociedad, dentro de la cual las familias y los individuos somos las piezas claves, por desgracia, las más vulnerables.

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