/ viernes 26 de junio de 2020

Casa de las ideas  | Un aberrante renacimiento

Permaneció en estado de hibernación durante poco más de ocho años. Ojo: Dije “estado de hibernación”, no “estado de defunción”.

Hablo del tristemente famoso “Ramal Norte”. Una obra de carácter secundario, complementaria del Acueducto Independencia, que siendo de importancia relativa (más allá de los aspectos técnicos y humanos que involucra), en 2012 se convirtió rápidamente en una Caja de Pandora, en cuyo interior zumbaban furiosamente los avispones, y pululaban los alacranes, las viudas negras y las víboras coralillo. Lo que inicialmente se tomó como un asunto de corte meramente administrativo, enfocado a la aplicación estricta de la normatividad vigente, poco tardó en empezar a derivar hacia la esfera política.

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Y al decir “política” hablo de la política de arrabal, de barrio bajo y callejón maloliente, de esa que con frecuencia contiene dosis industriales de materia fecal. que aún practican en la actualidad los funcionarios, y los hombres de negocios que son como moscardones que revolotean sobre los detritus, y que pertenecen a una casta muy diferente de la verdadera clase empresarial, esa que se dedica a generar riqueza y empleos, evitando caer en los albañales del contubernio, de la componenda, el trastupije y el tráfico de influencias donde todo se puede, todo se logra, y se amasan fortunas escandalosas.

Debo aclarar que no se trata de que no se realicen las obras que sean necesarias para resolver el problema de desabasto de agua que sufre Hermosillo desde hace muchos años. Se trata de que han pasado los años, se han gastado ya miles de millones de pesos con ese propósito, y el problema no se ha resuelto a cabalidad. Quiere decir entonces que las obras han sido deficientemente proyectadas y mal realizadas, y que en lugar de resolver la situación de desabasto, para lo que ha servido es para enriquecer a los funcionarios en turno, a los amigotes de las administraciones municipales, y a los ciudadanos que han integrado los sucesivos consejos consultivos ciudadanos en materia de agua, y que al amparo de su cargo han realizado jugosos negocios. No hay la menor duda de que el agua ha sido y sigue siendo un magnífico negocio… pero únicamente para aquellos que la controlan.

Con el permiso de ustedes me voy a permitir hacer un poco de historia, simplemente para ubicarnos en el contexto de los hechos relacionados con este tema, en el momento en que ocurrieron. De acuerdo con mis archivos, en el mes de mayo de 2012, la Secretaría de Gobernación emitió un boletín informativo, parte del cual me permito ofrecer a ustedes a continuación:

“Por serias violaciones a la Ley de Aguas Nacionales y su Reglamento, así como de la Ley General de Protección del Equilibrio Ecológico, el Gobierno de la República a través de Sdgob, Semarnat, Profepa y Conagua, determinaron clausurar la obra en proceso denominada Ramal Norte, por no contar con Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) y su resolutivo; asimismo se actuó en la suspensión de los trabajos en la línea de trazo de tubo del Ramal Norte, como medida cautelar por la ocupación irregular del vaso de la Presa Abelardo L. Rodríguez.

Así lo informaron en conferencia conjunta los delegados federales Adolfo García Morales (Sdgob); Ulises Cristópulos Ríos (Semarnat); César A. Lagarda Lagarda (Conagua); y Jorge Carlos Flores Monge (Profepa).

El Gobierno de la República, informó que estas actuaciones para el respeto del marco de legalidad, no afectan el abasto de agua potable a la ciudad de Hermosillo, mismo consumo que sigue garantizado al 100 por ciento, tal y como lo han declarado las autoridades estatales en la materia, desde semanas atrás”. Fin del boletín.

El llamado “Ramal Norte” forma parte original de las obras complementarias del Acueducto Independencia dentro de esta ciudad capital, y en aquellos momentos de conflicto y enfrentamiento, en los corrillos y mentideros se estuvo insistiendo en que había sido planeado para proveer de agua a ciertos negocios y desarrollos inmobiliarios privados, propiedad de personajes íntimamente relacionados con la administración padrés-ista, y que nada en lo absoluto tenían que ver con el abasto de los usuarios hermosillenses. La diligencia de clausura que fue emprendida por el Gobierno federal, a través de las delegaciones que guardan relación con el asunto, marcó un parteaguas claro y contundente en lo que respecta al Acueducto Independencia, y las obras adicionales que lo complementan.

Es importante decir que, desde el punto de vista técnico, el proyecto del acueducto inicia en la obra de toma que se localiza en el vaso de la presa El Novillo, y concluye en los depósitos de almacenamiento de agua que deberían ubicarse estratégicamente en las partes altas, dentro de la mancha urbana de la ciudad, para luego entregar el agua en los domicilios de los usuarios, por gravedad y mediante la red urbana de distribución. Se trata de un proyecto integral, y no existen dos o tres obras distintas. Es una sola obra, de punta a punta, aclaración que me parece pertinente hacer para evitar más confusiones de las que existen.

Fuentes confiables me han comentado que el proyecto maestro del Acueducto Independencia jamás estuvo completo, y que se fue armando a medida que se realizaba la obra en forma apresurada, motivo por el cual ésta se encuentra plagada de defectos. El hecho de que el Ramal Norte haya sido cancelado por diversos motivos, entre los cuales está el no haber presentado el proyecto y los datos técnicos exigidos, amén de la manifestación de impacto ambiental en la ciudad, nos habla fuerte y claro: Es exactamente lo mismo que sucedió originalmente con el acueducto.

De pronto, el Ramal Norte despierta de su sueño de hibernación, convertido ahora en un acuaférico, sin serlo realmente. El pasado miércoles 24 —casualmente el mero Día de San Juan—, se da a conocer la noticia que cimbró hasta los cimientos al mundo político, empresarial y técnico/académico del Estado. Y desde luego, coincido con quienes desde ya están diferenciando lo que es el Ramal Norte y lo que sería un acuaférico. Siendo dos obras de características técnicas completamente diferentes, alguien está tratando de crear deliberadamente confusión, probablemente para darle gato por liebre a los hermosillenses.

Sobre este tema, el portal LAS5.mx reporta lo siguiente: “El Cabildo de Hermosillo aprobó por mayoría, la contratación de un financiamiento para construir el acuaférico, obra que dotará de agua al sector Norte de Hermosillo. Los integrantes del Cabildo, aprobaron que la construcción del ramal Norte se efectúe bajo la modalidad de obra pública financiada a un plazo de 10 años para prorratear el costo de 370 millones de pesos, esto quiere decir, que el acuaférico será construido por una empresa particular la cual deberá de absorber el total de la inversión de inicio. Las etapas de la obra se desglosan de la siguiente manera: Línea de conducción y equipamiento tramo Oriente (162 millones 110 mil 196 de pesos); Planta Potabilizadora Norte (PPN) (89 millones 429 mil 541 de pesos); Conducción PPN a Red de Distribución (62 millones 558 mil 97 de pesos); y la Infraestructura Hidráulica y Alcantarillado (56 millones de pesos). Se tiene planeado que con la construcción del acuaférico se solucione la demanda de casi 100 mil usuarios, que cada verano presentan problemas de abastecimiento, los cuales representan el 30% del padrón total, además de detonar el desarrollo habitacional y empresarial de este sector. El Norte de la ciudad, está adquiriendo una alta plusvalía y varias empresas tienen planes para realizar inversiones para construir importantes desarrollos inmobiliarios residenciales y construcción de torres de varios pisos de altura”.

La obra principal fue realizada durante el periodo padrés-ista, a pesar de los incumplimientos y las irregularidades técnicas, legales y financieras, hasta que se convirtió en “cosa juzgada”, o más bien en obra concluida, y se envolvió en la bandera de una presunta preocupación por el derecho humano al agua que le asiste a los hermosillenses, igual que a cualquier otro mexicano. Bandera que no aguanta el mínimo escrutinio, dada la gran cantidad de evidencias que existen de que el acueducto fue concebido más como motor de importantes negocios y desarrollos inmobiliarios que luego, con la cancelación del Ramal Norte, se vinieron abajo, y que hoy pretenden renacer.

En 2012 la clausura del Ramal Norte fue mucho más que una acción derivada del incumplimiento de la normatividad existente, y aunque se trató de una primera e inequívoca señal de lo que vendría después, hoy nos volvemos a encontrar ante una situación que se repite, aunque ahora con peores características, dado el nivel de suciedad que impera en el Ayuntamiento de Hermosillo, y en el no menos sucio Gobierno federal, del cual pende y depende en todos sentidos.

Llama poderosamente la atención el hecho de que a dos años de haber asumido Célida López la administración de esta ciudad, en las postrimerías de su trienio y de manera sorpresiva, salga con esta obra, del cual tan sólo el proyecto técnico llevaría varios meses realizar, aparte de la aprobación de los requisitos de ley exigibles, manifestaciones de impacto ambiental, y demás. Sólo que ahora no hay quien pueda revisar con el rigor necesario ese proyecto y sus fundamentos técnicos, ambientales y financieros, puesto que los integrantes de la 4T tienen todas las ollas y los sartenes por las agarraderas… y las agarraderas también.

En el portal LAS5.mx se habla de una inversión de 370 millones de pesos, y el periódico Expreso afirma que se terminarán pagando 870 millones por el ramal Norte/acuaférico al término de los 10 años. La alcaldesa que se dedicó sistemáticamente a acabar con los contratos de la administración pasada, entre ellos el de alumbrado público, y dijo que seguiría con la PTAR y el confinamiento de basura, anuncia ahora esta nueva y sospechosa obra, financiada por alguna misteriosa empresa que asumirá los riesgos... y seguramente los pingües beneficios, puesto que será la propietaria de los derechos de agua, que valdrán su precio en oro de 24 k. químicamente puro.

Les recuerdo que la actual alcaldesa de Hermosillo formó parte íntima de la clicka padrés-ista, y aunque luego se pasó astutamente al bando morenista, jamás ha ocultado las ligas afectivas y políticas que la unen al grupo depredador más funesto que haya gobernado Sonora. Por lo tanto, desde el momento mismo de su renacimiento, el asunto del Ramal Norte, presuntamente transformado en un flamante acuaférico, trae consigo un penetrante olor a podredumbre, a machincuepas, a negocios sucios, al tráfico de influencias y a la consecuente corrupción.

Casualmente, nos encontramos en el umbral del “Año de Hidalgo”, y por añadidura en la antesala de las elecciones más importantes de los últimos 50 años. Imposible no ligar estos aspectos con la imperiosa necesidad de obtener recursos para financiar las campañas de los principales protegidos de López y la 4T. Bien dice el conocido dicho: “Piensa mal, y acertarás”.

La construcción del Ramal Norte implica además la necesidad de resolver algunas deficiencias importantes del proyecto original. Como por ejemplo el reservorio, que está mal ubicado dentro del vaso de la presa A.L. Rodríguez, y que por haberse localizado en la parte más baja del acueducto, lo único que genera es el encarecimiento en la operación del sistema, al desaprovechar la energía gratuita que proporciona la altura de la obra de toma en la presa El Novillo. Obliga a rebombear de nuevo hacia las zonas altas, donde se ubicaría la potabilizadora localizada en las inmediaciones de la sierra del Bachoco. Otro detalle importante que tendrán que atender es la continuación de la tubería que quedó inconclusa en el cruce de la zona inundable de la presa A.L. Rodríguez, en su trayectoria rumbo al norte hacia la nueva potabilizadora que tendría que construirse entre las obras del Ramal Norte.

Como ven, el Ramal Norte implica aspectos técnicos sumamente complicados, que seguramente incrementarán la inversión originalmente estimada, y que forzosamente tendrán que resolverse de manera adecuada, si en verdad se desea que esta costosa y complicada obra surta los efectos benéficos deseados para los usuarios de la parte Norte de la ciudad, más allá de los beneficios para los socios del grupo padrés-ista que quedaron colgados de la brocha en 2012.

Este es un tema que apenas empieza, y aún nos queda mucho por ver. Se avecinan tiempos tormentosos en la parte final del gobierno de doña Célida. Simplemente les recuerdo que cierto tipo de obras, como sucede con los árboles que nacen torcidos, jamás logran enderezar su tronco. Aunque se les practique cirugía reconstructiva, torcidos se quedan.

Marquen mis palabras.


Permaneció en estado de hibernación durante poco más de ocho años. Ojo: Dije “estado de hibernación”, no “estado de defunción”.

Hablo del tristemente famoso “Ramal Norte”. Una obra de carácter secundario, complementaria del Acueducto Independencia, que siendo de importancia relativa (más allá de los aspectos técnicos y humanos que involucra), en 2012 se convirtió rápidamente en una Caja de Pandora, en cuyo interior zumbaban furiosamente los avispones, y pululaban los alacranes, las viudas negras y las víboras coralillo. Lo que inicialmente se tomó como un asunto de corte meramente administrativo, enfocado a la aplicación estricta de la normatividad vigente, poco tardó en empezar a derivar hacia la esfera política.

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Y al decir “política” hablo de la política de arrabal, de barrio bajo y callejón maloliente, de esa que con frecuencia contiene dosis industriales de materia fecal. que aún practican en la actualidad los funcionarios, y los hombres de negocios que son como moscardones que revolotean sobre los detritus, y que pertenecen a una casta muy diferente de la verdadera clase empresarial, esa que se dedica a generar riqueza y empleos, evitando caer en los albañales del contubernio, de la componenda, el trastupije y el tráfico de influencias donde todo se puede, todo se logra, y se amasan fortunas escandalosas.

Debo aclarar que no se trata de que no se realicen las obras que sean necesarias para resolver el problema de desabasto de agua que sufre Hermosillo desde hace muchos años. Se trata de que han pasado los años, se han gastado ya miles de millones de pesos con ese propósito, y el problema no se ha resuelto a cabalidad. Quiere decir entonces que las obras han sido deficientemente proyectadas y mal realizadas, y que en lugar de resolver la situación de desabasto, para lo que ha servido es para enriquecer a los funcionarios en turno, a los amigotes de las administraciones municipales, y a los ciudadanos que han integrado los sucesivos consejos consultivos ciudadanos en materia de agua, y que al amparo de su cargo han realizado jugosos negocios. No hay la menor duda de que el agua ha sido y sigue siendo un magnífico negocio… pero únicamente para aquellos que la controlan.

Con el permiso de ustedes me voy a permitir hacer un poco de historia, simplemente para ubicarnos en el contexto de los hechos relacionados con este tema, en el momento en que ocurrieron. De acuerdo con mis archivos, en el mes de mayo de 2012, la Secretaría de Gobernación emitió un boletín informativo, parte del cual me permito ofrecer a ustedes a continuación:

“Por serias violaciones a la Ley de Aguas Nacionales y su Reglamento, así como de la Ley General de Protección del Equilibrio Ecológico, el Gobierno de la República a través de Sdgob, Semarnat, Profepa y Conagua, determinaron clausurar la obra en proceso denominada Ramal Norte, por no contar con Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) y su resolutivo; asimismo se actuó en la suspensión de los trabajos en la línea de trazo de tubo del Ramal Norte, como medida cautelar por la ocupación irregular del vaso de la Presa Abelardo L. Rodríguez.

Así lo informaron en conferencia conjunta los delegados federales Adolfo García Morales (Sdgob); Ulises Cristópulos Ríos (Semarnat); César A. Lagarda Lagarda (Conagua); y Jorge Carlos Flores Monge (Profepa).

El Gobierno de la República, informó que estas actuaciones para el respeto del marco de legalidad, no afectan el abasto de agua potable a la ciudad de Hermosillo, mismo consumo que sigue garantizado al 100 por ciento, tal y como lo han declarado las autoridades estatales en la materia, desde semanas atrás”. Fin del boletín.

El llamado “Ramal Norte” forma parte original de las obras complementarias del Acueducto Independencia dentro de esta ciudad capital, y en aquellos momentos de conflicto y enfrentamiento, en los corrillos y mentideros se estuvo insistiendo en que había sido planeado para proveer de agua a ciertos negocios y desarrollos inmobiliarios privados, propiedad de personajes íntimamente relacionados con la administración padrés-ista, y que nada en lo absoluto tenían que ver con el abasto de los usuarios hermosillenses. La diligencia de clausura que fue emprendida por el Gobierno federal, a través de las delegaciones que guardan relación con el asunto, marcó un parteaguas claro y contundente en lo que respecta al Acueducto Independencia, y las obras adicionales que lo complementan.

Es importante decir que, desde el punto de vista técnico, el proyecto del acueducto inicia en la obra de toma que se localiza en el vaso de la presa El Novillo, y concluye en los depósitos de almacenamiento de agua que deberían ubicarse estratégicamente en las partes altas, dentro de la mancha urbana de la ciudad, para luego entregar el agua en los domicilios de los usuarios, por gravedad y mediante la red urbana de distribución. Se trata de un proyecto integral, y no existen dos o tres obras distintas. Es una sola obra, de punta a punta, aclaración que me parece pertinente hacer para evitar más confusiones de las que existen.

Fuentes confiables me han comentado que el proyecto maestro del Acueducto Independencia jamás estuvo completo, y que se fue armando a medida que se realizaba la obra en forma apresurada, motivo por el cual ésta se encuentra plagada de defectos. El hecho de que el Ramal Norte haya sido cancelado por diversos motivos, entre los cuales está el no haber presentado el proyecto y los datos técnicos exigidos, amén de la manifestación de impacto ambiental en la ciudad, nos habla fuerte y claro: Es exactamente lo mismo que sucedió originalmente con el acueducto.

De pronto, el Ramal Norte despierta de su sueño de hibernación, convertido ahora en un acuaférico, sin serlo realmente. El pasado miércoles 24 —casualmente el mero Día de San Juan—, se da a conocer la noticia que cimbró hasta los cimientos al mundo político, empresarial y técnico/académico del Estado. Y desde luego, coincido con quienes desde ya están diferenciando lo que es el Ramal Norte y lo que sería un acuaférico. Siendo dos obras de características técnicas completamente diferentes, alguien está tratando de crear deliberadamente confusión, probablemente para darle gato por liebre a los hermosillenses.

Sobre este tema, el portal LAS5.mx reporta lo siguiente: “El Cabildo de Hermosillo aprobó por mayoría, la contratación de un financiamiento para construir el acuaférico, obra que dotará de agua al sector Norte de Hermosillo. Los integrantes del Cabildo, aprobaron que la construcción del ramal Norte se efectúe bajo la modalidad de obra pública financiada a un plazo de 10 años para prorratear el costo de 370 millones de pesos, esto quiere decir, que el acuaférico será construido por una empresa particular la cual deberá de absorber el total de la inversión de inicio. Las etapas de la obra se desglosan de la siguiente manera: Línea de conducción y equipamiento tramo Oriente (162 millones 110 mil 196 de pesos); Planta Potabilizadora Norte (PPN) (89 millones 429 mil 541 de pesos); Conducción PPN a Red de Distribución (62 millones 558 mil 97 de pesos); y la Infraestructura Hidráulica y Alcantarillado (56 millones de pesos). Se tiene planeado que con la construcción del acuaférico se solucione la demanda de casi 100 mil usuarios, que cada verano presentan problemas de abastecimiento, los cuales representan el 30% del padrón total, además de detonar el desarrollo habitacional y empresarial de este sector. El Norte de la ciudad, está adquiriendo una alta plusvalía y varias empresas tienen planes para realizar inversiones para construir importantes desarrollos inmobiliarios residenciales y construcción de torres de varios pisos de altura”.

La obra principal fue realizada durante el periodo padrés-ista, a pesar de los incumplimientos y las irregularidades técnicas, legales y financieras, hasta que se convirtió en “cosa juzgada”, o más bien en obra concluida, y se envolvió en la bandera de una presunta preocupación por el derecho humano al agua que le asiste a los hermosillenses, igual que a cualquier otro mexicano. Bandera que no aguanta el mínimo escrutinio, dada la gran cantidad de evidencias que existen de que el acueducto fue concebido más como motor de importantes negocios y desarrollos inmobiliarios que luego, con la cancelación del Ramal Norte, se vinieron abajo, y que hoy pretenden renacer.

En 2012 la clausura del Ramal Norte fue mucho más que una acción derivada del incumplimiento de la normatividad existente, y aunque se trató de una primera e inequívoca señal de lo que vendría después, hoy nos volvemos a encontrar ante una situación que se repite, aunque ahora con peores características, dado el nivel de suciedad que impera en el Ayuntamiento de Hermosillo, y en el no menos sucio Gobierno federal, del cual pende y depende en todos sentidos.

Llama poderosamente la atención el hecho de que a dos años de haber asumido Célida López la administración de esta ciudad, en las postrimerías de su trienio y de manera sorpresiva, salga con esta obra, del cual tan sólo el proyecto técnico llevaría varios meses realizar, aparte de la aprobación de los requisitos de ley exigibles, manifestaciones de impacto ambiental, y demás. Sólo que ahora no hay quien pueda revisar con el rigor necesario ese proyecto y sus fundamentos técnicos, ambientales y financieros, puesto que los integrantes de la 4T tienen todas las ollas y los sartenes por las agarraderas… y las agarraderas también.

En el portal LAS5.mx se habla de una inversión de 370 millones de pesos, y el periódico Expreso afirma que se terminarán pagando 870 millones por el ramal Norte/acuaférico al término de los 10 años. La alcaldesa que se dedicó sistemáticamente a acabar con los contratos de la administración pasada, entre ellos el de alumbrado público, y dijo que seguiría con la PTAR y el confinamiento de basura, anuncia ahora esta nueva y sospechosa obra, financiada por alguna misteriosa empresa que asumirá los riesgos... y seguramente los pingües beneficios, puesto que será la propietaria de los derechos de agua, que valdrán su precio en oro de 24 k. químicamente puro.

Les recuerdo que la actual alcaldesa de Hermosillo formó parte íntima de la clicka padrés-ista, y aunque luego se pasó astutamente al bando morenista, jamás ha ocultado las ligas afectivas y políticas que la unen al grupo depredador más funesto que haya gobernado Sonora. Por lo tanto, desde el momento mismo de su renacimiento, el asunto del Ramal Norte, presuntamente transformado en un flamante acuaférico, trae consigo un penetrante olor a podredumbre, a machincuepas, a negocios sucios, al tráfico de influencias y a la consecuente corrupción.

Casualmente, nos encontramos en el umbral del “Año de Hidalgo”, y por añadidura en la antesala de las elecciones más importantes de los últimos 50 años. Imposible no ligar estos aspectos con la imperiosa necesidad de obtener recursos para financiar las campañas de los principales protegidos de López y la 4T. Bien dice el conocido dicho: “Piensa mal, y acertarás”.

La construcción del Ramal Norte implica además la necesidad de resolver algunas deficiencias importantes del proyecto original. Como por ejemplo el reservorio, que está mal ubicado dentro del vaso de la presa A.L. Rodríguez, y que por haberse localizado en la parte más baja del acueducto, lo único que genera es el encarecimiento en la operación del sistema, al desaprovechar la energía gratuita que proporciona la altura de la obra de toma en la presa El Novillo. Obliga a rebombear de nuevo hacia las zonas altas, donde se ubicaría la potabilizadora localizada en las inmediaciones de la sierra del Bachoco. Otro detalle importante que tendrán que atender es la continuación de la tubería que quedó inconclusa en el cruce de la zona inundable de la presa A.L. Rodríguez, en su trayectoria rumbo al norte hacia la nueva potabilizadora que tendría que construirse entre las obras del Ramal Norte.

Como ven, el Ramal Norte implica aspectos técnicos sumamente complicados, que seguramente incrementarán la inversión originalmente estimada, y que forzosamente tendrán que resolverse de manera adecuada, si en verdad se desea que esta costosa y complicada obra surta los efectos benéficos deseados para los usuarios de la parte Norte de la ciudad, más allá de los beneficios para los socios del grupo padrés-ista que quedaron colgados de la brocha en 2012.

Este es un tema que apenas empieza, y aún nos queda mucho por ver. Se avecinan tiempos tormentosos en la parte final del gobierno de doña Célida. Simplemente les recuerdo que cierto tipo de obras, como sucede con los árboles que nacen torcidos, jamás logran enderezar su tronco. Aunque se les practique cirugía reconstructiva, torcidos se quedan.

Marquen mis palabras.