/ viernes 24 de julio de 2020

Casos y cosas de la experiencia | Agradecido

“Aunque ahora veo la muerte cara a cara, la vida todavía me acompaña”: O. Sacks

A lo largo de mi vida he sorteado muchas experiencias, que me han dejado un sinfín de lecciones y herramientas para superar las crisis que van apareciendo. Ahora tengo la oportunidad de observar y escuchar con detenimiento lo que está experimentando mi familia, colegas, amistades y compañeros de viaje.

ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL EN UN SOLO LUGAR Y DESDE CUALQUIER DISPOSITIVO ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!

Agradezco la oportunidad de estar presente con todos ellos, a través de herramientas tecnológicas nuevas, es decir, acompañando de forma digital su experiencia de vida. A esto le llamo contacto sin tacto, lo cual supone el desarrollo de habilidades sociales novedosas que ahora nos demanda el entorno.

Puedo, con mirada atenta y respeto, escuchar a las personas, y así descubrir su sentir y pensar, además de actuar, para estar presente. Reflexiono sobre las emociones y sentimientos del otro, observo con detenimiento su lenguaje corporal, y atiendo la expresión de sus necesidades, deseos y fantasías

Valoro y agradezco las habilidades que he desarrollado en este tiempo, porque me permiten explorar otros campos de acción, como bailar, ejercitarme, cantar, declamar o redactar un poema. También prestar atención a las necesidades de mi cuerpo; así puedo propiciarle descanso, hidratarlo y consentirlo.

He advertido que el tiempo pasa sutilmente y que lo valoro, tanto desde una perspectiva cuantitativa o cronos —un periodo determinado—, como a partir de una cualitativa o kairós —la calidad de un periodo—. Así puedo, desde observar una planta, hasta disfrutar una charla con fascinación, sin precisar el tiempo transcurrido.

En este lapso de confinamiento he tenido oportunidad de aprender el manejo de herramientas digitales, para utilizarlas en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la educación superior; todo un reto. También celebro esto, porque mi cerebro se expande al incorporar otros caminos para explorar el conocimiento.

Me alegro de vivir esta experiencia; a los 61 años no me resulta tan fácil adaptarme a la nueva tecnología. Sin embargo, vale la pena enfrentarse al reto de aprender a conducir sesiones virtuales en Zoom, teams, moodle y otras plataformas.

En breve reforzaré dichas habilidades, al ingresar a una especialización de psicoterapia en línea, para completar mi ejercicio profesional en esta normalidad.

El tiempo tiene otro significado en esta etapa de mi vida; el ocio y la libertad me permiten explorar lo que atrae mi atención. Estoy aprovechando esto para dedicarme al aprendizaje, aplicar la gimnasia cerebral, utilizar las sopas de letras y crucigramas, atender el árbol genealógico y contactar a parientes que pueden ayudarme a completar información familiar.

También procuro escuchar la música que me deleita el alma y provoca que el corazón se avive; agradezco que mis oídos aprecien este espiral de sonidos y cantos.

Asimismo, me entrego unos minutos a la nostalgia, y luego vuelo a ese lugar que me nutre de energía para continuar con mis actividades. Escribo cada día las experiencias que nutren mi existencia y medito sobre ellas, porque son un ingrediente fascinante en el día a día. En breve volveré al ejercicio físico, suspendido de momento, para agradecerle a mi cuerpo todo lo que me brinda cada día.

Ahora preciso comentarte que podemos atender al pentagrama humano, es decir, fortalecer el área mental —estimular el cerebro a través de aprendizaje de cosas nuevas—; el área emocional —ponernos en contacto con nuestros seres queridos con los recursos que tenemos: mensajes, correos electrónicos, videollamadas—; mantener el área social —hacer contacto con nuestros amigos—; el área física —atender al mantenimiento de nuestro cuerpo ejercitándolo— y el área espiritual —revisar nuestro plan de vida y ajustar lo que se requiera—.

Agradezco estar vivo, que mis sentidos cobren conciencia de las experiencias vividas, integrar las lecciones que están presentes y percatarme del amor de mi familia y amigos. Agradezco el ciclo del día y la noche —luz y obscuridad—, el de la vida y la muerte.

Hace unos meses transitaba de un lugar a otro, por mi actividad laboral, ahora estoy aquí agradeciendo esta pausa para aprender de mí, de los demás y de las experiencias que me toca vivir aquí y ahora. Estoy agradecido por todo lo que tengo y disfruto. Decidí vivir plenamente estos días de forma productiva, intensa y animosamente, para darle sentido a mi existencia.

He revisado mi mochila de vida y encuentro en ella sabiduría, pasión, energía, resiliencia, coraje y gratitud; es la voluntad y el coraje lo que estimula mi crecimiento personal y profesional. Esto me trae a la memoria las palabras del poeta Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta. ignacio.lovio@gmail.com

“Aunque ahora veo la muerte cara a cara, la vida todavía me acompaña”: O. Sacks

A lo largo de mi vida he sorteado muchas experiencias, que me han dejado un sinfín de lecciones y herramientas para superar las crisis que van apareciendo. Ahora tengo la oportunidad de observar y escuchar con detenimiento lo que está experimentando mi familia, colegas, amistades y compañeros de viaje.

ACCEDE A NUESTRA EDICIÓN DIGITAL EN UN SOLO LUGAR Y DESDE CUALQUIER DISPOSITIVO ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!

Agradezco la oportunidad de estar presente con todos ellos, a través de herramientas tecnológicas nuevas, es decir, acompañando de forma digital su experiencia de vida. A esto le llamo contacto sin tacto, lo cual supone el desarrollo de habilidades sociales novedosas que ahora nos demanda el entorno.

Puedo, con mirada atenta y respeto, escuchar a las personas, y así descubrir su sentir y pensar, además de actuar, para estar presente. Reflexiono sobre las emociones y sentimientos del otro, observo con detenimiento su lenguaje corporal, y atiendo la expresión de sus necesidades, deseos y fantasías

Valoro y agradezco las habilidades que he desarrollado en este tiempo, porque me permiten explorar otros campos de acción, como bailar, ejercitarme, cantar, declamar o redactar un poema. También prestar atención a las necesidades de mi cuerpo; así puedo propiciarle descanso, hidratarlo y consentirlo.

He advertido que el tiempo pasa sutilmente y que lo valoro, tanto desde una perspectiva cuantitativa o cronos —un periodo determinado—, como a partir de una cualitativa o kairós —la calidad de un periodo—. Así puedo, desde observar una planta, hasta disfrutar una charla con fascinación, sin precisar el tiempo transcurrido.

En este lapso de confinamiento he tenido oportunidad de aprender el manejo de herramientas digitales, para utilizarlas en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la educación superior; todo un reto. También celebro esto, porque mi cerebro se expande al incorporar otros caminos para explorar el conocimiento.

Me alegro de vivir esta experiencia; a los 61 años no me resulta tan fácil adaptarme a la nueva tecnología. Sin embargo, vale la pena enfrentarse al reto de aprender a conducir sesiones virtuales en Zoom, teams, moodle y otras plataformas.

En breve reforzaré dichas habilidades, al ingresar a una especialización de psicoterapia en línea, para completar mi ejercicio profesional en esta normalidad.

El tiempo tiene otro significado en esta etapa de mi vida; el ocio y la libertad me permiten explorar lo que atrae mi atención. Estoy aprovechando esto para dedicarme al aprendizaje, aplicar la gimnasia cerebral, utilizar las sopas de letras y crucigramas, atender el árbol genealógico y contactar a parientes que pueden ayudarme a completar información familiar.

También procuro escuchar la música que me deleita el alma y provoca que el corazón se avive; agradezco que mis oídos aprecien este espiral de sonidos y cantos.

Asimismo, me entrego unos minutos a la nostalgia, y luego vuelo a ese lugar que me nutre de energía para continuar con mis actividades. Escribo cada día las experiencias que nutren mi existencia y medito sobre ellas, porque son un ingrediente fascinante en el día a día. En breve volveré al ejercicio físico, suspendido de momento, para agradecerle a mi cuerpo todo lo que me brinda cada día.

Ahora preciso comentarte que podemos atender al pentagrama humano, es decir, fortalecer el área mental —estimular el cerebro a través de aprendizaje de cosas nuevas—; el área emocional —ponernos en contacto con nuestros seres queridos con los recursos que tenemos: mensajes, correos electrónicos, videollamadas—; mantener el área social —hacer contacto con nuestros amigos—; el área física —atender al mantenimiento de nuestro cuerpo ejercitándolo— y el área espiritual —revisar nuestro plan de vida y ajustar lo que se requiera—.

Agradezco estar vivo, que mis sentidos cobren conciencia de las experiencias vividas, integrar las lecciones que están presentes y percatarme del amor de mi familia y amigos. Agradezco el ciclo del día y la noche —luz y obscuridad—, el de la vida y la muerte.

Hace unos meses transitaba de un lugar a otro, por mi actividad laboral, ahora estoy aquí agradeciendo esta pausa para aprender de mí, de los demás y de las experiencias que me toca vivir aquí y ahora. Estoy agradecido por todo lo que tengo y disfruto. Decidí vivir plenamente estos días de forma productiva, intensa y animosamente, para darle sentido a mi existencia.

He revisado mi mochila de vida y encuentro en ella sabiduría, pasión, energía, resiliencia, coraje y gratitud; es la voluntad y el coraje lo que estimula mi crecimiento personal y profesional. Esto me trae a la memoria las palabras del poeta Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta. ignacio.lovio@gmail.com