/ viernes 15 de octubre de 2021

Casos y cosas de la experiencia | Ala rota

“De entrada firme, excelente figura, fresca e intensa. Una invasión en mi boca de frutos rojos, ciruelas, moras amigables. ... Muy expresiva en su esencia, con un perfil de frutos rojos, canela. Una nariz delicada y sutil.”.

Este día resultó preciso para el encuentro; me dispuse a buscarte para disfrutar ese momento en tu compañía. Fue especial porque toqué con suavidad tu cuerpo con todos mis sentidos, fluí suavemente, con plena conciencia, en cada momento que tuve cuerpo entre mis manos. De entrada sentí tu firmeza, observé tu figura, respiré la frescura de tu olor… sentí una invasión en mi boca de frutos rojos. Aprecié con mi nariz ese sutil perfume que se tornó embriagador.

Transcurrió el tiempo, sentí tu presencia y compañía. Qué maravilla es disfrutarte, gozarte y entregarme totalmente aquí y ahora. Pude apreciar el de la música selecta que elegí para la ocasión. Era un murmullo que invitaba a la intimidad, a entregarnos con ternura y suavidad. Cada vez que tomaba entre mis manos tu cuerpo y bebía con dulzura y pasión las gotas de tu amor me transportaba al recuerdo de esos momentos de placer infinito.

Ciertamente me condujiste expresar con plena libertad mis sentimientos, a liberar mis sensaciones y soñar contigo una vez más. Te gozaba y en ese instante ya te extrañaba. Recordé los poemas que escribí en tu compañía, las historias que nos envolvieron alguna vez y avivó la nostalgia. Qué hermoso tenerte entre mis manos, sentir tu frescura, color y olor. Es un momento transparente y sutil que me embriaga.

Sin embargo, llegó el momento de la despedida. Detuve mis ojos sobre tu cuerpo, había disfrutado el sabor de frutos, la compañía fue efímera pero intensa. Sé que volveremos a encontrarnos y será un encuentro fascinante porque estaremos esperándonos con esa pasión que nos prodigamos. Llegaron los invitados y pude compartirte con todo el amor que me diste en ese instante.

Si, ese par de copas de vino que bebí fueron dulces, suaves y estimulantes. Los invitados solicitaron hablara de ti, de tu esencia y transparencia. Agradezco ese momento y tu compañía. Volveré a buscarte, disfrutarte. Tomaré el cuerpo de esa copa y beberé el vino que la contiene, gozaré cada gota y aspiraré el olor a frutos frescos. Recordaré tu esencia: “Muy expresiva en su esencia, con un perfil de frutos rojos, canela, notas especiadas. Una nariz delicada y sutil”.

Gracias por esos instantes. La música amenizó el resto del tiempo, en compañía de las risas de los invitados y así se fue despidiendo la noche. Hoy solo me queda tu recuerdo. Y apareció en mi mente aquella canción “El vino de Alberto Cortez…”

“Sí señor... el vino puede sacar cosas que el hombre se calla; que deberían salir cuando el hombre bebe agua. Va buscando, pecho adentro, por los silencios del alma y les va poniendo voces y los va haciendo palabras. A veces saca una pena, que por ser pena, es amarga; sobre su palco de fuego, la pone a bailar descalza. Baila y bailando se crece, hasta que el vino se acaba y entonces, vuelve la pena a ser silencio del alma…”

Una velada maravillosa, sencilla y sutil como la suavidad de la noche. Quien quiera beber conmigo tendrá una copa en mi mesa, compartirá mi alegría y también mi tristeza.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo

“De entrada firme, excelente figura, fresca e intensa. Una invasión en mi boca de frutos rojos, ciruelas, moras amigables. ... Muy expresiva en su esencia, con un perfil de frutos rojos, canela. Una nariz delicada y sutil.”.

Este día resultó preciso para el encuentro; me dispuse a buscarte para disfrutar ese momento en tu compañía. Fue especial porque toqué con suavidad tu cuerpo con todos mis sentidos, fluí suavemente, con plena conciencia, en cada momento que tuve cuerpo entre mis manos. De entrada sentí tu firmeza, observé tu figura, respiré la frescura de tu olor… sentí una invasión en mi boca de frutos rojos. Aprecié con mi nariz ese sutil perfume que se tornó embriagador.

Transcurrió el tiempo, sentí tu presencia y compañía. Qué maravilla es disfrutarte, gozarte y entregarme totalmente aquí y ahora. Pude apreciar el de la música selecta que elegí para la ocasión. Era un murmullo que invitaba a la intimidad, a entregarnos con ternura y suavidad. Cada vez que tomaba entre mis manos tu cuerpo y bebía con dulzura y pasión las gotas de tu amor me transportaba al recuerdo de esos momentos de placer infinito.

Ciertamente me condujiste expresar con plena libertad mis sentimientos, a liberar mis sensaciones y soñar contigo una vez más. Te gozaba y en ese instante ya te extrañaba. Recordé los poemas que escribí en tu compañía, las historias que nos envolvieron alguna vez y avivó la nostalgia. Qué hermoso tenerte entre mis manos, sentir tu frescura, color y olor. Es un momento transparente y sutil que me embriaga.

Sin embargo, llegó el momento de la despedida. Detuve mis ojos sobre tu cuerpo, había disfrutado el sabor de frutos, la compañía fue efímera pero intensa. Sé que volveremos a encontrarnos y será un encuentro fascinante porque estaremos esperándonos con esa pasión que nos prodigamos. Llegaron los invitados y pude compartirte con todo el amor que me diste en ese instante.

Si, ese par de copas de vino que bebí fueron dulces, suaves y estimulantes. Los invitados solicitaron hablara de ti, de tu esencia y transparencia. Agradezco ese momento y tu compañía. Volveré a buscarte, disfrutarte. Tomaré el cuerpo de esa copa y beberé el vino que la contiene, gozaré cada gota y aspiraré el olor a frutos frescos. Recordaré tu esencia: “Muy expresiva en su esencia, con un perfil de frutos rojos, canela, notas especiadas. Una nariz delicada y sutil”.

Gracias por esos instantes. La música amenizó el resto del tiempo, en compañía de las risas de los invitados y así se fue despidiendo la noche. Hoy solo me queda tu recuerdo. Y apareció en mi mente aquella canción “El vino de Alberto Cortez…”

“Sí señor... el vino puede sacar cosas que el hombre se calla; que deberían salir cuando el hombre bebe agua. Va buscando, pecho adentro, por los silencios del alma y les va poniendo voces y los va haciendo palabras. A veces saca una pena, que por ser pena, es amarga; sobre su palco de fuego, la pone a bailar descalza. Baila y bailando se crece, hasta que el vino se acaba y entonces, vuelve la pena a ser silencio del alma…”

Una velada maravillosa, sencilla y sutil como la suavidad de la noche. Quien quiera beber conmigo tendrá una copa en mi mesa, compartirá mi alegría y también mi tristeza.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo