/ viernes 1 de noviembre de 2019

Casos y cosas de la experiencia | Amar despierto…

“Estar enamorado no es amar”. (Jorge Bucay)

A medida que transcurría la tarde, el ruido leve del aire me inspiró para escribir lo que siento y pienso sobre la pareja y sus vicisitudes. He escuchado el placer, la alegría, la realidad y el dolor de ser la pareja de otro ser humano.

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Las lecturas, reflexiones y entrenamientos para acompañar a las parejas en su proceso de ser mejores y/o solucionar algún conflicto implica poner en juego diversas herramientas: inteligencia, emociones, sentimientos y experiencias mutuas.

Tengo presente situaciones de las personas que acuden a consulta:

— He dedicado tiempo para comunicarme con ella y la respuesta es su silencio desquiciante, y termino vociferando y agrediendo de diversas formas a la persona que amo.

— Es difícil convivir con alguien que tiene otro patrón emocional relacional y roles preestablecidos.

— En verdad resulta complejo ser una pareja de verdad.

— No tenemos tiempo para hablar de nosotros, de lo que nos sucede, discutimos más que dialogar. Hemos olvidado ser una pareja.

Al escuchar estas declaraciones, reflexiono sobre el proceso a seguir para ser una pareja sana y comprometida con su crecimiento y desarrollo. Es hora de definir qué quieren o no quieren las parejas en su relación. Probablemente es preciso replantear lo que no es negociable (lo fundamental para conformar una pareja), lo que es importante (negociable) y lo que necesitamos considerar para continuar, cerrar el ciclo o finiquitar un capítulo de la historia como pareja y que resulte lo menos doloroso posible.

Lo expuesto se puede aplicar a una interacción entre amigos, compañeros o pareja de amantes, ya que en cada una pretendemos satisfacer nuestra necesidad de amar y ser amados, compartir metas comunes, la convivencia diaria y el crecimiento y desarrollo mutuos.

En toda relación se vive el conflicto con el otro, porque queremos que cumpla nuestras expectativas y necesidades, que su comportamiento sea de acuerdo con lo que esperamos. Resulta difícil la convivencia porque cada uno trae consigo su propia historia (hábitos, costumbres, valores, etcétera).

El propósito de esta reflexión es acompañar a las parejas a diseñar su camino hacia una relación sólida y abierta, a dar frutos que les beneficien. Esto implica que los integrantes amen con los ojos abiertos, y cobren conciencia de que el enamoramiento no es amar.

El proceso de amar implica correr el riesgo de compartir, aprender y aceptar las diferencias de cada uno. Además, si se tiene una pareja hay que tener claro los roles que desempeñamos. Es decir, es necesario dialogar sobre lo que aportaremos para fortalecer diariamente nuestro núcleo de pareja.

— Qué bonito se oye eso, parece tan fácil de realizar. Usted debería tener una pareja como la que tengo, no tiene lado… Es redonda.

Creo oportuno ratificar el papel crucial de la comunicación y el diálogo en la pareja, es vital porque a través de ello aprendemos a exponer nuestras necesidades, deseos y fantasías acerca de ser pareja. Ciertamente esto nos conduce a conocer las etapas de la relación, esclarecer los roles de ambas partes, percatarnos de los factores que nos generan conflictos y así prepararnos para enfrentar, con las herramientas adecuadas, los desafíos constantes que vivimos en este proceso de evolución como pareja.

Nos encontramos la próxima con otro tema candente de la relación: nuestra sexualidad.

Buen fin de semana.

“Estar enamorado no es amar”. (Jorge Bucay)

A medida que transcurría la tarde, el ruido leve del aire me inspiró para escribir lo que siento y pienso sobre la pareja y sus vicisitudes. He escuchado el placer, la alegría, la realidad y el dolor de ser la pareja de otro ser humano.

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Las lecturas, reflexiones y entrenamientos para acompañar a las parejas en su proceso de ser mejores y/o solucionar algún conflicto implica poner en juego diversas herramientas: inteligencia, emociones, sentimientos y experiencias mutuas.

Tengo presente situaciones de las personas que acuden a consulta:

— He dedicado tiempo para comunicarme con ella y la respuesta es su silencio desquiciante, y termino vociferando y agrediendo de diversas formas a la persona que amo.

— Es difícil convivir con alguien que tiene otro patrón emocional relacional y roles preestablecidos.

— En verdad resulta complejo ser una pareja de verdad.

— No tenemos tiempo para hablar de nosotros, de lo que nos sucede, discutimos más que dialogar. Hemos olvidado ser una pareja.

Al escuchar estas declaraciones, reflexiono sobre el proceso a seguir para ser una pareja sana y comprometida con su crecimiento y desarrollo. Es hora de definir qué quieren o no quieren las parejas en su relación. Probablemente es preciso replantear lo que no es negociable (lo fundamental para conformar una pareja), lo que es importante (negociable) y lo que necesitamos considerar para continuar, cerrar el ciclo o finiquitar un capítulo de la historia como pareja y que resulte lo menos doloroso posible.

Lo expuesto se puede aplicar a una interacción entre amigos, compañeros o pareja de amantes, ya que en cada una pretendemos satisfacer nuestra necesidad de amar y ser amados, compartir metas comunes, la convivencia diaria y el crecimiento y desarrollo mutuos.

En toda relación se vive el conflicto con el otro, porque queremos que cumpla nuestras expectativas y necesidades, que su comportamiento sea de acuerdo con lo que esperamos. Resulta difícil la convivencia porque cada uno trae consigo su propia historia (hábitos, costumbres, valores, etcétera).

El propósito de esta reflexión es acompañar a las parejas a diseñar su camino hacia una relación sólida y abierta, a dar frutos que les beneficien. Esto implica que los integrantes amen con los ojos abiertos, y cobren conciencia de que el enamoramiento no es amar.

El proceso de amar implica correr el riesgo de compartir, aprender y aceptar las diferencias de cada uno. Además, si se tiene una pareja hay que tener claro los roles que desempeñamos. Es decir, es necesario dialogar sobre lo que aportaremos para fortalecer diariamente nuestro núcleo de pareja.

— Qué bonito se oye eso, parece tan fácil de realizar. Usted debería tener una pareja como la que tengo, no tiene lado… Es redonda.

Creo oportuno ratificar el papel crucial de la comunicación y el diálogo en la pareja, es vital porque a través de ello aprendemos a exponer nuestras necesidades, deseos y fantasías acerca de ser pareja. Ciertamente esto nos conduce a conocer las etapas de la relación, esclarecer los roles de ambas partes, percatarnos de los factores que nos generan conflictos y así prepararnos para enfrentar, con las herramientas adecuadas, los desafíos constantes que vivimos en este proceso de evolución como pareja.

Nos encontramos la próxima con otro tema candente de la relación: nuestra sexualidad.

Buen fin de semana.