/ viernes 20 de septiembre de 2019

Casos y cosas de la experiencia | Confieso que he sentido

“Te respeto, te saludo, te honro, te reconozco, te recibo, me conecto contigo. Veo quien eres realmente” Avatar.

El viaje de regreso, para culminar mi etapa de formación, fue la oportunidad para poner a prueba lo aprendido durante meses de entrenamiento intenso, de reconocimiento tanto personal como de los compañeros psicoterapeutas. El final se acerca y con ello un encuentro conmigo para revisar lo vivido y experimentado en cada encuentro.

Las etapas del viaje fueron exquisitas en experiencias para probar el trabajo realizado en los aspectos personales que requieren atención. Disfruté la estancia en los aeropuertos, en el hotel donde me hospedé, las personas con las cuales conviví durante la experiencia.

Agradezco el acompañamiento, la guía, soporte, enseñanza y entrega de nuestra facilitadora, la doctora Pilar Ocampo Pizano, un ejemplo de profesionalismo, calidad y calidez, su disposición y compromiso con nuestra formación como psicoterapeutas. Esta experiencia permite cerrar ventanas y abrir puertas hacia nuevos horizontes.

Despertar nuestra conciencia, vivir la experiencia de nuevos caminos hacia el crecimiento y desarrollo del ser humano. Sentir y disfrutar la presencia de cada uno de mis compañeros, sus procesos psicoterapéuticos, logros y sobre todo sus regalos de vida, que enriquecen mi ser y quehacer como persona y psicoterapeuta.

Esto me recuerda la historia del clan Omaticaya, que se refugia en el gran Árbol Madre. Ahí surge una expresión maravillosa, y cobra sentido con este proceso vivido a intensidad: “te veo”. El verdadero significado de esta expresión implica: “Te respeto, te saludo, te honro, te reconozco, te recibo, me conecto contigo. Veo quién eres realmente”.

Confieso que he vivido esa intensidad de emociones, sentimientos, aprendizajes, un encuentro de almas, los cuales refuerzan mi ser para expandir la tarea que tengo como psicoterapeuta, y estar dispuesto a acompañar a las personas que están decididas y comprometidas con su ser y mejora de su desempeño personal integral.

El reto es saber cómo escuchar y reconocer los aprendizajes, saber lo que necesito para crecer y comprometerme con ello. Y a eso sumar las acciones precisas para aspirar a alcanzar nuevos niveles de conciencia y vibración emocional. Esto implica comprender la responsabilidad y compromiso adquirido en el acompañamiento de otros seres que están en plena búsqueda personal.

Este mundo nos reta cada instante, nos colma de estrés, nos dispersa, nos agobia, nos enferma, nos aleja de nosotros y así nos inunda el sufrimiento físico y emocional, porque no somos libres y autónomos. Estamos sujetos al cumplimiento de las expectativas de quienes nos rodean y nos olvidamos de nosotros.

Agradezco esta oportunidad de interactuar con mis compañeros, pues es un marco propicio para conocerme y conocerlos. Gracias por sus contribuciones, energía, alegría, afecto, detalles que colmaron mi ser. Confieso que sentí plenamente cada experiencia compartida y celebro los logros de cada uno, los momentos de convivencia, los abrazos y la alegría de vivir en plenitud.

Después de varios viajes a diversos lugares, encuentro la paz y resonancia de emociones y sentimientos experimentados en este proceso de formación. Gratitud es una palabra que aparece en forma recurrente en mi mente. Gracias, gracias, gracias a cada uno de ustedes; es hermoso coincidir y compartir esa pasión por el ser y estar, haz-siendo Gestalt y un poco más: psicoespiritualidad.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com

“Te respeto, te saludo, te honro, te reconozco, te recibo, me conecto contigo. Veo quien eres realmente” Avatar.

El viaje de regreso, para culminar mi etapa de formación, fue la oportunidad para poner a prueba lo aprendido durante meses de entrenamiento intenso, de reconocimiento tanto personal como de los compañeros psicoterapeutas. El final se acerca y con ello un encuentro conmigo para revisar lo vivido y experimentado en cada encuentro.

Las etapas del viaje fueron exquisitas en experiencias para probar el trabajo realizado en los aspectos personales que requieren atención. Disfruté la estancia en los aeropuertos, en el hotel donde me hospedé, las personas con las cuales conviví durante la experiencia.

Agradezco el acompañamiento, la guía, soporte, enseñanza y entrega de nuestra facilitadora, la doctora Pilar Ocampo Pizano, un ejemplo de profesionalismo, calidad y calidez, su disposición y compromiso con nuestra formación como psicoterapeutas. Esta experiencia permite cerrar ventanas y abrir puertas hacia nuevos horizontes.

Despertar nuestra conciencia, vivir la experiencia de nuevos caminos hacia el crecimiento y desarrollo del ser humano. Sentir y disfrutar la presencia de cada uno de mis compañeros, sus procesos psicoterapéuticos, logros y sobre todo sus regalos de vida, que enriquecen mi ser y quehacer como persona y psicoterapeuta.

Esto me recuerda la historia del clan Omaticaya, que se refugia en el gran Árbol Madre. Ahí surge una expresión maravillosa, y cobra sentido con este proceso vivido a intensidad: “te veo”. El verdadero significado de esta expresión implica: “Te respeto, te saludo, te honro, te reconozco, te recibo, me conecto contigo. Veo quién eres realmente”.

Confieso que he vivido esa intensidad de emociones, sentimientos, aprendizajes, un encuentro de almas, los cuales refuerzan mi ser para expandir la tarea que tengo como psicoterapeuta, y estar dispuesto a acompañar a las personas que están decididas y comprometidas con su ser y mejora de su desempeño personal integral.

El reto es saber cómo escuchar y reconocer los aprendizajes, saber lo que necesito para crecer y comprometerme con ello. Y a eso sumar las acciones precisas para aspirar a alcanzar nuevos niveles de conciencia y vibración emocional. Esto implica comprender la responsabilidad y compromiso adquirido en el acompañamiento de otros seres que están en plena búsqueda personal.

Este mundo nos reta cada instante, nos colma de estrés, nos dispersa, nos agobia, nos enferma, nos aleja de nosotros y así nos inunda el sufrimiento físico y emocional, porque no somos libres y autónomos. Estamos sujetos al cumplimiento de las expectativas de quienes nos rodean y nos olvidamos de nosotros.

Agradezco esta oportunidad de interactuar con mis compañeros, pues es un marco propicio para conocerme y conocerlos. Gracias por sus contribuciones, energía, alegría, afecto, detalles que colmaron mi ser. Confieso que sentí plenamente cada experiencia compartida y celebro los logros de cada uno, los momentos de convivencia, los abrazos y la alegría de vivir en plenitud.

Después de varios viajes a diversos lugares, encuentro la paz y resonancia de emociones y sentimientos experimentados en este proceso de formación. Gratitud es una palabra que aparece en forma recurrente en mi mente. Gracias, gracias, gracias a cada uno de ustedes; es hermoso coincidir y compartir esa pasión por el ser y estar, haz-siendo Gestalt y un poco más: psicoespiritualidad.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com