/ sábado 19 de enero de 2019

Casos y cosas de la experiencia | De la vida cotidiana

No haremos el amor; él nos hará”

(Julio Cortázar).

Tener o vivir en pareja es vital, porque es la oportunidad de compartir con alguien el tiempo, las experiencias y, sobre todo, porque se busca el bienestar común en un pacto de amor. De ahí que nos apliquemos a observar y estudiar el mundo de la pareja.

Medea y Jasón llegaron a consulta, cuenta la historia griega, debido a que esta bella mujer estaba perdidamente enamorada de su hombre. Ella fue capaz de traicionar el amor de su padre para salvar el suyo por Jasón. No obstante, después de recibir todas las bondades de Medea, Jasón puso sus ojos en otra mujer que lo atrajo fuertemente.

– Medea, buenas tardes. Pase por favor y tome asiento.

En ese momento ella se desploma sobre el sillón en un mar de lágrimas. Su respiración es agitada y trata de balbucear algo que no es claro.

Dispongo de unos minutos para conocer el motivo de su consulta, entre tanto le acerco la caja de pañuelos desechables.

De pronto toma el control y expresa:

– “Estoy aquí porque… he descubierto que mi pareja me engaña”.

De nuevo el llanto la atrapa y no puede continuar su discurso.

A medida que transcurre la sesión, poco a poco va recobrando la fuerza y su discurso se vuelve fluido, en ocasiones con tal ímpetu que muestra su enojo y enfado con su pareja. Lanza improperios a diestra y siniestra. De repente se detiene y guarda silencio.

Medea se encuentra devastada, dolida, traicionada, le falta seguridad en sí misma... Su autoestima está por los suelos.

Todo esto me recuerda el mito griego de Medea, la cual refleja de manera contundente la crisis de una traición. Medea, al igual que su tía Circe, era una gran hechicera. Ella se enamoró de Jasón, quien tenía la ardua tarea de conquistar el vellocino de oro. La hechicera le ofreció ayuda si él prometía casarse con ella. El hombre aceptó denodadamente y Medea, con todo su poder y conocimiento, lo favoreció para cumplir con sus tareas, entre ellas vencer al temible y fuerte dragón de la comarca. El padre de Medea se oponía a esa relación, ella lo desafió y huyó con su prometido, incluso asesinó a su hermano, quien también se resistía a dicha unión. Todo lo hizo con tal de proteger y estar unida a él. Cabe destacar que esta pareja, como tantas otras, enfrentó muchas adversidades, de las cuales Jasón salió airoso, con el apoyo desmedido de su mujer. Obviamente estos enamorados vivieron juntos por muchos años, durante los cuales pudieron concebir varios hijos. Sin embargo, después de un tiempo Jasón puso sus ojos en la hija del rey de Corinto, y de nuevo tuvo la oportunidad de estar mejor, y decidió separarse de Medea. Ella, herida de muerte, el día de la boda de Jasón con la hija del rey envió a la futura esposa una peplo y una corona de oro hechizados. La novia, su padre y todo el palacio se consumieron en las llamas causadas por el obsequio. No conforme con eso, los deseos de venganza llevaron a la trágica hechicera a asesinar a sus propios hijos. A Jasón lo dejó vivo, pues deseaba que durante el resto de su vida lamentara la muerte de los hijos. Una vez realizada su venganza, Medea huyó a Atenas.

Lo descrito demuestra lo que una mujer es capaz de hacer cuando experimenta celos, y es víctima de la infidelidad. Esta experiencia se vive como una traición tan devastadora que puede llevar a un ser humano a su límite, y destruir un proyecto de vida que se fue construyendo durante muchos años.

También puede ocurrir que, en algunos casos de infidelidad, una pareja herida despierte y active las cosas que habían dejado de funcionar en su relación. Por consiguiente, si eso ocurre los miembros de la pareja reafirman y confirman el compromiso adquirido tiempo atrás.

Medea estaba sumida en su dolor, coraje y rabia por lo que le estaba ocurriendo. Se limitaba a proferir maldiciones contra Jasón. Ella no podía definir lo que haría al enterarse del secreto que guardaba celosamente su pareja.

– Medea decía: Hubiera podido perdonarlo si solo hubiera sido un acostón, una aventura. Pero él tenía una doble vida. Lo imagino seduciéndola, amándola, haciendo planes para el futuro y, sabe, me dan ganas de matarlo.

– En definitiva, es doloroso y desgastante lo que vive ahora…, y expresó un par de cosas más. Al cabo de unos minutos la sesión se terminó, y acordamos volvernos a ver en consulta.

Acompañé a Medea a la salida, la veía cansada, agotaba y dolida por la situación que estaba viviendo.

¿Qué es la infidelidad para ti?

¿Qué conduce a que seamos infieles?

¿Has vivido una experiencia de esta naturaleza? ¿La has superado?, ¿qué y cómo lo has hecho?

Quiero compartir la definición de infidelidad, de la Real Academia Española: “Aquello que se produce cuando un individuo no respeta la lealtad que le debe a alguien o algo. Un acto infiel es aquel en el que no se mantiene el compromiso asumido o aquel en el que no se actúa con rectitud”

Podrás estar de acuerdo o no con esta propuesta… lo cierto es que el significado de la infidelidad resulta subjetivo, porque cada persona o pareja tiene su propia concepción de lo que es ser infiel.

¿Y qué pasará con Jasón?

Hasta la próxima, buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com

No haremos el amor; él nos hará”

(Julio Cortázar).

Tener o vivir en pareja es vital, porque es la oportunidad de compartir con alguien el tiempo, las experiencias y, sobre todo, porque se busca el bienestar común en un pacto de amor. De ahí que nos apliquemos a observar y estudiar el mundo de la pareja.

Medea y Jasón llegaron a consulta, cuenta la historia griega, debido a que esta bella mujer estaba perdidamente enamorada de su hombre. Ella fue capaz de traicionar el amor de su padre para salvar el suyo por Jasón. No obstante, después de recibir todas las bondades de Medea, Jasón puso sus ojos en otra mujer que lo atrajo fuertemente.

– Medea, buenas tardes. Pase por favor y tome asiento.

En ese momento ella se desploma sobre el sillón en un mar de lágrimas. Su respiración es agitada y trata de balbucear algo que no es claro.

Dispongo de unos minutos para conocer el motivo de su consulta, entre tanto le acerco la caja de pañuelos desechables.

De pronto toma el control y expresa:

– “Estoy aquí porque… he descubierto que mi pareja me engaña”.

De nuevo el llanto la atrapa y no puede continuar su discurso.

A medida que transcurre la sesión, poco a poco va recobrando la fuerza y su discurso se vuelve fluido, en ocasiones con tal ímpetu que muestra su enojo y enfado con su pareja. Lanza improperios a diestra y siniestra. De repente se detiene y guarda silencio.

Medea se encuentra devastada, dolida, traicionada, le falta seguridad en sí misma... Su autoestima está por los suelos.

Todo esto me recuerda el mito griego de Medea, la cual refleja de manera contundente la crisis de una traición. Medea, al igual que su tía Circe, era una gran hechicera. Ella se enamoró de Jasón, quien tenía la ardua tarea de conquistar el vellocino de oro. La hechicera le ofreció ayuda si él prometía casarse con ella. El hombre aceptó denodadamente y Medea, con todo su poder y conocimiento, lo favoreció para cumplir con sus tareas, entre ellas vencer al temible y fuerte dragón de la comarca. El padre de Medea se oponía a esa relación, ella lo desafió y huyó con su prometido, incluso asesinó a su hermano, quien también se resistía a dicha unión. Todo lo hizo con tal de proteger y estar unida a él. Cabe destacar que esta pareja, como tantas otras, enfrentó muchas adversidades, de las cuales Jasón salió airoso, con el apoyo desmedido de su mujer. Obviamente estos enamorados vivieron juntos por muchos años, durante los cuales pudieron concebir varios hijos. Sin embargo, después de un tiempo Jasón puso sus ojos en la hija del rey de Corinto, y de nuevo tuvo la oportunidad de estar mejor, y decidió separarse de Medea. Ella, herida de muerte, el día de la boda de Jasón con la hija del rey envió a la futura esposa una peplo y una corona de oro hechizados. La novia, su padre y todo el palacio se consumieron en las llamas causadas por el obsequio. No conforme con eso, los deseos de venganza llevaron a la trágica hechicera a asesinar a sus propios hijos. A Jasón lo dejó vivo, pues deseaba que durante el resto de su vida lamentara la muerte de los hijos. Una vez realizada su venganza, Medea huyó a Atenas.

Lo descrito demuestra lo que una mujer es capaz de hacer cuando experimenta celos, y es víctima de la infidelidad. Esta experiencia se vive como una traición tan devastadora que puede llevar a un ser humano a su límite, y destruir un proyecto de vida que se fue construyendo durante muchos años.

También puede ocurrir que, en algunos casos de infidelidad, una pareja herida despierte y active las cosas que habían dejado de funcionar en su relación. Por consiguiente, si eso ocurre los miembros de la pareja reafirman y confirman el compromiso adquirido tiempo atrás.

Medea estaba sumida en su dolor, coraje y rabia por lo que le estaba ocurriendo. Se limitaba a proferir maldiciones contra Jasón. Ella no podía definir lo que haría al enterarse del secreto que guardaba celosamente su pareja.

– Medea decía: Hubiera podido perdonarlo si solo hubiera sido un acostón, una aventura. Pero él tenía una doble vida. Lo imagino seduciéndola, amándola, haciendo planes para el futuro y, sabe, me dan ganas de matarlo.

– En definitiva, es doloroso y desgastante lo que vive ahora…, y expresó un par de cosas más. Al cabo de unos minutos la sesión se terminó, y acordamos volvernos a ver en consulta.

Acompañé a Medea a la salida, la veía cansada, agotaba y dolida por la situación que estaba viviendo.

¿Qué es la infidelidad para ti?

¿Qué conduce a que seamos infieles?

¿Has vivido una experiencia de esta naturaleza? ¿La has superado?, ¿qué y cómo lo has hecho?

Quiero compartir la definición de infidelidad, de la Real Academia Española: “Aquello que se produce cuando un individuo no respeta la lealtad que le debe a alguien o algo. Un acto infiel es aquel en el que no se mantiene el compromiso asumido o aquel en el que no se actúa con rectitud”

Podrás estar de acuerdo o no con esta propuesta… lo cierto es que el significado de la infidelidad resulta subjetivo, porque cada persona o pareja tiene su propia concepción de lo que es ser infiel.

¿Y qué pasará con Jasón?

Hasta la próxima, buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com