/ sábado 16 de febrero de 2019

Casos y cosas de la experiencia | De la vida cotidiana: la infidelidad

Quinta parte

“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.

(Víctor Hugo)

José Ignacio Lovio Arvizu

Después de revisar algunos aspectos sobre la infidelidad, advertimos que es un tema con diversas aristas, complicado y volátil. Lo anterior se sustenta y asocia con la dinámica de los cambios y la velocidad en que se producen en el entorno.

El tema resulta complejo, porque alude a los problemas y los conflictos por resolver en la relación de pareja. Por ello, algunos autores se han entregado y enfocado al estudio de la infidelidad, que sacude a la pareja de forma extraordinaria y, por supuesto, que cuestiona sus cimientos, así como el matrimonio y cualquier relación que implique una convivencia.

Zumaya, Brown y Baker afirman: “La infidelidad es un fenómeno que afecta a todos, ya sea como participante o como víctima indirecta. Es una fuente de sufrimiento frecuente, por la que se solicita ayuda al personal de salud”.[1]

Hombres y mujeres tendremos que afrontar las consecuencias de la infidelidad, y hacer frente a la enorme carga emocional que implica para los involucrados. Por ello se requiere un gran arrojo para enfrentar la situación, y decidirse a buscar ayuda profesional para “arreglar” la situación.

Sin embargo, en ocasiones el infiel decide no actuar para modificar su realidad, porque cubre sus necesidades fisiológicas y emocionales. La afectada tampoco asume la responsabilidad de los hechos, y se encierra en su concha hasta el momento que explota y cobra la factura.

Un porcentaje significativo de las parejas que buscan ayuda profesional se debe a un acto de infidelidad, o puede ser que la causa que subyace a la solicitud de una atención de este tipo sea el monstruo de la infidelidad.

¿Qué sucederá con las nuevas generaciones y la relación de pareja?; ¿con qué recursos enfrentarán la infidelidad?

Dichas generaciones tienden a ser más permisivas, ya que su percepción de la infidelidad no es tan negativa. Claro, esto no supone una aceptación total, más bien un ajuste de cuentas de forma inmediata, que se puede expresar así:

— “Se termina la relación”.

— “No existe nada que repare esa herida”.

— “Te vas, porque no tolero tu falta de lealtad y amor a mí”.

Glass y Wright descubrieron que por lo menos 90% de los hombres y mujeres que incurrieron en la infidelidad tuvieron razones de peso para hacerlo: una carencia en cuanto al vínculo con la pareja. Otro aspecto relevante que señalaron es que el acto de la infidelidad prevalece en los hombres. La infidelidad deviene en una gran insatisfacción en la relación matrimonial.[2]

Peluso (2007) destaca otro aspecto importante que se debe considerar en la pareja y en la infidelidad: ocurre cuando las necesidades sexuales o de intimidad de uno o ambos integrantes no están satisfechas, y también cuando es débil el rechazo hacia el acto infiel. Los profesionales que abordamos estas situaciones nos debemos enfocar en conocer y comprender las motivaciones que llevan a uno u otro a vivir esta experiencia. De ahí obtendremos información sobre el tamaño de la herida, las consecuencias del acto y el pronóstico para salir a flote de la situación.[3]

¿Existe alguna posibilidad para solucionar esta crisis causada por la infidelidad? Sí la hay, si ambas partes se comprometen a revisar su situación presente y futura como pareja. Además, es preciso señalar que en ocasiones se requerirá la atención de cada uno en forma individual, para conocer sus recursos emocionales, y así generar los cambios necesarios y afianzar la relación.

Según Mario Zumaya: “La única justificación real para continuar con la pareja después de la crisis por infidelidad es porque la relación matrimonial va a ser mejor. Y es esto, precisamente, lo que pretende la sicoterapia: revisar los mecanismos y patrones que están detrás de la infidelidad para develarlos y, de ser posible, modificarlos comprendiendo también el significado de ésta. De no ser posible la modificación de estos patrones, la comprensión del significado e impacto de la infidelidad se convierte en una tarea básica en aquellas parejas que han dejado de serlo mucho antes de que la infidelidad ocurriera”.[4]

Hasta pronto, buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com


[1] Zumaya, M., Brown, C., y Baker, H. (2008). Las parejas y sus infidelidades, 15(3) (julio-septiembre). Medigraphic Artemisa (en línea).


2 Glass y Wright, T. L. (1992). Justifications for extramarital relationships: The association between attitudes, behavior and gender. The Journal of Sex Research, 29(3), 361-387.

[3] Peluso, P. R. (2007). Infidelity.

[4] Zumaya, M., Brown, C., y Baker, H. (2008). Las parejas y sus infidelidades, 15(3) (julio-septiembre). Medigraphic Artemisa (en línea).

Quinta parte

“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”.

(Víctor Hugo)

José Ignacio Lovio Arvizu

Después de revisar algunos aspectos sobre la infidelidad, advertimos que es un tema con diversas aristas, complicado y volátil. Lo anterior se sustenta y asocia con la dinámica de los cambios y la velocidad en que se producen en el entorno.

El tema resulta complejo, porque alude a los problemas y los conflictos por resolver en la relación de pareja. Por ello, algunos autores se han entregado y enfocado al estudio de la infidelidad, que sacude a la pareja de forma extraordinaria y, por supuesto, que cuestiona sus cimientos, así como el matrimonio y cualquier relación que implique una convivencia.

Zumaya, Brown y Baker afirman: “La infidelidad es un fenómeno que afecta a todos, ya sea como participante o como víctima indirecta. Es una fuente de sufrimiento frecuente, por la que se solicita ayuda al personal de salud”.[1]

Hombres y mujeres tendremos que afrontar las consecuencias de la infidelidad, y hacer frente a la enorme carga emocional que implica para los involucrados. Por ello se requiere un gran arrojo para enfrentar la situación, y decidirse a buscar ayuda profesional para “arreglar” la situación.

Sin embargo, en ocasiones el infiel decide no actuar para modificar su realidad, porque cubre sus necesidades fisiológicas y emocionales. La afectada tampoco asume la responsabilidad de los hechos, y se encierra en su concha hasta el momento que explota y cobra la factura.

Un porcentaje significativo de las parejas que buscan ayuda profesional se debe a un acto de infidelidad, o puede ser que la causa que subyace a la solicitud de una atención de este tipo sea el monstruo de la infidelidad.

¿Qué sucederá con las nuevas generaciones y la relación de pareja?; ¿con qué recursos enfrentarán la infidelidad?

Dichas generaciones tienden a ser más permisivas, ya que su percepción de la infidelidad no es tan negativa. Claro, esto no supone una aceptación total, más bien un ajuste de cuentas de forma inmediata, que se puede expresar así:

— “Se termina la relación”.

— “No existe nada que repare esa herida”.

— “Te vas, porque no tolero tu falta de lealtad y amor a mí”.

Glass y Wright descubrieron que por lo menos 90% de los hombres y mujeres que incurrieron en la infidelidad tuvieron razones de peso para hacerlo: una carencia en cuanto al vínculo con la pareja. Otro aspecto relevante que señalaron es que el acto de la infidelidad prevalece en los hombres. La infidelidad deviene en una gran insatisfacción en la relación matrimonial.[2]

Peluso (2007) destaca otro aspecto importante que se debe considerar en la pareja y en la infidelidad: ocurre cuando las necesidades sexuales o de intimidad de uno o ambos integrantes no están satisfechas, y también cuando es débil el rechazo hacia el acto infiel. Los profesionales que abordamos estas situaciones nos debemos enfocar en conocer y comprender las motivaciones que llevan a uno u otro a vivir esta experiencia. De ahí obtendremos información sobre el tamaño de la herida, las consecuencias del acto y el pronóstico para salir a flote de la situación.[3]

¿Existe alguna posibilidad para solucionar esta crisis causada por la infidelidad? Sí la hay, si ambas partes se comprometen a revisar su situación presente y futura como pareja. Además, es preciso señalar que en ocasiones se requerirá la atención de cada uno en forma individual, para conocer sus recursos emocionales, y así generar los cambios necesarios y afianzar la relación.

Según Mario Zumaya: “La única justificación real para continuar con la pareja después de la crisis por infidelidad es porque la relación matrimonial va a ser mejor. Y es esto, precisamente, lo que pretende la sicoterapia: revisar los mecanismos y patrones que están detrás de la infidelidad para develarlos y, de ser posible, modificarlos comprendiendo también el significado de ésta. De no ser posible la modificación de estos patrones, la comprensión del significado e impacto de la infidelidad se convierte en una tarea básica en aquellas parejas que han dejado de serlo mucho antes de que la infidelidad ocurriera”.[4]

Hasta pronto, buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com


[1] Zumaya, M., Brown, C., y Baker, H. (2008). Las parejas y sus infidelidades, 15(3) (julio-septiembre). Medigraphic Artemisa (en línea).


2 Glass y Wright, T. L. (1992). Justifications for extramarital relationships: The association between attitudes, behavior and gender. The Journal of Sex Research, 29(3), 361-387.

[3] Peluso, P. R. (2007). Infidelity.

[4] Zumaya, M., Brown, C., y Baker, H. (2008). Las parejas y sus infidelidades, 15(3) (julio-septiembre). Medigraphic Artemisa (en línea).