/ viernes 30 de julio de 2021

Casos y cosas de la experiencia | Descubriéndome todavía

Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida.

-Pablo Picasso (pintor)

En eso estoy, aquí y ahora, a mis 62 años, sigo descubriéndome y buscando aprender de la vida, mi vida y de las oportunidades que se presentan cada día. Actualmente me preparo para ofrecer un mejor servicio profesional, leo, converso con colegas y registro aprendizajes para las próximas sesiones con los estudiantes universitarios.

Me descubro inquieto, creativo, comprometido con el aprendizaje de habilidades nuevas, y dispuesto a recorrer otros caminos. Ciertamente, esto no me hace más joven, sin embargo encuentro fuerza y motivación para continuar en la búsqueda personal. En ocasiones me acompaño con un par de copas de vino, un buen libro o una charla enriquecedora para nutrirme y agradecer la vida que disfruto. Es hermoso sentir la pasión por descubrir horizontes, caminos, y relaciones interpersonales nuevas.

Siempre he disfrutado estudiar, me apasiona estar aprendiendo siempre, influenciado por mis maestros de primaria a quienes siempre recuerdo con un libro en las manos. Lo aprendido está ligado a la misión personal, al alma y, cuando menos lo espero, todo sirve para regalar una caricia a las personas que conozco.

Pues a disfrutar y vivir esos encuentros, ya que cada día brindan una oportunidad nueva de avanzar hacia el cumplimiento de la misión personal. Basta un delicioso café y una charla para resetear el disco duro, es decir, para liberar y expresar lo que siento y pienso. Una oportunidad para acompañar a alguien que necesita sentirse libre de ser quien es.

Sí, algunas veces me descubro apasionado, otras no tanto. Mi cuerpo detecta el cansancio y la rutina, y estoy atento a sus señales, para descansar. También la comida me sienta bien y la gozo, y sigo las indicaciones de mi médico y nutrióloga para estar mejor cada día. El vino, un acompañante fino y delicado, silencioso y suave como una caricia durante ese encuentro conmigo y las reflexiones sobre la vida, amor, familia, amigos, logros y sueños.

Esto me conduce a reconocer que empecé a envejecer desde el momento en que nací. La vejez trae múltiples oportunidades de aprendizaje, tanto en el plano biológico como en el espiritual. El silencio y la quietud alimentan los sentidos, la soledad acaricia y envuelve el alma.

He escrito varios artículos, poemas y reflexiones, que están recopilados en varios cuadernos de colores; organicé mi pequeña biblioteca; aprendí a meditar y conectar con mi cuerpo, a través del yoga kundialini. He tomado conciencia de mi cuerpo, de la energía que utilizo para conectar con los demás y conmigo; también de mi apego con algunas cosas y personas y desapego de ellas.

Aún tengo que reorganizar mi archivo personal, para desprenderme de documentos que ya no tiene sentido conservar. Hay algunos sueños por realizar, como un par de viajes pendientes que deseo disfrutar. Me siento fuerte y enamorado de la vida, gozo las oportunidades de sentir el aire, el roce suave de una mano, el abrazo de ese ser querido, escuchar a las aves y la risa de las personas.

Degustar una buena comida y saborear un rico café resultan una experiencia única. Es gratificante y sublime observar con detenimiento el caminar lento de las personas mayores, escuchar sus charlas, y gozar la presencia de otras generaciones interactuando con ellas.

Recuerdo ahora una reflexión de Pablo Picasso: “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”. Quizá me tarde un poco más, sin embargo lo haré y aprenderé. Tú que eres joven, practica la paciencia y tolerancia conmigo. Sabes, nos beneficiaremos mutuamente.

Así sea, descubriéndome todavía.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra

#yoaportoenpositivo

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com


Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida.

-Pablo Picasso (pintor)

En eso estoy, aquí y ahora, a mis 62 años, sigo descubriéndome y buscando aprender de la vida, mi vida y de las oportunidades que se presentan cada día. Actualmente me preparo para ofrecer un mejor servicio profesional, leo, converso con colegas y registro aprendizajes para las próximas sesiones con los estudiantes universitarios.

Me descubro inquieto, creativo, comprometido con el aprendizaje de habilidades nuevas, y dispuesto a recorrer otros caminos. Ciertamente, esto no me hace más joven, sin embargo encuentro fuerza y motivación para continuar en la búsqueda personal. En ocasiones me acompaño con un par de copas de vino, un buen libro o una charla enriquecedora para nutrirme y agradecer la vida que disfruto. Es hermoso sentir la pasión por descubrir horizontes, caminos, y relaciones interpersonales nuevas.

Siempre he disfrutado estudiar, me apasiona estar aprendiendo siempre, influenciado por mis maestros de primaria a quienes siempre recuerdo con un libro en las manos. Lo aprendido está ligado a la misión personal, al alma y, cuando menos lo espero, todo sirve para regalar una caricia a las personas que conozco.

Pues a disfrutar y vivir esos encuentros, ya que cada día brindan una oportunidad nueva de avanzar hacia el cumplimiento de la misión personal. Basta un delicioso café y una charla para resetear el disco duro, es decir, para liberar y expresar lo que siento y pienso. Una oportunidad para acompañar a alguien que necesita sentirse libre de ser quien es.

Sí, algunas veces me descubro apasionado, otras no tanto. Mi cuerpo detecta el cansancio y la rutina, y estoy atento a sus señales, para descansar. También la comida me sienta bien y la gozo, y sigo las indicaciones de mi médico y nutrióloga para estar mejor cada día. El vino, un acompañante fino y delicado, silencioso y suave como una caricia durante ese encuentro conmigo y las reflexiones sobre la vida, amor, familia, amigos, logros y sueños.

Esto me conduce a reconocer que empecé a envejecer desde el momento en que nací. La vejez trae múltiples oportunidades de aprendizaje, tanto en el plano biológico como en el espiritual. El silencio y la quietud alimentan los sentidos, la soledad acaricia y envuelve el alma.

He escrito varios artículos, poemas y reflexiones, que están recopilados en varios cuadernos de colores; organicé mi pequeña biblioteca; aprendí a meditar y conectar con mi cuerpo, a través del yoga kundialini. He tomado conciencia de mi cuerpo, de la energía que utilizo para conectar con los demás y conmigo; también de mi apego con algunas cosas y personas y desapego de ellas.

Aún tengo que reorganizar mi archivo personal, para desprenderme de documentos que ya no tiene sentido conservar. Hay algunos sueños por realizar, como un par de viajes pendientes que deseo disfrutar. Me siento fuerte y enamorado de la vida, gozo las oportunidades de sentir el aire, el roce suave de una mano, el abrazo de ese ser querido, escuchar a las aves y la risa de las personas.

Degustar una buena comida y saborear un rico café resultan una experiencia única. Es gratificante y sublime observar con detenimiento el caminar lento de las personas mayores, escuchar sus charlas, y gozar la presencia de otras generaciones interactuando con ellas.

Recuerdo ahora una reflexión de Pablo Picasso: “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”. Quizá me tarde un poco más, sin embargo lo haré y aprenderé. Tú que eres joven, practica la paciencia y tolerancia conmigo. Sabes, nos beneficiaremos mutuamente.

Así sea, descubriéndome todavía.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra

#yoaportoenpositivo

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com