/ viernes 27 de mayo de 2022

Casos y cosas de la experiencia | Desde la experiencia

La vida se manifiesta en cada experiencia.

Cada mañana, al caminar, mi propósito es encontrar un detalle que disfrutar y sirva de base para escribir la experiencia del día. He decidido guardar en un cuaderno una frase que reúna un trozo de vida. Por ejemplo, observar con calma a un par de tecolotes llaneros, que se han convertido en un regalo para mi vista; también escuchar el canto de las palomas, descrito en otras entregas. Soy afortunado por gozar esos regalos de la naturaleza.

En mi recorrido también reflexiono sobre la tristeza que agobia a los adolescentes y adultos jóvenes. Esto me recuerda una frase de Pérez Islas (2019): “… para la lenta muerte por tristeza, no se ha inventado cura alguna”. He observado, en la consulta, a personas que arrastran los pies y cuyo discurso apenas es audible, tienen la mirada perdida y guardan un silencio “estruendoso”. Durante el encuentro me invade la empatía, comprensión y compasión ante el dolor y la soledad de los otros. Creo que es una prueba fehaciente de vida y humanidad. Sé lo difícil que es transitar por ese camino, cuando se llevan cargas y pérdidas que socavan la energía.

Es preciso señalar, como psicólogo y psicoterapeuta, que saber y sentir no es lo mismo. Saber es el resultado de un proceso mental y sentir es el conjunto de emociones que se producen en todo mi cuerpo, porque estoy ahí siendo nosotros en el proceso. He visto y sentido dicha experiencia; cuando surge y permanece dan ganas de no estar, de desaparecer. También, a veces se presenta la sombra de la muerte, que quieres que te arrope. Soledad, silencio y hastío bailan lentamente y provocan una pesadez que arrastra al aislamiento. Acompañar a otros en este proceso requiere de autocuidado y de un servicio impecable. No basta decir échale ganas, tú puedes, tienes todo para ser feliz.

Descubrir el camino a la reconciliación personal requiere esfuerzo, disciplina y tenacidad. Hay que reconocer quien soy, tengo y quiero para alimentar mi vida entera. Esto implica integrar las partes que nos conforman —física, emocional y espiritual—, porque si estoy roto en pedazos, sólo eso puedo ofrecerme y dar a otros. La tristeza genera dolor y miedo, y eso no es bueno para tomar decisiones. Cuando la aflicción nos tiene ebrios de dolor, necesitamos sentir, identificar, comprender, aceptar y manejar todo lo que lo provoca.

Hay que identificar el miedo que, si lo vemos como un acrónimo, significa mediocridad, ideas equivocadas, ensimismamiento emocional, dudas y oscuridad cegadora. Miedo y tristeza se besan y bailan a un mismo ritmo, lento y denso. Por eso me preparo para observar y escuchar a esas almas, así puedo leer, en sus actos, lo que quieren decirme o gritarme al oído. Nada es casualidad, cada encuentro tiene un propósito y guarda una lección de vida, que cada uno la vive como quiere y le otorga el significado que le corresponde.

Crecer duele, y es un paso necesario para subir en la escala del aprendizaje. Estar juntos en este proceso conlleva un impulso para vivir la vida plenamente. De esto se desprende la importancia de ser escuchados con atribución, porque nos sentimos vistos y dejamos de ser anónimos e invisibles. Estás tú, yo y así conformamos un nosotros en el encuentro de almas. La vida es un aprendizaje continuo, un cerrar y soltar para liberarnos de cargas que no nos corresponden. Justo al escribir esto viene a mi mente El grito, cuadro de E. Munch, cuya imagen “…refleja la ansiedad y la angustia del ser humano”, que es el mensaje que quiso transmitir su autor.

En este mundo turbulento, desafiante y retador abundan soledad y tristeza. La salud mental es un desafío para nuestra sociedad, y las instituciones de salud deberán prepararse para ofrecer servicios de calidad para sus habitantes. Por ende, las instituciones educativas serán responsables de la formación, investigación y vinculación con profesionales altamente capacitados y éticos.

Continuaré mi camino por ese lugar donde la naturaleza me regala momentos maravillosos a través de las personas, los árboles y su sombra, los tecolotes llaneros, las palomas y su canto. Para así lograr la armonía con los otros seres o almas, que nos cobijan, y estar atentos a las múltiples lecciones por aprender.

Por un mundo de confianza y esperanza.

Buen fin de semana… Confiando22

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo

La vida se manifiesta en cada experiencia.

Cada mañana, al caminar, mi propósito es encontrar un detalle que disfrutar y sirva de base para escribir la experiencia del día. He decidido guardar en un cuaderno una frase que reúna un trozo de vida. Por ejemplo, observar con calma a un par de tecolotes llaneros, que se han convertido en un regalo para mi vista; también escuchar el canto de las palomas, descrito en otras entregas. Soy afortunado por gozar esos regalos de la naturaleza.

En mi recorrido también reflexiono sobre la tristeza que agobia a los adolescentes y adultos jóvenes. Esto me recuerda una frase de Pérez Islas (2019): “… para la lenta muerte por tristeza, no se ha inventado cura alguna”. He observado, en la consulta, a personas que arrastran los pies y cuyo discurso apenas es audible, tienen la mirada perdida y guardan un silencio “estruendoso”. Durante el encuentro me invade la empatía, comprensión y compasión ante el dolor y la soledad de los otros. Creo que es una prueba fehaciente de vida y humanidad. Sé lo difícil que es transitar por ese camino, cuando se llevan cargas y pérdidas que socavan la energía.

Es preciso señalar, como psicólogo y psicoterapeuta, que saber y sentir no es lo mismo. Saber es el resultado de un proceso mental y sentir es el conjunto de emociones que se producen en todo mi cuerpo, porque estoy ahí siendo nosotros en el proceso. He visto y sentido dicha experiencia; cuando surge y permanece dan ganas de no estar, de desaparecer. También, a veces se presenta la sombra de la muerte, que quieres que te arrope. Soledad, silencio y hastío bailan lentamente y provocan una pesadez que arrastra al aislamiento. Acompañar a otros en este proceso requiere de autocuidado y de un servicio impecable. No basta decir échale ganas, tú puedes, tienes todo para ser feliz.

Descubrir el camino a la reconciliación personal requiere esfuerzo, disciplina y tenacidad. Hay que reconocer quien soy, tengo y quiero para alimentar mi vida entera. Esto implica integrar las partes que nos conforman —física, emocional y espiritual—, porque si estoy roto en pedazos, sólo eso puedo ofrecerme y dar a otros. La tristeza genera dolor y miedo, y eso no es bueno para tomar decisiones. Cuando la aflicción nos tiene ebrios de dolor, necesitamos sentir, identificar, comprender, aceptar y manejar todo lo que lo provoca.

Hay que identificar el miedo que, si lo vemos como un acrónimo, significa mediocridad, ideas equivocadas, ensimismamiento emocional, dudas y oscuridad cegadora. Miedo y tristeza se besan y bailan a un mismo ritmo, lento y denso. Por eso me preparo para observar y escuchar a esas almas, así puedo leer, en sus actos, lo que quieren decirme o gritarme al oído. Nada es casualidad, cada encuentro tiene un propósito y guarda una lección de vida, que cada uno la vive como quiere y le otorga el significado que le corresponde.

Crecer duele, y es un paso necesario para subir en la escala del aprendizaje. Estar juntos en este proceso conlleva un impulso para vivir la vida plenamente. De esto se desprende la importancia de ser escuchados con atribución, porque nos sentimos vistos y dejamos de ser anónimos e invisibles. Estás tú, yo y así conformamos un nosotros en el encuentro de almas. La vida es un aprendizaje continuo, un cerrar y soltar para liberarnos de cargas que no nos corresponden. Justo al escribir esto viene a mi mente El grito, cuadro de E. Munch, cuya imagen “…refleja la ansiedad y la angustia del ser humano”, que es el mensaje que quiso transmitir su autor.

En este mundo turbulento, desafiante y retador abundan soledad y tristeza. La salud mental es un desafío para nuestra sociedad, y las instituciones de salud deberán prepararse para ofrecer servicios de calidad para sus habitantes. Por ende, las instituciones educativas serán responsables de la formación, investigación y vinculación con profesionales altamente capacitados y éticos.

Continuaré mi camino por ese lugar donde la naturaleza me regala momentos maravillosos a través de las personas, los árboles y su sombra, los tecolotes llaneros, las palomas y su canto. Para así lograr la armonía con los otros seres o almas, que nos cobijan, y estar atentos a las múltiples lecciones por aprender.

Por un mundo de confianza y esperanza.

Buen fin de semana… Confiando22

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo