/ viernes 17 de junio de 2022

Casos y cosas de la experiencia | Desde la experiencia IV

Miré tu fotografía como tanta veces, hoy es diferente porque tengo presente tu legado. Resuenas dentro de mí y me doy cuenta que te llevo conmigo.

Los sonidos del silencio, el aleteo de las aves, el olor a tierra mojada y el aroma del café son motivos suficientes para recordar tu presencia en mi vida. El trato amable y sencillo, que brindabas a las personas con quienes desempeñaste tu labor, fue tu característica principal. Recuerdo tu caminar lerdo, derechito como árbol a la vera del camino, y tu sonrisa siempre amable para todos. Reconozco las habilidades que poseías para la escritura y la belleza de tu caligrafía, los toques delicados y románticos que le imprimías a los bongos, acompañados con tu voz de tenor.

Hoy me gustaría charlar contigo, como lo hicimos en los últimos años, antes de tu partida, sentados a la mesa, ante un café delicioso que preparabas con maestría y parsimonia como si fuese un arte. Me viene a la mente tu imagen, sentado con tu pierna izquierda cruzada sobre la derecha sorbiendo con suavidad ese café, amenizado con una charla apasionada sobre diversos temas polémicos que despertaban tu interés.

Algunas ocasiones disfruté verte bailar con una de mis primas, pero otras no tanto, porque ella me hacía enojar afirmando que tú eras suyo. Cuando bailabas con mi madre gozaba con las bromas que te hacía; con su chispa tan característica, que se convertía en un agasajo. Estoy agradecido por todo lo que compartiste a través de tu vida; los aciertos, errores, valores, logros y lecciones, que fueron un elemento esencial para impulsar mi vida hacia otros caminos. Tu legado resuena dentro de mí y me doy cuenta que te llevo conmigo.

Guardo recuerdos especiales que avivan mis sentidos, como cuando te llamé para expresarte que te quería un montón; una ocurrencia espontánea que tuve en una ocasión que iba en carretera. Revivo ahora ese momento, y tu reacción a través de las palabras que me compartiste; fue un parteaguas en nuestra relación, a la que sucedieron otras lecciones para los dos.

Recuerdo cuando te vi tocar los bongos, y oír tu canto en los lugares donde disfrutabas la música. También cuando dibujabas cupidos, con esmero y dedicación, que te solicitaban algunas personas, para las celebraciones del 14 de febrero. Reconozco tus trazos al escribir, y esa letra maravillosa y elegante.

En definitiva, emprendimos un camino para aprender lecciones únicas, para trascender cada uno en su historia. Me alejé de ti por un tiempo para crecer, renuncié a tu cercanía para vivir lo que me correspondía, y quizá no cumplí tus expectativas. No obstante, respetaste mi decisión para seguir mi camino y lo celebro, porque así lograremos cambiar nuestra historia generacional.

Un día, mi viejo se levantó, me abrazó, me dijo cuánto me quería y me dio su bendición. La mañana siguiente voló, como ave al cielo, a entonar su canto en otros lugares. Sé que lo encontraré brillando en las estrellas, y alumbrando el camino de otras almas.

Vaya mi gratitud para él, por ser el vehículo para estar aquí y ahora celebrando mi vida y también mi rol como padre. Gracias papá por tu vida, historia y legado.

Feliz Día del Padre para todos los que se esfuerzan por dejar un legado a sus hijos e hijas.

Por un mundo de confianza y esperanza.

Buen fin de semana… Confiando22

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo

Miré tu fotografía como tanta veces, hoy es diferente porque tengo presente tu legado. Resuenas dentro de mí y me doy cuenta que te llevo conmigo.

Los sonidos del silencio, el aleteo de las aves, el olor a tierra mojada y el aroma del café son motivos suficientes para recordar tu presencia en mi vida. El trato amable y sencillo, que brindabas a las personas con quienes desempeñaste tu labor, fue tu característica principal. Recuerdo tu caminar lerdo, derechito como árbol a la vera del camino, y tu sonrisa siempre amable para todos. Reconozco las habilidades que poseías para la escritura y la belleza de tu caligrafía, los toques delicados y románticos que le imprimías a los bongos, acompañados con tu voz de tenor.

Hoy me gustaría charlar contigo, como lo hicimos en los últimos años, antes de tu partida, sentados a la mesa, ante un café delicioso que preparabas con maestría y parsimonia como si fuese un arte. Me viene a la mente tu imagen, sentado con tu pierna izquierda cruzada sobre la derecha sorbiendo con suavidad ese café, amenizado con una charla apasionada sobre diversos temas polémicos que despertaban tu interés.

Algunas ocasiones disfruté verte bailar con una de mis primas, pero otras no tanto, porque ella me hacía enojar afirmando que tú eras suyo. Cuando bailabas con mi madre gozaba con las bromas que te hacía; con su chispa tan característica, que se convertía en un agasajo. Estoy agradecido por todo lo que compartiste a través de tu vida; los aciertos, errores, valores, logros y lecciones, que fueron un elemento esencial para impulsar mi vida hacia otros caminos. Tu legado resuena dentro de mí y me doy cuenta que te llevo conmigo.

Guardo recuerdos especiales que avivan mis sentidos, como cuando te llamé para expresarte que te quería un montón; una ocurrencia espontánea que tuve en una ocasión que iba en carretera. Revivo ahora ese momento, y tu reacción a través de las palabras que me compartiste; fue un parteaguas en nuestra relación, a la que sucedieron otras lecciones para los dos.

Recuerdo cuando te vi tocar los bongos, y oír tu canto en los lugares donde disfrutabas la música. También cuando dibujabas cupidos, con esmero y dedicación, que te solicitaban algunas personas, para las celebraciones del 14 de febrero. Reconozco tus trazos al escribir, y esa letra maravillosa y elegante.

En definitiva, emprendimos un camino para aprender lecciones únicas, para trascender cada uno en su historia. Me alejé de ti por un tiempo para crecer, renuncié a tu cercanía para vivir lo que me correspondía, y quizá no cumplí tus expectativas. No obstante, respetaste mi decisión para seguir mi camino y lo celebro, porque así lograremos cambiar nuestra historia generacional.

Un día, mi viejo se levantó, me abrazó, me dijo cuánto me quería y me dio su bendición. La mañana siguiente voló, como ave al cielo, a entonar su canto en otros lugares. Sé que lo encontraré brillando en las estrellas, y alumbrando el camino de otras almas.

Vaya mi gratitud para él, por ser el vehículo para estar aquí y ahora celebrando mi vida y también mi rol como padre. Gracias papá por tu vida, historia y legado.

Feliz Día del Padre para todos los que se esfuerzan por dejar un legado a sus hijos e hijas.

Por un mundo de confianza y esperanza.

Buen fin de semana… Confiando22

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo