/ domingo 21 de abril de 2019

Casos y cosas de la experiencia | Difícil tomar decisiones

“Me pregunto qué hace difícil tomar la decisión que ya parecía haberse tomado”.

La ocasión era precisa para que Kimberly revisara varias decisiones que había tomado a través de su vida; sin embargo, ahora la ansiedad era galopante y se le manifestaba en el cuerpo con una taquicardia y un nudo en la garganta. Ahora la decisión era difícil: terminar o seguir la relación con su pareja.

Ella se encontraba ante un momento crucial; la cabeza le daba vueltas, y sentía un dolor profundo. Su voz era cada vez más pausada…, entró en contacto con su sentir y pensar, eso resultó intenso y agobiante. Expresó así lo que estaba viviendo en su relación de pareja.

— “Tengo días que no descanso ni duermo bien, estoy sumida en mi trabajo para no enfrentar esto que vivo ahora, en este momento”.

¿Por qué es tan difícil tomar decisiones? Recuerdo un fragmento de una obra de John Gardner, donde su protagonista principal buscaba la ayuda de un sacerdote, hombre sabio y justo, para preguntarle sobre los misterios de la vida. Este personaje se encontraba confundido y agobiado por lo que vivía en ese momento y esperaba una respuesta, la cual llegó tan puntual: “todo se desvanece” y “las alternativas excluyen”.

Tomar decisiones es difícil y caro porque implica renunciar a algo. Es decir, por cada sí existe un no que nos enfrenta a múltiples emociones y sentimientos intensos, que producen un desgaste emocional significativo. Tomar una decisión respecto de algo nos enfrenta a diversas alternativas que pueden provocar un gran sufrimiento.

Kimberly lloraba y agitaba las manos, parecía que necesitaba asirse a algo para descargar lo que sentía:

— Me duele la cabeza, y siento mucho coraje por lo que ha sucedido…, no me lo merezco.

Su cuerpo se estremecía, y le era difícil respirar. Colocó la mano derecha sobre su corazón, se incorporó del sillón y se cambió al otro, para decir:

— Deseo golpearle, gritarle todo lo que siento: me has dañado el alma, no sé si pueda soportar estar a tu lado.

Kimberly se desplomó en el sillón, se le agotó toda la energía cuando manifestó abiertamente su sentir y guardó silencio.

Ella es un baluarte para mucha gente, realizó un sinfín de esfuerzos para salir adelante; su infancia fue una manifestación constante de fuerza y determinación para cuidar a los suyos, porque así lo requería el momento. Enfrentó los desafíos que forjaron su carácter, y luchó por su ser y estar en el mundo, por diferenciarse.

Las decisiones que tomó a lo largo de su vida fueron marcando su camino, que ha sido de dedicación, pruebas y desafíos personales y profesionales. Ciertamente cada decisión es una experiencia límite, en su momento, situación y contexto. Se enfrentó a sí misma y a sus posibilidades de ser una mujer fuerte, exitosa y con un legado por delante.

Tomar la decisión de ser ella la separa de otras posibilidades, es decir, decidió ser como es, con sus aciertos y defectos, logros y lecciones por aprender.

Aquí y ahora, Kimberly expresa:

— “Elegí ser libre, vagar por los sentidos y pensamientos, transitar de un lugar a otro. Elegí ser libre para vivir el sentido de mi vida, elegí vivir las diversas historias para forjarme como la mujer que soy y quiero ser: leal a mí y a los que amo”.

Kant afirmaba que somos responsables de dar forma y sentido a nuestro mundo interior y exterior. Nuestra realidad se forja de las experiencias vividas y el sentido que le otorgamos.

El silencio era una compañía ineludible, el sufrimiento de Kimberly desgarraba el tiempo y espacio. Con las manos entretejidas, de pronto espetó:

— ¿Cuánto tiempo durará esto? Me duele la cabeza, estómago y pecho.

La invité a que ventilara lo que sentía y con dificultad dijo:

— Siento miedo, mucho coraje…, ahora desconfío de todo, me han lastimado, estoy vulnerable…, y no me gusta sentirme así”.

Durante la sesión ella expresó abiertamente su dolor, miedo, enojo y una tristeza profunda. Antes de concluir acordamos el próximo encuentro, y le pregunté que si necesita algo, y afirmó:

— “Necesito descansar dormir, cuidarme porque nadie lo hará por mí”.

Un proceso sicoterapéutico, como este, requiere de escuchar, empatizar y esperar a que la persona encuentre y ubique sus propios recursos, para tomar la decisión más conveniente. Cada sicoterapeuta descubrirá su manera de acompañar y apoyar a las personas que le solicitan servicios profesionales; elige estar ahí, aquí y ahora para ser un acompañante en el dolor, y aguardar la esperanza de una recuperación plena.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com

“Me pregunto qué hace difícil tomar la decisión que ya parecía haberse tomado”.

La ocasión era precisa para que Kimberly revisara varias decisiones que había tomado a través de su vida; sin embargo, ahora la ansiedad era galopante y se le manifestaba en el cuerpo con una taquicardia y un nudo en la garganta. Ahora la decisión era difícil: terminar o seguir la relación con su pareja.

Ella se encontraba ante un momento crucial; la cabeza le daba vueltas, y sentía un dolor profundo. Su voz era cada vez más pausada…, entró en contacto con su sentir y pensar, eso resultó intenso y agobiante. Expresó así lo que estaba viviendo en su relación de pareja.

— “Tengo días que no descanso ni duermo bien, estoy sumida en mi trabajo para no enfrentar esto que vivo ahora, en este momento”.

¿Por qué es tan difícil tomar decisiones? Recuerdo un fragmento de una obra de John Gardner, donde su protagonista principal buscaba la ayuda de un sacerdote, hombre sabio y justo, para preguntarle sobre los misterios de la vida. Este personaje se encontraba confundido y agobiado por lo que vivía en ese momento y esperaba una respuesta, la cual llegó tan puntual: “todo se desvanece” y “las alternativas excluyen”.

Tomar decisiones es difícil y caro porque implica renunciar a algo. Es decir, por cada sí existe un no que nos enfrenta a múltiples emociones y sentimientos intensos, que producen un desgaste emocional significativo. Tomar una decisión respecto de algo nos enfrenta a diversas alternativas que pueden provocar un gran sufrimiento.

Kimberly lloraba y agitaba las manos, parecía que necesitaba asirse a algo para descargar lo que sentía:

— Me duele la cabeza, y siento mucho coraje por lo que ha sucedido…, no me lo merezco.

Su cuerpo se estremecía, y le era difícil respirar. Colocó la mano derecha sobre su corazón, se incorporó del sillón y se cambió al otro, para decir:

— Deseo golpearle, gritarle todo lo que siento: me has dañado el alma, no sé si pueda soportar estar a tu lado.

Kimberly se desplomó en el sillón, se le agotó toda la energía cuando manifestó abiertamente su sentir y guardó silencio.

Ella es un baluarte para mucha gente, realizó un sinfín de esfuerzos para salir adelante; su infancia fue una manifestación constante de fuerza y determinación para cuidar a los suyos, porque así lo requería el momento. Enfrentó los desafíos que forjaron su carácter, y luchó por su ser y estar en el mundo, por diferenciarse.

Las decisiones que tomó a lo largo de su vida fueron marcando su camino, que ha sido de dedicación, pruebas y desafíos personales y profesionales. Ciertamente cada decisión es una experiencia límite, en su momento, situación y contexto. Se enfrentó a sí misma y a sus posibilidades de ser una mujer fuerte, exitosa y con un legado por delante.

Tomar la decisión de ser ella la separa de otras posibilidades, es decir, decidió ser como es, con sus aciertos y defectos, logros y lecciones por aprender.

Aquí y ahora, Kimberly expresa:

— “Elegí ser libre, vagar por los sentidos y pensamientos, transitar de un lugar a otro. Elegí ser libre para vivir el sentido de mi vida, elegí vivir las diversas historias para forjarme como la mujer que soy y quiero ser: leal a mí y a los que amo”.

Kant afirmaba que somos responsables de dar forma y sentido a nuestro mundo interior y exterior. Nuestra realidad se forja de las experiencias vividas y el sentido que le otorgamos.

El silencio era una compañía ineludible, el sufrimiento de Kimberly desgarraba el tiempo y espacio. Con las manos entretejidas, de pronto espetó:

— ¿Cuánto tiempo durará esto? Me duele la cabeza, estómago y pecho.

La invité a que ventilara lo que sentía y con dificultad dijo:

— Siento miedo, mucho coraje…, ahora desconfío de todo, me han lastimado, estoy vulnerable…, y no me gusta sentirme así”.

Durante la sesión ella expresó abiertamente su dolor, miedo, enojo y una tristeza profunda. Antes de concluir acordamos el próximo encuentro, y le pregunté que si necesita algo, y afirmó:

— “Necesito descansar dormir, cuidarme porque nadie lo hará por mí”.

Un proceso sicoterapéutico, como este, requiere de escuchar, empatizar y esperar a que la persona encuentre y ubique sus propios recursos, para tomar la decisión más conveniente. Cada sicoterapeuta descubrirá su manera de acompañar y apoyar a las personas que le solicitan servicios profesionales; elige estar ahí, aquí y ahora para ser un acompañante en el dolor, y aguardar la esperanza de una recuperación plena.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com