/ viernes 23 de agosto de 2019

Casos y cosas de la experiencia | El dilema de la pareja IV El gran secreto de la comunicación

“La inteligencia emocional nos enseña a enfadarnos con la persona adecuada, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto".

Después de caminar un rato por la Plaza Bicentenario, elegí un lugar para beber una taza de café. Era el momento preciso para sostener un diálogo interno, y dedicar un tiempo a escuchar mi silencio, justo entonces pensé en las diversas manifestaciones de la comunicación humana.

En un par de hojas esbocé algunas ideas sobre el tema, surgieron obviamente situaciones que me condujeron a reflexionar. “Es cierto, me comunico mal, no explico bien”. Recuerdo que una persona pronunció esta frase durante su sesión de psicoterapia.

Repetí la frase varias veces, y concluí que nos comunicamos mal porque no sabemos escuchar. Por consiguiente, si no me comunico bien conmigo, tendré dificultad para comunicarme con mi pareja. Esto me recordó la sesión con Jordán:

— No sé qué me pasa con mi pareja, le digo las cosas y parece que no me entiende. Como si hablara un idioma diferente.

— Le pregunté: ¿Qué es lo que quieres expresarle?

— Jordán dijo: Quiero que se dé cuenta que necesito su atención, ella sólo está inmersa en sus cosas y en los niños.

Es imposible comunicarme con otros, si no tengo una buena comunicación conmigo mismo. Entonces, necesito desarrollar mi habilidad para escucharme, estar atento a mis palabras y sentimientos, para expresarlos con claridad y oportunidad.

Generalmente utilizamos un lenguaje en el cual se ponen de manifiesto nuestras justificaciones.

— Jordán, dice: Llego cansado a casa y espero que mi esposa me atienda, se ocupe de mí. Claro, ella no lo hace y mi enojo aflora, y justo en ese momento hago cosas para que ella voltee a verme.

— ¿Qué necesitas en ese momento? ¿Has intentado atraer su atención de otra forma?

— Jordán, molesto y cerrando sus puños, dice: Es que ya no sé qué decir o hacer para que se interese en mí.

Dedicamos tiempo a pensar o actuar para atraer la atención de los demás, seleccionamos las palabras y cómo decirlas para evitar conflictos. Para lograr una comunicación efectiva con el otro, es preciso conectar con uno mismo, es decir, integrar mis sentimientos con mis pensamientos, para expresarme.

Hacer contacto con mi sentir y pensar me clarifica lo que vivo en este momento para, a partir de ahí, exteriorizar lo que vivo y darle la oportunidad al otro de conocer y comprender lo que me sucede. No puedo adivinar lo que necesitas si no lo expresas claramente.

Esto me recuerda una frase del gran físico Galileo Galilei: “No puedes enseñar nada a nadie, sólo haz que se dé cuenta de que las respuestas están ya dentro de ellos, de su interior”. Aquí radica el secreto del valor de la comunicación en pareja, primero identificar lo que me pasa para luego manifestarlo. De tal forma que estimule el diálogo interno y la comunicación efectiva con el otro.

Expresar lo que siento y pienso es la oportunidad de respetarme y valorar al otro. Es preciso aprender a exponer los requerimientos y deseos, para favorecer el intercambio de necesidades entre los miembros de la pareja, y dejar de lado los supuestos.

Utiliza la autoindagación, ya que aprenderás más de ti y podrás identificar las creencias que bloquean el diálogo con los demás. Las palabras que expresas son consecuencia de tus pensamientos y éstos de tus creencias.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com

“La inteligencia emocional nos enseña a enfadarnos con la persona adecuada, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto".

Después de caminar un rato por la Plaza Bicentenario, elegí un lugar para beber una taza de café. Era el momento preciso para sostener un diálogo interno, y dedicar un tiempo a escuchar mi silencio, justo entonces pensé en las diversas manifestaciones de la comunicación humana.

En un par de hojas esbocé algunas ideas sobre el tema, surgieron obviamente situaciones que me condujeron a reflexionar. “Es cierto, me comunico mal, no explico bien”. Recuerdo que una persona pronunció esta frase durante su sesión de psicoterapia.

Repetí la frase varias veces, y concluí que nos comunicamos mal porque no sabemos escuchar. Por consiguiente, si no me comunico bien conmigo, tendré dificultad para comunicarme con mi pareja. Esto me recordó la sesión con Jordán:

— No sé qué me pasa con mi pareja, le digo las cosas y parece que no me entiende. Como si hablara un idioma diferente.

— Le pregunté: ¿Qué es lo que quieres expresarle?

— Jordán dijo: Quiero que se dé cuenta que necesito su atención, ella sólo está inmersa en sus cosas y en los niños.

Es imposible comunicarme con otros, si no tengo una buena comunicación conmigo mismo. Entonces, necesito desarrollar mi habilidad para escucharme, estar atento a mis palabras y sentimientos, para expresarlos con claridad y oportunidad.

Generalmente utilizamos un lenguaje en el cual se ponen de manifiesto nuestras justificaciones.

— Jordán, dice: Llego cansado a casa y espero que mi esposa me atienda, se ocupe de mí. Claro, ella no lo hace y mi enojo aflora, y justo en ese momento hago cosas para que ella voltee a verme.

— ¿Qué necesitas en ese momento? ¿Has intentado atraer su atención de otra forma?

— Jordán, molesto y cerrando sus puños, dice: Es que ya no sé qué decir o hacer para que se interese en mí.

Dedicamos tiempo a pensar o actuar para atraer la atención de los demás, seleccionamos las palabras y cómo decirlas para evitar conflictos. Para lograr una comunicación efectiva con el otro, es preciso conectar con uno mismo, es decir, integrar mis sentimientos con mis pensamientos, para expresarme.

Hacer contacto con mi sentir y pensar me clarifica lo que vivo en este momento para, a partir de ahí, exteriorizar lo que vivo y darle la oportunidad al otro de conocer y comprender lo que me sucede. No puedo adivinar lo que necesitas si no lo expresas claramente.

Esto me recuerda una frase del gran físico Galileo Galilei: “No puedes enseñar nada a nadie, sólo haz que se dé cuenta de que las respuestas están ya dentro de ellos, de su interior”. Aquí radica el secreto del valor de la comunicación en pareja, primero identificar lo que me pasa para luego manifestarlo. De tal forma que estimule el diálogo interno y la comunicación efectiva con el otro.

Expresar lo que siento y pienso es la oportunidad de respetarme y valorar al otro. Es preciso aprender a exponer los requerimientos y deseos, para favorecer el intercambio de necesidades entre los miembros de la pareja, y dejar de lado los supuestos.

Utiliza la autoindagación, ya que aprenderás más de ti y podrás identificar las creencias que bloquean el diálogo con los demás. Las palabras que expresas son consecuencia de tus pensamientos y éstos de tus creencias.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com