/ viernes 17 de julio de 2020

Casos y cosas de la experiencia | El dolor y sufrimiento

“A quien no teme la duda,

a quien se pregunta los porqués sin descanso y a costa de sufrir, de morir.

A quien se plantea el dilema de dar la vida o negarla está dedicado este ‘escrito’ de una mujer para todas las mujeres…”

(O. Fallaci)

La noticia de su embarazo inundó a Mary de una alegría inmensa, ahora estaba acompañada y sentía el amor pleno de su pareja. Una sonrisa iluminaba su rostro, pues tenía la oportunidad para crear una vida nueva; nacer es un privilegio que se concede por el amor de una pareja.

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Ahora, ella procedió con cautela, tras un par de experiencias no gratas, llenas de dolor y sufrimiento. Sentía que esta vez sería posible concebir una vida palpitante en su vientre, y disfrutar cada día de la dicha de convertirse en madre.

Ser mujer es algo fascinante, representa una gran aventura, es un acto de amor, valentía y entrega total al hijo de tus entrañas, e intuyes su presencia antes de que alguien más la confirme. Ser madre es una elección, un derecho y la voluntad de ejercer un acto de amor mutuo.

A medida que las semanas transcurrían, los estudios indicaban que todo estaba bien. El médico estableció las citas de acuerdo con la evolución del embarazo. Mary guardaba celosamente la noticia de que estaba embarazada, pues quería asegurarse de que todo fuese mejor que en otras ocasiones. Recuerdo que conversaba entusiasmada con ese ser que estaba en proceso de formación. Así comenzó el idilio madre-hijo, ella le hablaba, leía y si llegaba a sentir algo que perturbara su estado de ánimo de inmediato le expresaba que “esto que vivo nada tiene que ver contigo, hijo”; además le decía, con amor: “Tu papá y yo estamos esperando por ti”.

¡Qué maravilla es vivir la experiencia de dar vida! Mary planeó durante días lo que sería, en el futuro cercano, la llegada de ese nuevo ser. Todo indicaba que el proceso sería diferente, por eso Mary preservaba con cautela sus miedos y reservas sobre el embarazo. Sin lugar a dudas, es una mujer valiente y optimista, deseosa de acunar a su hijo(a) y darle todo su amor y cuidados. Ella sentía tristeza, enojo y miedo antes de estar frente al médico que la examinaba para comunicarle los avances. Llegó el momento de la revisión médica, a las doce semanas de gestación, justo cuando el bebé mide aproximadamente seis centímetros, y su sistema urinario ya trabaja acorde con su tiempo de maduración.

La cita médica resultó un duro golpe, pues de nuevo se interrumpía el proceso de gestación como en las ocasiones anteriores. El dolor fue devastador para la pareja, ellos sólo escuchaban lo que señalaba el ginecólogo; estaban paralizados ante la noticia. Al salir, Mary estaba sumida en un mar de emociones, sentimientos y pensamientos acerca de su ser mujer, de lo injusto que es la vida. Por qué a ella le sucedía todo esto, si deseaba a su hijo, decidió buscar un nuevo embarazo y se había sometido a lo necesario para tener a ese niño(a). Una mujer decidida a ser madre, a cocrear una vida nueva que es parte de su proyecto personal y de pareja. Cierto, cada concepción representa un desafío y riesgos que están cargados de posibilidades favorables o desfavorables.

Ahora esta pareja vive el duelo de la pérdida de esa vida incipiente. El embarazo no es un castigo por el éxtasis de un momento, más bien es un gran milagro que se desarrolla con creatividad y espontaneidad; es una elección consciente, amorosa y responsable. Una decisión concertada por una pareja que elige vivir a plenitud la maternidad y paternidad.

Es difícil enfrentar el sentimiento de impotencia ante un hecho imposible de cambiar, ya que no contamos con las herramientas necesarias para controlar todo. También aflora la desilusión, porque nos percatamos de que las cosas no son como nos las habían contado. Lamento profundamente la pérdida de esta pareja; siento el dolor y la tristeza que les agobia. Vivo la impotencia, el coraje, la rabia y frustración que los oprime, aquí y ahora. Qué difícil es perder a alguien en quien has fincado ciertas esperanzas y unas cuantas expectativas.

Mary y Juan, quiero expresarles mi admiración y respeto por todo lo que han hecho por convertirse en padres. Reconozco su amor y entrega por esa relación y el fruto de ella. Es un privilegio estar cerca de ustedes, pues me han enseñado a luchar codo a codo por lo que se ama, esto representa una bella prueba de amor; los abrazo y acompaño amorosamente.

Mary, si la naturaleza no favorece o permite la evolución de un ser en tus entrañas, eso no quiere decir que eres menos mujer o no seas valiosa. Eres una mujer que se ha preparado para dar lo mejor a las personas con las cuales tienes relaciones interpersonales. Obviamente un hijo estaría gozoso de tenerte como mamá. Por ahora, hay una realidad apremiante que exige vivir un duelo como persona y pareja. Puedo expresar que venga lo que venga, saldrás adelante. Creo y confío en tu fortaleza. Te abrazo siempre.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com


“A quien no teme la duda,

a quien se pregunta los porqués sin descanso y a costa de sufrir, de morir.

A quien se plantea el dilema de dar la vida o negarla está dedicado este ‘escrito’ de una mujer para todas las mujeres…”

(O. Fallaci)

La noticia de su embarazo inundó a Mary de una alegría inmensa, ahora estaba acompañada y sentía el amor pleno de su pareja. Una sonrisa iluminaba su rostro, pues tenía la oportunidad para crear una vida nueva; nacer es un privilegio que se concede por el amor de una pareja.

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Ahora, ella procedió con cautela, tras un par de experiencias no gratas, llenas de dolor y sufrimiento. Sentía que esta vez sería posible concebir una vida palpitante en su vientre, y disfrutar cada día de la dicha de convertirse en madre.

Ser mujer es algo fascinante, representa una gran aventura, es un acto de amor, valentía y entrega total al hijo de tus entrañas, e intuyes su presencia antes de que alguien más la confirme. Ser madre es una elección, un derecho y la voluntad de ejercer un acto de amor mutuo.

A medida que las semanas transcurrían, los estudios indicaban que todo estaba bien. El médico estableció las citas de acuerdo con la evolución del embarazo. Mary guardaba celosamente la noticia de que estaba embarazada, pues quería asegurarse de que todo fuese mejor que en otras ocasiones. Recuerdo que conversaba entusiasmada con ese ser que estaba en proceso de formación. Así comenzó el idilio madre-hijo, ella le hablaba, leía y si llegaba a sentir algo que perturbara su estado de ánimo de inmediato le expresaba que “esto que vivo nada tiene que ver contigo, hijo”; además le decía, con amor: “Tu papá y yo estamos esperando por ti”.

¡Qué maravilla es vivir la experiencia de dar vida! Mary planeó durante días lo que sería, en el futuro cercano, la llegada de ese nuevo ser. Todo indicaba que el proceso sería diferente, por eso Mary preservaba con cautela sus miedos y reservas sobre el embarazo. Sin lugar a dudas, es una mujer valiente y optimista, deseosa de acunar a su hijo(a) y darle todo su amor y cuidados. Ella sentía tristeza, enojo y miedo antes de estar frente al médico que la examinaba para comunicarle los avances. Llegó el momento de la revisión médica, a las doce semanas de gestación, justo cuando el bebé mide aproximadamente seis centímetros, y su sistema urinario ya trabaja acorde con su tiempo de maduración.

La cita médica resultó un duro golpe, pues de nuevo se interrumpía el proceso de gestación como en las ocasiones anteriores. El dolor fue devastador para la pareja, ellos sólo escuchaban lo que señalaba el ginecólogo; estaban paralizados ante la noticia. Al salir, Mary estaba sumida en un mar de emociones, sentimientos y pensamientos acerca de su ser mujer, de lo injusto que es la vida. Por qué a ella le sucedía todo esto, si deseaba a su hijo, decidió buscar un nuevo embarazo y se había sometido a lo necesario para tener a ese niño(a). Una mujer decidida a ser madre, a cocrear una vida nueva que es parte de su proyecto personal y de pareja. Cierto, cada concepción representa un desafío y riesgos que están cargados de posibilidades favorables o desfavorables.

Ahora esta pareja vive el duelo de la pérdida de esa vida incipiente. El embarazo no es un castigo por el éxtasis de un momento, más bien es un gran milagro que se desarrolla con creatividad y espontaneidad; es una elección consciente, amorosa y responsable. Una decisión concertada por una pareja que elige vivir a plenitud la maternidad y paternidad.

Es difícil enfrentar el sentimiento de impotencia ante un hecho imposible de cambiar, ya que no contamos con las herramientas necesarias para controlar todo. También aflora la desilusión, porque nos percatamos de que las cosas no son como nos las habían contado. Lamento profundamente la pérdida de esta pareja; siento el dolor y la tristeza que les agobia. Vivo la impotencia, el coraje, la rabia y frustración que los oprime, aquí y ahora. Qué difícil es perder a alguien en quien has fincado ciertas esperanzas y unas cuantas expectativas.

Mary y Juan, quiero expresarles mi admiración y respeto por todo lo que han hecho por convertirse en padres. Reconozco su amor y entrega por esa relación y el fruto de ella. Es un privilegio estar cerca de ustedes, pues me han enseñado a luchar codo a codo por lo que se ama, esto representa una bella prueba de amor; los abrazo y acompaño amorosamente.

Mary, si la naturaleza no favorece o permite la evolución de un ser en tus entrañas, eso no quiere decir que eres menos mujer o no seas valiosa. Eres una mujer que se ha preparado para dar lo mejor a las personas con las cuales tienes relaciones interpersonales. Obviamente un hijo estaría gozoso de tenerte como mamá. Por ahora, hay una realidad apremiante que exige vivir un duelo como persona y pareja. Puedo expresar que venga lo que venga, saldrás adelante. Creo y confío en tu fortaleza. Te abrazo siempre.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com