/ viernes 17 de diciembre de 2021

Casos y cosas de la experiencia | El pozo

“Yo estaba temblando de rabia por haberme lanzado a hablar, furioso contra mí mismo por haber mostrado mi secreto”:
Juan Carlos Onetti (1939)

Me sentí pleno y energizado después de realizar mi ejercicio matutino y meditación. Estaba listo para iniciar el trabajo del día; la agenda estaba ligera esta mañana. Por tanto, llegué a organizar un par de asuntos, luego entró Jessy.

Ella inició la sesión compartiendo cómo se sentía, aquí y ahora: “Todo estaba bien, todo era igual, como todos los días… La rutina”, expresó. Cuando le pedí que describiera esa rutina, detalló lo que hace durante el día, y dijo que ha sido así durante semanas y meses desde hace un par de años. Y agregó: “Los días son planos, no existe algo que me motive a cambiar la rutina. A veces me siento como en un hoyo, donde no puedo moverme”.

Recordé mi propia experiencia cuando exploré la sensación de estar en un pozo; un lugar angosto, frío y húmedo donde es difícil moverse. Aunque yo contaba con ayuda para entrar y salir de ese lugar. ¿Cómo se siente alguien con depresión? ¿Qué experimenta? ¿Existe alguna ayuda específica que le impulse a salir de ese estado? Es difícil trastocar la experiencia, pues la persona se aísla, desconfía del mundo exterior, se siente derrotada y, en ocasiones, exhausta por el esfuerzo que le exige realizar las cosas básicas.

Jessy dijo: “No había hablado de esto que me pasa con nadie, prefiero aislarme, no confío”. Le agradecí ser depositario de su experiencia y confianza, para compartirla. Posteriormente identificamos un par de alternativas para procesar lo que vive, y que la puedan impulsar a salir del pozo. Lo difícil es encontrar un punto de partida porque todo se ve oscuro, y se siente frío y distante. Sin embargo, ella mostró interés en seleccionar algunas acciones para trabajar, y utilizar los apoyos médico, emocional y espiritual de los que dispone, para que le permitan sortear los episodios tan agobiantes que vive a diario, y salir del pozo de la depresión.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala: “La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. Puede causar gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 700 mil personas. El suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años”.

Sin lugar a dudas, es preciso prepararnos para identificar con oportunidad los síntomas de la depresión para solicitar ayuda profesional. La OMS también indica que “en un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio o de falta de energía”.

Por consiguiente, estemos alerta para apoyar profesionalmente a las personas que refieran tener un cuadro depresivo, no basta decirles “échale ganas”; “es cuestión de voluntad”, u otras frases comunes.

La OMS abunda en otros puntos clave acerca de este padecimiento: “En determinados contextos culturales, algunas personas pueden expresar más fácilmente sus cambios de estado de ánimo en forma de síntomas somáticos (por ejemplo, dolor, cansancio, astenia), pese a que esos síntomas físicos no se deben a otra afección médica. Durante un episodio depresivo, la persona afectada experimenta dificultades considerables en su funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional y en otros ámbitos importantes”.

Jessy expresó que no pensaba hablar de esto que le sucede. Lo anterior me recordó una frase del cuento El pozo: “Yo estaba temblando de rabia por haberme lanzado a hablar, furioso contra mí mismo por haber mostrado mi secreto”.

Agradecí a Jessy su atrevimiento y confianza para compartir su experiencia. Le ratifiqué que estaría acompañándola en su proceso personal. Tras concluir la sesión, tomé notas sobre lo vivido, cerré la carpeta, y me sumí en la reflexión sobre el dolor humano. Al mismo tiempo recordé mis razones para acompañar a Jessy y a otras personas en sus procesos de crecimiento.

Buen fin de semana… Conesperanza-21
#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo

“Yo estaba temblando de rabia por haberme lanzado a hablar, furioso contra mí mismo por haber mostrado mi secreto”:
Juan Carlos Onetti (1939)

Me sentí pleno y energizado después de realizar mi ejercicio matutino y meditación. Estaba listo para iniciar el trabajo del día; la agenda estaba ligera esta mañana. Por tanto, llegué a organizar un par de asuntos, luego entró Jessy.

Ella inició la sesión compartiendo cómo se sentía, aquí y ahora: “Todo estaba bien, todo era igual, como todos los días… La rutina”, expresó. Cuando le pedí que describiera esa rutina, detalló lo que hace durante el día, y dijo que ha sido así durante semanas y meses desde hace un par de años. Y agregó: “Los días son planos, no existe algo que me motive a cambiar la rutina. A veces me siento como en un hoyo, donde no puedo moverme”.

Recordé mi propia experiencia cuando exploré la sensación de estar en un pozo; un lugar angosto, frío y húmedo donde es difícil moverse. Aunque yo contaba con ayuda para entrar y salir de ese lugar. ¿Cómo se siente alguien con depresión? ¿Qué experimenta? ¿Existe alguna ayuda específica que le impulse a salir de ese estado? Es difícil trastocar la experiencia, pues la persona se aísla, desconfía del mundo exterior, se siente derrotada y, en ocasiones, exhausta por el esfuerzo que le exige realizar las cosas básicas.

Jessy dijo: “No había hablado de esto que me pasa con nadie, prefiero aislarme, no confío”. Le agradecí ser depositario de su experiencia y confianza, para compartirla. Posteriormente identificamos un par de alternativas para procesar lo que vive, y que la puedan impulsar a salir del pozo. Lo difícil es encontrar un punto de partida porque todo se ve oscuro, y se siente frío y distante. Sin embargo, ella mostró interés en seleccionar algunas acciones para trabajar, y utilizar los apoyos médico, emocional y espiritual de los que dispone, para que le permitan sortear los episodios tan agobiantes que vive a diario, y salir del pozo de la depresión.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala: “La depresión es distinta de las variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. Puede causar gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio. Cada año se suicidan más de 700 mil personas. El suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años”.

Sin lugar a dudas, es preciso prepararnos para identificar con oportunidad los síntomas de la depresión para solicitar ayuda profesional. La OMS también indica que “en un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Se presentan varios otros síntomas, entre los que se incluyen la dificultad de concentración, el sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, la falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio o de falta de energía”.

Por consiguiente, estemos alerta para apoyar profesionalmente a las personas que refieran tener un cuadro depresivo, no basta decirles “échale ganas”; “es cuestión de voluntad”, u otras frases comunes.

La OMS abunda en otros puntos clave acerca de este padecimiento: “En determinados contextos culturales, algunas personas pueden expresar más fácilmente sus cambios de estado de ánimo en forma de síntomas somáticos (por ejemplo, dolor, cansancio, astenia), pese a que esos síntomas físicos no se deben a otra afección médica. Durante un episodio depresivo, la persona afectada experimenta dificultades considerables en su funcionamiento personal, familiar, social, educativo, ocupacional y en otros ámbitos importantes”.

Jessy expresó que no pensaba hablar de esto que le sucede. Lo anterior me recordó una frase del cuento El pozo: “Yo estaba temblando de rabia por haberme lanzado a hablar, furioso contra mí mismo por haber mostrado mi secreto”.

Agradecí a Jessy su atrevimiento y confianza para compartir su experiencia. Le ratifiqué que estaría acompañándola en su proceso personal. Tras concluir la sesión, tomé notas sobre lo vivido, cerré la carpeta, y me sumí en la reflexión sobre el dolor humano. Al mismo tiempo recordé mis razones para acompañar a Jessy y a otras personas en sus procesos de crecimiento.

Buen fin de semana… Conesperanza-21
#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo