/ viernes 18 de octubre de 2019

Casos y cosas de la experiencia | El ruido del silencio

“El sonido del silencio, el que no quiero escuchar.

Es aquella noche fría en la que quiero evitar, el sentirme descubierto cuando el sol me quemará”. (Álex Campos)

Esa tarde que tendría la oportunidad de atender y acompañar a una pareja, era preciso estar despierto y descansado para recibirla y ofrecer lo mejor de mí, y así lograr el propósito: ¿qué necesitan como pareja?

Llegaron puntuales a la cita y eligieron rápidamente su sitio, para esperar la andanada de preguntas que les haría, lo cierto es que no fue así. Después de la presentación de rigor, procedí con la primera: ¿qué hacemos juntos aquí?

Después de unos segundos, él descargó lo que tenía guardado desde hacía mucho tiempo. Entre otras cosas, expresó: ¡Creí que estábamos bien! Se desplomó en el sillón y respiró profundamente. Parecía que necesitaba esa catarsis, pues dijo que esto no lo platica con nadie, porque son cosas personales, y “tengo” que arreglarlas.

Mientras tanto, ella observaba detenidamente cada movimiento que él realizaba. Después de un silencio, comentó lo que vivía. Se sentía como una muñeca inflable, atendía a los hijos y se ocupaba de múltiples cosas más. Su rostro fue cambiando, el movimiento de las manos era repetitivo y fuerte, el volumen y tono de la voz cobraron otro matiz.

El ambiente era tenso, él observaba la transformación de ella, ya no era la mujer dulce que siempre asentía todo, sin cuestionar nada, y dijo:

— Me parece que es otra. No es la mujer con la cual me casé. ¿Qué puede hacer para regresarme a la anterior?

— Por favor, no me interrumpas, dijo ella. Ahora vas a conocer todo lo que he guardado durante tantos años. Estoy resentida, dolida, enojada conmigo por soportar todo esto. Cierto que fue mi elección y decisión casarme contigo, tenía sueños e ilusiones que, con el paso del tiempo, fueron desapareciendo.

La tensión se fue diluyendo, ambos empezaron a respirar más lentamente, y extendieron las piernas para relajarse. Precisé algunos datos sobre lo escuchado, y anoté un par de cosas, para revisarlas con cada uno.

Esto es un ejemplo de lo que sucede con las parejas hoy. En el momento que cada uno se hace responsable de sí mismo, es decir, de sus emociones, sentimientos, necesidades y las expresa al otro, estará preparado, a su vez, para escuchar las emociones, sentimientos y necesidades del otro.

Pareja implica estar parejos, trabajar juntos para crear la pareja que necesitamos ser. Por consiguiente, pareja es compartir los momentos de alegría, tristeza y dolor de cada uno, y simplemente acompañarse.

— El repetía una y otra vez: “Todo lo que hacía era para nuestra familia; me estaba partiendo la %$#& para que ustedes estuvieran bien”.

Inclinó la cabeza y lloró por unos instantes, mantuvo los puños cerrados, y movía la cabeza de un lado a otro. Al observar esa reacción, ella quiso expresar algo:

— Lo mismo que tú hacías por nosotros, también lo hacía yo en casa, con nuestros hijos y demás responsabilidades. Me fui sintiendo olvidaba, un mueble, un muro, una muñeca inflable que debía atender sus obligaciones. Alguna vez te has preguntado cómo me siento, qué necesito, qué me duele, qué me entristece. Por lo que veo eso no pasaba por tu mente. Reconozco que muchas veces no he valorado tu dedicación y esfuerzo para que tengamos lo necesario.

La sesión estaba a punto de terminar, y me propuse resumir lo que había escuchado de cada uno, para estar seguro de saber y comprender lo que les sucedía.

Acordamos reunirnos de nuevo para continuar nuestro trabajo conjunto. Les asigné algunas actividades, para favorecer su comunicación y retroalimentación, y que así llegaran a un acuerdo como pareja.

En verdad, las ilusiones y expectativas que cada uno se hace del otro intentan modificar algunas cosas vividas, pero eso no contribuye a crear, para enfrentar los desafíos. Es preciso recuperar las energías necesarias para construir un proyecto como pareja y trabajar en ello. Los deseos, expectativas y necesidades no expresadas provocan dolor y frustración.

Cuando registraba mis notas sobre la sesión, recordé una canción de Álex Campos, que dice:

“Para qué seguir riendo cuando siento que no estás.

Para qué quiero los mares si mi barco se hundirá.

Para qué seguir viviendo, si a lo lejos tú estás”.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com

“El sonido del silencio, el que no quiero escuchar.

Es aquella noche fría en la que quiero evitar, el sentirme descubierto cuando el sol me quemará”. (Álex Campos)

Esa tarde que tendría la oportunidad de atender y acompañar a una pareja, era preciso estar despierto y descansado para recibirla y ofrecer lo mejor de mí, y así lograr el propósito: ¿qué necesitan como pareja?

Llegaron puntuales a la cita y eligieron rápidamente su sitio, para esperar la andanada de preguntas que les haría, lo cierto es que no fue así. Después de la presentación de rigor, procedí con la primera: ¿qué hacemos juntos aquí?

Después de unos segundos, él descargó lo que tenía guardado desde hacía mucho tiempo. Entre otras cosas, expresó: ¡Creí que estábamos bien! Se desplomó en el sillón y respiró profundamente. Parecía que necesitaba esa catarsis, pues dijo que esto no lo platica con nadie, porque son cosas personales, y “tengo” que arreglarlas.

Mientras tanto, ella observaba detenidamente cada movimiento que él realizaba. Después de un silencio, comentó lo que vivía. Se sentía como una muñeca inflable, atendía a los hijos y se ocupaba de múltiples cosas más. Su rostro fue cambiando, el movimiento de las manos era repetitivo y fuerte, el volumen y tono de la voz cobraron otro matiz.

El ambiente era tenso, él observaba la transformación de ella, ya no era la mujer dulce que siempre asentía todo, sin cuestionar nada, y dijo:

— Me parece que es otra. No es la mujer con la cual me casé. ¿Qué puede hacer para regresarme a la anterior?

— Por favor, no me interrumpas, dijo ella. Ahora vas a conocer todo lo que he guardado durante tantos años. Estoy resentida, dolida, enojada conmigo por soportar todo esto. Cierto que fue mi elección y decisión casarme contigo, tenía sueños e ilusiones que, con el paso del tiempo, fueron desapareciendo.

La tensión se fue diluyendo, ambos empezaron a respirar más lentamente, y extendieron las piernas para relajarse. Precisé algunos datos sobre lo escuchado, y anoté un par de cosas, para revisarlas con cada uno.

Esto es un ejemplo de lo que sucede con las parejas hoy. En el momento que cada uno se hace responsable de sí mismo, es decir, de sus emociones, sentimientos, necesidades y las expresa al otro, estará preparado, a su vez, para escuchar las emociones, sentimientos y necesidades del otro.

Pareja implica estar parejos, trabajar juntos para crear la pareja que necesitamos ser. Por consiguiente, pareja es compartir los momentos de alegría, tristeza y dolor de cada uno, y simplemente acompañarse.

— El repetía una y otra vez: “Todo lo que hacía era para nuestra familia; me estaba partiendo la %$#& para que ustedes estuvieran bien”.

Inclinó la cabeza y lloró por unos instantes, mantuvo los puños cerrados, y movía la cabeza de un lado a otro. Al observar esa reacción, ella quiso expresar algo:

— Lo mismo que tú hacías por nosotros, también lo hacía yo en casa, con nuestros hijos y demás responsabilidades. Me fui sintiendo olvidaba, un mueble, un muro, una muñeca inflable que debía atender sus obligaciones. Alguna vez te has preguntado cómo me siento, qué necesito, qué me duele, qué me entristece. Por lo que veo eso no pasaba por tu mente. Reconozco que muchas veces no he valorado tu dedicación y esfuerzo para que tengamos lo necesario.

La sesión estaba a punto de terminar, y me propuse resumir lo que había escuchado de cada uno, para estar seguro de saber y comprender lo que les sucedía.

Acordamos reunirnos de nuevo para continuar nuestro trabajo conjunto. Les asigné algunas actividades, para favorecer su comunicación y retroalimentación, y que así llegaran a un acuerdo como pareja.

En verdad, las ilusiones y expectativas que cada uno se hace del otro intentan modificar algunas cosas vividas, pero eso no contribuye a crear, para enfrentar los desafíos. Es preciso recuperar las energías necesarias para construir un proyecto como pareja y trabajar en ello. Los deseos, expectativas y necesidades no expresadas provocan dolor y frustración.

Cuando registraba mis notas sobre la sesión, recordé una canción de Álex Campos, que dice:

“Para qué seguir riendo cuando siento que no estás.

Para qué quiero los mares si mi barco se hundirá.

Para qué seguir viviendo, si a lo lejos tú estás”.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

ignacio.lovio@gmail.com