/ viernes 1 de abril de 2022

Casos y cosas de la experiencia | Escucha a tu cuerpo

Querido cuerpo: no sé cuándo habré de dejarte. Lo cierto es que podría ser en cualquier momento, tiempo y forma que corresponda. Por ello reconozco que eres un regalo excepcional y único; contigo he vivido un sinfín de experiencias y lecciones maravillosas que me han marcado profundamente. Al hacer un recuento de mi viaje por la vida, reconozco lo perfecto que eres, tu sincronía y capacidad de adaptación a todas las adversidades: frío, calor, alegría, tristeza, reposo y actividad extrema, entre muchas otras cosas.

Gracias a ti he vivido experiencias innumerables, por lo que reconozco tu fortaleza y fragilidad, majestuoso recinto que encierra tantas maravillas y secretos por descubrir. También abarcas a los sentidos, fuente de sensaciones, emociones y sentimientos, que me permiten gozar la vida en todas sus dimensiones. Veo los amaneceres y atardeceres, a mis seres queridos, la luz y la oscuridad; escucho el silencio y las notas de la música, las voces cantarinas de mis hijos, disfruto los “te amo y te quiero” de las personas amadas; siento en la piel los abrazos y besos que recibo y permanecen en mi memoria; paladeo el sabor y aspiro el olor del café matutino y vespertino. Gozo la pasión de esa entrega, como una melodía que envuelve los sentidos para llegar a la plenitud.

Agradezco infinitamente el encuentro con otras personas, el tacto tan sutil o extremo que estimula la química hormonal de las endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina. Celebro ese toque hermoso de mis hijos, el roce de una flor y su perfume, la piel de la mujer que me amó, el recuerdo de los abrazos de mis padres y hermanos.

Soy afortunado por contar contigo, con esa sincronía perfecta de los sistemas que te conforman. Gracias por enviarme señales para que te atienda; es hermoso escuchar el palpitar del corazón, ese sonido armónico y fuerte que me permite celebrar la vida. Por tanto, vaya mi gratitud eterna por todo lo que me regalas cada día; mi corazón se expande de agradecimiento por tu servicio, lo que me conduce al autocuidado.

Por consiguiente, necesito cuidar mi cuerpo de manera integral para crecer, evolucionar y dejar un legado. Así como le dedico tiempo al cuidado de mis plantas y me esmero en la labor, para evitar que mueran, así necesito cuidar mi cuerpo para que evolucione satisfactoriamente y llegue a donde tenga que llegar en las mejores condiciones posibles.

Todas las personas tenemos la opción de cuidar y proteger nuestro cuerpo para obtener beneficios mentales, emocionales, sociales, físicos y espirituales. Tenemos la capacidad de elegir y decidir cómo tratar a nuestro cuerpo, pues es el vehículo principal que tenemos. Necesitamos apoyarnos para mantenerlo en las mejores condiciones, y que sea una oportunidad hermosa para agradecerle todo lo que nos da.

Cuando al fin se detenga mi reloj biológico, será el momento de agradecerle al cuerpo todo lo que hizo por mí. Creo que estaré tranquilo y tomaré el camino que sigue con paz interior y plena gratitud por todo lo vivido. Ahora recuerdo a una hermosa criatura de casi 94 años, mi tía, que dice: “Quiero seguir haciendo mis cosas, sólo que este cuerpo ya no me obedece”. Gracias por esa longevidad que acompaña a mi familia.

Seguramente estarás de acuerdo conmigo en que, la mayoría de las ocasiones, sólo nosotros podemos cuidar nuestro cuerpo, y lo que sufrimos se debe a la falta de responsabilidad y compromiso al hacerlo. Por lo tanto, hay que ejercitar el cuerpo: caminar, alimentarlo sanamente, permitirle que descanse y se nutra, así podremos continuar disfrutando de la vida. Confieso que es un reto constante, pero vale la pena. Gracias a mi cuerpo.


Querido cuerpo: no sé cuándo habré de dejarte. Lo cierto es que podría ser en cualquier momento, tiempo y forma que corresponda. Por ello reconozco que eres un regalo excepcional y único; contigo he vivido un sinfín de experiencias y lecciones maravillosas que me han marcado profundamente. Al hacer un recuento de mi viaje por la vida, reconozco lo perfecto que eres, tu sincronía y capacidad de adaptación a todas las adversidades: frío, calor, alegría, tristeza, reposo y actividad extrema, entre muchas otras cosas.

Gracias a ti he vivido experiencias innumerables, por lo que reconozco tu fortaleza y fragilidad, majestuoso recinto que encierra tantas maravillas y secretos por descubrir. También abarcas a los sentidos, fuente de sensaciones, emociones y sentimientos, que me permiten gozar la vida en todas sus dimensiones. Veo los amaneceres y atardeceres, a mis seres queridos, la luz y la oscuridad; escucho el silencio y las notas de la música, las voces cantarinas de mis hijos, disfruto los “te amo y te quiero” de las personas amadas; siento en la piel los abrazos y besos que recibo y permanecen en mi memoria; paladeo el sabor y aspiro el olor del café matutino y vespertino. Gozo la pasión de esa entrega, como una melodía que envuelve los sentidos para llegar a la plenitud.

Agradezco infinitamente el encuentro con otras personas, el tacto tan sutil o extremo que estimula la química hormonal de las endorfinas, serotonina, dopamina y oxitocina. Celebro ese toque hermoso de mis hijos, el roce de una flor y su perfume, la piel de la mujer que me amó, el recuerdo de los abrazos de mis padres y hermanos.

Soy afortunado por contar contigo, con esa sincronía perfecta de los sistemas que te conforman. Gracias por enviarme señales para que te atienda; es hermoso escuchar el palpitar del corazón, ese sonido armónico y fuerte que me permite celebrar la vida. Por tanto, vaya mi gratitud eterna por todo lo que me regalas cada día; mi corazón se expande de agradecimiento por tu servicio, lo que me conduce al autocuidado.

Por consiguiente, necesito cuidar mi cuerpo de manera integral para crecer, evolucionar y dejar un legado. Así como le dedico tiempo al cuidado de mis plantas y me esmero en la labor, para evitar que mueran, así necesito cuidar mi cuerpo para que evolucione satisfactoriamente y llegue a donde tenga que llegar en las mejores condiciones posibles.

Todas las personas tenemos la opción de cuidar y proteger nuestro cuerpo para obtener beneficios mentales, emocionales, sociales, físicos y espirituales. Tenemos la capacidad de elegir y decidir cómo tratar a nuestro cuerpo, pues es el vehículo principal que tenemos. Necesitamos apoyarnos para mantenerlo en las mejores condiciones, y que sea una oportunidad hermosa para agradecerle todo lo que nos da.

Cuando al fin se detenga mi reloj biológico, será el momento de agradecerle al cuerpo todo lo que hizo por mí. Creo que estaré tranquilo y tomaré el camino que sigue con paz interior y plena gratitud por todo lo vivido. Ahora recuerdo a una hermosa criatura de casi 94 años, mi tía, que dice: “Quiero seguir haciendo mis cosas, sólo que este cuerpo ya no me obedece”. Gracias por esa longevidad que acompaña a mi familia.

Seguramente estarás de acuerdo conmigo en que, la mayoría de las ocasiones, sólo nosotros podemos cuidar nuestro cuerpo, y lo que sufrimos se debe a la falta de responsabilidad y compromiso al hacerlo. Por lo tanto, hay que ejercitar el cuerpo: caminar, alimentarlo sanamente, permitirle que descanse y se nutra, así podremos continuar disfrutando de la vida. Confieso que es un reto constante, pero vale la pena. Gracias a mi cuerpo.