/ viernes 15 de enero de 2021

Casos y cosas de la experiencia | Honrar la vida

Honro a mis padres, que me regalaron el privilegio de vivir libremente acorde con la misión personal.

En los últimos meses he pasado noches inciertas y oscuras, llenas de preguntas sin respuesta, y han surgido pensamientos colmados de emociones y sentimientos vividos en el curso de mi existencia. Aunque también he experimentado la alegría de vivir plenamente lo que quiero y necesito. Por ello, aquí y ahora, honro mi vida y la de quienes me acompañan a diario y de diversas formas.

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Algunos de mis amigos están sufriendo pérdidas, causadas por la pandemia de Covid-19, o porque los años les ganaron la carrera y concluyó su ciclo vital, y ahora abonan la tierra o descansan en un lugar “sagrado”, dentro de una urna. Acompaño a cada uno en su experiencia, y les recuerdo que aquí estoy.

Hoy quiero honrar la vida, porque mis sentidos vibran y se manifiestan con alegría en cada espacio que me encuentre. Al despertar agradezco el nuevo día, me entrego a la meditación, lectura y al autocuidado. Aprecio este momento precioso, que celebro, porque es una oportunidad para disfrutar lo que el mundo tiene de bueno.

Honro la vida porque gozo los regalos que me ofrece, ya que refrescan el alma, y renuevan la dicha por el trabajo que he realizado como papá, un rol que decidí desempeñar con certeza y disposición para aprender continuamente y hacerlo mejor. Me siento agradecido y contento por vivir este momento inolvidable. Me llena de orgullo que mi hijo haya alcanzado un peldaño más en su formación personal y profesional, con la culminación de sus estudios de doctorado. Disfruto su sencillez, humildad, entrega, pasión, compromiso y responsabilidad. Su logro académico despertó en mí emociones y sentimientos, también recordé el momento en que recibí la noticia de que él vendría al mundo, su nacimiento y cuidados, su camino por la escuela, su pasión por la pintura, escritura y el canto. Me conmueve el amor que le profesa a su hermana, la forma en que ambos se cuidan y protegen, esa complicidad que los envuelve y las bromas que se generan entre ellos. Los disfruto cuando incursionan en actividades como la natación y difusión de temas torales en las redes sociales; es hermoso verlos apoyándose e impulsándose. Honro la vida y celebro el amor y la compañía de su mamá en cada paso, que los ha apoyado para avanzar hacia sus proyectos personales.

Es gratificante ver a mi hija abrir espacios, caminar firme hacia su sueño; es audaz, determinada, creativa, retadora, apasionada por los desafíos personales y profesionales. Me gusta su forma de acompañar e impulsar a otras personas a continuar con sus sueños. Todo esto y más es motivo para honrar la vida, mi vida. Estoy feliz de estar cerca de ellos, de las correspondencias entre nosotros.

Hoy, más que nunca, queda claro la importancia del desapego… nacemos sin autonomía y al paso de los años y con la experiencia acumulada alcanzamos los objetivos y metas trazadas. Honro la vida porque he aprendido a soltar amarras, deseo que mis hijos vuelen en plena libertad y surquen otros mares donde aprenderán a sortear su vida.

La vida de mis hijos es un tesoro, que he disfrutado paso a paso, estoy agradecido por el trabajo realizado, conjuntamente con su mamá, para gozar cada logro individual y colectivo. Todas las tareas exigieron paciencia, tolerancia, prudencia y respeto a su individualidad. Ellos están aquí para cumplir su misión y dejar huella de su paso por el mundo.

Honro la vida porque sigo cumpliendo con el mensaje que recibí hace algunos años: “Papá, tus huellas marcan mi camino”. Hemos trabajado para que ustedes nos superen y contribuyan a la evolución del mundo y, por ende, de nuestras relaciones significativas.

Honro la vida porque estoy en una etapa hermosa viendo el camino andado, cosechando frutos, enamorándome de cada día que pasa porque soy privilegiado. Disfruto lo que este mundo tiene de bueno… Honro mis años, viajes, aprendizajes, amigos y compañeros. Honro el anochecer y amanecer, la tarde y el café que disfruto viendo pasar a las personas. Honro mis ojos que me permiten ver y leer, mis oídos que escuchan el trino de las aves y la música que acaricia mis momentos de quietud.

Honro las llamadas y mensajes que me recuerdan a los amigos entrañables y la memoria de quienes ya partieron. Honro el trabajo diario que me permite acompañar a las personas en su despertar y en apuntalar su vida y nuevos caminos.

Honrar la vida es estar consciente de que cada paso contribuye a mejorar lo que hacemos, a abrir caminos para reinventarnos y estar plenos hasta el final.

De mí depende valorar la vida y los años andados, porque es un atributo que me corresponde como ser humano. Por ello honro las relaciones interpersonales que guardo con otros seres humanos.

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Buen fin de semana… Conesperanza-21.

Honro a mis padres, que me regalaron el privilegio de vivir libremente acorde con la misión personal.

En los últimos meses he pasado noches inciertas y oscuras, llenas de preguntas sin respuesta, y han surgido pensamientos colmados de emociones y sentimientos vividos en el curso de mi existencia. Aunque también he experimentado la alegría de vivir plenamente lo que quiero y necesito. Por ello, aquí y ahora, honro mi vida y la de quienes me acompañan a diario y de diversas formas.

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Algunos de mis amigos están sufriendo pérdidas, causadas por la pandemia de Covid-19, o porque los años les ganaron la carrera y concluyó su ciclo vital, y ahora abonan la tierra o descansan en un lugar “sagrado”, dentro de una urna. Acompaño a cada uno en su experiencia, y les recuerdo que aquí estoy.

Hoy quiero honrar la vida, porque mis sentidos vibran y se manifiestan con alegría en cada espacio que me encuentre. Al despertar agradezco el nuevo día, me entrego a la meditación, lectura y al autocuidado. Aprecio este momento precioso, que celebro, porque es una oportunidad para disfrutar lo que el mundo tiene de bueno.

Honro la vida porque gozo los regalos que me ofrece, ya que refrescan el alma, y renuevan la dicha por el trabajo que he realizado como papá, un rol que decidí desempeñar con certeza y disposición para aprender continuamente y hacerlo mejor. Me siento agradecido y contento por vivir este momento inolvidable. Me llena de orgullo que mi hijo haya alcanzado un peldaño más en su formación personal y profesional, con la culminación de sus estudios de doctorado. Disfruto su sencillez, humildad, entrega, pasión, compromiso y responsabilidad. Su logro académico despertó en mí emociones y sentimientos, también recordé el momento en que recibí la noticia de que él vendría al mundo, su nacimiento y cuidados, su camino por la escuela, su pasión por la pintura, escritura y el canto. Me conmueve el amor que le profesa a su hermana, la forma en que ambos se cuidan y protegen, esa complicidad que los envuelve y las bromas que se generan entre ellos. Los disfruto cuando incursionan en actividades como la natación y difusión de temas torales en las redes sociales; es hermoso verlos apoyándose e impulsándose. Honro la vida y celebro el amor y la compañía de su mamá en cada paso, que los ha apoyado para avanzar hacia sus proyectos personales.

Es gratificante ver a mi hija abrir espacios, caminar firme hacia su sueño; es audaz, determinada, creativa, retadora, apasionada por los desafíos personales y profesionales. Me gusta su forma de acompañar e impulsar a otras personas a continuar con sus sueños. Todo esto y más es motivo para honrar la vida, mi vida. Estoy feliz de estar cerca de ellos, de las correspondencias entre nosotros.

Hoy, más que nunca, queda claro la importancia del desapego… nacemos sin autonomía y al paso de los años y con la experiencia acumulada alcanzamos los objetivos y metas trazadas. Honro la vida porque he aprendido a soltar amarras, deseo que mis hijos vuelen en plena libertad y surquen otros mares donde aprenderán a sortear su vida.

La vida de mis hijos es un tesoro, que he disfrutado paso a paso, estoy agradecido por el trabajo realizado, conjuntamente con su mamá, para gozar cada logro individual y colectivo. Todas las tareas exigieron paciencia, tolerancia, prudencia y respeto a su individualidad. Ellos están aquí para cumplir su misión y dejar huella de su paso por el mundo.

Honro la vida porque sigo cumpliendo con el mensaje que recibí hace algunos años: “Papá, tus huellas marcan mi camino”. Hemos trabajado para que ustedes nos superen y contribuyan a la evolución del mundo y, por ende, de nuestras relaciones significativas.

Honro la vida porque estoy en una etapa hermosa viendo el camino andado, cosechando frutos, enamorándome de cada día que pasa porque soy privilegiado. Disfruto lo que este mundo tiene de bueno… Honro mis años, viajes, aprendizajes, amigos y compañeros. Honro el anochecer y amanecer, la tarde y el café que disfruto viendo pasar a las personas. Honro mis ojos que me permiten ver y leer, mis oídos que escuchan el trino de las aves y la música que acaricia mis momentos de quietud.

Honro las llamadas y mensajes que me recuerdan a los amigos entrañables y la memoria de quienes ya partieron. Honro el trabajo diario que me permite acompañar a las personas en su despertar y en apuntalar su vida y nuevos caminos.

Honrar la vida es estar consciente de que cada paso contribuye a mejorar lo que hacemos, a abrir caminos para reinventarnos y estar plenos hasta el final.

De mí depende valorar la vida y los años andados, porque es un atributo que me corresponde como ser humano. Por ello honro las relaciones interpersonales que guardo con otros seres humanos.

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Buen fin de semana… Conesperanza-21.