/ viernes 14 de mayo de 2021

Casos y cosas de la experiencia | La pareja, un proyecto de amor

“Amar desde la libertad: Me gusta estar contigo y te elijo como amiga o como pareja, pero si no nos va bien, puedo vivir sola/o perfectamente”. (Fina Sanz, 2020)

La vida me ha dado la oportunidad de descubrir herramientas que me han conducido por el camino adecuado para conectar con mi ser, y darme cuenta de la sabiduría que hay en esa integración entre el sentir y el pensar. Soy sensible y he aprendido a reconocer varios capítulos de mi existencia que contribuyen a facilitar el proceso de acompañamiento de otras personas.

He ido entendiendo algunas cosas, descubrí los recursos que utilizaba para hacer frente a diversas situaciones y sobrevivir a cada momento. Aprendí a sentir y dejar fluir lo experimentado, identificar lo que siento y necesito, realizar las acciones requeridas y asumir la responsabilidad de mis actos. A veces tenía claridad y otras no tanto, en ocasiones todo se desvanecía y tenía dudas. Por consiguiente, aprendí que la vida es una matemática perfecta y que vivimos periodos de crisis por razones muy poderosas: crecer y transformarnos en algo mejor. Todo sucede por un bien mayor; hay que aprender las lecciones a nuestro tiempo y ritmo.

Ser vulnerable y sensible nos permite experimentar cambios radicales, romper con ataduras y sanar las heridas que traemos desde tiempos pasados y aún perduran. Benditas crisis que nos impulsan, y abren paso a experiencias más significativas, que nos permiten definir el nuevo camino por recorrer. Agradezco las oportunidades que he tenido, las lecciones y aprendizajes que fortalecen mi quehacer personal y profesional.

Hoy recuerdo lo escuchado de quienes he acompañado en las últimas semanas; han sido rompimientos de pareja, muerte de seres queridos y dolor por traiciones, entre muchas otras experiencias. Esto me llevó a pensar en las circunstancias que provocan que una pareja rompa el vínculo que los unió. Se apagan las luces que alumbraban el camino: la comunicación, compasión, asertividad, diálogo o acompañamiento sincero. En ocasiones nos percatamos a tiempo de lo que sucede en una relación, pero en otras hasta que la rutina y monotonía nos lo gritan. Creamos dos mundos diferentes, y cuando nos damos cuenta queremos forzar al otro a permanecer juntos. ¿Por qué algo tan bueno e importante debe concluir?

Cuando una relación o cualquier situación se cierra a tiempo, sin que haya sucedido tanto desgarre y destrucción, surgen procesos de crecimiento significativo. Es decir, aparecen oportunidades nuevas, aprendizajes y todo sirve para avanzar. Los integrantes de la pareja aprenden más de sí mismos, que en ningún otro momento de su vida. Ese rompimiento permite reconocer heridas inexploradas y la oportunidad para trabajar a fondo, y así crear una mejor relación de pareja en la siguiente ocasión.

Recuerdo un verso de la melodía Ojalá, interpretada por Pandora: “Es que me ha llegado el día de ponerle un punto aparte. Cada historia tiene su propio final”. Existen situaciones que se quedaron grabadas en nuestro cuerpo y necesidades insatisfechas. Entonces llevamos nudos emocionales que nos impiden fluir y nos conectan con esa memoria dolorosa. Es como un secuestro emocional, y perdemos el aquí y ahora de nuestras sensaciones, emociones y sentimientos.

Por lo tanto, es preciso tomar conciencia para liberarnos del dolor de esa pérdida y reparar las heridas que llevamos a cuestas. Cada uno responsabilizándose de lo propio: abandono, soledad, desamor, miedo e inseguridad, entre otras carencias. Cada relación nos proporciona lecciones, aprendizajes y la oportunidad de sanar y crecer.

— Jorge le dijo a su ex pareja: “Quiero decirte que llegué a esta relación sintiéndome un hombre inseguro de ser amado por ti y me voy sintiéndome fregón, amoroso, sensible y agradecido por todo lo que recibí de ti”.

— Clara respondió: “Te amé por muchos años y lo seguiré sintiendo. Estoy agradecida contigo por transmitirme seguridad, paz y tranquilidad”.

Recordar este momento en que la pareja lo expresaba me conmovió hasta el alma. Esa sesión fue un regalo, un aprendizaje. Estoy agradecido con el trabajo realizado por ellos. Al salir del consultorio vino a mi mente la primera estrofa de la canción Amor eterno, de Rodrigo Rojas, que dice: “Dime que no olvidarás ese viaje de los dos cuando la tierra tome sus fuerzas y se congele el sol, dime que recordarás cada signo del amor que Dios activa ciclo de muerte y de resurrección”.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra

#yoaportoenpositivo

“Amar desde la libertad: Me gusta estar contigo y te elijo como amiga o como pareja, pero si no nos va bien, puedo vivir sola/o perfectamente”. (Fina Sanz, 2020)

La vida me ha dado la oportunidad de descubrir herramientas que me han conducido por el camino adecuado para conectar con mi ser, y darme cuenta de la sabiduría que hay en esa integración entre el sentir y el pensar. Soy sensible y he aprendido a reconocer varios capítulos de mi existencia que contribuyen a facilitar el proceso de acompañamiento de otras personas.

He ido entendiendo algunas cosas, descubrí los recursos que utilizaba para hacer frente a diversas situaciones y sobrevivir a cada momento. Aprendí a sentir y dejar fluir lo experimentado, identificar lo que siento y necesito, realizar las acciones requeridas y asumir la responsabilidad de mis actos. A veces tenía claridad y otras no tanto, en ocasiones todo se desvanecía y tenía dudas. Por consiguiente, aprendí que la vida es una matemática perfecta y que vivimos periodos de crisis por razones muy poderosas: crecer y transformarnos en algo mejor. Todo sucede por un bien mayor; hay que aprender las lecciones a nuestro tiempo y ritmo.

Ser vulnerable y sensible nos permite experimentar cambios radicales, romper con ataduras y sanar las heridas que traemos desde tiempos pasados y aún perduran. Benditas crisis que nos impulsan, y abren paso a experiencias más significativas, que nos permiten definir el nuevo camino por recorrer. Agradezco las oportunidades que he tenido, las lecciones y aprendizajes que fortalecen mi quehacer personal y profesional.

Hoy recuerdo lo escuchado de quienes he acompañado en las últimas semanas; han sido rompimientos de pareja, muerte de seres queridos y dolor por traiciones, entre muchas otras experiencias. Esto me llevó a pensar en las circunstancias que provocan que una pareja rompa el vínculo que los unió. Se apagan las luces que alumbraban el camino: la comunicación, compasión, asertividad, diálogo o acompañamiento sincero. En ocasiones nos percatamos a tiempo de lo que sucede en una relación, pero en otras hasta que la rutina y monotonía nos lo gritan. Creamos dos mundos diferentes, y cuando nos damos cuenta queremos forzar al otro a permanecer juntos. ¿Por qué algo tan bueno e importante debe concluir?

Cuando una relación o cualquier situación se cierra a tiempo, sin que haya sucedido tanto desgarre y destrucción, surgen procesos de crecimiento significativo. Es decir, aparecen oportunidades nuevas, aprendizajes y todo sirve para avanzar. Los integrantes de la pareja aprenden más de sí mismos, que en ningún otro momento de su vida. Ese rompimiento permite reconocer heridas inexploradas y la oportunidad para trabajar a fondo, y así crear una mejor relación de pareja en la siguiente ocasión.

Recuerdo un verso de la melodía Ojalá, interpretada por Pandora: “Es que me ha llegado el día de ponerle un punto aparte. Cada historia tiene su propio final”. Existen situaciones que se quedaron grabadas en nuestro cuerpo y necesidades insatisfechas. Entonces llevamos nudos emocionales que nos impiden fluir y nos conectan con esa memoria dolorosa. Es como un secuestro emocional, y perdemos el aquí y ahora de nuestras sensaciones, emociones y sentimientos.

Por lo tanto, es preciso tomar conciencia para liberarnos del dolor de esa pérdida y reparar las heridas que llevamos a cuestas. Cada uno responsabilizándose de lo propio: abandono, soledad, desamor, miedo e inseguridad, entre otras carencias. Cada relación nos proporciona lecciones, aprendizajes y la oportunidad de sanar y crecer.

— Jorge le dijo a su ex pareja: “Quiero decirte que llegué a esta relación sintiéndome un hombre inseguro de ser amado por ti y me voy sintiéndome fregón, amoroso, sensible y agradecido por todo lo que recibí de ti”.

— Clara respondió: “Te amé por muchos años y lo seguiré sintiendo. Estoy agradecida contigo por transmitirme seguridad, paz y tranquilidad”.

Recordar este momento en que la pareja lo expresaba me conmovió hasta el alma. Esa sesión fue un regalo, un aprendizaje. Estoy agradecido con el trabajo realizado por ellos. Al salir del consultorio vino a mi mente la primera estrofa de la canción Amor eterno, de Rodrigo Rojas, que dice: “Dime que no olvidarás ese viaje de los dos cuando la tierra tome sus fuerzas y se congele el sol, dime que recordarás cada signo del amor que Dios activa ciclo de muerte y de resurrección”.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra

#yoaportoenpositivo