/ viernes 10 de abril de 2020

Casos y cosas de la experiencia | Miedo e incertidumbre

“La conciencia es todo”: F. Perls

Según mi experiencia personal y profesional, creo que vivimos en un punto muerto o atolladero. Esto me permite decir que ya no funcionaremos como antes en ningún plano: personal, familiar, social y existencial. Requeriremos de otras formas de ser y hacer las cosas, para que nos den significado.

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Uno de los rasgos actuales de la sociedad es el miedo; sí, el miedo a perder en todos los rubros y, por tanto, es necesario estar preparados para adelantarse al otro, para competir con el otro y liberarse de él. Nos provoca miedo no tener lo que tienen los demás y en esa carrera perdemos el propósito de vida.

Nos instalamos en la incertidumbre y nos agobia la ansiedad y angustia, el miedo y las fantasías catastróficas. Sentimos que todo nos arrastra hacia el abismo de la depresión y nos aislamos para no ver, escuchar ni atender lo que necesitamos hacer para salir adelante en este momento.

El miedo y la incertidumbre pueden terminar con nuestra existencia hasta el punto de hacernos daño o provocarlo en otros. El miedo es lo más primario en el ser humano, por ello nos esforzamos cuando queremos hacer algo o bien nos abandonamos, es decir, el miedo nos impulsa a realizar algo o nos paraliza. Algunas personas podemos traducir el miedo en enojo, otras en tristeza o también hay quienes lo transforman en afecto o alegría; cada uno lo maneja de forma muy particular.

El miedo y la incertidumbre que sentimos, sean sanos o tóxicos, positivos o negativos tienen repercusiones contundentes en nuestro ambiente y, por supuesto, en nuestra vida. ¿Qué podemos hacer al respecto?; ¿cómo enfrentamos el miedo y la incertidumbre en otros momentos?; ¿qué nos dio buenos resultados?

Sin ánimo de ofrecer una receta, les hago esta sugerencia: dediquen un poco de tiempo para entrar en contacto con lo que sienten, y pregúntense qué significa para ustedes, qué han hecho para enfrentarlo en otras ocasiones similares, e identifiquen lo que necesitan de los demás para resolverlo.

Siempre propiciamos o evitamos las experiencias de vida; podemos intensificarlas o diluirlas de acuerdo con nuestras propias reacciones o, parafraseando a C. G. Jung, lo que no hacemos consciente se manifiesta en nuestra vida cotidiana. El miedo es contagioso. Por consiguiente, no pretendo asustarte o manipularte respecto a lo que necesitamos hacer para enfrentar esta pandemia. Simplemente detente un rato a sentir, pensar y luego actúa sobre el beneficio personal, familiar y social que generarás al asumir la responsabilidad de tu vida.

Si no manejamos el miedo, se convierte en un demonio que nos tiraniza, controla y socava nuestras fuerzas. Por tanto, es pertinente aprender a utilizarlo, sin reprimirlo ni dominarlo. Más bien hay que aceptarlo como lo que es… un recurso que nos permite expresarnos como somos: seres humanos vulnerables.

Lo que nos sucede ahora es real, y nos afecta a todos. Por ello es vital que lo expresemos ante las personas que nos pueden acompañar en ese momento. Esto permitirá trazar alternativas que nos conduzcan a resolver los desafíos que tendremos frente a nosotros. Es decir, ¿cómo aprender a expresar mi miedo y al mismo tiempo encontrar alternativas para salir de este estado?

Cada uno puede aportar opciones creativas para enfrentar el miedo y la incertidumbre. Como afirma F. Perls: “La conciencia es todo”.

Buen fin de semana… Quédate en casa.

José Ignacio Lovio Arvizu es psicólogo y psicoterapeuta. ignacio.lovio@gmail.com

“La conciencia es todo”: F. Perls

Según mi experiencia personal y profesional, creo que vivimos en un punto muerto o atolladero. Esto me permite decir que ya no funcionaremos como antes en ningún plano: personal, familiar, social y existencial. Requeriremos de otras formas de ser y hacer las cosas, para que nos den significado.

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Uno de los rasgos actuales de la sociedad es el miedo; sí, el miedo a perder en todos los rubros y, por tanto, es necesario estar preparados para adelantarse al otro, para competir con el otro y liberarse de él. Nos provoca miedo no tener lo que tienen los demás y en esa carrera perdemos el propósito de vida.

Nos instalamos en la incertidumbre y nos agobia la ansiedad y angustia, el miedo y las fantasías catastróficas. Sentimos que todo nos arrastra hacia el abismo de la depresión y nos aislamos para no ver, escuchar ni atender lo que necesitamos hacer para salir adelante en este momento.

El miedo y la incertidumbre pueden terminar con nuestra existencia hasta el punto de hacernos daño o provocarlo en otros. El miedo es lo más primario en el ser humano, por ello nos esforzamos cuando queremos hacer algo o bien nos abandonamos, es decir, el miedo nos impulsa a realizar algo o nos paraliza. Algunas personas podemos traducir el miedo en enojo, otras en tristeza o también hay quienes lo transforman en afecto o alegría; cada uno lo maneja de forma muy particular.

El miedo y la incertidumbre que sentimos, sean sanos o tóxicos, positivos o negativos tienen repercusiones contundentes en nuestro ambiente y, por supuesto, en nuestra vida. ¿Qué podemos hacer al respecto?; ¿cómo enfrentamos el miedo y la incertidumbre en otros momentos?; ¿qué nos dio buenos resultados?

Sin ánimo de ofrecer una receta, les hago esta sugerencia: dediquen un poco de tiempo para entrar en contacto con lo que sienten, y pregúntense qué significa para ustedes, qué han hecho para enfrentarlo en otras ocasiones similares, e identifiquen lo que necesitan de los demás para resolverlo.

Siempre propiciamos o evitamos las experiencias de vida; podemos intensificarlas o diluirlas de acuerdo con nuestras propias reacciones o, parafraseando a C. G. Jung, lo que no hacemos consciente se manifiesta en nuestra vida cotidiana. El miedo es contagioso. Por consiguiente, no pretendo asustarte o manipularte respecto a lo que necesitamos hacer para enfrentar esta pandemia. Simplemente detente un rato a sentir, pensar y luego actúa sobre el beneficio personal, familiar y social que generarás al asumir la responsabilidad de tu vida.

Si no manejamos el miedo, se convierte en un demonio que nos tiraniza, controla y socava nuestras fuerzas. Por tanto, es pertinente aprender a utilizarlo, sin reprimirlo ni dominarlo. Más bien hay que aceptarlo como lo que es… un recurso que nos permite expresarnos como somos: seres humanos vulnerables.

Lo que nos sucede ahora es real, y nos afecta a todos. Por ello es vital que lo expresemos ante las personas que nos pueden acompañar en ese momento. Esto permitirá trazar alternativas que nos conduzcan a resolver los desafíos que tendremos frente a nosotros. Es decir, ¿cómo aprender a expresar mi miedo y al mismo tiempo encontrar alternativas para salir de este estado?

Cada uno puede aportar opciones creativas para enfrentar el miedo y la incertidumbre. Como afirma F. Perls: “La conciencia es todo”.

Buen fin de semana… Quédate en casa.

José Ignacio Lovio Arvizu es psicólogo y psicoterapeuta. ignacio.lovio@gmail.com