/ jueves 27 de junio de 2019

Casos y cosas de la experiencia | Mobbing o acoso laboral

“La acción verbal o psicológica de índole sistemática, repetida o persistente por la que, en el lugar de trabajo o en conexión con el trabajo, una persona o un grupo de personas hiere a una víctima, la humilla, ofende o amedrenta” (Organización Internacional del Trabajo).

El término mobbing, que utilizó Heinz Leymann por primera vez en la década de 1980, se refiere a la “persecución psicológica y de acoso laboral” de una persona, para ocasionarle daño psicológico, y así excluirla de un grupo laboral o del lugar de trabajo (Marie-France Hirigoyen).

El mobbing laboral se expande con rapidez y demanda atención expedita, ya que perjudica significativamente a las personas y organizaciones que lo experimentan.

A Gina N., le ha resultado difícil recuperarse del acoso que vivió, pues recuerda los momentos desgastantes e intensos sufridos. Ella recurrió a la psicoterapia para aprender a manejarlo; ha sido un trabajo intenso y doloroso. Confía en que saldrá adelante, e invita a quienes lo hayan experimentado a buscar alternativas de solución.

Una investigación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (2017) muestra situaciones de agresión psicológica que vive una persona acosada; a continuación se enumeran algunas:

• Críticas negativas incesantes o privación de responsabilidades, pese a mostrar grandes competencias o aptitudes profesionales.

• Evaluación inequitativa o sesgada de su trabajo.

• Desvalorización sistemática de su esfuerzo o éxito profesional, que es atribuido a otros factores o a terceros.

• Amplificación y dramatización, de manera injustificada, de errores pequeños o intrascendentes.

• Menosprecio o menoscabo en el ámbito personal y profesional.

• Ninguneo, desconocimiento, exclusión o invisibilización.

• Descalificación en privado y en público, por cualquier cosa trascendente o intrascendente que diga.

• Invitación constante a desarrollar otra actividad en un centro de trabajo diferente.

Cabe destacar que los efectos mencionados corresponden a la perspectiva psicológica, pero existen otros factores que, sumados a éstos, pueden mermar la capacidad de las personas para desempeñarse de manera productiva en su trabajo.

Según datos de investigaciones de la Organización Internacional del Trabajo (2013), en las víctimas de acoso se aprecian síntomas como estrés, ansiedad, depresión, frustración, impotencia, insomnio, fatiga, disminución de la autoestima, humillación, cambios de comportamiento, aislamiento, deterioro de las relaciones sociales, enfermedades físicas y mentales, úlcera, suicidio y hábitos adictivos, entre otros.

Las personas pueden experimentar los efectos siguientes, considerados como sociales: aislamiento, ser estereotipadas como negativas, ausentismo, despido, verse en la obligación de renunciar al trabajo, deterioro de las relaciones sociales, mal desempeño y disminución de la productividad y discapacidad laboral, entre otros.

Sin lugar a dudas, para las organizaciones los efectos también son impactantes, y se manifiestan en baja productividad, desmotivación y ausentismo, rotación alta de personal, deterioro de las relaciones laborales, gastos por procedimientos administrativos, jurisdiccionales e indemnizaciones, entre otros.

Es vital atender este tipo de llamados del personal; aunque es cierto que es escabroso y delicado abordarlos. Por consiguiente, el área responsable de proveer a las empresas del personal adecuado requiere entrenamiento para atender dichas experiencias desagradables. Hay compañías y organizaciones que ya han incorporado políticas para contrarrestarlas, aunque no han sido suficientes, es necesario prevenir el caso mediante orientación, para que el personal aprenda a manejarlo, pues es recurrente en las empresas.

La sugerencia para las víctimas de acoso es dirigirse a la Comisión de Derechos Humanos de su localidad, para recibir la orientación adecuada y así enfrentar la situación. Además, también pueden acudir a psicoterapia, para el acompañamiento psicológico correspondiente, porque recuerden que sus derechos han sido violentados.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com

“La acción verbal o psicológica de índole sistemática, repetida o persistente por la que, en el lugar de trabajo o en conexión con el trabajo, una persona o un grupo de personas hiere a una víctima, la humilla, ofende o amedrenta” (Organización Internacional del Trabajo).

El término mobbing, que utilizó Heinz Leymann por primera vez en la década de 1980, se refiere a la “persecución psicológica y de acoso laboral” de una persona, para ocasionarle daño psicológico, y así excluirla de un grupo laboral o del lugar de trabajo (Marie-France Hirigoyen).

El mobbing laboral se expande con rapidez y demanda atención expedita, ya que perjudica significativamente a las personas y organizaciones que lo experimentan.

A Gina N., le ha resultado difícil recuperarse del acoso que vivió, pues recuerda los momentos desgastantes e intensos sufridos. Ella recurrió a la psicoterapia para aprender a manejarlo; ha sido un trabajo intenso y doloroso. Confía en que saldrá adelante, e invita a quienes lo hayan experimentado a buscar alternativas de solución.

Una investigación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (2017) muestra situaciones de agresión psicológica que vive una persona acosada; a continuación se enumeran algunas:

• Críticas negativas incesantes o privación de responsabilidades, pese a mostrar grandes competencias o aptitudes profesionales.

• Evaluación inequitativa o sesgada de su trabajo.

• Desvalorización sistemática de su esfuerzo o éxito profesional, que es atribuido a otros factores o a terceros.

• Amplificación y dramatización, de manera injustificada, de errores pequeños o intrascendentes.

• Menosprecio o menoscabo en el ámbito personal y profesional.

• Ninguneo, desconocimiento, exclusión o invisibilización.

• Descalificación en privado y en público, por cualquier cosa trascendente o intrascendente que diga.

• Invitación constante a desarrollar otra actividad en un centro de trabajo diferente.

Cabe destacar que los efectos mencionados corresponden a la perspectiva psicológica, pero existen otros factores que, sumados a éstos, pueden mermar la capacidad de las personas para desempeñarse de manera productiva en su trabajo.

Según datos de investigaciones de la Organización Internacional del Trabajo (2013), en las víctimas de acoso se aprecian síntomas como estrés, ansiedad, depresión, frustración, impotencia, insomnio, fatiga, disminución de la autoestima, humillación, cambios de comportamiento, aislamiento, deterioro de las relaciones sociales, enfermedades físicas y mentales, úlcera, suicidio y hábitos adictivos, entre otros.

Las personas pueden experimentar los efectos siguientes, considerados como sociales: aislamiento, ser estereotipadas como negativas, ausentismo, despido, verse en la obligación de renunciar al trabajo, deterioro de las relaciones sociales, mal desempeño y disminución de la productividad y discapacidad laboral, entre otros.

Sin lugar a dudas, para las organizaciones los efectos también son impactantes, y se manifiestan en baja productividad, desmotivación y ausentismo, rotación alta de personal, deterioro de las relaciones laborales, gastos por procedimientos administrativos, jurisdiccionales e indemnizaciones, entre otros.

Es vital atender este tipo de llamados del personal; aunque es cierto que es escabroso y delicado abordarlos. Por consiguiente, el área responsable de proveer a las empresas del personal adecuado requiere entrenamiento para atender dichas experiencias desagradables. Hay compañías y organizaciones que ya han incorporado políticas para contrarrestarlas, aunque no han sido suficientes, es necesario prevenir el caso mediante orientación, para que el personal aprenda a manejarlo, pues es recurrente en las empresas.

La sugerencia para las víctimas de acoso es dirigirse a la Comisión de Derechos Humanos de su localidad, para recibir la orientación adecuada y así enfrentar la situación. Además, también pueden acudir a psicoterapia, para el acompañamiento psicológico correspondiente, porque recuerden que sus derechos han sido violentados.

Buen fin de semana.

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y Psicoterapeuta.

Correo: ignacio.lovio@gmail.com