/ viernes 14 de agosto de 2020

Casos y cosas de la experiencia | Todo es por ti

“La buena voluntad no es suficiente cuando de la salud mental se trata, cuanto más se cuide al psicoterapeuta y se mantenga la separación profesional del cliente, cuanto más favorable sea el propio bienestar psicológico, en mejor posición estará para ser auténticamente empático, compasivo y útil con el paciente”.

(Ocampo, 2017)

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El breve espacio de esta columna es propicio para hacer una reflexión anunciada; les comparto un tema de relevancia para mi formación personal y profesional.

Hace un par de meses inicié, junto con algunos colegas, un proceso de formación dirigido por la doctora Pilar Ocampo, con el objetivo de fortalecer la labor personal y profesional del psicoterapeuta, para servir a las personas que lo soliciten y deseen ser acompañadas en su crecimiento y desarrollo. Todo transcurría viento en popa, cuando de pronto fuimos sorprendidos por esta pandemia.

Aunque se hicieron los ajustes al programa Terapia para terapeutas, no fue posible continuar como estaba establecido. Nuestra facilitadora trazó una ruta crítica de mantenimiento, para diecinueve personas de varias partes del país y de California, Estados Unidos. La propuesta contenía un plan de ejercicio físico, creado por los participantes, ya que cada uno tenía que establecer un reto para el resto de los compañeros, y disponía de una semana para compartirlo con los demás. Esto energizó al grupo, mantuvo una dinámica que se disfrutaba a plenitud y permitía un espacio de acompañamiento emocional,

Estoy agradecido por esos regalos que fui recibiendo cada semana, porque se trataba de retos por vencer y para disfrutar. La camaradería y motivación se sumó a tal punto que nos atrevimos a hacer cosas para las que no creíamos tener la capacidad, como bailar, realizar rutinas de ejercicios, intercambiar recetas de cocina, estimular a compañeros para que participaran en eventos de fotografía, responder a una lista de refranes, disfrutar de chistes y compartir lo típico de nuestra comunidad de origen.

Además, tuvimos la oportunidad de acompañarnos en situaciones difíciles ante la pérdida de familiares, amigos y compañeros. Nos apoyamos en momentos de ansiedad y molestia por lo que observamos en el comportamiento de otras personas, ante la falta de compromiso y responsabilidad en el seguimiento de los protocolos de la contingencia.

De esto derivaron un sinfín de lecciones: paciencia, tolerancia, mesura, empatía, resiliencia y, sobre todo, un profundo amor por la vida y por el servicio a la humanidad. Estuvimos atentos a las llamadas de auxilio de las personas que estaban viviendo pérdidas o se mostraban desesperadas por el confinamiento. Ahí permanecimos pendientes de su restablecimiento emocional.

Celebro los conocimientos, experiencias y acompañamiento que recibimos de cada uno en su justa medida y momento. Ese sabor a comunidad es hermoso, la calidez de apapacho a la distancia y el contacto sin tacto. Sé que continuaremos en esta comunidad acrecentando nuestra experiencia y brindando un servicio amoroso a quienes nos busquen.

Pilar nos invitó a participar en el evento que denominó Terapia para Terapeutas, y nos destacó la relevancia de la psicoterapia en el psicoterapeuta. Ella establece que es un requisito vital en la vida de este profesional. Otro de sus puntos clave es esta afirmación: “Antes que psicoterapeutas somos seres humanos; resumen de carne, huesos, emociones e historias de vida que es imposible dejar de lado en las sesiones”. Estoy profundamente agradecido por el aprendizaje adquirido.

Compañeras y compañeros, les agradezco el haber compartido la experiencia de ser y estar aquí y ahora; valió la pena el esfuerzo de dedicar tiempo y recursos para estar unidos y ser mejores cada día. Estoy aquí y voy a donde el corazón me lleve; es un privilegio formar parte de ustedes. Gracias comunidad de luz: Adnil, Alan, Betsa, Estela, Gina, Ilse, Jessy, Leonardo, Marco, Maty, Myra, Ofelia, Paulina, Pily, Silvia, Susy, Vicky, Tere y Yoli.

Finalmente, las experiencias de vida constituyen una posibilidad de mejorar el ser y el hacer, si se toma el tiempo de trabajarlas y procesarlas de forma adecuada, si se es consciente de que se sigue construyendo y se permite que el otro vea una parte de lo que se es, que va más allá de la imagen o del personaje creado.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.


“La buena voluntad no es suficiente cuando de la salud mental se trata, cuanto más se cuide al psicoterapeuta y se mantenga la separación profesional del cliente, cuanto más favorable sea el propio bienestar psicológico, en mejor posición estará para ser auténticamente empático, compasivo y útil con el paciente”.

(Ocampo, 2017)

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El breve espacio de esta columna es propicio para hacer una reflexión anunciada; les comparto un tema de relevancia para mi formación personal y profesional.

Hace un par de meses inicié, junto con algunos colegas, un proceso de formación dirigido por la doctora Pilar Ocampo, con el objetivo de fortalecer la labor personal y profesional del psicoterapeuta, para servir a las personas que lo soliciten y deseen ser acompañadas en su crecimiento y desarrollo. Todo transcurría viento en popa, cuando de pronto fuimos sorprendidos por esta pandemia.

Aunque se hicieron los ajustes al programa Terapia para terapeutas, no fue posible continuar como estaba establecido. Nuestra facilitadora trazó una ruta crítica de mantenimiento, para diecinueve personas de varias partes del país y de California, Estados Unidos. La propuesta contenía un plan de ejercicio físico, creado por los participantes, ya que cada uno tenía que establecer un reto para el resto de los compañeros, y disponía de una semana para compartirlo con los demás. Esto energizó al grupo, mantuvo una dinámica que se disfrutaba a plenitud y permitía un espacio de acompañamiento emocional,

Estoy agradecido por esos regalos que fui recibiendo cada semana, porque se trataba de retos por vencer y para disfrutar. La camaradería y motivación se sumó a tal punto que nos atrevimos a hacer cosas para las que no creíamos tener la capacidad, como bailar, realizar rutinas de ejercicios, intercambiar recetas de cocina, estimular a compañeros para que participaran en eventos de fotografía, responder a una lista de refranes, disfrutar de chistes y compartir lo típico de nuestra comunidad de origen.

Además, tuvimos la oportunidad de acompañarnos en situaciones difíciles ante la pérdida de familiares, amigos y compañeros. Nos apoyamos en momentos de ansiedad y molestia por lo que observamos en el comportamiento de otras personas, ante la falta de compromiso y responsabilidad en el seguimiento de los protocolos de la contingencia.

De esto derivaron un sinfín de lecciones: paciencia, tolerancia, mesura, empatía, resiliencia y, sobre todo, un profundo amor por la vida y por el servicio a la humanidad. Estuvimos atentos a las llamadas de auxilio de las personas que estaban viviendo pérdidas o se mostraban desesperadas por el confinamiento. Ahí permanecimos pendientes de su restablecimiento emocional.

Celebro los conocimientos, experiencias y acompañamiento que recibimos de cada uno en su justa medida y momento. Ese sabor a comunidad es hermoso, la calidez de apapacho a la distancia y el contacto sin tacto. Sé que continuaremos en esta comunidad acrecentando nuestra experiencia y brindando un servicio amoroso a quienes nos busquen.

Pilar nos invitó a participar en el evento que denominó Terapia para Terapeutas, y nos destacó la relevancia de la psicoterapia en el psicoterapeuta. Ella establece que es un requisito vital en la vida de este profesional. Otro de sus puntos clave es esta afirmación: “Antes que psicoterapeutas somos seres humanos; resumen de carne, huesos, emociones e historias de vida que es imposible dejar de lado en las sesiones”. Estoy profundamente agradecido por el aprendizaje adquirido.

Compañeras y compañeros, les agradezco el haber compartido la experiencia de ser y estar aquí y ahora; valió la pena el esfuerzo de dedicar tiempo y recursos para estar unidos y ser mejores cada día. Estoy aquí y voy a donde el corazón me lleve; es un privilegio formar parte de ustedes. Gracias comunidad de luz: Adnil, Alan, Betsa, Estela, Gina, Ilse, Jessy, Leonardo, Marco, Maty, Myra, Ofelia, Paulina, Pily, Silvia, Susy, Vicky, Tere y Yoli.

Finalmente, las experiencias de vida constituyen una posibilidad de mejorar el ser y el hacer, si se toma el tiempo de trabajarlas y procesarlas de forma adecuada, si se es consciente de que se sigue construyendo y se permite que el otro vea una parte de lo que se es, que va más allá de la imagen o del personaje creado.

Buen fin de semana… Quédate en casa y hablemos de Convida-20.