/ viernes 19 de noviembre de 2021

Casos y cosas de la experiencia | Una experiencia dolorosa

“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.

Buda

“Fue un regalo del cielo”, dijo Juan Pablo. Nuestro hijo llegó con el propósito de unir a la familia, expresó Angélica. Ambos estaban convencidos de que su hijo sería la oportunidad de integrarse y convivir como una familia. Sin embargo, esa “oportunidad” se esfumó rápidamente.

El embarazo fue una experiencia significativa, un tiempo de espera hermoso y la ilusión de tener otro hijo. Las actividades se incrementaron en el hogar; Juan Pablo ajustó su ritmo de trabajo para estar cerca de Angélica y de su hijo. Sin embargo, no podía dejar su celular y tableta porque son sus herramientas de trabajo.

Las visitas al ginecólogo eran una fiesta, pues celebraban los avances del bebé. En las últimas ocasiones, el doctor alertó sobre alguna eventualidad; esto aumentó el estrés en la pareja. Llegó la fecha del alumbramiento y con ella la sorpresa: el bebé nació con una deficiencia que puso en riesgo su vida. Fue atendido con diligencia por el equipo médico, pero no pudo salvarle la vida. La noticia fue devastadora para la pareja y toda la familia. Un dolor indescriptible y difícil de procesar. Los médicos especialistas y el tanatólogo se acercaron a la familia para apoyarles en su proceso de duelo; un camino abrumador lleno de espinas y soledad. Se aislaron y no querían escuchar a nadie que les ofreciera las condolencias.

Unos meses después llegaron a consulta; entraron con la cabeza baja, el rostro desencajado, la voz apenas audible, pero después de un momento de silencio explotó la bomba: “Teníamos tantas ilusiones con nuestro hijo”, señaló Angélica. Y volteó a ver a Juan Pablo cuyo rostro estaba enrojecido, los puños cerrados y la mirada perdida. Cuando les solicité que relataran la experiencia, fue él quien narró lo sucedido; siento un profundo dolor y tengo que contener las lágrimas.

Es difícil ver a ese hombre desgarrado por el dolor y la pérdida. Afirma que no se puede quitar de la cabeza a un ser tan pequeño e indefenso, y dice: “No pude hacer nada por él”. Angélica irrumpe y agrega que “duele perder esa esperanza, ese amor infinito”. Recordé la frase elocuente y sabia de Buda: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Continué explorando su sentir, para favorecer la contención, y que pudieran expresar a cabalidad todo lo experimentado. De pronto Juan Pablo gritó ese dolor que lo agobia: “Se murió mi hijo. Me gustaría que entendieran lo que me pasa”. Perder a un ser querido es una experiencia solitaria profunda, que cada cual soporta a su manera. Unos se aíslan, deprimen o lloran con frecuencia, otros se sumen en alguna adicción, entre otras formas de evasión.

También me percato de que están inundados de dolor y amargura por la pérdida. Su sistema nervioso está colapsado y saturado, y cuando las personas están en esa condición emocional es preciso aguardar el tiempo que sea necesario. Ellos creen que no hicieron lo suficiente para salvarlo. Es cierto que en algún momento necesitamos reconciliarnos con las incógnitas de lo que no se puede descifrar. Hay cosas que no sabremos nunca, como lo sucedido a esta pareja.

Acordamos otra sesión para trabajar este duelo. Juan Pablo se siente abatido, cansado, dolido y hasta culpable. Angélica solicita orientación para apoyar a su esposo.

La psicoterapia consiste en acompañar a la persona desde el lugar donde se encuentra al que le gustaría llegar. ¿Qué hacer para acompañar a este hombre en su dolor? ¿Qué le puedo comunicar para aliviar su pena? Tengo la certeza de que estoy aquí con todo lo que soy y los recursos psicoterapéuticos para andar ese camino y, en algún momento, decir hemos logrado integrar esa experiencia dolorosa. He de mantener mi cabeza, corazón y responsabilidad para estar presente y contenerlos las veces que sea necesario.

Juan Pablo solicitó atención personalizada para trabajar su duelo, sé que podrá avanzar hasta donde él decida. Ha sido difícil vivir el trance; confío en que recibirá ese regalo de amor que calme su dolor.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com


“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.

Buda

“Fue un regalo del cielo”, dijo Juan Pablo. Nuestro hijo llegó con el propósito de unir a la familia, expresó Angélica. Ambos estaban convencidos de que su hijo sería la oportunidad de integrarse y convivir como una familia. Sin embargo, esa “oportunidad” se esfumó rápidamente.

El embarazo fue una experiencia significativa, un tiempo de espera hermoso y la ilusión de tener otro hijo. Las actividades se incrementaron en el hogar; Juan Pablo ajustó su ritmo de trabajo para estar cerca de Angélica y de su hijo. Sin embargo, no podía dejar su celular y tableta porque son sus herramientas de trabajo.

Las visitas al ginecólogo eran una fiesta, pues celebraban los avances del bebé. En las últimas ocasiones, el doctor alertó sobre alguna eventualidad; esto aumentó el estrés en la pareja. Llegó la fecha del alumbramiento y con ella la sorpresa: el bebé nació con una deficiencia que puso en riesgo su vida. Fue atendido con diligencia por el equipo médico, pero no pudo salvarle la vida. La noticia fue devastadora para la pareja y toda la familia. Un dolor indescriptible y difícil de procesar. Los médicos especialistas y el tanatólogo se acercaron a la familia para apoyarles en su proceso de duelo; un camino abrumador lleno de espinas y soledad. Se aislaron y no querían escuchar a nadie que les ofreciera las condolencias.

Unos meses después llegaron a consulta; entraron con la cabeza baja, el rostro desencajado, la voz apenas audible, pero después de un momento de silencio explotó la bomba: “Teníamos tantas ilusiones con nuestro hijo”, señaló Angélica. Y volteó a ver a Juan Pablo cuyo rostro estaba enrojecido, los puños cerrados y la mirada perdida. Cuando les solicité que relataran la experiencia, fue él quien narró lo sucedido; siento un profundo dolor y tengo que contener las lágrimas.

Es difícil ver a ese hombre desgarrado por el dolor y la pérdida. Afirma que no se puede quitar de la cabeza a un ser tan pequeño e indefenso, y dice: “No pude hacer nada por él”. Angélica irrumpe y agrega que “duele perder esa esperanza, ese amor infinito”. Recordé la frase elocuente y sabia de Buda: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Continué explorando su sentir, para favorecer la contención, y que pudieran expresar a cabalidad todo lo experimentado. De pronto Juan Pablo gritó ese dolor que lo agobia: “Se murió mi hijo. Me gustaría que entendieran lo que me pasa”. Perder a un ser querido es una experiencia solitaria profunda, que cada cual soporta a su manera. Unos se aíslan, deprimen o lloran con frecuencia, otros se sumen en alguna adicción, entre otras formas de evasión.

También me percato de que están inundados de dolor y amargura por la pérdida. Su sistema nervioso está colapsado y saturado, y cuando las personas están en esa condición emocional es preciso aguardar el tiempo que sea necesario. Ellos creen que no hicieron lo suficiente para salvarlo. Es cierto que en algún momento necesitamos reconciliarnos con las incógnitas de lo que no se puede descifrar. Hay cosas que no sabremos nunca, como lo sucedido a esta pareja.

Acordamos otra sesión para trabajar este duelo. Juan Pablo se siente abatido, cansado, dolido y hasta culpable. Angélica solicita orientación para apoyar a su esposo.

La psicoterapia consiste en acompañar a la persona desde el lugar donde se encuentra al que le gustaría llegar. ¿Qué hacer para acompañar a este hombre en su dolor? ¿Qué le puedo comunicar para aliviar su pena? Tengo la certeza de que estoy aquí con todo lo que soy y los recursos psicoterapéuticos para andar ese camino y, en algún momento, decir hemos logrado integrar esa experiencia dolorosa. He de mantener mi cabeza, corazón y responsabilidad para estar presente y contenerlos las veces que sea necesario.

Juan Pablo solicitó atención personalizada para trabajar su duelo, sé que podrá avanzar hasta donde él decida. Ha sido difícil vivir el trance; confío en que recibirá ese regalo de amor que calme su dolor.

Buen fin de semana… Conesperanza-21

#contagiabuenavibra #yoaportoenpositivo

José Ignacio Lovio Arvizu. Psicólogo y psicoterapeuta.

Correo electrónico: ignacio.lovio@gmail.com