/ viernes 21 de enero de 2022

Casos y cosas de la experiencia | Vicisitudes de la pareja

“Soltar lo que más amas es estar seguro de que permanecerá eternamente”.

El silencio de la noche, la compañía de una humeante taza de té y la música de fondo crearon el ambiente idóneo, para escribir sobre la relación de pareja de personas que luchan, sobreviven y reinventan su convivencia. La oportunidad de vivir en pareja propicia un encuentro de almas con sus diversas necesidades, deseos o fantasías sobre lo que les depara esa convivencia.

Las parejas pueden ser de varios tipos, como la que vive en pleito constante, y su hogar parece un ring donde abundan los motivos para discutir; falla la capacidad de diálogo, comprensión, compasión y establecimiento de acuerdos. Se especializa en ejercer la crítica, el desprecio y las actitudes defensivas y evasivas. Cuando estos elementos ocurren de manera constante, significa que la relación tiene problemas graves. ¿Es inevitable la separación? Quizá o, en ocasiones, puede ser la alerta o alarma que indica una ruptura necesaria o posible.

Hay parejas que sobreviven gracias a que están separadas, es decir, cuando alguno de sus integrantes no está presente en la “casa de la pareja” debido a su actividad. Y en el momento del encuentro surgen las fricciones, pues cada uno aprendió a vivir solo con sus reglas y hábitos. No charlan de las cosas que les suceden porque, como se ven tan poco, no enfrentan las vicisitudes; aprenden a callar, guardar y esconder los conflictos. El precio a pagar resulta caro ya que sobreviene el autoengaño, y surgen justificaciones como: “No le digo nada para evitar conflictos”. “Le doy por el lado, aunque me quede trabado(a)”.

Existen las parejas que se reinventan; los miembros están atentos a sus encuentros y desencuentros, dialogan, expresan asertivamente lo que sienten y piensan, muestran compasión mutua, y dedican tiempo para aclarar lo que les sucede. En ocasiones incluso buscan ayuda profesional para mejorar su relación, mediante acuerdos. Respetan la individualidad del otro y solicitan apoyo para salir adelante con sus procesos personales. Manifiestan la necesidad de destinar tiempo para expresar sus emociones y sentimientos, y procuran mejorar el trato diario. Refuerzan la confianza entre ellos, se ayudan para combatir la soledad y respetan el espacio y tiempo de cada uno. Solicitan un abrazo y se permiten pedir ayuda cuando lo necesitan.

Estos casos se reflejan en películas como A prueba de fuego, Amor en el diván, Nosotros en la noche, Historia de un matrimonio y El amor tiene dos caras, entre otras. Sin duda existen muchas más que pueden contribuir a nuestra reflexión.

La evolución de la familia y la pareja ha traído consigo ajustes importantes, tanto en los roles como en las expectativas de todos sus miembros. Por consiguiente, ahora existen familias y parejas de diversos tipos que luchan por establecerse en nuestra sociedad. Ciertamente la pareja tendrá retos y desafíos, lo que implicará asumir responsabilidades, roles y habilidades nuevas para sortear la convivencia diaria.

La pareja enfrentará decisiones difíciles, cuando se encuentre ante una encrucijada o muera por el desgano, la apatía y falta de compromiso. Esto permite expresar que “soltar lo que más amas es estar seguro de que permanecerá eternamente”. Asimismo, implica renunciar a algo para crecer; es duro, doloroso y altamente desgastante en el terreno físico, emocional y espiritual. Entonces vamos por la gestión de habilidades para convivir en pareja, atender lo vivido en los patrones emocionales relacionales en nuestras familias, y reinventar la pareja que queremos ser. Esto demanda el trabajo permanente y comprometido de sus miembros.

Toda relación de pareja es un escenario donde los integrantes actúan con maestría sus fantasías, necesidades y deseos. Por ello requieren preparación constante, para representar mejor sus roles ante el otro, y mantenerse atentos a su desarrollo y crecimiento personal. Esto me recuerda la frase de W. Shakespeare: “El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen”. En la pareja encontraremos el arte de lo posible solo si estamos dispuestos mejorar cada día lo que hacemos en conjunto.

“Soltar lo que más amas es estar seguro de que permanecerá eternamente”.

El silencio de la noche, la compañía de una humeante taza de té y la música de fondo crearon el ambiente idóneo, para escribir sobre la relación de pareja de personas que luchan, sobreviven y reinventan su convivencia. La oportunidad de vivir en pareja propicia un encuentro de almas con sus diversas necesidades, deseos o fantasías sobre lo que les depara esa convivencia.

Las parejas pueden ser de varios tipos, como la que vive en pleito constante, y su hogar parece un ring donde abundan los motivos para discutir; falla la capacidad de diálogo, comprensión, compasión y establecimiento de acuerdos. Se especializa en ejercer la crítica, el desprecio y las actitudes defensivas y evasivas. Cuando estos elementos ocurren de manera constante, significa que la relación tiene problemas graves. ¿Es inevitable la separación? Quizá o, en ocasiones, puede ser la alerta o alarma que indica una ruptura necesaria o posible.

Hay parejas que sobreviven gracias a que están separadas, es decir, cuando alguno de sus integrantes no está presente en la “casa de la pareja” debido a su actividad. Y en el momento del encuentro surgen las fricciones, pues cada uno aprendió a vivir solo con sus reglas y hábitos. No charlan de las cosas que les suceden porque, como se ven tan poco, no enfrentan las vicisitudes; aprenden a callar, guardar y esconder los conflictos. El precio a pagar resulta caro ya que sobreviene el autoengaño, y surgen justificaciones como: “No le digo nada para evitar conflictos”. “Le doy por el lado, aunque me quede trabado(a)”.

Existen las parejas que se reinventan; los miembros están atentos a sus encuentros y desencuentros, dialogan, expresan asertivamente lo que sienten y piensan, muestran compasión mutua, y dedican tiempo para aclarar lo que les sucede. En ocasiones incluso buscan ayuda profesional para mejorar su relación, mediante acuerdos. Respetan la individualidad del otro y solicitan apoyo para salir adelante con sus procesos personales. Manifiestan la necesidad de destinar tiempo para expresar sus emociones y sentimientos, y procuran mejorar el trato diario. Refuerzan la confianza entre ellos, se ayudan para combatir la soledad y respetan el espacio y tiempo de cada uno. Solicitan un abrazo y se permiten pedir ayuda cuando lo necesitan.

Estos casos se reflejan en películas como A prueba de fuego, Amor en el diván, Nosotros en la noche, Historia de un matrimonio y El amor tiene dos caras, entre otras. Sin duda existen muchas más que pueden contribuir a nuestra reflexión.

La evolución de la familia y la pareja ha traído consigo ajustes importantes, tanto en los roles como en las expectativas de todos sus miembros. Por consiguiente, ahora existen familias y parejas de diversos tipos que luchan por establecerse en nuestra sociedad. Ciertamente la pareja tendrá retos y desafíos, lo que implicará asumir responsabilidades, roles y habilidades nuevas para sortear la convivencia diaria.

La pareja enfrentará decisiones difíciles, cuando se encuentre ante una encrucijada o muera por el desgano, la apatía y falta de compromiso. Esto permite expresar que “soltar lo que más amas es estar seguro de que permanecerá eternamente”. Asimismo, implica renunciar a algo para crecer; es duro, doloroso y altamente desgastante en el terreno físico, emocional y espiritual. Entonces vamos por la gestión de habilidades para convivir en pareja, atender lo vivido en los patrones emocionales relacionales en nuestras familias, y reinventar la pareja que queremos ser. Esto demanda el trabajo permanente y comprometido de sus miembros.

Toda relación de pareja es un escenario donde los integrantes actúan con maestría sus fantasías, necesidades y deseos. Por ello requieren preparación constante, para representar mejor sus roles ante el otro, y mantenerse atentos a su desarrollo y crecimiento personal. Esto me recuerda la frase de W. Shakespeare: “El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen”. En la pareja encontraremos el arte de lo posible solo si estamos dispuestos mejorar cada día lo que hacemos en conjunto.