/ jueves 6 de mayo de 2021

Columna Invitada | En la Sonora Ganadora reactivaremos el desarrollo social

Uno de los principales retos que enfrentamos mientras transitamos por la pandemia por Covid-19 —y en la parte más radical, en el distanciamiento social— fue el deterioro de la economía de las familias sonorenses.

La sociedad civil organizada logró paliar un poco de las carencias de los sonorenses donando o “apadrinando” a familias con apoyos de despensa, productos básicos, medicamentos y en muchos casos, donaciones monetarias para cubrir insumos y servicios hospitalarios

El impacto ha sido tremendo. Sin duda, hemos avanzado poco a poco en el regreso a una nueva normalidad que ha puesto en el centro a los procesos de resiliencia y adaptación para atender nuestra salud, nuestra economía y también, nuestros duelos.

Sin embargo, nos estamos enfrentando a un parteaguas en la vida nacional y local: los apoyos institucionales, en lugar de eliminarse, reducirse o entregarse sin prioridades, deben ser multiplicados, dirigidos y, sobre todo, administrados de la mejor forma para atender a quienes de verdad lo requieren.

Lamentablemente los servicios de salud mostraron el rostro de las carencias e improvisaciones y, que quede claro, no por culpa del personal médico o de enfermería, sino por el descuido y la falta de una adecuada y correcta gestión de políticas a nivel federal.

El apoyo que recibían consistentemente las organizaciones de la sociedad civil representaba la diferencia para miles de personas en condiciones de desigualdad económica y social, de discapacidad o a mujeres y menores víctimas de violencia. Dejaron de recibirlo o en el mejor de los casos, se redujo.

Las recurrentes fallas en las políticas federales de salud y economía, aunadas a la mala gestión de la pandemia nos afectaron en el corazón de las políticas públicas: las de desarrollo social.

Mi gobierno tiene claro el rumbo; sabemos y tristemente vivimos en carne propia la infección por coronavirus. Nos enfrentamos a la pérdida de familiares y amigos entrañables y créanme, muchas personas de nuestro entorno también sufrieron.

Nuestros adultos mayores, en sus hogares, guarderías o casas de apoyo y en los hospitales se convirtieron en la población más vulnerable de los vulnerables y eso, no lo olvidamos. No lo perdonaremos.

Por todo lo anterior, la reactivación en las políticas de desarrollo social, desde el primer día de mi gobierno, consistirá en la dotación de apoyos médicos y alimentarios, incentivos a mujeres y menores en condición de vulnerabilidad, así como a personas con discapacidad. Trataremos de paliar un poco de los apoyos que les quitaron y administraremos de forma transparente los recursos, para utilizarlos de forma responsable.

Enlazaremos de forma transversal y armónica presupuestalmente las políticas de fomento al empleo atendiendo las vocaciones regionales como la agricultura, la ganadería, la pesca y el turismo. Finalmente, el desarrollo de las regiones es el de sus comunidades.

Ni qué decir de los monumentales esfuerzos de las madres de familia, ellas que son líderes de sus colonias, de su entorno; que se convierten en gestoras, enfermeras, maestras. La crisis con varios rostros provocada por el Covid, vino a recrudecer escenarios de violencia intrafamiliar, pero también sin duda, abrió el espacio a la economía creativa y solidaria.

Estas mujeres, a las que he visto y saludado en nuestros recorridos me recuerdan a cada rato que no hay sonorense que se raje: le entramos a todo, no le sacamos a enfrentar los retos. Exponemos nuestras mejores capacidades para la búsqueda de soluciones y lo mejor de todo, lo logramos.

Pero aún falta mucho. La reactivación en los temas de desarrollo social va a ir de la mano con una importante visión de futuro. Ya no podemos permitir que se use el presupuesto sin control, en un afán de “comprar” voluntades. Pero lo que en realidad están haciendo esos malos políticos, es vender su dignidad.

Nosotros aquí seguimos, de pie. Vamos a donde nos invitan para escuchar, para intercambiar ideas, para aprender, para ser solidarios y desde luego, para nunca perder la sensibilidad y los pies en la tierra. Ese fue el gran consejo de mis padres y es que le doy a mis hijas, ahora con la marca de la casa: Una Sonora Ganadora.


Uno de los principales retos que enfrentamos mientras transitamos por la pandemia por Covid-19 —y en la parte más radical, en el distanciamiento social— fue el deterioro de la economía de las familias sonorenses.

La sociedad civil organizada logró paliar un poco de las carencias de los sonorenses donando o “apadrinando” a familias con apoyos de despensa, productos básicos, medicamentos y en muchos casos, donaciones monetarias para cubrir insumos y servicios hospitalarios

El impacto ha sido tremendo. Sin duda, hemos avanzado poco a poco en el regreso a una nueva normalidad que ha puesto en el centro a los procesos de resiliencia y adaptación para atender nuestra salud, nuestra economía y también, nuestros duelos.

Sin embargo, nos estamos enfrentando a un parteaguas en la vida nacional y local: los apoyos institucionales, en lugar de eliminarse, reducirse o entregarse sin prioridades, deben ser multiplicados, dirigidos y, sobre todo, administrados de la mejor forma para atender a quienes de verdad lo requieren.

Lamentablemente los servicios de salud mostraron el rostro de las carencias e improvisaciones y, que quede claro, no por culpa del personal médico o de enfermería, sino por el descuido y la falta de una adecuada y correcta gestión de políticas a nivel federal.

El apoyo que recibían consistentemente las organizaciones de la sociedad civil representaba la diferencia para miles de personas en condiciones de desigualdad económica y social, de discapacidad o a mujeres y menores víctimas de violencia. Dejaron de recibirlo o en el mejor de los casos, se redujo.

Las recurrentes fallas en las políticas federales de salud y economía, aunadas a la mala gestión de la pandemia nos afectaron en el corazón de las políticas públicas: las de desarrollo social.

Mi gobierno tiene claro el rumbo; sabemos y tristemente vivimos en carne propia la infección por coronavirus. Nos enfrentamos a la pérdida de familiares y amigos entrañables y créanme, muchas personas de nuestro entorno también sufrieron.

Nuestros adultos mayores, en sus hogares, guarderías o casas de apoyo y en los hospitales se convirtieron en la población más vulnerable de los vulnerables y eso, no lo olvidamos. No lo perdonaremos.

Por todo lo anterior, la reactivación en las políticas de desarrollo social, desde el primer día de mi gobierno, consistirá en la dotación de apoyos médicos y alimentarios, incentivos a mujeres y menores en condición de vulnerabilidad, así como a personas con discapacidad. Trataremos de paliar un poco de los apoyos que les quitaron y administraremos de forma transparente los recursos, para utilizarlos de forma responsable.

Enlazaremos de forma transversal y armónica presupuestalmente las políticas de fomento al empleo atendiendo las vocaciones regionales como la agricultura, la ganadería, la pesca y el turismo. Finalmente, el desarrollo de las regiones es el de sus comunidades.

Ni qué decir de los monumentales esfuerzos de las madres de familia, ellas que son líderes de sus colonias, de su entorno; que se convierten en gestoras, enfermeras, maestras. La crisis con varios rostros provocada por el Covid, vino a recrudecer escenarios de violencia intrafamiliar, pero también sin duda, abrió el espacio a la economía creativa y solidaria.

Estas mujeres, a las que he visto y saludado en nuestros recorridos me recuerdan a cada rato que no hay sonorense que se raje: le entramos a todo, no le sacamos a enfrentar los retos. Exponemos nuestras mejores capacidades para la búsqueda de soluciones y lo mejor de todo, lo logramos.

Pero aún falta mucho. La reactivación en los temas de desarrollo social va a ir de la mano con una importante visión de futuro. Ya no podemos permitir que se use el presupuesto sin control, en un afán de “comprar” voluntades. Pero lo que en realidad están haciendo esos malos políticos, es vender su dignidad.

Nosotros aquí seguimos, de pie. Vamos a donde nos invitan para escuchar, para intercambiar ideas, para aprender, para ser solidarios y desde luego, para nunca perder la sensibilidad y los pies en la tierra. Ese fue el gran consejo de mis padres y es que le doy a mis hijas, ahora con la marca de la casa: Una Sonora Ganadora.