/ lunes 12 de abril de 2021

Columna Invitada | En terapia intensiva la salud en Sonora

En estos últimos días, a una persona muy cercana en mis afectos le detectaron cáncer en la médula espinal, podríamos pensar que no fue al médico, lo más triste del caso es que sí lo hizo, durante casi un año acudió a consulta y sin hacerle estudios, sin atenderlo con la calidad y dignidad que merecen los pacientes, una y otra vez le dijeron que era la ciática, y una y otra vez le recetaron paracetamol para su dolor violando de manera reiterada su derecho a la salud. Este caso es sólo un ejemplo de los miles que ocurren a diario en nuestro país y por desgracia en nuestro Estado, se normalizó proporcionar un medicamento para aliviar el dolor, como se acostumbra, sin un diagnóstico certero y una atención cálida y humana al paciente, respetando su derecho a la salud y a la dignidad.

Pero ¿qué es la salud? Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un estado de perfecto (completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad, esta definición tan clara y precisa, en México es continuamente olvidada debido a que comúnmente se relaciona la ausencia de síntomas físicos que causan un malestar, y las dependencias responsables de prevenirla, diagnosticar y atenderla en el Estado de Sonora, dejan de lado las diferentes dimensiones de la salud y más aún su obligatoriedad que establece el artículo 4to. Constitucional que señala “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud” afirmando además que “la Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social”, es así que salud y bienestar físico, mental y social es una obligación del Estado, sin embargo, este derecho es continuamente violado.

En las diferentes dimensiones de salud se encuentra la física, supuestamente la más atendida en los diferentes hospitales y centros de salud del Estado, IMSS, Issste o Isssteson, sin embargo las dimensiones mental y social son desatendidas en los diferentes municipios y localidades del Estado. Además de insuficiente, la atención de salud mental se encuentra concentrada en el municipio de Hermosillo con tres centros y un hospital psiquiátrico, así como el Centro Infantil para el Desarrollo Neuroconductual y las Unidades de Atención Integral de las Adicciones, y así en cada uno de los rubros, además de deficiente es insuficiente, no hablemos ya de la salud auditiva, bucal, ocular y social que son ignoradas en el discurso oficial y en las instituciones de salud.

Por otra parte, es notorio e indignante la ausencia del derecho a la salud en las diferentes comunidades de las etnias o indígenas del Estado de Sonora que no cuentan con servicios de salud ni clínicas rurales, a decir del dirigente de una de ellas “me dieron un libro, leo y de acuerdo a los síntomas les doy la medicina que dice el libro, si la tengo”.

De acuerdo a la Evaluación del Desempeño Fassa (2016), señala que el equipamiento en la mayoría de los hospitales y centros de salud del Estado de Sonora es insuficiente y obsoleto, y presenta fin de su vida útil. En el presupuesto de salud, el 78% se destina a pago de nómina y solamente el 12% a materiales y suministros. Por eso insistimos, la salud en Sonora no debe depender del paracetamol o aspirinas, se requiere una inversión en salud que contemple todas sus dimensiones y que permita a la ciudadanía acceder a ella en igualdad de condiciones.

En estos últimos días, a una persona muy cercana en mis afectos le detectaron cáncer en la médula espinal, podríamos pensar que no fue al médico, lo más triste del caso es que sí lo hizo, durante casi un año acudió a consulta y sin hacerle estudios, sin atenderlo con la calidad y dignidad que merecen los pacientes, una y otra vez le dijeron que era la ciática, y una y otra vez le recetaron paracetamol para su dolor violando de manera reiterada su derecho a la salud. Este caso es sólo un ejemplo de los miles que ocurren a diario en nuestro país y por desgracia en nuestro Estado, se normalizó proporcionar un medicamento para aliviar el dolor, como se acostumbra, sin un diagnóstico certero y una atención cálida y humana al paciente, respetando su derecho a la salud y a la dignidad.

Pero ¿qué es la salud? Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un estado de perfecto (completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad, esta definición tan clara y precisa, en México es continuamente olvidada debido a que comúnmente se relaciona la ausencia de síntomas físicos que causan un malestar, y las dependencias responsables de prevenirla, diagnosticar y atenderla en el Estado de Sonora, dejan de lado las diferentes dimensiones de la salud y más aún su obligatoriedad que establece el artículo 4to. Constitucional que señala “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud” afirmando además que “la Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social”, es así que salud y bienestar físico, mental y social es una obligación del Estado, sin embargo, este derecho es continuamente violado.

En las diferentes dimensiones de salud se encuentra la física, supuestamente la más atendida en los diferentes hospitales y centros de salud del Estado, IMSS, Issste o Isssteson, sin embargo las dimensiones mental y social son desatendidas en los diferentes municipios y localidades del Estado. Además de insuficiente, la atención de salud mental se encuentra concentrada en el municipio de Hermosillo con tres centros y un hospital psiquiátrico, así como el Centro Infantil para el Desarrollo Neuroconductual y las Unidades de Atención Integral de las Adicciones, y así en cada uno de los rubros, además de deficiente es insuficiente, no hablemos ya de la salud auditiva, bucal, ocular y social que son ignoradas en el discurso oficial y en las instituciones de salud.

Por otra parte, es notorio e indignante la ausencia del derecho a la salud en las diferentes comunidades de las etnias o indígenas del Estado de Sonora que no cuentan con servicios de salud ni clínicas rurales, a decir del dirigente de una de ellas “me dieron un libro, leo y de acuerdo a los síntomas les doy la medicina que dice el libro, si la tengo”.

De acuerdo a la Evaluación del Desempeño Fassa (2016), señala que el equipamiento en la mayoría de los hospitales y centros de salud del Estado de Sonora es insuficiente y obsoleto, y presenta fin de su vida útil. En el presupuesto de salud, el 78% se destina a pago de nómina y solamente el 12% a materiales y suministros. Por eso insistimos, la salud en Sonora no debe depender del paracetamol o aspirinas, se requiere una inversión en salud que contemple todas sus dimensiones y que permita a la ciudadanía acceder a ella en igualdad de condiciones.