/ miércoles 13 de enero de 2021

Columna invitada | Prianrd “Va por la Corrupción”

Hace unas semanas, durante su conferencia matutina y luego de conocer sobre las intenciones del PRI, PAN y PRD de crear una alianza electoral con miras a las elecciones de 2021 para hacerse de la mayoría en la Cámara de Diputados y conservar los estados que aún gobiernan, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que tuvo la “razón histórica” sobre la existencia del Prian, como una alianza de facto para retener el poder (Proceso, 30/11/2020).

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La elección del 1° de julio de 2018 significó la reivindicación del poder popular y devino en un cambio de régimen y la asunción del primer gobierno de izquierda, cuyo principal objetivo es la transformación de la vida pública del país y alcanzar la justicia social. Este hecho histórico además demostró el rechazo de más de 30 millones de mexicanas y mexicanos al régimen neoliberal y a una clase política corrupta, cuyos máximos representantes son Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.

La derrota electoral del PRI, PAN y PRD -para ese entonces, sólo estos últimos dos compitieron juntos en coalición con Movimiento Ciudadano- y sus respectivos candidatos tecnócratas que defendían la continuidad de las recetas neoliberales, volcó su fuerza política a nivel federal y en buen número de estados y ciudades del país.

La alianza “Juntos Haremos Historia” (Morena, PT y PES) no sólo logró la Presidencia de la República y la mayoría en ambas cámaras del Congreso federal, sino también llevó la Cuarta Transformación a Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz. Escenario que mostró un giro de 180 grados en el sistema de partidos y la geografía electoral del país.

Desde aquel domingo de 2018, la extraviada oposición política no se ha recuperado, ni siquiera porque tiene el apoyo del poder económico y de algunos de los principales medios de comunicación. No cuenta con liderazgos históricos ni voces frescas —recuérdese que el “Nuevo PRI” de 2009 fue un desastre, pues varias de sus promesas jóvenes hoy están en la cárcel por corrupción—. Carecen de un proyecto alternativo que ofrezca verdaderas respuestas a las necesidades de la gente. Su narrativa es conservadora, superficial y tan alejada de la realidad y de los intereses del pueblo.

¿Con qué autoridad moral se presentará el PRI ante la ciudadanía, luego de los escándalos de corrupción del peñanietismo? ¿Con qué autoridad moral se mostrará el PAN, después de que Genaro García Luna está siendo juzgado en Estados Unidos por vínculos con el narcotráfico? ¿Con qué autoridad moral lo hará el PRD, tras haber traicionado a sus ideales de izquierda y convertirse en un hampón más del neoliberalismo?

A pesar que en meses pasados el presidente nacional del PAN, Marko Cortés, dijera que no tenía interés alguno en aliarse con el PRI, debido a la mancha de corrupción que hay en este partido, ahora presumen una alianza electoral que no está basada en ideales ni coincidencias programáticas, sino en un pragmatismo electoral sólo “para hacer frente a Morena”. Se disfrazan de “Frenaaa”, “Sí por México” y ahora de “Va por México”.

Sin haber consultado a sus militantes, lo que une a las cúpulas del Prianrd es la mezquindad y la obsesión por conservar sus privilegios; todavía creen que el país les pertenece, por eso su estrategia es tener control sobre el presupuesto público que año con año se aprueba en la Cámara de Diputados. Buscan arrebatarle el poder a un gobierno que hoy cuenta con el respaldo de más de seis de cada diez mexicanos.

Sonora no escapa de esta realidad. La alianza “Va por Sonora” es un ejemplo más de la visceralidad y oportunismo político de sus líderes por mantenerse en el poder y obstaculizar cualquier viso de transformación, a pesar de que el pueblo ya no aguanta más corrupción y exige un cambio verdadero.

Como si no hubiera sido suficiente, todavía el Prianrd arropó como futuro candidato común a la gubernatura del Estado, a quien fuera alcalde de Hermosillo en 2009, año en que sucedió aquella tragedia del incendio de la Guardería ABC, donde perdieron la vida 49 niñas y niños, y que a las y los sonorenses aún nos mantiene de luto y exigiendo justicia.

Además, el PRI busca frenar por todas las vías cualquier avance de la Cuarta Transformación en el Estado, como lo evidenciaron las recientes medidas cautelares en contra de Alfonso Durazo por supuestos actos anticipados de precampaña en su publicidad dirigida a militantes y simpatizantes de Morena, coartando su libertad de expresión y vulnerando sus derechos político electorales.

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En el año 2000, más temprano que tarde, la supuesta alternancia política con la llegada de Vicente Fox a la silla presidencial, mostró que únicamente fue una negociación para la permanencia del poder político y económico de entonces. El Prianrd trabajó por asegurar gobernabilidad a los intereses de los dueños del dinero; situación que más adelante continuó con el Pacto por México suscrito por PRI, PAN y PRD, el cual abrió paso a las reformas estructurales que justificaron el saqueo del país.

El Prianrd no va por Sonora ni por México. Va por devolver el régimen de corrupción.

Pero el pueblo manda y es el que tiene la última palabra.

Hace unas semanas, durante su conferencia matutina y luego de conocer sobre las intenciones del PRI, PAN y PRD de crear una alianza electoral con miras a las elecciones de 2021 para hacerse de la mayoría en la Cámara de Diputados y conservar los estados que aún gobiernan, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que tuvo la “razón histórica” sobre la existencia del Prian, como una alianza de facto para retener el poder (Proceso, 30/11/2020).

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La elección del 1° de julio de 2018 significó la reivindicación del poder popular y devino en un cambio de régimen y la asunción del primer gobierno de izquierda, cuyo principal objetivo es la transformación de la vida pública del país y alcanzar la justicia social. Este hecho histórico además demostró el rechazo de más de 30 millones de mexicanas y mexicanos al régimen neoliberal y a una clase política corrupta, cuyos máximos representantes son Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.

La derrota electoral del PRI, PAN y PRD -para ese entonces, sólo estos últimos dos compitieron juntos en coalición con Movimiento Ciudadano- y sus respectivos candidatos tecnócratas que defendían la continuidad de las recetas neoliberales, volcó su fuerza política a nivel federal y en buen número de estados y ciudades del país.

La alianza “Juntos Haremos Historia” (Morena, PT y PES) no sólo logró la Presidencia de la República y la mayoría en ambas cámaras del Congreso federal, sino también llevó la Cuarta Transformación a Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz. Escenario que mostró un giro de 180 grados en el sistema de partidos y la geografía electoral del país.

Desde aquel domingo de 2018, la extraviada oposición política no se ha recuperado, ni siquiera porque tiene el apoyo del poder económico y de algunos de los principales medios de comunicación. No cuenta con liderazgos históricos ni voces frescas —recuérdese que el “Nuevo PRI” de 2009 fue un desastre, pues varias de sus promesas jóvenes hoy están en la cárcel por corrupción—. Carecen de un proyecto alternativo que ofrezca verdaderas respuestas a las necesidades de la gente. Su narrativa es conservadora, superficial y tan alejada de la realidad y de los intereses del pueblo.

¿Con qué autoridad moral se presentará el PRI ante la ciudadanía, luego de los escándalos de corrupción del peñanietismo? ¿Con qué autoridad moral se mostrará el PAN, después de que Genaro García Luna está siendo juzgado en Estados Unidos por vínculos con el narcotráfico? ¿Con qué autoridad moral lo hará el PRD, tras haber traicionado a sus ideales de izquierda y convertirse en un hampón más del neoliberalismo?

A pesar que en meses pasados el presidente nacional del PAN, Marko Cortés, dijera que no tenía interés alguno en aliarse con el PRI, debido a la mancha de corrupción que hay en este partido, ahora presumen una alianza electoral que no está basada en ideales ni coincidencias programáticas, sino en un pragmatismo electoral sólo “para hacer frente a Morena”. Se disfrazan de “Frenaaa”, “Sí por México” y ahora de “Va por México”.

Sin haber consultado a sus militantes, lo que une a las cúpulas del Prianrd es la mezquindad y la obsesión por conservar sus privilegios; todavía creen que el país les pertenece, por eso su estrategia es tener control sobre el presupuesto público que año con año se aprueba en la Cámara de Diputados. Buscan arrebatarle el poder a un gobierno que hoy cuenta con el respaldo de más de seis de cada diez mexicanos.

Sonora no escapa de esta realidad. La alianza “Va por Sonora” es un ejemplo más de la visceralidad y oportunismo político de sus líderes por mantenerse en el poder y obstaculizar cualquier viso de transformación, a pesar de que el pueblo ya no aguanta más corrupción y exige un cambio verdadero.

Como si no hubiera sido suficiente, todavía el Prianrd arropó como futuro candidato común a la gubernatura del Estado, a quien fuera alcalde de Hermosillo en 2009, año en que sucedió aquella tragedia del incendio de la Guardería ABC, donde perdieron la vida 49 niñas y niños, y que a las y los sonorenses aún nos mantiene de luto y exigiendo justicia.

Además, el PRI busca frenar por todas las vías cualquier avance de la Cuarta Transformación en el Estado, como lo evidenciaron las recientes medidas cautelares en contra de Alfonso Durazo por supuestos actos anticipados de precampaña en su publicidad dirigida a militantes y simpatizantes de Morena, coartando su libertad de expresión y vulnerando sus derechos político electorales.

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En el año 2000, más temprano que tarde, la supuesta alternancia política con la llegada de Vicente Fox a la silla presidencial, mostró que únicamente fue una negociación para la permanencia del poder político y económico de entonces. El Prianrd trabajó por asegurar gobernabilidad a los intereses de los dueños del dinero; situación que más adelante continuó con el Pacto por México suscrito por PRI, PAN y PRD, el cual abrió paso a las reformas estructurales que justificaron el saqueo del país.

El Prianrd no va por Sonora ni por México. Va por devolver el régimen de corrupción.

Pero el pueblo manda y es el que tiene la última palabra.

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