/ jueves 19 de mayo de 2022

Cóncavo y diverso | Cuidadores primarios para adultos mayores

Hola amigas y amigos lectores.

Hoy inicio con ustedes una aventura de comunicación recurrente que espero sea de mucha retroalimentación, gracias a la invitación de Gabriela Salido, directora general del periódico El Sol de Hermosillo, a quien agradezco mucho la oportunidad de conversar sobre diversos temas que nos interesan a todos como comunidad.

Entrando en materia, existe un gran vacío en los apoyos sociales que se han estado ofreciendo por los distintos niveles de gobierno a la sociedad, sobre todo la más vulnerable, y es la asistencia económica a las cuidadoras y cuidadores primarios de adultos mayores en estado de vulnerabilidad.

Estas personas que generalmente son familiares no cuentan con ningún tipo de apoyo, ni de parte del Gobierno, ni de la sociedad civil organizada, y son miles las y los responsables de cuidar, proteger, apoyar, atender y motivar al adulto mayor en situación de incapacidad, para lo cual se requiere invertir una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo, en una actividad para la que generalmente nadie estamos entrenados a desarrollar, y lo afirmo como una cuidadora primaria de un adulto mayor.

Mi padre un adulto mayor de 81 años sano, fuerte e independiente, enfermó el pasado diciembre de 2021, al grado de ser hospitalizado y eventualmente dado de alta todavía con algunas afecciones de salud que no ha terminado de superar; poca movilidad, cansancio casi crónico, poca o nada de hambre, y por lo mismo una fuerte delgadez.

De la noche a la mañana me encontré en casa, atendiendo a mi padre prácticamente de tiempo completo y sin experiencia para realizarlo, lo que me obligó a no poder trabajar de manera normal, es decir, con horario tradicional, no les cuento el nivel de estrés que estuve viviendo, con papá enfermo sin saber si podría recuperarse o si yo lo estaba haciendo bien, además sin ingresos porque tenía pocos meses de entregar la oficina en la que trabajaba, en fin que como me dijo un querido amigo, “estás bajo la tormenta perfecta”.

Y me pregunto, cuántos cuidadores y cuidadoras, (la mayoría somos mujeres, pero existen muchos hombres que también lo viven), se encuentran en la que fue mi experiencia y en una situación mucho, pero mucho más precaria que la mía, sin duda reitero son miles en Sonora y millones en México.

Digo la que fue mi experiencia, porque debo agradecer a la fortaleza y decisión de mi padre el irse mejorando día a día, los médicos por supuesto cuentan mucho en esta benéfica transición. Mi papá ha avanzado hacia un mejor estado de salud, que me permite un poco mayor posibilidad de movimiento, todavía no puedo regresar a horarios de trabajo tradicionales, pero he ido encontrando en el camino mucho apoyo y manos amigas de mi familia y mi familia ampliada, que me están permitiendo encontrar actividad profesional alternativa.

Este transitar por la sorpresiva actividad de cuidadora primaria, que también lo digo, ha sido de gran aprendizaje, me ha hecho reflexionar en la necesidad de llamar la atención a la sociedad en su conjunto, comunidad y Gobierno para que pongan especial interés en apoyar decididamente a quienes tienen la enorme responsabilidad de cuidar a uno o varios adultos mayores con alguna discapacidad.

Me dirán ustedes que ya existe la pensión del Bienestar para los adultos mayores y es realmente de gran ayuda, sin embargo, esa entrega económica es del adulto mayor, en muchos casos el o la cuidadora no tienen acceso a ella, sobre todo cuando el adulto mayor está muy consciente del dinero que recibe y qué bien, sólo que por lo general no comparten ese apoyo para sus propias necesidades de manutención, ¿por qué? Porque con la edad amigas y amigos lectores, digamos que nos volvemos más conservadores en todo lo que hacemos.

Hago un llamado para que este importante sector de la población que cada día crece más, pueda contar con un apoyo directo del Gobierno y la comunidad para hacer frente a la situación de cuidados que se viven, y que incluye médicos, medicinas, alimentos, cuidado del hogar y manutención en general, donde el mismo escenario no les permite acceder a trabajos en condiciones de normalidad, lo que origina que las condiciones de pobreza crezcan en determinados grupos poblacionales que todos conocemos.


Hola amigas y amigos lectores.

Hoy inicio con ustedes una aventura de comunicación recurrente que espero sea de mucha retroalimentación, gracias a la invitación de Gabriela Salido, directora general del periódico El Sol de Hermosillo, a quien agradezco mucho la oportunidad de conversar sobre diversos temas que nos interesan a todos como comunidad.

Entrando en materia, existe un gran vacío en los apoyos sociales que se han estado ofreciendo por los distintos niveles de gobierno a la sociedad, sobre todo la más vulnerable, y es la asistencia económica a las cuidadoras y cuidadores primarios de adultos mayores en estado de vulnerabilidad.

Estas personas que generalmente son familiares no cuentan con ningún tipo de apoyo, ni de parte del Gobierno, ni de la sociedad civil organizada, y son miles las y los responsables de cuidar, proteger, apoyar, atender y motivar al adulto mayor en situación de incapacidad, para lo cual se requiere invertir una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo, en una actividad para la que generalmente nadie estamos entrenados a desarrollar, y lo afirmo como una cuidadora primaria de un adulto mayor.

Mi padre un adulto mayor de 81 años sano, fuerte e independiente, enfermó el pasado diciembre de 2021, al grado de ser hospitalizado y eventualmente dado de alta todavía con algunas afecciones de salud que no ha terminado de superar; poca movilidad, cansancio casi crónico, poca o nada de hambre, y por lo mismo una fuerte delgadez.

De la noche a la mañana me encontré en casa, atendiendo a mi padre prácticamente de tiempo completo y sin experiencia para realizarlo, lo que me obligó a no poder trabajar de manera normal, es decir, con horario tradicional, no les cuento el nivel de estrés que estuve viviendo, con papá enfermo sin saber si podría recuperarse o si yo lo estaba haciendo bien, además sin ingresos porque tenía pocos meses de entregar la oficina en la que trabajaba, en fin que como me dijo un querido amigo, “estás bajo la tormenta perfecta”.

Y me pregunto, cuántos cuidadores y cuidadoras, (la mayoría somos mujeres, pero existen muchos hombres que también lo viven), se encuentran en la que fue mi experiencia y en una situación mucho, pero mucho más precaria que la mía, sin duda reitero son miles en Sonora y millones en México.

Digo la que fue mi experiencia, porque debo agradecer a la fortaleza y decisión de mi padre el irse mejorando día a día, los médicos por supuesto cuentan mucho en esta benéfica transición. Mi papá ha avanzado hacia un mejor estado de salud, que me permite un poco mayor posibilidad de movimiento, todavía no puedo regresar a horarios de trabajo tradicionales, pero he ido encontrando en el camino mucho apoyo y manos amigas de mi familia y mi familia ampliada, que me están permitiendo encontrar actividad profesional alternativa.

Este transitar por la sorpresiva actividad de cuidadora primaria, que también lo digo, ha sido de gran aprendizaje, me ha hecho reflexionar en la necesidad de llamar la atención a la sociedad en su conjunto, comunidad y Gobierno para que pongan especial interés en apoyar decididamente a quienes tienen la enorme responsabilidad de cuidar a uno o varios adultos mayores con alguna discapacidad.

Me dirán ustedes que ya existe la pensión del Bienestar para los adultos mayores y es realmente de gran ayuda, sin embargo, esa entrega económica es del adulto mayor, en muchos casos el o la cuidadora no tienen acceso a ella, sobre todo cuando el adulto mayor está muy consciente del dinero que recibe y qué bien, sólo que por lo general no comparten ese apoyo para sus propias necesidades de manutención, ¿por qué? Porque con la edad amigas y amigos lectores, digamos que nos volvemos más conservadores en todo lo que hacemos.

Hago un llamado para que este importante sector de la población que cada día crece más, pueda contar con un apoyo directo del Gobierno y la comunidad para hacer frente a la situación de cuidados que se viven, y que incluye médicos, medicinas, alimentos, cuidado del hogar y manutención en general, donde el mismo escenario no les permite acceder a trabajos en condiciones de normalidad, lo que origina que las condiciones de pobreza crezcan en determinados grupos poblacionales que todos conocemos.