/ miércoles 1 de junio de 2022

Conversatorios mineros | Las minas no abandonan

“Las minas cierran y dejan a las comunidades en el abandono, eso genera pueblos fantasmas y pobreza en México”, pocos argumentos contra la minería son tan estúpidos y ayer leía este en un diario nacional, donde citan “un estudio” que revela este grave problema, lo que nunca menciona El Heraldo es que los permisos de una mina tienen una vigencia, igual que su concesión federal e igual que su contrato de ocupación temporal de tierras. Una mina desde que abre tiene una fecha estimada de cierre, que es conocida por los empleados, los vecinos y la autoridad.

Junto a esta nota el diario, bien podría citar algunos otros problemas similares: “Alumno abandona la primaria después de egresar de sexto año”, “Diputado abandona su sueldo después de terminar su trienio”, “Yogur abandona el refrigerador después de vencer su caducidad”, “Esposa abandona a su marido después de divorciarse”. Luego entonces, en la misma inteligencia, los niños no deben ir a primaria porque un día la van a dejar, los diputados no deberían legislar, total un día va a terminar su periodo, las tiendas no deberían vender yogur porque un día caducará y la gente no debería casarse, porque muy probablemente un día se podría divorciar.

Cualquiera de los ejemplos anteriores son menos tontos que el que alude que las minas no deben instalarse porque un día se van a ir, pero voy a imaginar que esto lo leería alguna de las personas que pudieron indignarse con las minas que “abandonan pueblos” y les explicaría lo siguiente:

Si yo te rento un inmueble y firmo un contrato a cinco años contigo, a los cinco años te pago el último mes de renta y me voy, yo no abandoné el inmueble, yo cumplí a cabalidad con un contrato de arrendamiento disfruté de ocupar ese espacio y tú disfrutaste de cobrar una renta y listo, igualito pasa con las minas, como te explico que sí debajo de tu pueblo hay una caja de galletas gigante y llega una mina con un permiso para extraer galletas gigantes y te dice, “quiero sacar las galletas que tú no puedes sacar, ¿me dejarías sacar las galletas si comparto algunas contigo?, pero cuando se acaben las galletas me voy a ir y no te daré más galletas”. Quedó muy claro que Don Galleto no va abandonar a nadie, simplemente cumplirá con lo acordado, y mientras haya galletas el pueblo debe disfrutarlas y administrarlas de la mejor manera.


“Las minas cierran y dejan a las comunidades en el abandono, eso genera pueblos fantasmas y pobreza en México”, pocos argumentos contra la minería son tan estúpidos y ayer leía este en un diario nacional, donde citan “un estudio” que revela este grave problema, lo que nunca menciona El Heraldo es que los permisos de una mina tienen una vigencia, igual que su concesión federal e igual que su contrato de ocupación temporal de tierras. Una mina desde que abre tiene una fecha estimada de cierre, que es conocida por los empleados, los vecinos y la autoridad.

Junto a esta nota el diario, bien podría citar algunos otros problemas similares: “Alumno abandona la primaria después de egresar de sexto año”, “Diputado abandona su sueldo después de terminar su trienio”, “Yogur abandona el refrigerador después de vencer su caducidad”, “Esposa abandona a su marido después de divorciarse”. Luego entonces, en la misma inteligencia, los niños no deben ir a primaria porque un día la van a dejar, los diputados no deberían legislar, total un día va a terminar su periodo, las tiendas no deberían vender yogur porque un día caducará y la gente no debería casarse, porque muy probablemente un día se podría divorciar.

Cualquiera de los ejemplos anteriores son menos tontos que el que alude que las minas no deben instalarse porque un día se van a ir, pero voy a imaginar que esto lo leería alguna de las personas que pudieron indignarse con las minas que “abandonan pueblos” y les explicaría lo siguiente:

Si yo te rento un inmueble y firmo un contrato a cinco años contigo, a los cinco años te pago el último mes de renta y me voy, yo no abandoné el inmueble, yo cumplí a cabalidad con un contrato de arrendamiento disfruté de ocupar ese espacio y tú disfrutaste de cobrar una renta y listo, igualito pasa con las minas, como te explico que sí debajo de tu pueblo hay una caja de galletas gigante y llega una mina con un permiso para extraer galletas gigantes y te dice, “quiero sacar las galletas que tú no puedes sacar, ¿me dejarías sacar las galletas si comparto algunas contigo?, pero cuando se acaben las galletas me voy a ir y no te daré más galletas”. Quedó muy claro que Don Galleto no va abandonar a nadie, simplemente cumplirá con lo acordado, y mientras haya galletas el pueblo debe disfrutarlas y administrarlas de la mejor manera.