/ miércoles 15 de septiembre de 2021

Conversatorios mineros | Nuevos gobiernos y minería

El sector minero en México vive la relación menos productiva que ha tenido con una administración federal, hoy nuevos gobernadores representan nuevas oportunidades de un puente de comunicación en favor del progreso y el cuidado al ambiente. ¿Será posible que un nuevo gobierno estatal impulse un cambio de actitud del Presidente?

Existen un montón de variables que nos pueden acercar a una respuesta respecto al futuro minero en el corto y mediano plazo en los estados del país con nuevos mandos estatales, pero estoy seguro que en estos tiempos de 4T, la situación político electoral estará por encima de los argumentos económicos, sociales o ambientales; tomemos dos estados con contexto minero opuesto para analizarlos: Sonora y Baja California Sur, ambos ahora gobernados por Morena.

Sonora es la capital minera de México, el sector genera aquí unos 120 mil empleos, sin detallar tenemos proveeduría, oficinas administrativas, servicios técnicos y formación de talento en universidades públicas, Sonora necesita la minería y actualmente tiene unos 12 mil empleos y cientos de millones de dólares, seguramente miles, detenidos por permisos federales con trámites detenidos, negados o en litigio. Alfonso Durazo sabe eso, el Gobernador ya ha manifestado su interés por impulsar a la minería, respetar concesiones y promover la exploración de litio para beneficio de la nación. En Sonora, un gobernador que ayude a la minería podría no restarle simpatías a AMLO, ni votos de Morena, de modo que aquí es muy posible la interlocución y el crecimiento.

Baja California Sur, viene de dos sexenios antimineros, abiertamente y el nuevo gobernador Víctor Castro Cosío es un luchador social que por años, en diferentes trincheras se ha manifestado en contra de la actividad con temas como el cuidado al ambiente, e incluso la soberanía nacional. BCS tiene un enorme potencial minero, tal vez a la par que Sonora, pero no es un estado minero, aunque pudiera serlo, la actividad es incipiente en el norte y nula en el sur, y se presenta como una entidad turística.

La presencia de grupos ambientalistas internacionales, una gruesa comunidad científica residente y los poderosos consorcios y asociaciones hoteleras representan miles de votos menos para Morena en caso de que el Gobernador impulsara la minería, luego entonces eso difícilmente va a suceder.

En los dos casos hablamos de gobernadores de la primera camada impulsada y apoyada por López Obrador, dos hombres cercanos al Presidente del país en dos estados con gran potencial minero, pero en una entidad es políticamente riesgoso apoyar a la minería y la otra es lo contrario. Así pues habrá un contexto diferente en Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Colima y el resto, que en cada caso medirán el clima electoral para saber si algo se podría hacer por la minería, eso sí, no olvidemos que las empresas mineras también cuentan y tendrán que tener argumentos y estrategias para hacerse aliadas de los nuevos gobernantes.

Regreso una vez más a esta pregunta, si tenemos certeza de contar con una cantidad determinada de riqueza en el subsuelo, ¿Cuándo debemos extraerlo? Como país, como gobierno responsable de dictar las políticas públicas que promuevan el crecimiento económico y el combate a la pobreza, ¿nuestra situación económica nos permite dejar allá abajo miles de millones de dólares en minerales?, tal vez la respuesta es sí, pero ¿por cuánto tiempo?

Son tres años ya, sin avance, sin una buena relación gobierno-minería; la realidad actual de las mineras en México está sostenida por los precios internacionales de los metales que nada tienen que ver con las decisiones del gobierno de México, precios que son cíclicos y que pueden caer en cualquier momento. Confiemos en los buenos oficios de los nuevos gobernantes, analicemos, critiquemos y al final tal vez encontraremos pistas para saber cuándo es el momento de sacar esa riqueza del subsuelo.

El sector minero en México vive la relación menos productiva que ha tenido con una administración federal, hoy nuevos gobernadores representan nuevas oportunidades de un puente de comunicación en favor del progreso y el cuidado al ambiente. ¿Será posible que un nuevo gobierno estatal impulse un cambio de actitud del Presidente?

Existen un montón de variables que nos pueden acercar a una respuesta respecto al futuro minero en el corto y mediano plazo en los estados del país con nuevos mandos estatales, pero estoy seguro que en estos tiempos de 4T, la situación político electoral estará por encima de los argumentos económicos, sociales o ambientales; tomemos dos estados con contexto minero opuesto para analizarlos: Sonora y Baja California Sur, ambos ahora gobernados por Morena.

Sonora es la capital minera de México, el sector genera aquí unos 120 mil empleos, sin detallar tenemos proveeduría, oficinas administrativas, servicios técnicos y formación de talento en universidades públicas, Sonora necesita la minería y actualmente tiene unos 12 mil empleos y cientos de millones de dólares, seguramente miles, detenidos por permisos federales con trámites detenidos, negados o en litigio. Alfonso Durazo sabe eso, el Gobernador ya ha manifestado su interés por impulsar a la minería, respetar concesiones y promover la exploración de litio para beneficio de la nación. En Sonora, un gobernador que ayude a la minería podría no restarle simpatías a AMLO, ni votos de Morena, de modo que aquí es muy posible la interlocución y el crecimiento.

Baja California Sur, viene de dos sexenios antimineros, abiertamente y el nuevo gobernador Víctor Castro Cosío es un luchador social que por años, en diferentes trincheras se ha manifestado en contra de la actividad con temas como el cuidado al ambiente, e incluso la soberanía nacional. BCS tiene un enorme potencial minero, tal vez a la par que Sonora, pero no es un estado minero, aunque pudiera serlo, la actividad es incipiente en el norte y nula en el sur, y se presenta como una entidad turística.

La presencia de grupos ambientalistas internacionales, una gruesa comunidad científica residente y los poderosos consorcios y asociaciones hoteleras representan miles de votos menos para Morena en caso de que el Gobernador impulsara la minería, luego entonces eso difícilmente va a suceder.

En los dos casos hablamos de gobernadores de la primera camada impulsada y apoyada por López Obrador, dos hombres cercanos al Presidente del país en dos estados con gran potencial minero, pero en una entidad es políticamente riesgoso apoyar a la minería y la otra es lo contrario. Así pues habrá un contexto diferente en Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Colima y el resto, que en cada caso medirán el clima electoral para saber si algo se podría hacer por la minería, eso sí, no olvidemos que las empresas mineras también cuentan y tendrán que tener argumentos y estrategias para hacerse aliadas de los nuevos gobernantes.

Regreso una vez más a esta pregunta, si tenemos certeza de contar con una cantidad determinada de riqueza en el subsuelo, ¿Cuándo debemos extraerlo? Como país, como gobierno responsable de dictar las políticas públicas que promuevan el crecimiento económico y el combate a la pobreza, ¿nuestra situación económica nos permite dejar allá abajo miles de millones de dólares en minerales?, tal vez la respuesta es sí, pero ¿por cuánto tiempo?

Son tres años ya, sin avance, sin una buena relación gobierno-minería; la realidad actual de las mineras en México está sostenida por los precios internacionales de los metales que nada tienen que ver con las decisiones del gobierno de México, precios que son cíclicos y que pueden caer en cualquier momento. Confiemos en los buenos oficios de los nuevos gobernantes, analicemos, critiquemos y al final tal vez encontraremos pistas para saber cuándo es el momento de sacar esa riqueza del subsuelo.