/ miércoles 27 de julio de 2022

Conversatorios mineros | Tomando partido

En días pasados arreciaron los comentarios, críticas, porras y en menor grado reflexiones objetivas sobre la forma de ejercer el periodismo en los tiempos de la 4T y el trato que la prensa recibe de parte de Presidencia. No me puedo resistir al tema, no veo nada de malo con manifestar abiertamente lo que es evidente, que hay comunicadores que abiertamente favorecen con su trabajo al régimen en el poder y a la figura presidencial, eso es un ejercicio de honestidad, pero no es periodismo, es propaganda.

Cuando tenía 16 años, en 1995 entré a trabajar a la redacción de un periódico como corrector de estilo, hasta la fecha no me he separado de los medios, he escrito en ellos, conducido, producido y editado, vi y escuché muchas cosas, me tocó ser un eslabón entre el nuevo periodismo, el que estudió Ciencias de la Comunicación; que tuvo acercamiento a medios digitales y a asignaturas relacionados con el marketing y la publicidad, pero también me tocó el periodismo de antes, el de profesionistas, economistas, abogados que gustaron de escribir y se convirtieron en periodistas, incluso oficiosos empíricos fueron exitosos y ampliamente influyentes frente al poder.

Lo que no recuerdo es ese nivel de transparencia de hoy en día, en el que se vale que el comunicador se vuelva fuente de noticia declarando que está en favor de un régimen de gobierno y que su trabajo se hace en función del interés del gobernante, en este caso de la 4T y López Obrador. Le doy su punto por honesto y debe ser la opinión pública, sociedad, audiencia, consumidores de contenido o como quieran llamarles los que decidan sí les parece interesante o no consumir contenidos propagandísticos.

Aunque haya sido catártico, tampoco soy fan de que se tome un micrófono para señalarle al Presidente que le encanta que lo adulen, que favorece a los periodistas paleros y que su conferencia está arreglada, claro que esta arreglada, no somos tontos, ni tampoco somos ingenuos pensando que cuando alguien le diga sus verdades el ejecutivo cambiará y finalmente va atinar en el ejercicio de gobierno.

En todo caso creo que decirle al Presidente que lo adoran o reprueban, haciendo el caldo gordo a la mañanera, no es la chamba de los reporteros, creo que la chamba es ayudar a los ciudadanos a tener información que les ayude a tener una visión clara de lo que pasa en el país, de cómo se usan sus impuestos, cómo se aplica la ley, cómo se ejerce la justicia, todo siempre con un enfoque crítico, buscando las fallas objetivamente; el estándar es la ley y todo lo que se haga fuera de la ley es criticable y debe saberse.


En días pasados arreciaron los comentarios, críticas, porras y en menor grado reflexiones objetivas sobre la forma de ejercer el periodismo en los tiempos de la 4T y el trato que la prensa recibe de parte de Presidencia. No me puedo resistir al tema, no veo nada de malo con manifestar abiertamente lo que es evidente, que hay comunicadores que abiertamente favorecen con su trabajo al régimen en el poder y a la figura presidencial, eso es un ejercicio de honestidad, pero no es periodismo, es propaganda.

Cuando tenía 16 años, en 1995 entré a trabajar a la redacción de un periódico como corrector de estilo, hasta la fecha no me he separado de los medios, he escrito en ellos, conducido, producido y editado, vi y escuché muchas cosas, me tocó ser un eslabón entre el nuevo periodismo, el que estudió Ciencias de la Comunicación; que tuvo acercamiento a medios digitales y a asignaturas relacionados con el marketing y la publicidad, pero también me tocó el periodismo de antes, el de profesionistas, economistas, abogados que gustaron de escribir y se convirtieron en periodistas, incluso oficiosos empíricos fueron exitosos y ampliamente influyentes frente al poder.

Lo que no recuerdo es ese nivel de transparencia de hoy en día, en el que se vale que el comunicador se vuelva fuente de noticia declarando que está en favor de un régimen de gobierno y que su trabajo se hace en función del interés del gobernante, en este caso de la 4T y López Obrador. Le doy su punto por honesto y debe ser la opinión pública, sociedad, audiencia, consumidores de contenido o como quieran llamarles los que decidan sí les parece interesante o no consumir contenidos propagandísticos.

Aunque haya sido catártico, tampoco soy fan de que se tome un micrófono para señalarle al Presidente que le encanta que lo adulen, que favorece a los periodistas paleros y que su conferencia está arreglada, claro que esta arreglada, no somos tontos, ni tampoco somos ingenuos pensando que cuando alguien le diga sus verdades el ejecutivo cambiará y finalmente va atinar en el ejercicio de gobierno.

En todo caso creo que decirle al Presidente que lo adoran o reprueban, haciendo el caldo gordo a la mañanera, no es la chamba de los reporteros, creo que la chamba es ayudar a los ciudadanos a tener información que les ayude a tener una visión clara de lo que pasa en el país, de cómo se usan sus impuestos, cómo se aplica la ley, cómo se ejerce la justicia, todo siempre con un enfoque crítico, buscando las fallas objetivamente; el estándar es la ley y todo lo que se haga fuera de la ley es criticable y debe saberse.