/ martes 23 de noviembre de 2021

Corren rumores | No habrá tapado

El tapado soy yo... Dicen que los buenos políticos son tan hábiles que engañan con la verdad.

Y miren, la declaración del presidente Andrés Manuel López Obrador de que “nada de tapados” en la elección del candidato presidencial de su partido hace pensar dos cosas: una, que realmente cree que la gente es muy ingenua como para no saber que tiene una carta tapada con la que jugará. Y segundo, que un hombre de tanto control va a dejar suelto el proceso donde se juega la continuación de la Cuarta Transformación. Desde luego que habrá tapado, y lo que cambiará será la forma de destapar, esto es todo.

Viejos esquemas... Si recuerdan, antes se usaba todo un protocolo para el destape. A sabiendas de que la estructura del PRI haría ganar a cualquiera. Vamos, hasta a José López Portillo, el chiste era la forma. Un grupo de liderazgos y sectores priistas iban con el Presidente a decirle que el sentir del partido era a favor de fulano. Claro, con el nombre enviado desde la Presidencia. El siguiente acto era la “cargada”. Los sectores del partido se manifestaban públicamente a favor del elegido y se daba el consabido “destape”. Para esto cada Presidente tenía su propio libro de reglas del destape. Unos les daba por jugar con nombres. A otros como Adolfo López Mateos no le quedó otra por su enfermedad. Con los panistas, el juego terminó porque aparecieron los “hijos desobedientes”. Y hoy regresa el viejo esquema, pero puede ser una manzana envenenada.

Todos a jugar… El Presidente dice que nada de tapados. Y bueno, ¿por qué lo tiene que decir el Presidente si oficialmente no es líder de su partido? ¿Por qué tiene que poner las reglas del juego de Morena? Simplemente porque es el dueño y además concentra todo el poder político. Con esa fuerza y con la forma de ser del mandatario, creerá alguien que realmente no va a meter mano en la sucesión. Qué la va a dejar correr como si nada. Además, las encuestas muestran que Morena puede ganar si las elecciones fueran esta semana, con cualquiera que ponga como candidato. Entonces no necesita al mejor, sino alguien que gane y le garantice el continuismo, protección a la familia, y respeto al maximato. De los que suenan ¿Quién ofrece eso?

Lealtad sobre todo... Poner todos los huevos en la canasta de una encuesta para seleccionar al sucesor no va con la forma de ser del Presidente. Recordar que el principal requisito y cualidad para ser colaborador o funcionario de la 4T es lealtad. La capacidad pasa a segundo término. Luego entonces, sólo los que pasen las pruebas de lealtad podrían aspirar a ser candidatos y eso no es tan fácil como se pinta. Porque no sólo es seguirle el rollo al jefe o defender hasta la muerte sus ocurrencias. También implica no ser amigo de sus enemigos. Y Marcelo Ebrard lo debe saber, porque eso le costó la candidatura a su jefe Manuel Camacho Solís. Cuando menos eso le dijo Carlos Salinas cuando le preguntó ¿Y yo por qué no, Carlos?

¿Y la reelección?... Sigue estando en la agenda presidencial. La consulta de revocación de mandato, que Morena le ha dado en llamar “ratificación de mandato”, puede marcar la pauta, porque la consulta es sobre revocación de mandato, como los similares, es lo mismo pero no es igual. Porque si el pueblo que da no quita, entonces habría que pensar en un modelo de continuismo. La Suprema Corte de Justicia echó a perder la intención de poder extender el mandato al tronar la reforma para que el presidente de la SCJN lo hiciera. Por eso tanto enojo de la 4T contra los magistrados. Según la tendencia electoral, para el 2024 en lugar de estar en declive, el presidente López Obrador pudiera estar en el cenit de su poder. Con la mayoría de estados a su favor. Control aunque sea por mayoría simple en el Congreso de la Unión. Anulación de órganos autónomos. Una oposición minimizada y aliados domesticados. El escenario ideal para ir sondeando la continuidad. No ahorita, porque muchos pegarían de gritos, pero sí a mediano plazo.

Entran Papas y salen cardenales... En la elección del Papa hay un dicho en la Curia Vaticana para señalar que no siempre ganan los favoritos. Entran Papas y salen cardenales. Y eso se ha visto también en la política mexicana. Los supuestos favoritos no necesariamente terminan como candidatos. Y equivocarse con el candidato públicamente es un alto riesgo para políticos, funcionarios y gobernantes del partido en el poder en turno. Ahorita de acuerdo a los momios, los favoritos son Marcelo Ebrard, Claudia Sheimbaun y Ricardo Monreal. Los otros son elementos decorativos, por el momento. Recuerden casos como el de López Portillo, que en Sonora sólo el grupo de los Búfalos de Caborca lo tomaba en serio. Con López Mateos había una burla, porque decían que hasta el Tribilín de Díaz Ordaz quería ser presidente. Y ya ven. Peña Nieto se dio el lujo de destapar a uno que ni siquiera era militante del PRI. Y bueno, ahorita más vale no poner todas las fichas en un mismo número.

La maldición de la mitad... No deben olvidar que los gobernadores de Sonora por lo general sufren de la maldición de la mitad del sexenio. Qué quiere decir, que la primera parte les va muy bien, porque se llevan bien con el Presidente. Ya ven cómo se llevaba Bours con Fox, incluso en Guanajuato el Grupo Bachoco tenía negocios con su familia. Pero luego vino el pleitazo con Calderón. Padrés Elías tocó los dinteles de la gloria con Calderón, pero agarró pleito con Peña Nieto y hasta la cárcel tocó. Ahorita el Gobernador de Sonora está entre la lista de favoritos del Presidente, eso es indiscutible. Y por lo mismo, debe tejer como sabe hacerlo, para no caer víctima de la maldición de la mitad del sexenio. Equivocarse echaría a perder su proyecto de gobierno, que por el momento va muy bien. Pero, ayyy nanita, qué mello.

En fin, como bien lo dijo el Chavito Calderón, no es lo mismo huele a traste, pero rima. Sale.

El tapado soy yo... Dicen que los buenos políticos son tan hábiles que engañan con la verdad.

Y miren, la declaración del presidente Andrés Manuel López Obrador de que “nada de tapados” en la elección del candidato presidencial de su partido hace pensar dos cosas: una, que realmente cree que la gente es muy ingenua como para no saber que tiene una carta tapada con la que jugará. Y segundo, que un hombre de tanto control va a dejar suelto el proceso donde se juega la continuación de la Cuarta Transformación. Desde luego que habrá tapado, y lo que cambiará será la forma de destapar, esto es todo.

Viejos esquemas... Si recuerdan, antes se usaba todo un protocolo para el destape. A sabiendas de que la estructura del PRI haría ganar a cualquiera. Vamos, hasta a José López Portillo, el chiste era la forma. Un grupo de liderazgos y sectores priistas iban con el Presidente a decirle que el sentir del partido era a favor de fulano. Claro, con el nombre enviado desde la Presidencia. El siguiente acto era la “cargada”. Los sectores del partido se manifestaban públicamente a favor del elegido y se daba el consabido “destape”. Para esto cada Presidente tenía su propio libro de reglas del destape. Unos les daba por jugar con nombres. A otros como Adolfo López Mateos no le quedó otra por su enfermedad. Con los panistas, el juego terminó porque aparecieron los “hijos desobedientes”. Y hoy regresa el viejo esquema, pero puede ser una manzana envenenada.

Todos a jugar… El Presidente dice que nada de tapados. Y bueno, ¿por qué lo tiene que decir el Presidente si oficialmente no es líder de su partido? ¿Por qué tiene que poner las reglas del juego de Morena? Simplemente porque es el dueño y además concentra todo el poder político. Con esa fuerza y con la forma de ser del mandatario, creerá alguien que realmente no va a meter mano en la sucesión. Qué la va a dejar correr como si nada. Además, las encuestas muestran que Morena puede ganar si las elecciones fueran esta semana, con cualquiera que ponga como candidato. Entonces no necesita al mejor, sino alguien que gane y le garantice el continuismo, protección a la familia, y respeto al maximato. De los que suenan ¿Quién ofrece eso?

Lealtad sobre todo... Poner todos los huevos en la canasta de una encuesta para seleccionar al sucesor no va con la forma de ser del Presidente. Recordar que el principal requisito y cualidad para ser colaborador o funcionario de la 4T es lealtad. La capacidad pasa a segundo término. Luego entonces, sólo los que pasen las pruebas de lealtad podrían aspirar a ser candidatos y eso no es tan fácil como se pinta. Porque no sólo es seguirle el rollo al jefe o defender hasta la muerte sus ocurrencias. También implica no ser amigo de sus enemigos. Y Marcelo Ebrard lo debe saber, porque eso le costó la candidatura a su jefe Manuel Camacho Solís. Cuando menos eso le dijo Carlos Salinas cuando le preguntó ¿Y yo por qué no, Carlos?

¿Y la reelección?... Sigue estando en la agenda presidencial. La consulta de revocación de mandato, que Morena le ha dado en llamar “ratificación de mandato”, puede marcar la pauta, porque la consulta es sobre revocación de mandato, como los similares, es lo mismo pero no es igual. Porque si el pueblo que da no quita, entonces habría que pensar en un modelo de continuismo. La Suprema Corte de Justicia echó a perder la intención de poder extender el mandato al tronar la reforma para que el presidente de la SCJN lo hiciera. Por eso tanto enojo de la 4T contra los magistrados. Según la tendencia electoral, para el 2024 en lugar de estar en declive, el presidente López Obrador pudiera estar en el cenit de su poder. Con la mayoría de estados a su favor. Control aunque sea por mayoría simple en el Congreso de la Unión. Anulación de órganos autónomos. Una oposición minimizada y aliados domesticados. El escenario ideal para ir sondeando la continuidad. No ahorita, porque muchos pegarían de gritos, pero sí a mediano plazo.

Entran Papas y salen cardenales... En la elección del Papa hay un dicho en la Curia Vaticana para señalar que no siempre ganan los favoritos. Entran Papas y salen cardenales. Y eso se ha visto también en la política mexicana. Los supuestos favoritos no necesariamente terminan como candidatos. Y equivocarse con el candidato públicamente es un alto riesgo para políticos, funcionarios y gobernantes del partido en el poder en turno. Ahorita de acuerdo a los momios, los favoritos son Marcelo Ebrard, Claudia Sheimbaun y Ricardo Monreal. Los otros son elementos decorativos, por el momento. Recuerden casos como el de López Portillo, que en Sonora sólo el grupo de los Búfalos de Caborca lo tomaba en serio. Con López Mateos había una burla, porque decían que hasta el Tribilín de Díaz Ordaz quería ser presidente. Y ya ven. Peña Nieto se dio el lujo de destapar a uno que ni siquiera era militante del PRI. Y bueno, ahorita más vale no poner todas las fichas en un mismo número.

La maldición de la mitad... No deben olvidar que los gobernadores de Sonora por lo general sufren de la maldición de la mitad del sexenio. Qué quiere decir, que la primera parte les va muy bien, porque se llevan bien con el Presidente. Ya ven cómo se llevaba Bours con Fox, incluso en Guanajuato el Grupo Bachoco tenía negocios con su familia. Pero luego vino el pleitazo con Calderón. Padrés Elías tocó los dinteles de la gloria con Calderón, pero agarró pleito con Peña Nieto y hasta la cárcel tocó. Ahorita el Gobernador de Sonora está entre la lista de favoritos del Presidente, eso es indiscutible. Y por lo mismo, debe tejer como sabe hacerlo, para no caer víctima de la maldición de la mitad del sexenio. Equivocarse echaría a perder su proyecto de gobierno, que por el momento va muy bien. Pero, ayyy nanita, qué mello.

En fin, como bien lo dijo el Chavito Calderón, no es lo mismo huele a traste, pero rima. Sale.