/ miércoles 29 de junio de 2022

Corren rumores | Se les acaba el gas

Quedan desabridas… Tiene razón un columnista de los llamados “nacionales”, al señalar que si bien es cierto que una cheve o una soda recién destapada sabe muy buena, pero si se queda abierta por mucho tiempo comienzan a perder gas y se pueden volver muy desabridas si no se tapan a tiempo.

Y ese es el riesgo que tienen en este momento las “corcholatas” de Morena, que si no tienen un buen proyecto electoral y todo lo basarán en el peso de la marca de la 4T y la imagen del Presidente, corren el riesgo de que para finales del año entrante ya estén muy desabridos. Ahora bien, para no perder gas tienen que tener proyecto propio y eso es de alguna manera hacerle sombra al jefe máximo, lo que resulta harto riesgoso. Vaya dilema de las corcholatas, quedarse tapados y perder oportunidad de lucir. O destaparse y perder gas. Uchis, para dónde corren.

Campaña de fogueo… Lo cierto es que este tasteo de precandidatos puede darle resultado al presidente López Obrador. Primero, porque los va a probar para ver si pueden levantar lo suficiente para garantizar el triunfo electoral en el 2024. No importa que su favorito o favorita no esté en primer lugar, nomás que garantice el triunfo. Este fue el error de Ernesto Gándara, confiado en que estaba arriba en las encuestas no se percató que Claudia Pavlovich comenzó a crecer y garantizar el triunfo sobre Javier Gándara. Cuando cruzó esta línea, ya los grupos de poder en el PRI no necesitaron del Borrego para ganar. Ahora, se ve que en Morena intentarán lo mismo, que los tres aspirantes crucen la línea de triunfo en las encuestas, porque con esto el dedazo no será forzado y tendrá el Presidente más capacidad de maniobra en la selección de su sucesor.

Crecimiento peligroso… Hay analistas que consideran que promover el crecimiento de las corcholatas implica un riesgo de que si no son designados, los marginados pudieran optar por cambiar de bando y de banda. Esto es difícil de considerar, porque de los tres aspirantes de Morena ninguno tiene imagen propia. Y prueba de ello es la última encuesta del Gabinete de Comunicación Política, en donde menos del 20% reconoce los nombres de estos aspirantes, porque dependen de la sombra que les da el arbolito de Morena, la 4T y desde luego la imagen presidencial. Por sí solos no tienen luz propia.

Perro come perro… Ahora, el presidente López Obrador debe cuidar que no se desate una guerra entre corcholatas. Una lucha fratricida a base de golpes bajos provocará lo que señala Joe Napolitano, el gurú de la comunicación política, de que en la guerra electoral sucia, todos bajan, y sobreviven los que tienen más capacidad de flotación. En este caso, a Morena no le conviene que se desinflen sus fichas. Pero también es cierto que en México es difícil evitar el canibalismo, las envidias y las luchas internas por el poder. Lo más seguro es que se den con todo. En esto se ha visto que el Presidente no tiene control real y lo peor, que llegará el momento en que no pueda dar reversa con los que ha destapado. Como ven, este juego todavía no se acaba.

Hablen aunque sea mal… Se quejó el senador Ricardo Monreal de que en la mañanera han mencionado 140 veces a Marcelo Ebrard, cien veces a Claudia Sheinbaum y setenta veces al tabasqueño Adán Augusto López. Y al senador Monreal sólo ¡Tres veces! Gachos. Ni siquiera para mentarle la madre. Por más que ha provocado cuando menos unas cinco regañadas en público, ni siquiera lo han pelado. El Presidente lo ha castigado con el pétalo de la indiferencia. Chale, bato. Así no se puede ser precandidato, si el mero dedo máximo no te menciona ni para mentarte la madre, estás punto menos que liquis. A lo macho, que mejor junte sus chivas y se vaya a ver televisión.

Le pasa por bocón… No es lo mismo borracho que cantinero dice el viejo y conocido refrán. Y miren, el que está aprendiendo lo válido de esto es el sedicente gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien es feliz como influencer y pésimo como gobernante. Por andar de payaso le aprobaron la figura de revocación de mandato, lo que lo obliga ahora a tener que hacer las cosas bien, porque si la riega como está pasando ahora, le pueden pegar una desconocida. En calidad de mientras, deben irle diciendo adiós a cualquier proyecto electoral para el 2024. Ah, y recordar que en la grilla no se pueden descuidar.

En fin, por eso recordar lo que decía el Porfirio Churejas, camarón que se duerme, le sube el colesterol a alguien. Sale.

Quedan desabridas… Tiene razón un columnista de los llamados “nacionales”, al señalar que si bien es cierto que una cheve o una soda recién destapada sabe muy buena, pero si se queda abierta por mucho tiempo comienzan a perder gas y se pueden volver muy desabridas si no se tapan a tiempo.

Y ese es el riesgo que tienen en este momento las “corcholatas” de Morena, que si no tienen un buen proyecto electoral y todo lo basarán en el peso de la marca de la 4T y la imagen del Presidente, corren el riesgo de que para finales del año entrante ya estén muy desabridos. Ahora bien, para no perder gas tienen que tener proyecto propio y eso es de alguna manera hacerle sombra al jefe máximo, lo que resulta harto riesgoso. Vaya dilema de las corcholatas, quedarse tapados y perder oportunidad de lucir. O destaparse y perder gas. Uchis, para dónde corren.

Campaña de fogueo… Lo cierto es que este tasteo de precandidatos puede darle resultado al presidente López Obrador. Primero, porque los va a probar para ver si pueden levantar lo suficiente para garantizar el triunfo electoral en el 2024. No importa que su favorito o favorita no esté en primer lugar, nomás que garantice el triunfo. Este fue el error de Ernesto Gándara, confiado en que estaba arriba en las encuestas no se percató que Claudia Pavlovich comenzó a crecer y garantizar el triunfo sobre Javier Gándara. Cuando cruzó esta línea, ya los grupos de poder en el PRI no necesitaron del Borrego para ganar. Ahora, se ve que en Morena intentarán lo mismo, que los tres aspirantes crucen la línea de triunfo en las encuestas, porque con esto el dedazo no será forzado y tendrá el Presidente más capacidad de maniobra en la selección de su sucesor.

Crecimiento peligroso… Hay analistas que consideran que promover el crecimiento de las corcholatas implica un riesgo de que si no son designados, los marginados pudieran optar por cambiar de bando y de banda. Esto es difícil de considerar, porque de los tres aspirantes de Morena ninguno tiene imagen propia. Y prueba de ello es la última encuesta del Gabinete de Comunicación Política, en donde menos del 20% reconoce los nombres de estos aspirantes, porque dependen de la sombra que les da el arbolito de Morena, la 4T y desde luego la imagen presidencial. Por sí solos no tienen luz propia.

Perro come perro… Ahora, el presidente López Obrador debe cuidar que no se desate una guerra entre corcholatas. Una lucha fratricida a base de golpes bajos provocará lo que señala Joe Napolitano, el gurú de la comunicación política, de que en la guerra electoral sucia, todos bajan, y sobreviven los que tienen más capacidad de flotación. En este caso, a Morena no le conviene que se desinflen sus fichas. Pero también es cierto que en México es difícil evitar el canibalismo, las envidias y las luchas internas por el poder. Lo más seguro es que se den con todo. En esto se ha visto que el Presidente no tiene control real y lo peor, que llegará el momento en que no pueda dar reversa con los que ha destapado. Como ven, este juego todavía no se acaba.

Hablen aunque sea mal… Se quejó el senador Ricardo Monreal de que en la mañanera han mencionado 140 veces a Marcelo Ebrard, cien veces a Claudia Sheinbaum y setenta veces al tabasqueño Adán Augusto López. Y al senador Monreal sólo ¡Tres veces! Gachos. Ni siquiera para mentarle la madre. Por más que ha provocado cuando menos unas cinco regañadas en público, ni siquiera lo han pelado. El Presidente lo ha castigado con el pétalo de la indiferencia. Chale, bato. Así no se puede ser precandidato, si el mero dedo máximo no te menciona ni para mentarte la madre, estás punto menos que liquis. A lo macho, que mejor junte sus chivas y se vaya a ver televisión.

Le pasa por bocón… No es lo mismo borracho que cantinero dice el viejo y conocido refrán. Y miren, el que está aprendiendo lo válido de esto es el sedicente gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien es feliz como influencer y pésimo como gobernante. Por andar de payaso le aprobaron la figura de revocación de mandato, lo que lo obliga ahora a tener que hacer las cosas bien, porque si la riega como está pasando ahora, le pueden pegar una desconocida. En calidad de mientras, deben irle diciendo adiós a cualquier proyecto electoral para el 2024. Ah, y recordar que en la grilla no se pueden descuidar.

En fin, por eso recordar lo que decía el Porfirio Churejas, camarón que se duerme, le sube el colesterol a alguien. Sale.