/ jueves 20 de agosto de 2020

Cruzando líneas | El resfriado político

Arizona.- “Si Estados Unidos estornuda, a México le da gripe”, cuando Elsa soltó esa frase nos reímos al unísono. Asentimos al mismo tiempo. Después hubo un silencio incómodo, ese que llega solo cuando se avienta una verdad disfrazada de broma o refrán.

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Hablábamos de la pandemia, de nuestras familias separadas por la frontera, de las diferencias en los sistemas de salud, de la cercanía geográfica con nuestro Sonora y el abismo social que nos separa de nuestra patria. Nuestro, así con el plural y la pertenencia que conlleva.

Elsa, yo y millones más estamos como la famosísima India María: Ni de aquí ni de allá… Pero de los dos lados; un pie aquí y otro allá, con un ojo al gato y otro al garabato. Votamos en México y lo hacemos (o deseamos algún día poder hacerlo) aquí. La vida nos ha obligado a involucrarnos de alguna manera en la política; cada uno por sus razones.

Sentimos ansiedad por las elecciones y sus repercusiones. No sabemos si estamos listas para otros cuatro años de Trump o los primeros de Biden. Ningún escenario da paz. Y luego volteamos al otro lado, donde están la mayoría de los nuestros, y tampoco sabemos cómo han logrado sobrevivir tantos sexenios, este incluido.

Y nos da miedo retar al 2020. No queremos que nos sorprenda. No, ya no. Pero es un año electoral en Estados Unidos. El presente se nos tambalea con la pandemia, la crisis económica y el cierre de la frontera… Y nuestro futuro está en juego. ¿Cuál de los males es el menor?

Las encuestas no favorecen la reelección de Trump como presidente; quizá su carrera política no pueda sobrevivir a su mal manejo de la emergencia sanitaria, pero tampoco podemos descartar una resurrección. ¿Se acuerdan de la campaña pasada? Nadie daba un centavo por él en las primarias y aun así logró apoderarse de la Casa Blanca. Faltan poco más de dos meses para el famoso 3 de noviembre y una posible ronda de estímulo económico… Quién sabe, a veces el electorado tiene mala memoria. Además, ya se está poniendo el “huarache antes de espinarse” al sembrar la semilla de la desconfianza. ¿Habrá fraude electoral por el voto por correo? ¡¿Quién podría confiar en los resultados de las elecciones en medio de la pandemia?!

A Biden le ha sentado bien el aislamiento. La campaña virtual sirve para disimular sus puntos débiles, que no son pocos. Le ayuda el recuerdo de Obama y los desplantes de su contrincante. Le faltan méritos propios. Pero ha sabido navegar con un perfil bajo y ahora va arriba en los sondeos. No ha tenido que esforzarse tanto, pero esa racha podría acabarse si baja la guardia. Con Kamala Harris a su lado su candidatura demócrata (ahora oficial) se fortalece y, bueno, no es Trump, y eso ya es ganancia. Pero cantar victoria antes de tiempo puede convertirse en un tiro de gracia.

Para México será muy importante esta elección de sus vecinos del norte. Los resultados definirán no solo el rumbo de Estados Unidos sino el suyo; hay una interdependencia migratoria, comercial, social, educativa y de seguridad. ¿Serán cuatro años de chantajes comerciales y ataques políticos? ¿Es posible un borrón y cuenta nueva? ¿Quién doblará el brazo? ¿Qué tan fuerte será el resfrío? Quizá no haya una respuesta el 3 de noviembre. ¿Estamos preparados para la otra pandemia, la política?

Arizona.- “Si Estados Unidos estornuda, a México le da gripe”, cuando Elsa soltó esa frase nos reímos al unísono. Asentimos al mismo tiempo. Después hubo un silencio incómodo, ese que llega solo cuando se avienta una verdad disfrazada de broma o refrán.

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Hablábamos de la pandemia, de nuestras familias separadas por la frontera, de las diferencias en los sistemas de salud, de la cercanía geográfica con nuestro Sonora y el abismo social que nos separa de nuestra patria. Nuestro, así con el plural y la pertenencia que conlleva.

Elsa, yo y millones más estamos como la famosísima India María: Ni de aquí ni de allá… Pero de los dos lados; un pie aquí y otro allá, con un ojo al gato y otro al garabato. Votamos en México y lo hacemos (o deseamos algún día poder hacerlo) aquí. La vida nos ha obligado a involucrarnos de alguna manera en la política; cada uno por sus razones.

Sentimos ansiedad por las elecciones y sus repercusiones. No sabemos si estamos listas para otros cuatro años de Trump o los primeros de Biden. Ningún escenario da paz. Y luego volteamos al otro lado, donde están la mayoría de los nuestros, y tampoco sabemos cómo han logrado sobrevivir tantos sexenios, este incluido.

Y nos da miedo retar al 2020. No queremos que nos sorprenda. No, ya no. Pero es un año electoral en Estados Unidos. El presente se nos tambalea con la pandemia, la crisis económica y el cierre de la frontera… Y nuestro futuro está en juego. ¿Cuál de los males es el menor?

Las encuestas no favorecen la reelección de Trump como presidente; quizá su carrera política no pueda sobrevivir a su mal manejo de la emergencia sanitaria, pero tampoco podemos descartar una resurrección. ¿Se acuerdan de la campaña pasada? Nadie daba un centavo por él en las primarias y aun así logró apoderarse de la Casa Blanca. Faltan poco más de dos meses para el famoso 3 de noviembre y una posible ronda de estímulo económico… Quién sabe, a veces el electorado tiene mala memoria. Además, ya se está poniendo el “huarache antes de espinarse” al sembrar la semilla de la desconfianza. ¿Habrá fraude electoral por el voto por correo? ¡¿Quién podría confiar en los resultados de las elecciones en medio de la pandemia?!

A Biden le ha sentado bien el aislamiento. La campaña virtual sirve para disimular sus puntos débiles, que no son pocos. Le ayuda el recuerdo de Obama y los desplantes de su contrincante. Le faltan méritos propios. Pero ha sabido navegar con un perfil bajo y ahora va arriba en los sondeos. No ha tenido que esforzarse tanto, pero esa racha podría acabarse si baja la guardia. Con Kamala Harris a su lado su candidatura demócrata (ahora oficial) se fortalece y, bueno, no es Trump, y eso ya es ganancia. Pero cantar victoria antes de tiempo puede convertirse en un tiro de gracia.

Para México será muy importante esta elección de sus vecinos del norte. Los resultados definirán no solo el rumbo de Estados Unidos sino el suyo; hay una interdependencia migratoria, comercial, social, educativa y de seguridad. ¿Serán cuatro años de chantajes comerciales y ataques políticos? ¿Es posible un borrón y cuenta nueva? ¿Quién doblará el brazo? ¿Qué tan fuerte será el resfrío? Quizá no haya una respuesta el 3 de noviembre. ¿Estamos preparados para la otra pandemia, la política?